Endeudados y con goteras, los refugios mexicanos para v¨ªctimas de maltrato bracean por seguir a flote

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La salvaci¨®n de Mar¨ªa P¨¦rez fue una casa con patio trasero y tobog¨¢n amarillo. All¨ª lleg¨® hace unos meses despu¨¦s de que su pareja le apuntara con una pistola. Apret¨® el gatillo, pero se trab¨®. Ella huy¨® con lo puesto a un refugio para v¨ªctimas de violencia machista en Ciudad de M¨¦xico. ¡°Venir aqu¨ª ha sido la vida. Ya me hab¨ªa hecho a la idea de que no iba a ver a mis hijos iniciar el nuevo curso¡±, explica esta mujer de 29 a?os y madre de tres ni?os, cuyo verdadero nombre no se revela para proteger su identidad. Pese a la atenci¨®n que ofrece a mujeres como P¨¦rez, el centro tiene humedades y goteras y ha sufrido una reducci¨®n de subvenciones. Una realidad precaria, compartida por algunos de estos espacios, en un pa¨ªs donde cada d¨ªa mueren en promedio 10 mujeres.

El refugio de P¨¦rez, un modesto edificio de tres plantas ubicado en una colonia de clase media en el sur de la capital, acoge a seis mujeres y a sus hijos. Cada familia tiene su habitaci¨®n con literas. Los ni?os reciben clases en una azotea, mientras sus madres participan en talleres de plomer¨ªa y computaci¨®n y reciben apoyo legal. A P¨¦rez le ayudaron a interponer una demanda contra su expareja. ¡°No sab¨ªa c¨®mo proceder¡±, explica. ¡°Sola te a¨ªslas¡±. En los descansos, madres e hijos se re¨²nen alrededor del tobog¨¢n y de los columpios. El mural de un ¨¢rbol de tronco grueso decora una de las paredes del patio. Durante los tres meses que dura el programa de protecci¨®n, ese es su mundo.

Aunque el centro est¨¢ pr¨¢cticamente lleno, el Centro Nacional de Equidad de G¨¦nero, ente responsable de las subvenciones y dependiente de la Secretar¨ªa de Salud, les ha recortado un 14% el presupuesto de este a?o. Han tenido que prescindir de una de las dos psic¨®logas, una de las dos maestras y una de las tres trabajadoras sociales. Tambi¨¦n les denegaron una partida de impermeabilizaci¨®n para atajar goteras y humedades en las habitaciones.

Alrededor del 80% de los 64 espacios seguros que integran la Red Nacional de Refugios (RNR), que engloba a la mayor¨ªa de centros del pa¨ªs y que est¨¢n principalmente gestionados por la sociedad civil, han tenido que recortar personal y dos han cerrado. Los responsables del Centro Nacional de Equidad de G¨¦nero han rechazado ser entrevistados, al asegurar que est¨¢n revisando sus programas. Los recortes coinciden con un repunte de feminicidios. M¨¢s de 2.000 mujeres fueron asesinadas en los primeros siete meses del a?o, un 5% m¨¢s que en el mismo periodo del a?o pasado, seg¨²n cifras del Secretariado Ejecutivo de Seguridad.

La pol¨ªtica de austeridad del Gobierno, as¨ª como los recelos del presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador hacia la sociedad civil, est¨¢n detr¨¢s de los recortes. El mandatario ha expresado en varias ocasiones su preferencia por las transferencias directas a las v¨ªctimas. ¡°Hab¨ªa la mala costumbre de que del presupuesto se transfer¨ªan fondos a organizaciones sociales y no hab¨ªa transparencia¡±, declar¨® en febrero. El Ejecutivo lleg¨® a suspender la convocatoria para la concesi¨®n de fondos, pero se vio forzado a dar marcha atr¨¢s ante la presi¨®n social.

La directora del refugio de P¨¦rez, Maril¨² Rasso, asegura que los vaivenes generan una gran incertidumbre. ¡°Sobrevivimos en un 80% gracias al subsidio. Si se retrasa o no nos aprueban lo que solicitamos, nos deja sin poder cubrir muchos de los gastos¡±, dice. M¨®nica Orozco, investigadora del Centro Espinoza Yglesias, apunta a que el Gobierno env¨ªa menos dinero del aprobado. ¡°El ejercicio presupuestario va muy rezagado¡±, asegura. ¡°Y eso es preocupante porque la violencia est¨¢, pero los recursos no¡±.

Otros espacios han tenido peor suerte: 15 fueron rechazados en la convocatoria lanzada a principios de a?o, seg¨²n la Red Nacional de Refugios. Fue el caso de Vida Integral para la Mujer, uno de los dos ¨²nicos espacios de este tipo en Ciudad Ju¨¢rez, municipio que ocupa el primer puesto en feminicidios. El centro ha pasado nueve meses sin recibir financiaci¨®n p¨²blica y ha sobrevivido a base de donaciones ciudadanas de ropa y de latas de conservas. Adem¨¢s, arrastra casi un mill¨®n de pesos de deuda, unos 50.000 d¨®lares, por impagos en electricidad, agua y gastos m¨¦dicos. ¡°Ha sido un v¨ªa crucis. A principios del a?o solo pod¨ªamos atender a cinco familias, en vez de a las 11 habituales¡±, explica la directora, Lilia Pacheco.

Tras las quejas de las asociaciones, el Gobierno lanz¨® una segunda convocatoria para repescar a los refugios que se hab¨ªan quedado fuera de la primera. Esta vez el centro de Ciudad Ju¨¢rez s¨ª consigui¨® financiaci¨®n. Sin embargo, el monto que acaban de recibir es aproximadamente un 60% inferior al del a?o pasado. Lilia Pacheco ha empezado a buscar apoyos de la clase empresarial de la ciudad para compensar.

Desconfianza de la sociedad civil?

En medio de estos recortes y de una fuerte movilizaci¨®n feminista, la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n lanz¨® en agosto una nueva estrategia para atender a v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero. Sin embargo, un portavoz ha admitido a este diario que no hay presupuesto asignado ni fechas. ¡°La sensaci¨®n es que no hay claridad y que existe un peligro de duplicar esfuerzos¡±, dice la directora de la Red Nacional de Refugio, Wendy Figueroa, tras asistir esta semana a una reuni¨®n con el Gobierno.

El proyecto de presupuesto para 2020 incluye un incremento del 4% en la partida de la Secretar¨ªa de Salud dedicada a estos espacios, insuficiente para recuperar el recorte de 2019 y que todav¨ªa se enfrenta a un largo proceso legislativo. Adem¨¢s, una de las principales peticiones de las asociaciones, extender la financiaci¨®n m¨¢s all¨¢ de los ocho meses actuales para cubrir todo el a?o, todav¨ªa no ha sido atendida. ¡°El Gobierno no inspira confianza ni certeza. No sabemos si nos van a decir que s¨ª o no y, si nos dicen que s¨ª, cu¨¢ndo vamos a recibirlo¡±, duda Pacheco.

Pese a la incertidumbre, los refugios siguen trabajando los 365 d¨ªas del a?o. Mar¨ªa P¨¦rez ha acudido a una de las ¨²ltimas sesiones con la psic¨®loga en una sala de paredes rosas. A un lado, el mismo bolso color negro con el que huy¨® hace siete meses. Ahora se prepara para salir del refugio y volver a empezar. Quiere trabajar de lo que sea, en un puesto de quesadillas o de jugos, sacar adelante a sus hijos y verles con uniforme nuevo. ¡°Estaba mentalmente muerta¡±, afirma. ¡°Ahora me siento con vida¡±.