Qu¨¦ piensan los hombres de las denuncias an¨®nimas por violencia sexual: el ¡®totum revolutum¡¯ tras el caso Errej¨®n
La avalancha de acusaciones desde el caso del ya exdiputado de Sumar ha abierto una conversaci¨®n extendida y p¨²blica entre ellos. Pero, ?de qu¨¦ hablan exactamente? En v¨ªsperas del D¨ªa Internacional contra la Violencia de G¨¦nero, toman la palabra medio centenar de hombres y varios especialistas
Est¨¢n cabreados, indignados, sorprendidos, desconcertados, molestos, preocupados, avergonzados, ofendidos, incr¨¦dulos, alarmados o asustados. Y no todos por los mismos motivos. La denuncia ante la polic¨ªa por violencia sexual, y los posteriores testimonios an¨®nimos en redes contra ...
Est¨¢n cabreados, indignados, sorprendidos, desconcertados, molestos, preocupados, avergonzados, ofendidos, incr¨¦dulos, alarmados o asustados. Y no todos por los mismos motivos. La denuncia ante la polic¨ªa por violencia sexual, y los posteriores testimonios an¨®nimos en redes contra el ya exdiputado de Sumar ??igo Errej¨®n, dispararon una avalancha de narraciones sobre agresiones en distintos grados de miles de mujeres, tambi¨¦n an¨®nimas y tambi¨¦n en redes, sobre todo en Instagram. Y ese tsunami, desde hace un mes, ha abierto algo que no se hab¨ªa producido en esta medida: una conversaci¨®n extendida y p¨²blica entre los hombres sobre y alrededor de esa violencia sexual. Pero, ?de qu¨¦ hablan exactamente??Qu¨¦ piensan? ?Qu¨¦ sienten? ?C¨®mo se posicionan frente a ese tsunami de relatos? ?Qu¨¦ est¨¢ pasando?
En v¨ªsperas del 25-N, el D¨ªa Internacional contra la Violencia sobre las Mujeres, m¨¢s de medio centenar de hombres y varios especialistas hablan de este nuevo contexto en el que hay, sobre todo, confusi¨®n. ¡°Ya sea interna, con ellos mismos, o externa, sobre c¨®mo est¨¢ d¨¢ndose este nuevo paso [en la llamada ruptura del silencio]. Hay mucho desconcierto entre muchos hombres¡±, dice Miguel L¨¢zaro, el vicepresidente de la organizaci¨®n Masculinidades Beta. ¡°En parte relacionado con la propia socializaci¨®n en un sistema que sigue siendo evidentemente machista, y en parte porque el feminismo ha evolucionado tanto, produce tantos mensajes y tantas corrientes que nosotros podemos sentimos abrumados. No est¨¢ siendo f¨¢cil¡±.
Por lo que han contado a este peri¨®dico hombres de todas las edades, profesiones e ideolog¨ªas, no, no parece que lo est¨¦ siendo. Y lleva as¨ª varios a?os. En 2021, ya uno de cada cinco adolescentes espa?oles pensaba que la violencia machista era ¡°un invento ideol¨®gico¡±, el doble que en 2017. Una tendencia que tuvo su reflejo en ese 44,1% de los hombres en Espa?a que, seg¨²n el CIS, cree que la promoci¨®n de la igualdad ha llegado tan lejos que ahora son ellos los discriminados; y varios informes del ¨²ltimo a?o reflejan la polarizaci¨®n pol¨ªtica cada vez mayor y de forma especialmente aguda entre mujeres y hombres j¨®venes, muy relacionada con el feminismo.
El ¡°totum revolutum¡± al que aluden varios ¡ªcuyos testimonios han sido recogidos a trav¨¦s de redes sociales y por peticiones a personas individuales a trav¨¦s de sus propios contactos¡ª es quiz¨¢s el t¨¦rmino inexacto m¨¢s exacto para definir el panorama, porque la reacci¨®n se ha disparado en tantas direcciones que acotarlas es complejo, aunque pr¨¢cticamente todas est¨¢n impregnadas de una alta carga pol¨ªtica y hay tres que parecen m¨¢s claras: una defensiva, una reflexiva y una tercera en la que se cruzan ambas, que parece ser la mayoritaria. Y en todas ellas, sin embargo, tambi¨¦n hay matices.
Los que niegan, los que reflexionan, los que dudan
Los del primer grupo son por ejemplo ?ngel y F., el primero en la veintena y el segundo ya entrado en los 40. Hablan de lo ¡°inaceptable que es condenar p¨²blicamente a una persona¡± y de c¨®mo este movimiento de denuncia p¨²blica ¡°se carga¡± el ¡°derecho a la presunci¨®n de inocencia¡± de los hombres. Los del segundo, los que como C., tambi¨¦n en los 40, hablan de una revisi¨®n incluso anterior a todo esto: ¡°Desde el Me Too y esta ola feminista que llevamos unos a?os viviendo, que hace pensarse a uno mismo y aprender y cambiar¡±.
Y los del ¨²ltimo, los que parecen la mayor¨ªa, son los que han ¡°pensado sobre esto¡± e ¡°identificado¡± conductas ¡°que tienen que cambiar¡±, y a la vez tienen ciertas cr¨ªticas y dudas con lo que est¨¢ sucediendo y en el c¨®mo est¨¢ pasando. ¡°No todos los tipos de denuncia permiten actuar ni hacernos cargo de la misma manera, es como que se ha creado un totum revolutum de agresiones sexuales heavys, actitudes machistas al filo de lo punible, otras reprobables moralmente pero que no ser¨ªan delito, y se mezcla todo a veces a un ritmo enorme que no te permite asimilar, con el que no puedes separar una cosa de la otra, y reflexionar sosegadamente¡±, dice A. A., de 36 a?os.
¡°Entendiendo el punto [de los testimonios masivos sobre agresiones], tambi¨¦n me molesta c¨®mo se ha destapado, con denuncias an¨®nimas que han dado pie a una gran cantidad de denuncias del mismo tipo. Me inquieta porque la cosa es grave, pero hay una parte en el fondo que me suscita dudas. Estoy seguro de que la mayor¨ªa son reales, pero el hecho de que solo una pueda ser falsa creo que puede hundirlo todo a¨²n m¨¢s¡±, dice Nacho, tambi¨¦n en la treintena.
Miguel L¨¢zaro, el experto en masculinidades, explica que ¡°la conceptualizaci¨®n de las violencias tan profunda que se ha hecho¡± puede llegar a ser ¡°paralizante¡± para quienes, por ejemplo, se ven se?alados como violentos por hacer ghosting, o por alzar la voz en una discusi¨®n.¡±Si todo es violencia al final no sabes qu¨¦ es violencia y qu¨¦ no, ?no? No s¨¦¡±, dice Juan, que hace nada que termin¨® la carrera.
¡°Seguramente hubo momentos en lo que hice alguna cosa que no ven¨ªa a cuento, sin estar fuera de lugar, pero que quiz¨¢s a la otra persona no le gustara o no se sintiera del todo c¨®moda, pero al final son cosas que se comunican, se hablan y se pide perd¨®n por si esa persona se sinti¨® ofendida o inc¨®moda¡±, recuerda J.A., de casi 27.
M., con 10 a?os m¨¢s, se va hacia algo de hace casi 15: ¡°Solo pienso ¨²ltimamente en una relaci¨®n en la que un d¨ªa, en una discusi¨®n, le grit¨¦ y ella se fue de casa un rato. Ahora noto c¨®mo de violento tuvo que ser aquello, pero joder, fue una vez en una discusi¨®n, tampoco s¨¦ si es para que me sienta tan culpable¡±. Javier, ¡°bastante confundido y bastante triste con todo¡±, entiende ¡°que las v¨ªctimas quieren justicia, pero hay que hacerse cargo de que las denuncias en redes sociales est¨¢n causando mucho impacto¡±.
¡°Se difundieron dos mensajes sobre un amigo m¨ªo¡±
?Qu¨¦ pasa, por ejemplo, cuando en un grupo de trabajo, o de amigos, uno de ellos aparece en una de esas denuncias an¨®nimas en redes? ?Qu¨¦ hace el resto de hombres a su alrededor? A este diario han llegado dos de esas historias.
Una la cuenta A.: ¡°Hay una cuenta parecida a la de Cristina Fallar¨¢s [una de las decenas de cuentas en Instagram que han aparecido replicando el modelo de la periodista y escritora] en la que se difundieron dos mensajes sobre un amigo m¨ªo, le acusaban de actitudes machistas, nada de gravedad, punible ni legal. Eso te pone no ante la tesitura te¨®rica sino personal¡±. ?Qu¨¦ hicieron? ¡°Preguntar qu¨¦ hab¨ªa pasado, hablar con ¨¦l, pero en nuestro caso no era dif¨ªcil, porque ten¨ªamos herramientas y recursos para tener esa conversaci¨®n¡±. Ellos, dice, son un grupo de hombres que llevan tiempo haciendo ¡°el trabajo¡± de repensarse: ¡°Y adem¨¢s estamos rodeados de mujeres feministas¡±.
La otra la relata una mujer, la ¨²nica que da su testimonio en este reportaje, amiga de un hombre que apareci¨® en uno de los posts de la cuenta de la escritora. ¡°?l y otro colega hablaron durante horas analizando con qui¨¦n se hab¨ªa comportado mal, qui¨¦n podr¨ªa ser, de qu¨¦ ¨¦poca, y llegaron a la conclusi¨®n de que efectivamente hab¨ªa tenido comportamientos machistas en muchas ocasiones en una ¨¦poca de su vida, pero que no hab¨ªa sido ni es un agresor sexual¡±. Ella, esta amiga, les ley¨® la cr¨®nica de las v¨ªctimas de Carlos Vermut: ¡°Para que [el amigo se?alado] pudiera verse reflejado en esas pr¨¢cticas. Al principio se lo tomaron muy, muy, muy a la defensiva, y al final acabaron llorando¡±.
Francisco Jim¨¦nez Aguilar, doctor en historia y ahora investigador en la Universidad de Alicante que ha publicado varios an¨¢lisis sobre los movimientos de ultraderecha y antifeministas, explica que muchos hombres se sienten ¡°interpelados¡± desde un lado tremendamente negativo porque la llamada de atenci¨®n que supone el se?alamiento masivo de la violencia sexual provoca una respuesta que ¡°es profundamente emocional y som¨¢tica¡±, toca lo que uno piensa sobre s¨ª mismo: ¡°Lo primero que hace un hombre es verse atacado, con miedo y violentado, y eso es fruto de la educaci¨®n machista con la que hemos vivido, la tenemos todos, a veces hace que no te des ni cuenta de tus privilegios¡±.
Miguel L¨¢zaro recuerda que adem¨¢s los hombres, entre ellos, ¡°no hablan de c¨®mo se sienten¡± y pocas veces lo hacen ¡°desde la revisi¨®n¡±. Algo que corroboran la pr¨¢ctica totalidad de los que han participado en este art¨ªculo. La amiga del hombre que apareci¨® en el post de Fallar¨¢s dice que siente ¡°que ellos o no hablan o los que hablan entre ellos acaban rebot¨¢ndose conceptos muy livianos por encima. Nunca tienen a una mujer que les diga de una manera pedag¨®gica, seria pero no se?aladora, ¡®linchadora¡¯: esto fue una agresi¨®n y yo voy de la mano contigo hasta el fin del mundo, pero vamos a arrancar bien de ra¨ªz para que no vuelva a pasar¡±.
Una pedagog¨ªa diplom¨¢tica que divide al feminismo ¡ªentre las que creen que hay que acompa?ar a los hombres y las que opinan que han de hacerse cargo ellos solos¡ª, y de la que sabe mucho V¨ªctor M. S¨¢nchez, t¨¦cnico de igualdad y experto en g¨¦nero que lleva a?os trabajando con hombres, de todas las edades. Cuenta que es un momento tan complicado, tan fracturado, que ¡°cada vez es m¨¢s dif¨ªcil¡±. Por ¡°muy elaborado y s¨®lido que sea un discurso, si llega a una opini¨®n enfrentada hay poco que negociar porque no se va a producir ninguna transformaci¨®n¡±. Ahora, ¨¦l trata ya no de intentar convencer, sino al menos, ¡°de generarles dudas¡±, porque por ah¨ª ¡°s¨ª puede empezar un cambio¡±.
Ese muro con el que se encuentra pasa con el grupo de hombres muy enfadados por las denuncias an¨®nimas en masa como D., de unos 40: ¡°Se estigmatiza por g¨¦neros, en este caso el masculino, y se nos debilita ante la ley, eso evoca rechazo porque toda teorizaci¨®n recuerda a otros tantos ismos, como el nazi¡±. D., que, como otros, a la cuesti¨®n de si esto hab¨ªa provocado una reflexi¨®n sobre su vida y sus comportamientos con las mujeres no responden de forma directa sino que repreguntan qu¨¦ har¨ªan las mismas mujeres que denuncian si sus ¡°padres, hermanos o amigos¡± fuesen denunciados ¡°sin pruebas¡±, si ¡°no estuviesen amparados por la ley¡±. Pero ese muro tambi¨¦n aparece a veces con ese otro grupo de hombres de los llamados ¡°en deconstrucci¨®n¡±. Dice G. que ¡°a veces reaccionas sacando las u?as, te defiendes aunque sepas que es as¨ª¡±.
Tania Brandariz, doctora en Periodismo e investigadora en el ¨¢mbito del feminismo, la manosfera y otros movimientos sociales en redes apunta tambi¨¦n a cuestiones conceptuales como parte de las respuestas de los hombres. Ella, que analiz¨® junto a la soci¨®loga Beatriz Ranea la conversaci¨®n que se produjo en X (antes Twitter), tras la publicaci¨®n de la carta de Errej¨®n para anunciar que dimit¨ªa, pone como ejemplo el ¡°que la verg¨¹enza cambie de bando¡±, que ha provocado una ¡°fort¨ªsima reacci¨®n en redes¡±. Porque, dice Miguel L¨¢zaro, ¡°se plantea una disyuntiva para muchos hombres, se preguntan qui¨¦nes son los bandos: ?hombres y mujeres, agresores y v¨ªctimas, agresores y v¨ªctimas y todo el resto? No saben c¨®mo ni d¨®nde ponerse¡±. A veces tampoco c¨®mo sentirse.
?Por qu¨¦? En algunos, por el vistazo atr¨¢s que han echado.
J., pasados los 50, dice que ¡°siendo generoso¡± con ¨¦l mismo, ¡°no se siente orgulloso¡± de su yo de antes: ¡°He tenido dos tipos de percepci¨®n sobre las mujeres: amigas, hermanas, novias¡ Y t¨ªas con las que follaba como si fueran objetos para mi satisfacci¨®n personal, esa es la verdad. En mi entorno no hay un t¨ªo que no haya hecho lo mismo que yo, y esto no es para quitarme responsabilidad sino para transmitir lo normalizada que ha estado cierta violencia contra las mujeres, que es eso, de verdad, lo que me genera much¨ªsima verg¨¹enza¡±.
Otros la sienten, la verg¨¹enza, porque en alg¨²n momento piensan que quiz¨¢s fueran c¨®mplices del da?o de otros. R. Mart¨ªn, a mitad de sus 30, rumia esto bastante: ¡°Por lo que tal vez pude hacer y no hice, es probable que en alg¨²n momento haya sido irresponsable y hasta lo suficientemente gilipollas como para ser el malo en alguna historia ajena¡±. Y otros porque saben que directamente lo fueron, como ?ngel G., que ya cumpli¨® los 40: ¡°Acompa?¨¦ a verdaderos sapos en situaciones que son denunciables. Ten¨ªa un compa?ero del colegio al que acompa?¨¦ a comprar un producto a un sex shop para echarlo en la bebida de una amiga suya y que ella tuviera ganas de liarse con ¨¦l. 16 a?os ten¨ªa y por supuesto ni idea de lo que era la sumisi¨®n qu¨ªmica¡±.
Tambi¨¦n los hay que hablan de remordimientos. Por ejemplo Daniel: ¡°Te planteas si aquella vez que ligaste yendo un poco borracho pudiste hacer algo que la incomodara, si no estabas atento a se?ales. O si aquella temporada que estaba soltero y dolido por la ruptura igual sacar 10 a?os a la chica con la que quedas no es la mejor idea por ¡°muy madura que sea¡± (ten¨ªa 24). En fin, que s¨ª estoy sintiendo cierta culpa¡±.
Iniciales, nombres a medias, m¨¢s iniciales, solo un apellido. Casi ninguno de los hombres de este reportaje quiere dar su nombre completo, casi todos se sienten inc¨®modos con posicionarse p¨²blicamente. En eso, a veces tienen que ver las profesiones y los entornos y a veces el miedo.
¡°A no tener claro si en alg¨²n momento hice algo de lo que no fui ni consciente, yo qu¨¦ s¨¦, hace 20 a?os, y que hoy salga una mujer que diga que se sinti¨® agredida por m¨ª¡±, como se?alan varios. O ¡°al rollo¡± que A. G. cree que hay sobre ¡°la figura del aliade, ese que se pinta las u?as y lo hace en realidad para follar, y nadie quiere verse en ese grupo¡±.
La mezcla de ideas, pensamientos y argumentos en torno a todo esto es tremenda, pero hay algo com¨²n a la inmensa mayor¨ªa de ellos: no tienen del todo claro qu¨¦ hacer, c¨®mo y d¨®nde colocarse. Y a todos, dice Miguel L¨¢zaro, les falta algo: ¡°Dar el paso de entender que el problema de la violencia y la desigualdad es tambi¨¦n un problema de los hombres, que no es solo de las mujeres¡±. Ya sean quienes niegan la violencia misma, ya sea quienes la rechazan y reflexionan. Pero para estos ¨²ltimos, dice el especialista, ¡°ser aliado, empatizar, apoyar o ¡®sumarse a¡¯ no es suficiente. Hay que asumirlo de verdad, y politizarse desde esa comprensi¨®n, exactamente igual que ya hicieron las mujeres, el feminismo¡±.
El tel¨¦fono 016 atiende a las v¨ªctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del d¨ªa, todos los d¨ªas del a?o, en 53 idiomas diferentes. El n¨²mero no queda registrado en la factura telef¨®nica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. Tambi¨¦n se puede contactar a trav¨¦s del correo electr¨®nico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el n¨²mero 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al tel¨¦fono de la Fundaci¨®n ANAR 900 20 20 10. Si es una situaci¨®n de emergencia, se puede llamar al 112 o a los tel¨¦fonos de la Polic¨ªa Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicaci¨®n ALERTCOPS, desde la que se env¨ªa una se?al de alerta a la Polic¨ªa con geolocalizaci¨®n.