?Hay que temer a la inteligencia artificial?
Distintas cartas abiertas y discursos de importantes personalidades del mundo de la tecnolog¨ªa ofrecen versiones contradictorias sobre el futuro de estos sistemas
De entre todas las revoluciones que vienen para modelar nuestro futuro, la relacionada con la inteligencia artificial (IA) es probablemente la que mayor impacto puede tener. Pero tambi¨¦n la que m¨¢s incertidumbre genera. Las noticias sobre los avances en esta rama cient¨ªfica parecen dar una de cal y otra de arena. Un d¨ªa se nos informa sobre su uso para prevenir la caza ilegal o detectar infecciones emergentes. Al d¨ªa siguiente, se nos recuerdan los riesgos de un mal uso de la tecnolog¨ªa.
A estas noticias se suman las cartas abiertas y comunicados de personalidades en desacuerdo como Elon Musk o Bill Gates. Advierten del peligro de emplear IA en la industria armament¨ªstica. Y no faltan los esc¨¦pticos de la disciplina, quienes creen que hay que ser cautos con estas visiones excesivamente apocal¨ªpticas o entusiastas. Con tal cantidad de opiniones, ?c¨®mo se ve afectada la percepci¨®n que la sociedad tiene de este ¨¢mbito?
Elisabet Rosell¨® opina que todas estas narrativas est¨¢n calando en los ciudadanos, pero que una gran parte de la sociedad desconoce casi por completo cualquier avance en inteligencia artificial. Esta consultora en innovaci¨®n estrat¨¦gica e investigadora de tendencias sociales cree que ¡°la poblaci¨®n puede recordar alguna noticia anecd¨®tica que haya aparecido en los informativos de la tele, pero ni sabr¨¢n de la existencia de esas cartas abiertas¡±.
Para Rosell¨®, las pol¨¦micas surgidas del uso de la IA ¡°se parecen a las que hace unos a?os nacieron con la investigaci¨®n gen¨¦tica. Exist¨ªan movimientos contrarios como los religiosos, pero la investigaci¨®n ha seguido adelante siempre dentro de un marco regulatorio que, eso s¨ª, debe definirse con detalle para las IA¡±. Unos marcos que a su vez deber¨ªan reescribirse, ya que seg¨²n la fundadora de Postfuturear, ¡°no funcionan tal como se dise?aron hace dos siglos. Los actores no estatales como Google o IBM tienen mucho poder y pueden ir m¨¢s all¨¢ de esas regulaciones¡±.
Grandes compa?¨ªas que, junto con las universidades, est¨¢n creando muchos puestos de trabajo relacionados con la inteligencia artificial. La investigaci¨®n en este ¨¢mbito se est¨¢ viendo fuertemente respaldada por empresas y gobiernos. Seg¨²n el doctor Francisco R. Villatoro, profesor del departamento de Lenguajes y Ciencias de la Computaci¨®n en el ¨¢rea de Ciencia de la Computaci¨®n e Inteligencia Artificial de la Universidad de M¨¢laga, ¡°no hay recortes en investigaci¨®n en IA, todo lo contrario, hay varios pa¨ªses que cada d¨ªa apuestan m¨¢s fuerte por estas tecnolog¨ªas. Y muchas empresas tecnol¨®gicas¡±. Si existe miedo por el avance de esta tecnolog¨ªa, no parece percibirse en gran parte de la inversi¨®n p¨²blica y privada. Pero Google no renov¨® el contrato que les un¨ªa al Pent¨¢gono a nivel de inteligencia artificial. ?Un movimiento llevado a cabo para mantener una imagen corporativa alejada del ¨¢mbito armament¨ªstico?
¡°F¨ªjate qu¨¦ ideas tan descabelladas e impensables hace una d¨¦cada como la renta universal ya se est¨¢n poniendo sobre la mesa hoy en d¨ªa
En el ICRAC, comit¨¦ internacional para el control de las armas rob¨®ticas, apoyaron la iniciativa de Google con otra carta abierta dirigida a los mandatarios de la empresa. En ella, 1179 investigadores y cient¨ªficos piden en solidaridad con los m¨¢s de 3000 empleados de Google que se deje de desarrollar tecnolog¨ªa militar y de almacenar informaci¨®n personal con fines militares. Peter Asaro, uno de los portavoces de la carta del ICRAC, cree que este auge de las cartas abiertas contra el uso armament¨ªstico de la IA viene de que ¡°la poblaci¨®n est¨¢ descubriendo los efectos negativos de esas tecnolog¨ªas tras muchos a?os de un optimismo indiscutido¡±. Seg¨²n Asaro, ¡°tambi¨¦n los trabajadores tecnol¨®gicos se dan cuenta de las formas de ser c¨®mplices y se est¨¢n empezando a organizar para moldear la moral de sus empresas¡±.
El futuro
Sobre el futuro de la investigaci¨®n en IA, Asaro es contundente: ¡°parar la investigaci¨®n en armas aut¨®nomas y establecer una normativa sobre su uso. Pueden existir muchos futuros para la investigaci¨®n en IA, y la autonom¨ªa y la elecci¨®n de objetivos son solo dos de ellos¡±. Ese ser¨ªa, seg¨²n el investigador, un gran paso para transmitir al conjunto de la sociedad que no hay peligros en la evoluci¨®n de las IA. ¡°Tambi¨¦n necesitamos una mayor transparencia y responsabilidad en el uso de IA por parte de las grandes empresas¡±, concluye, ¡°donde dejen claras las asunciones desde las que las construyen o los usos que se les van a dar¡±.
Con todo, de existir alg¨²n miedo hacia la IA entre el grueso de la sociedad, este parece que estar¨¢ m¨¢s relacionado a aspectos pr¨¢cticos del d¨ªa a d¨ªa. Como el futuro del trabajo. En ese sentido existen dos agentes relevantes en la forma en que comunicar el efecto de las IA: el World Economic Forum y la Singularity University. ¡°Son entidades que promueven la evoluci¨®n econ¨®mica¡±, afirma Rosell¨®, ¡°pero que pueden pecar de cierta ambig¨¹edad a la hora de comunicar. A veces recurren al show del terror y eso promueve un temor generalizado a perder el trabajo entre las personas menos preparadas¡±.
Un temor que series y pel¨ªculas no dejan de transmitirnos a trav¨¦s de ficciones especulativas o pura ciencia ficci¨®n. Historias a las que tal vez deber¨ªamos prestar tanta atenci¨®n como a las noticias que nos llegan de centros de investigaci¨®n o expertos en la materia. ¡°F¨ªjate qu¨¦ ideas tan descabelladas e impensables hace una d¨¦cada como la renta universal ya se est¨¢n poniendo sobre la mesa hoy en d¨ªa¡±, dice Guillem L¨®pez, novelista de ciencia ficci¨®n. ¡°La idea de una sociedad en que no haya trabajo para m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n comienza a hacerse palpable. Sin embargo, quiz¨¢ lo que deber¨ªa plantearse es el fin del trabajo asalariado y la propiedad privada tal y como los hemos conocido hasta ahora. Ah¨ª es donde la ficci¨®n retrata futuros no solo plausibles sino probables y, tambi¨¦n, necesarios¡±.
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