El silencio mata: c¨®mo y por qu¨¦ hablar del suicidio entre los adolescentes
Los expertos coinciden en que las conductas suicidas y las autolesiones no son el problema, sino una consecuencia de conflictos previos, y recomiendan abordarlos como desajustes emocionales sin crear p¨¢nico
Beatriz Hidalgo tiene 51 a?os, es profesora de secundaria en un centro de adultos y hace 14 meses perdi¨® a su hijo por suicidio. Dani ten¨ªa 14 a?os. ¡°Desde entonces mi marido y yo no tenemos vida por dentro. El dolor que sientes no se puede describir. Piensas que es una pesadilla y que, al d¨ªa siguiente, te despertar¨¢s y Dani estar¨¢ all¨ª¡ Y no est¨¢¡±, dice una tarde de enero en el centro de Madrid, hacia donde se desplaza para hacer terapia de grupo con otros padres que han perdido a sus hijos o hijas. En Espa?a, en 2023 (¨²ltimos datos disponibles), se suicidaron 4.116 personas, once al d¨ªa. Diez eran menores de 15 a?os y 354 ten¨ªan una edad de entre 15 y 29. Cifras mayores a las de antes de la pandemia: en 2019 fueron 3.671: 7 eran menores de 15 y 309 ten¨ªan entre 15 y 29.
En una carta a la directora de EL PA?S publicada el pasado 4 de enero, Beatriz pidi¨® ayuda: ¡°El silencio le mat¨®; si hubi¨¦ramos podido saberlo, le habr¨ªamos conseguido ayuda¡±, escribi¨®. Lo resume as¨ª mientras cuenta que su hijo se cerr¨® y se encerr¨®: ¡°Esto es un enemigo muy grande y silencioso, te viene por la espalda. Es necesario hablar de ello, antes de que sea demasiado tarde¡±. Est¨¢ convencido tambi¨¦n de ello Sergio Rubio, bombero del Ayuntamiento de Madrid, especializado en intervenciones en crisis suicidas: ¡°Hablar del suicidio no lo fomenta, lo que mata es el silencio¡±.
?Cu¨¢l es la mejor forma de hacerlo con los adolescentes? ¡°Es crucial abordar la formaci¨®n y la concienciaci¨®n sobre este tema de manera responsable¡±, contesta Luis Fernando L¨®pez, psic¨®logo que durante cinco a?os desempe?¨® el cargo de coordinador t¨¦cnico del programa Hablemos de suicidio del Colegio Oficial de Psicolog¨ªa de Madrid. ¡°Entrar en un aula con 400 estudiantes y hablar abiertamente sobre autolesiones y conductas suicidas como si se tratara de un seminario t¨¦cnico es comparable a irrumpir con un elefante en una cristaler¨ªa¡±, explica el tambi¨¦n profesor del Departamento de Personalidad, Evaluaci¨®n y Psicolog¨ªa Cl¨ªnica de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
¡°Debemos tratar este tema sin generar p¨¢nico. Este ruido, que alude al miedo inherente que ya existe en la sociedad, puede ser contraproducente. Si se nos dijera que nuestras hijas o hijos est¨¢n en riesgo vital, que se autolesionan porque no encuentran otra forma de lidiar con la vida, lo normal ser¨ªa que nos sinti¨¦ramos sobrepasados¡±, contin¨²a. ¡°Sin embargo, el p¨¢nico paraliza. Por ello, necesitamos una informaci¨®n que las familias puedan procesar y estrategias que mitiguen el impacto emocional al abordar estas conductas en las aulas¡±.
Para el experto, en la mayor¨ªa de los casos, las conductas autolesivas o las ideaciones suicidas en adolescentes no est¨¢n relacionadas con un trastorno de salud mental espec¨ªfico, sino con una vulnerabilidad psicol¨®gica y emocional que los afecta significativamente: ¡°Tanto el suicidio como la autolesi¨®n no son el problema en s¨ª, sino la consecuencia de m¨²ltiples dificultades previas que los conducen a estas conductas extremas. Esta situaci¨®n les impide llevar una vida saludable y afrontar los retos propios de su edad. Por ello, es fundamental centrarnos en los desajustes emocionales que preceden a estas conductas¡±.
Y a?ade: ¡°Si tuviera que dirigirme a un aula con 400 estudiantes, lo har¨ªa hablando sobre aspectos como la tolerancia a la frustraci¨®n, los procesos de ansiedad, la tristeza, las rupturas sentimentales, y las dificultades en las relaciones sociales o familiares. Abordar la conducta suicida requiere un enfoque transversal que contemple estos desajustes y los comportamientos asociados. A menudo, estas situaciones desbordan a los adolescentes, y la falta de apoyo adecuado, ya sea porque no lo han solicitado o no saben c¨®mo hacerlo, o porque han recurrido a la autolesi¨®n como ¨²nica forma de aliviar su sufrimiento, agrava el problema¡±.
Coincide con ¨¦l el psiquiatra Enric Armengou, que forma parte del comit¨¦ de expertos del Ministerio de Sanidad para el suicidio y es especialista en conductas suicidas. Es tambi¨¦n voluntario del tel¨¦fono de la Esperanza y la l¨ªnea de Prevenci¨®n del Suicidio en Catalu?a. En septiembre public¨® el libro Romper el Silencio: reflexiones para entender y prevenir el suicidio entre los j¨®venes. Asegura que la idea naci¨® porque en el colegio de su hija hubo un intento de suicidio y se consider¨® como un accidente. ¡°Todos, incluidos los ni?os, sab¨ªan que no. Me dije: esto hay que hablarlo bien. Y tras una sesi¨®n de grupo con los padres, sali¨® el libro¡±.
L¨ªnea de atenci¨®n a la conducta suicida
No solo el tel¨¦fono de la Esperanza atiende ese tipo de llamadas; en mayo de 2022 el Ministerio de Sanidad cre¨® el 024, una l¨ªnea espec¨ªfica de atenci¨®n a la conducta suicida: en el d¨ªa de su estreno atendi¨® 1.000 llamadas en 24 horas. Desde entonces se han registrado 355.287 (de ellos, los que tienen entre 10-14 a?os rondan el 1%, mientras que los que tienen entre 15 y 19 oscila entre el 3 y el 5%).
En septiembre, Sanidad tambi¨¦n dio a conocer los principales puntos del futuro Plan de Acci¨®n para la Prevenci¨®n del Suicidio 2025-2027. Entre ellos, por ejemplo, el desarrollo de sistemas de informaci¨®n para conocer mejor la realidad de las aut¨®lisis; sensibilidad y lucha contra el estigma; prevenci¨®n en las situaciones de mayor vulnerabilidad [personas mayores de 80 a?os, los adolescentes o las personas LGTBIQ+]. En ese plan de acci¨®n ha trabajado un grupo de expertos que incluye especialistas sanitarios y acad¨¦micos, supervivientes y representantes de la Polic¨ªa y bomberos. La ministra de Sanidad, M¨®nica Garc¨ªa, tiene previsto presentarlo en el consejo interterritorial del SNS.
En el instituto donde estudiaba el hijo de Beatriz, los psic¨®logos atendieron a los compa?eros de Dani despu¨¦s de su muerte, pero en el centro no se ha organizado ninguna charla sobre prevenci¨®n. Hay otros muchos institutos donde tampoco ocurre. Carlos Soto y Olga Ramos, que hace diez a?os perdieron a su hija de 18 por suicidio, se dedican ahora, entre otras muchas actividades a dar charlas con profesionales de la salud mental en los centros educativos. No ha sido en m¨¢s de 15 y la mayor¨ªa, religiosos. Ambos perciben que todav¨ªa hay una barrera que frena a los responsables de los institutos, la del miedo. ¡°Muchas veces el miedo es por desconocimiento¡±, explican. ¡°Los adolescentes s¨ª quieren saber. Un d¨ªa fuimos con un sobreviviente y al salir del centro ten¨ªa ya el Instagram lleno de mensajes de agradecimiento. En otra ocasi¨®n recuerdo a un chaval decirnos que para ellos es complicado porque no tienen un manual de instrucciones de la vida. Le dije que los padres tampoco lo tenemos, por eso es importante hablar. Incidimos mucho en la comunicaci¨®n con los compa?eros, por si ven que est¨¢ m¨¢s taciturno o ha tenido un cambio de comportamiento y les explicamos c¨®mo hacer para acercarse, c¨®mo preguntarle¡±.
Natalia Rodr¨ªguez Robles estudi¨® Psicolog¨ªa y trabaja como orientadora educativa en la Comunidad de Madrid. Se encarga de dar formaci¨®n en los colegios e institutos sobre c¨®mo hablar del suicidio. ¡°Para m¨ª hablar de inteligencia emocional y de resoluci¨®n de conflictos ya es hacer prevenci¨®n¡±, cuenta. Y a?ade: ¡°El profesorado percibe que han aumentado las autolesiones y preguntan qu¨¦ est¨¢ pasando. Quieren saber y tienen ganas de tener herramientas para abordarlo¡±, a?ade.
Incide el psiquiatra Armengou en que hay que empezar a desmontar el ¡°mito¡± de que hablar del suicidio lo retroalimenta. ¡°El di¨¢logo es necesario para la prevenci¨®n y esencial para desmontar los estigmas. Siempre ha habido un tipo de suicidio llamado impulsivo, de cruce de cables. Pero en la inmensa mayor¨ªa de casos ha habido se?ales previas. Una cosa muy importante es que no tienen por qu¨¦ ser chavales con trastorno mental, sino que lo est¨¦n pasando mal. En el fondo es un equilibrio entre la angustia que tienen ¨Dque se mete en los tu¨¦tanos, que te parece que puede m¨¢s que t¨², que es eterna¨D y los sistemas de compensaci¨®n¡±.
En su el libro, Armengou explica las diferentes maneras en las que se manifiesta el suicidio en las etapas de la vida: infancia, adolescencia, adultez, vejez. En los adultos ¡°existe un concepto claro y desarrollado sobre la muerte y sus implicaciones. La ideaci¨®n suicida se suele presentar a ra¨ªz de problemas de trabajo, dificultades econ¨®micas o enfermedad; en muchos casos, frente a situaciones objetivamente irreversibles¡±, escribe. ¡°La ideaci¨®n suicida en los adolescentes en tendencialmente impulsiva, por aquella sensaci¨®n de encontrarse en un laberinto sin salida o de sentir que se ahogan en un vaso de agua. En muchos casos aparecen se?ales previas con cambios de actitud o conductas de prueba: ingesta de pastillas, autolesiones o amenazas explicitas de suicidio¡±. Tanto ¨¦l como L¨®pez est¨¢n preocupados por ese incremento de autolesiones.
De ah¨ª, insiste L¨®pez, la importancia de abordar el tema. ¡°La autolesi¨®n y la conducta suicida est¨¢n estrechamente relacionadas, aunque representan comportamientos diferentes debido a los objetivos que persiguen. En el caso de la conducta suicida, los adolescentes no buscan acabar con su vida, sino con la forma en que est¨¢n experimentando y sintiendo su existencia. Ven en ello una soluci¨®n definitiva a problemas que, en la mayor¨ªa de los casos, son temporales y tienen soluci¨®n si cuentan con el acompa?amiento adecuado. Por otro lado, la autolesi¨®n es un comportamiento que puede cumplir m¨²ltiples prop¨®sitos. Puede ser una estrategia de regulaci¨®n emocional, una forma de autocastigo o incluso un intento de comunicaci¨®n hacia otras personas, cuando no encuentran palabras o modos para expresar su sufrimiento. Este da?o f¨ªsico les permite, en ocasiones, disminuir la ansiedad y la angustia psicol¨®gica que experimentan. A trav¨¦s de la autolesi¨®n, los adolescentes intentan recuperar el control sobre el inicio y el fin de su dolor, enfrent¨¢ndose a algo que sienten que no pueden resolver por otros medios¡±.
Y a?ade: ¡°Cuando no existe un acompa?amiento educativo adecuado por parte de la familia, la escuela y la sociedad, estos periodos de vulnerabilidad pueden convertirse en algo habitual durante esta etapa de la vida. Esto genera serias dificultades para intervenir, ya que los adolescentes llegan a normalizar el hecho de hacerse da?o como una forma de aliviar el dolor social y emocional que sienten, debido a la falta de herramientas para afrontarlo de otra manera¡±.
Como dice Amaia Izquierdo, psic¨®loga cl¨ªnica en el Hospital Universitario R¨ªo Hortega de Valladolid y socia de AEPCP, el adolescente se encuentra en un momento de confusi¨®n propio del desarrollo f¨ªsico y emocional de esa etapa de vida. ¡°En lugar de psicopatologizar la vida cotidiana, es necesario acompa?ar de manera transversal a nivel personal, pero tambi¨¦n familiar y contextual: con la familia, los entrenadores, profesores, monitores de ocio que son los que pueden detectar cambios de comportamientos. Por otro lado, hay que incidirles en que la emocionalidad negativa forma parte de la vida y trabajar para desarrollar frente a ella la empat¨ªa, autoestima, respeto propio y hacia los dem¨¢s, flexibilidad, capacidad cr¨ªtica y tolerancia al malestar¡±.
Si necesita ayuda, puede llamar al 024; al tel¨¦fono de la Esperanza (717 003 717) o escribir por WhatsApp al 666 640 665. Tambi¨¦n ofrece asistencia la Fundaci¨®n ANAR (900 20 20 10).
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