Del terror de El Asad al yihadismo con corbata: cinco documentales para entender lo de Siria
Algunos filmes explican bien una guerra larga y devastadora desde todos sus ¨¢ngulos. El m¨¢s inquietante, ¡®Of Fathers and Sons¡¯, sigue a un fan¨¢tico de las milicias islamistas que llegan al poder
Antes de Gaza y de Bucha fue Alepo. La historia se ha acelerado tanto que nos cuesta mantener la atenci¨®n puesta en lo importante. Pendientes de otros conflictos m¨¢s novedosos, hab¨ªamos dejado de mirar a Siria, porque all¨ª la guerra ha durado mucho tiempo, desde 2011, y en los ¨²ltimos a?os parec¨ªa empantanada, con ventaja para el dictador Bachar el Asad por el apoyo ruso. Hac¨ªamos mal: el de Siria ha sido durante m¨¢s de una d¨¦cada el conflicto m¨¢s desestabilizador para Oriente Pr¨®ximo y para Europa. Sin el flujo de refugiados sirios y los atentados del ISIS no se explica el auge de la ultraderecha en la UE. La ma?ana del pasado 8 de diciembre nos despertamos con que Al Asad hab¨ªa huido a Mosc¨² mientras los rebeldes islamistas tomaban Damasco, y nos pill¨® de sorpresa. Apenas ha pasado mes y medio de eso, y parece lejano.
Algunos documentales disponibles en plataformas ayudan en el intento de entender lo que ha pasado en Siria. Son producciones anteriores a la ca¨ªda de El Asad, pero esclarecedoras sobre la brutalidad de su dictadura, sobre el destino de miles de desaparecidos, sobre la destrucci¨®n de ciudades enteras, sobre la desbandada de civiles y, el m¨¢s interesante e inquietante de todos, sobre qui¨¦nes son estos yihadistas que se han hecho con el poder y ahora se presentan como gente seria y responsable mientras reciben a autoridades occidentales.
El escenario geopol¨ªtico
En busca de una panor¨¢mica general, se puede empezar en Movistar+ por Diez a?os de guerra en Siria, de 2020, una producci¨®n alemana dirigida por Andrzej Klamt para el canal Arte, con voces de buenos expertos. Incluye un repaso r¨¢pido al poder de los Al Asad, padre e hijo, desde 1971 y, menos r¨¢pido, a lo ocurrido desde las protestas encuadradas en la Primavera ?rabe de 2011. A saber: una ola de manifestaciones pac¨ªficas duramente reprimidas, la formaci¨®n de grupos armados rebeldes, el reiterado uso de armas qu¨ªmicas contra la poblaci¨®n, la toma por el Estado Isl¨¢mico de una parte sustancial del territorio, la independencia de facto de los kurdos sirios y la intervenci¨®n directa o indirecta de las potencias extranjeras. Esto ¨²ltimo es clave: en la guerra civil de Siria se implicaron viejos rivales: Rusia y EE UU, Ir¨¢n e Israel y, por su cuenta, Turqu¨ªa, que es la que se ha llevado el gato al agua.
Las milicias que combat¨ªan a El Asad estaban divididas seg¨²n qu¨¦ pa¨ªs les financiaba y daba armas; al final se ha impuesto entre todas ellas Hayat Tahrir al Shams (HTS), que integr¨® a lo que se llamaba Frente Al Nusra, asociado a Al Qaeda, y que acab¨® en la ¨®rbita del l¨ªder turco, Recep Tayyip Erdogan. Este estaba ansioso por ganar influencia en lo que era el Imperio Otomano y aprovech¨® el repliegue de EE UU durante el primer mandato de Donald Trump para tomar posiciones (y hostigar a los kurdos sirios). Cuando se hizo este documental, El Asad parec¨ªa m¨¢s firme de lo que ha sido al final, pero eso no invalida un diagn¨®stico bien construido.
La brutalidad de El Asad
Los siguientes cuatro t¨ªtulos se encuentran en Filmin, la plataforma m¨¢s interesada en el material sobre conflictos b¨¦licos y pol¨ªticos (al que otras son reticentes). Sobre el r¨¦gimen que ha sido derribado, Los desaparecidos de Siria: el caso contra Assad, de la periodista brit¨¢nica Sara Afshar, sigue a un grupo de abogados y activistas que trabaja en documentar las atrocidades del dictador para llevarlo ante la justicia internacional (entre otros foros, a la Audiencia Nacional espa?ola). Se re¨²nen testimonios de supervivientes a los centros de detenci¨®n y tortura, y de familiares que no lograron encontrar vivos a los suyos, as¨ª como documentos que prueban la estrategia deliberada que exist¨ªa detr¨¢s del terror de Estado. Conocemos, por ejemplo, la carta del jefe de un hospital a las autoridades diciendo que amontona demasiados cad¨¢veres de detenidos y que las familias les aprietan para saber algo de ellos. El relato es estremecedor pero se hace largo, porque es tan minucioso como ser¨ªa un proceso judicial. Pese a que ha perdido el poder, nada indica que El Asad vaya a sentarse en un banquillo, pues ¨¦l est¨¢ c¨®modamente exiliado en Rusia con su familia.
La devastaci¨®n de las ciudades
Una mirada muy personal al conflicto es la de Gabriel Garroum, un polit¨®logo catal¨¢n hijo de sirio de Alepo, que vuelve al pa¨ªs de sus ra¨ªces paternas, que no hab¨ªa pisado en seis a?os, en Aix¨° era casa meva (Esto era mi casa), de 2018. Dirigido por Xavi Segura, el hilo son las agudas reflexiones de Garroum en su viaje sobre c¨®mo ha cambiado la vida de la poblaci¨®n durante la guerra. Presenta Damasco como una ciudad amputada, porque trata de transmitir normalidad pese a la devastaci¨®n de su periferia; y en Alepo, casi toda en ruinas, indaga en qu¨¦ tipo de reconstrucci¨®n es posible. ?Con nuevos barrios modernos de rascacielos, como Beirut, o devolviendo el aspecto que ten¨ªa antes? Va hablando con vecinos que explican sus modos de vida arrebatados, el fin de lo que daba sentido a la comunidad, qu¨¦ ocurre cuando las calles y las plazas dejan de existir. ¡°La guerra atraviesa las casas y a sus habitantes. Entra en el entorno ¨ªntimo. Y ya no hay espacio privado ni p¨²blico¡±, explica bien la voz de Garroum.
El ¨¦xodo de los refugiados
Otro documental en Filmin aborda la huida de tantas familias con especial atenci¨®n a los menores. Nacido en Siria, nominado a los Goya en 2017, es obra de Hern¨¢n Zin, cineasta y reportero de guerra italo-argentino que tambi¨¦n firm¨® Nacido en Gaza. Zin documenta la di¨¢spora a trav¨¦s de las historias de siete ni?os y adolescentes. Viven un infierno en la traves¨ªa en las precarias balsas con las que llegan a Grecia; son internados en infames campos de concentraci¨®n; tratan de cruzar los Balcanes por fronteras blindadas; pasan muchas noches al raso, o donde pueden en ciudades extra?as. Algunos de ellos son frenados a las puertas de la UE y llevados a Turqu¨ªa; otros llegar¨¢n a Berl¨ªn o a Bruselas, y tratar¨¢n de integrarse superando todas las trabas (las administrativas y las pr¨¢cticas: nadie, por ejemplo, quiere alquilarles un piso); de alguno se perdi¨® todo rastro. Uno de esos ni?os ha visto morir a sus padres, y viaja solo con su t¨ªo. Hay familias rotas en este relato: por la guerra o por el exilio. Los chicos dicen con entereza frases como estas: ¡°Recuerdo las cabezas cortadas y sue?o con ello¡±.
Los ganadores de la guerra
El documental m¨¢s impactante, y el que ha adquirido renovada actualidad, es Of Fathers and Sons (De padres e hijos, tambien traducida como Los hijos de la Yihad). Nominada a los Oscar de 2019, es obra del director sirio, residente en Berl¨ªn, Talal Derki, quien se gan¨® la confianza de un jefe yihadista de Al Nusra, y convivi¨® con ¨¦l y su familia durante dos a?os en un pueblo de la zona de Idlib, el basti¨®n rebelde que resisti¨® todo este tiempo y desde el que se lanz¨® la ofensiva final. La narraci¨®n de la vida cotidiana de este combatiente, sus muchos hijos y su entorno es s¨®lida y preocupante, porque resulta un retrato crudo del fanatismo fundamentalista. Abu Osama es francotirador, y derriba a un motorista sospechoso de no sabemos qu¨¦ mientras charla con el reportero en un b¨²nker. Pero su ocupaci¨®n principal es desminar terrenos, y extraer la carga explosiva para darle otros usos b¨¦licos. Tiene 11 hijos, a los que sac¨® de la escuela para instruirlos ¨¦l mismo en lo religioso y lo militar, y a los que puso los nombres de terroristas de Al Qaeda y de los talibanes (del ISIS se desmarca, pero no mucho: los considera ¡°hijos desobedientes¡± del islam). Considera un regalo de Dios que uno de ellos naciera un 11 de septiembre, su fecha favorita, seis a?os despu¨¦s de la ca¨ªda de las Torres Gemelas.
De esa nutrida descendencia solo vemos a los varones, que desde chiquitos juegan a la guerra en descampados polvorientos o decapitan a un p¨¢jaro ¡°como hizo pap¨¢ a un hombre¡±. Seg¨²n crecen se van alistando, y los vemos de uniforme siguiendo una severa instrucci¨®n bajo soflamas como ¡°Viva la Yihad¡± o ¡°Al¨¢ es grande¡±. Los dos mayores ir¨¢n al frente. De las dos esposas de Osama tampoco hay rastro en pantalla: un compa?ero le ofrece dos mujeres m¨¢s, que son hermanas, pero responde que ya le estresan las suyas, para colmo celosas entre s¨ª. Este guerrero est¨¢ convencido de que est¨¢ empezando la Tercera Guerra Mundial, entre el islam y el Occidente decadente, y que durar¨¢ mucho tiempo. Desconf¨ªa de los rebeldes moderados, a los que considera unos vendidos, y de los ¡°cerdos estadounidenses¡±. Tiene un sentido del humor desconcertante: bromea con despellejar vivo a alguien con su cuchillo y todos le r¨ªen la gracia. Dice a sus hijos que si ven a una mujer sin hiyab pueden disparar contra ella, y nos tememos que esto no era broma. A ratos se muestra tierno en su trato con los ni?os. Acaba perdiendo un pie por la explosi¨®n de una mina, y lo asume con resignaci¨®n porque as¨ª lo dispuso Dios.
Esta milicia ha acabado integrada en los ganadores de esta guerra. Por mucho que Erdogan los haya domesticado, cuesta pensar en que personas de este perfil vayan a convertirse en honrados funcionarios de la nueva administraci¨®n. El hombre fuerte de Siria es ahora el l¨ªder de HTS, Ahmed Al Shara, quien ha abandonado su nombre de guerra Al Julani y ha cambiado el uniforme caqui por el traje y la corbata, del mismo modo que se desvincul¨® de Al Qaeda cuando le convino. Promete respetar la diversidad del pa¨ªs y una transici¨®n democr¨¢tica en cuatro a?os. No veremos a Abu Osama hacer ese camino, porque muri¨® antes de poder ver la victoria que tanto ansiaba, pero otros como ¨¦l est¨¢n en ello. No queda otra que aferrarse a esa esperanza.
Y dos propuestas m¨¢s
Estos dos t¨ªtulos no son documentales, pero completan bien este repaso a las desdichas de Siria. El primero es una dramatizaci¨®n de hechos reales y una contundente denuncia de los horrores de la guerra. Un corto muy corto, de ocho minutos: Talib, tambi¨¦n en Filmin. Obra del italiano Carlo d¡¯Ursi, es el relato estremecedor de los ¨²ltimos momentos del ¨²ltimo pediatra de Alepo, quien se empe?¨® en seguir operando a un chico gravemente herido mientras ca¨ªa un feroz bombardeo sobre el hospital Al Quds y el resto del personal hu¨ªa despavorido. Se llamaba Mohamed Wasim, uno de tantos h¨¦roes desconocidos, y aqu¨ª lo interpreta bien Josean Bengoetxea.
Y para conocer la vida cotidiana en la Siria de los El Asad, es recomendable una novela gr¨¢fica: El ¨¢rabe del futuro: Una juventud en Oriente Medio, del francosirio Riad Sattouf, editado por Salamandra. Es un c¨®mic autobiogr¨¢fico (en la l¨ªnea de Pers¨¦polis, de la iran¨ª Marjane Satrapi) que a lo largo de seis tomos y m¨¢s de tres d¨¦cadas sigue a una familia que se mueve entre Siria, la Breta?a francesa y la Libia de Gadafi. Son las memorias de un chico, ni del todo ¨¢rabe ni del todo europeo, y por tanto inadaptado, que observa a la compleja sociedad siria en un contexto de represi¨®n y culto a la personalidad del dictador, pero que tambi¨¦n se fija en las contradicciones del pr¨®spero y moderno pa¨ªs de su madre. Como en Mafalda, a veces la mirada de un ni?o es la m¨¢s penetrante sobre lo que ocurre en el mundo de los adultos.
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