Ser gay en el pueblo
Una quincena de miembros del colectivo LGTBI impulsa una red para acabar con el aislamiento en el medio rural
Muchos se fueron de los pueblos. Otros se quedaron, en silencio. Los que no callaron fueron el centro de miradas y cuchicheos. Pero se pasa de puntillas sobre ellos, aunque se vieran forzados a irse. Tambi¨¦n ahora se les obvia, cuando pol¨ªticos y asociaciones hablan de repoblaci¨®n. En el imaginario colectivo, los homosexuales est¨¢n en las ciudades, con sus bares de ambiente y sus atascos y sus aceras llenas de gente. Pero los estereotipos se quedan cortos y dan la espalda a quienes s¨ª viven en el medio rural, un lugar en el que los dos apellidos suelen pesar m¨¢s que el nombre propio. Y algunos que marcharon quieren volver. Por ello claman por referentes del colectivo LGTBI tambi¨¦n en el campo. Que ya est¨¢ bien de tanto aislamiento, dicen. Que ya va siendo hora de tejer alianzas, de dejar de ser invisibles.
La reuni¨®n es el germen de esa red que comienza a tejerse, "la primera a nivel nacional que unir¨¢ a los miembros del colectivo que viven el medio rural", aseguran. El encuentro, este s¨¢bado en Soria. Una quincena de personas va entrando a una sala en la que disponen las sillas en c¨ªrculo. Llevan meses hablando por redes sociales, algunos se est¨¢n poniendo cara en ese mismo momento. Proceden de las provincias de Teruel, La Rioja, Guadalajara, Soria, Zaragoza, Navarra¡ Est¨¢n entre los treinta y los cincuenta y tantos a?os. Son homosexuales, s¨ª, y otras muchas cosas, insisten. Basta de etiquetas. Profesor, ingeniero, t¨¦cnico agropecuario, periodista, operario en una f¨¢brica, trabajadora en el mundo del turismo¡ Casi todos tienen en com¨²n que saben lo que es sentirse solos, lo que es marcharse de casa para poder encontrarse.
Comienza a hablar Chuse Aliaga, aragon¨¦s de 49 a?os que es el nexo de uni¨®n del grupo. Lleva a?os de activismo, de tratar de visibilizar al colectivo. As¨ª que decidi¨® impulsar este encuentro, celebrado en la tercera edici¨®n de la feria Presura, que re¨²ne a emprendedores sociales que tratan de combatir la despoblaci¨®n revitalizando los pueblos. En la sala tienen claro el objetivo: conectar a las asociaciones, las iniciativas LGTBI que ya existen en el medio rural, aisladas unas de otras y a los ciudadanos. ¡°Somos fantasmas¡±, resume Cuca Mart¨ªnez, gaditana de 54 a?os asentada en Jaca (Huesca). Cuentan que en los pueblos es habitual vivir la condici¨®n sexual de puertas adentro o sin significarse en el activismo. M¨¢s a¨²n entre las mujeres. ¡°La sexualidad femenina sigue oculta. Tenemos la cultura cat¨®lica como una l¨¢pida puesta encima¡±, lamenta ella, la ¨²nica mujer del grupo.
¡°Nuestra lucha y la feminista van de la mano¡±, dice Pedro M. C., gallego de 44 a?os que ahora vive en Logro?o y que quiere irse con su marido a un pueblo de unos 50 habitantes en ?lava. ¡°En el mundo rural hay una desconexi¨®n brutal. A lo mejor crees que est¨¢s solo, o conoces a alguien que tambi¨¦n es homosexual, pero que est¨¢ en el armario¡±, afirma. ¡°Mi referente era el hijo de una vecina, que se tuvo que marchar, el pobre. Siempre hay una figura, el marica del pueblo, y suele ser negativa. As¨ª que nos tenemos que ir en alg¨²n momento a las ciudades para autoafirmarnos¡±. En su pueblo, ?lo saben? ¡°Si no lo saben es porque no lo quieren saber: llevo 10 a?os yendo de visita con el mismo amigo¡±, bromea.
¡°Cazurrismo hay en todos lados, en los pueblos y en las ciudades¡±, afirma Toni S¨¢nchez, de 56 a?os, que ahora vive en Zaragoza pero est¨¢ deseando volver al medio rural. ¡°Pero los pueblos son microcosmos. Cuando te aceptan, est¨¢s totalmente respaldado. El problema es que cuando hay rechazo, se vive mucho m¨¢s intensamente¡±, explica Chuse Aliaga. En la ciudad siempre hay m¨¢s gente a la que recurrir y lugares donde pasar desapercibido. Est¨¢n de acuerdo adem¨¢s en que el rechazo se ceba, sobre todo, con el forastero. ¡°Si eres de aqu¨ª, te queremos, qu¨¦ se le va a hacer, pero siendo de fuera¡¡±, dice Pedro M. C.
¡°Cuando noto algo as¨ª, me pongo una falda y me voy a tomar caf¨¦ a la plaza. El problema lo tienen ellos, no yo¡±, suelta con desparpajo Carlos Garc¨ªa, valenciano de 42 a?os que vive en su furgoneta, yendo de pueblo en pueblo. ¡°Hace falta aceptaci¨®n. Es un tema puramente cultural. Nosotros vamos con miedo, no de una manera sana. Hay que ir con fuerza y no dar explicaciones, no hace falta llevar una banderita colgada¡±, prosigue. Asegura que ¨¦l nunca ha tenido un problema. ¡°Te sorprende la gente mayor, mucho m¨¢s abierta de lo que podemos pensar. Para ellos a veces todo es m¨¢s sencillo¡±, contin¨²a Toni S¨¢nchez. ¡°Muchas veces el armario lo tenemos nosotros en la mente¡±.
Todos reconocen que es m¨¢s dif¨ªcil socializar en el medio rural. Las distancias son m¨¢s grandes. ¡°Pero las redes sociales han supuesto un antes y un despu¨¦s. Gracias a eso podemos conocer a gente. Antes, pod¨ªas pasarte d¨¦cadas en un pueblo sin saber que en el de al lado tambi¨¦n hab¨ªa alguien gay, en el armario, claro¡±, recalca ?scar Crespo, soriano de 48 a?os. Ahora, que ya hay referentes homosexuales en televisi¨®n, insisten en que tambi¨¦n los quieren en los pueblos. Casi todos los integrantes de este grupo viven abiertamente su sexualidad, pero recalcan que son importantes las figuras como la del teniente de alcalde que asiste a la reuni¨®n. ¡°Que los chavales nos vean, que sepan que es una opci¨®n m¨¢s como otra cualquiera¡±, coinciden. Sergio Marco, de 36 a?os, es profesor en un instituto en Teruel. Insiste en la formaci¨®n para que ¡°los j¨®venes homosexuales, que est¨¢n perdidos muchas veces, no sean el foco de atenci¨®n, porque siguen si¨¦ndolo¡±.
Para ello quieren la red. Para visibilizarse en la sociedad y dentro del propio colectivo LGTBI. ¡°Es como si solo estuviera Chueca. Cuenca no existe, no te digo ya los pueblos¡±, dice Pedro M. C. ¡°Parece que, al hablar de repoblaci¨®n, no se nos tiene en cuenta porque no podemos tener hijos, cuando adem¨¢s esto no es cierto, claro que podemos tenerlos¡±, a?ade su marido, Eduardo Medrano, trabajador social de 38 a?os. Quieren normalidad, que se escuche su voz como la de cualquier otro. La opci¨®n es sencilla: ¡°Que puedas estar a gusto y dignamente, en igualdad de condiciones, en el sitio en que elijas vivir¡±, resume Chuse Aliaga. Ahora tienen que fijar fecha para la nueva reuni¨®n. Y la red ya casi estar¨¢ en marcha.
Una feria para la repoblaci¨®n
Este fin de semana se celebra en Soria la tercera edici¨®n de la feria Presura, que re¨²ne a agentes que est¨¢n luchando contra la despoblaci¨®n en el medio rural. M¨¢s de 60 puestos, cinco de ellos portugueses, exponen propuestas de emprendedores o de localidades peque?as que buscan fijar poblaci¨®n y atraer a nuevos habitantes. "Ha sido un ¨¦xito. Sobre todo, nos damos cuenta de que a?o a a?o notamos m¨¢s alianzas entre las iniciativas, que era el objetivo de esta feria", explica Joaqu¨ªn Alcalde, director de El Hueco, una de las asociaciones organizadoras.
"Este s¨¢bado hemos tenido m¨¢s visitas que el a?o anterior, aunque es posible que el domingo se resienta la afluencia de gente porque coincide con las elecciones", prosigue. "Hay iniciativas solventes. Tenemos un caldo de cultivo para que, con ayudas y facilidades, esto pueda florecer", a?ade. Se refiere al movimiento que lucha por revitalizar los pueblos. Por ello insiste en la necesidad de una estrategia nacional contra la despoblaci¨®n, cuyas l¨ªneas generales aprob¨® el Gobierno la pasada legislatura. A¨²n falta un trabajo conjunto con las comunidades aut¨®nomas, en la Conferencia de Presidentes.
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