Anatom¨ªa de una legalizaci¨®n
La venta libre de marihuana en Uruguay es un ¨¦xito empa?ado por dificultades imprevistas, como el veto de bancos a las farmacias que la venden
Uruguay fue el pa¨ªs pionero en la legalizaci¨®n de la marihuana. Desde julio de 2017, el Ministerio de Salud P¨²blica vende en farmacias bolsitas de cinco gramos al m¨®dico precio de 200 pesos, unos 5,25 euros. No han aumentado las toxicoman¨ªas ni ha habido incidentes, los consumidores est¨¢n contentos y la opini¨®n p¨²blica es cada vez m¨¢s favorable. Todo ha ido bien. Pero hay fen¨®menos parad¨®jicos: persiste el mercado clandestino, la industria derivada del cannabis no despega y aparecen brotes especulativos.
¡°Est¨¢ buena, flojita pero buena¡±, dice un chaval que fuma un porro matutino en la rambla de Francia, en pleno paseo mar¨ªtimo de Montevideo. Ha comprado la marihuana en una farmacia y ha tenido que hacer cola. No porque haya avalanchas de consumidores, sino porque solo 17 de las casi mil farmacias uruguayas expenden hierba. Nada que ver con objeciones de conciencia, sino con la presi¨®n de los bancos. ¡°Cre¨ªmos en nuestra soberan¨ªa y no medimos bien ese factor¡±, reconoce Augusto Vitale, psic¨®logo, expresidente del Instituto de Regulaci¨®n y Control del Cannabis y uno de los principales art¨ªfices de la legalizaci¨®n. ¡°No contamos con la Terrorist Act estadounidense¡±. El hecho es que los bancos se niegan a trabajar con nadie relacionado con la marihuana, por temor a sanciones en el exterior, y eso amarga la vida a los farmac¨¦uticos. Y a los cultivadores. Y a las empresas que quieren desarrollar medicinas, cosm¨¦tica, alimentos o tejidos a partir de la planta.
Curiosamente, ahora que la marihuana es legal, se hace necesario crear redes de empresas que sirven como pantalla para ocultar el negocio, al menos de cara a los bancos. ¡°La inminente legalizaci¨®n en un pa¨ªs tan grande como Canad¨¢ quiz¨¢ relaje el prohibicionismo internacional y alivie estos problemas¡±, comenta Vitale.
Las dificultades no proceden ¨²nicamente del sector financiero. Tambi¨¦n hay frenos pol¨ªticos. Al actual presidente uruguayo, Tabar¨¦ V¨¢zquez, m¨¦dico de profesi¨®n, la marihuana le parece peligrosa. Igual que al Ministerio de Salud P¨²blica. Con el anterior presidente, el carism¨¢tico Pepe M¨²jica, el cannabis era cuesti¨®n prioritaria. Ahora es m¨¢s bien lo contrario. El Gobierno prefiere mantener el asunto bajo un manto de discreci¨®n y un portavoz de la presidencia declin¨® hacer comentarios a este peri¨®dico. Regularizada la venta para uso recreativo, el desarrollo de la industria est¨¢ paralizado por falta de marco legal. Los usos medicinales, el aut¨¦ntico negocio para el sector privado y las arcas p¨²blicas, no avanzan.
¡°Partimos con ventaja y si no aceleramos en los pr¨®ximos dos a?os, la perderemos frente a empresas de Canad¨¢, Zimbabue, Lesoto, Portugal, Colombia y quiz¨¢ M¨¦xico¡±, dice Eduardo Blasina, un respetado empresario y experto en cuestiones agrarias. Blasina fue accionista de Symbiosis, una de las dos empresas que recibieron licencia estatal para el cultivo de marihuana. Ya no lo es. Su grupo empresarial sigue apostando por los productos del cannabis, aunque, seg¨²n ¨¦l, ¡°parece m¨¢s f¨¢cil venderlos en cualquier ciudad alemana que en Montevideo¡±.
Hasta Chile, un pa¨ªs prohibicionista, va por delante de Uruguay en la medicina can¨¢bica. Ah¨ª pesa una cuesti¨®n burocr¨¢tica: el Gobierno uruguayo exige, para aprobar un producto, que pase por todos los tr¨¢mites experimentales que se exigen a cualquier medicamento. Eso puede suponer una d¨¦cada. En otros pa¨ªses, la aprobaci¨®n de aceites y pomadas derivados de la marihuana, como el cannabiol, eficaz contra los dolores cr¨®nicos y para complementar tratamientos oncol¨®gicos, requiere menos verificaciones. La diferencia tiene su explicaci¨®n: en Uruguay, el Ministerio de Salud P¨²blica es corresponsable, junto al fabricante, de cualquier efecto da?ino de un medicamento.
¡°Hay muchas quejas y parece que olvidemos lo esencial: que la legalizaci¨®n funciona y que las cosas avanzan¡±. Juan Baz fue uno de los activistas que convencieron a Pepe M¨²jica ¡ª¡°sobre todo a su esposa, Luc¨ªa¡±, se?ala¡ª de que impulsara la ley. Ahora es la voz de la sensatez. ?Que la marihuana de las farmacias no es muy potente? ¡°Normal¡±, explica Baz, ¡°nadie quiere que un chaval sin experiencia compre una bolsita en una farmacia y acabe con una lipotimia. Los fumetas veteranos usamos hierba con un THC (componente psicoactivo) superior al 12%, y eso lo obtenemos con el autocultivo o en los clubes¡±. Baz se ha convertido en emprendedor, mantiene convenios de investigaci¨®n con el Instituto Pasteur de Par¨ªs y ha lanzado un proyecto para desarrollar una industria can¨¢bica en el interior del pa¨ªs.
Los clubes admiten hasta 45 socios y proporcionan hasta 480 gramos anuales a cada uno. Pero, como las farmacias, no pueden vender a extranjeros. Y Uruguay es un pa¨ªs tur¨ªstico. La demanda for¨¢nea es uno de los factores que mantienen el mercado clandestino, que ya no es tan negro como antes, en el sentido de que carece de relaci¨®n con la violencia y las bandas de narcotraficantes, pero s¨ª es como m¨ªnimo gris. Poco m¨¢s de un tercio de los consumidores uruguayos est¨¢n registrados en farmacias o clubes. El resto siguen en la zona gris.
¡°Hablamos de marihuana legal distribuida ilegalmente¡±, precisa el soci¨®logo Sebasti¨¢n Aguiar, que monitoriza desde la Facultad de Ciencias Sociales el funcionamiento de la legalizaci¨®n. Aguiar subraya que ha desaparecido del mercado el adulterad¨ªsimo ¡°prensado paraguay¡± que se consum¨ªa anteriormente; hace notar que en 2017, por primera vez, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n respald¨® la venta libre (44% a favor, 42% en contra, con un 90% a favor del uso medicinal) y pone en duda los sondeos que indican un aumento del consumo: quiz¨¢ lo que ha aumentado con la legalizaci¨®n, sugiere, es la sinceridad de los encuestados.
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