Colombia vio primero el conflicto en Palestina
C¨®mo tendr¨ªa de raz¨®n la postura de Colombia que la intervenci¨®n de L¨®pez fue un viernes, la divisi¨®n del territorio se hizo el s¨¢bado y la yihad, la guerra santa, comenz¨® el domingo
En la primera semana de diciembre de 1947, un viernes, el embajador de Colombia en las Naciones Unidas durante el Gobierno de Mariano Ospina P¨¦rez, el se?or Alfonso L¨®pez Pumarejo, dos veces presidente de la Rep¨²blica, pidi¨® la palabra en la Asamblea para referirse a la cuesti¨®n de Palestina y hacer notar que la f¨®rmula de partici¨®n era minoritaria, que no habr¨ªa llegado hasta la Asamblea sin el respaldo de los Estados Unidos y Rusia. Se?al¨® la oposici¨®n resuelta de los pa¨ªses ¨¢rabes. Dijo que las Naciones Unidas estaban a punto de votar precipitadamente una decisi¨®n que no podr¨ªa cumplirse, como tampoco se cumplieron las recomendaciones sobre Espa?a, Indonesia y Sur¨¢frica.
Propuso, primero, el aplazamiento de la decisi¨®n hasta febrero, y que se nombrara una comisi¨®n encargada de buscar acuerdo entre ¨¢rabes y jud¨ªos. Segundo, la convocatoria de la Asamblea General para abril, en sesiones especiales, si el acuerdo era posible. Y tercero, m¨¢s vale una buena f¨®rmula que una votaci¨®n apresurada. El s¨¢bado en la noche se produjo la votaci¨®n. La f¨®rmula de partici¨®n fue aprobada por 33 votos contra 13, y 10 abstenciones. Ese es, sin discusi¨®n, el origen del terror.
Los delegados ¨¢rabes se retiraron de la Asamblea advirtiendo que la resoluci¨®n no los obligaba. Al otro d¨ªa dijo la revista Semana, de Colombia, que estall¨® la revuelta contra la Asamblea General de la que no hemos salido. La resoluci¨®n divisoria ordenaba la creaci¨®n de tres Palestinas: el Estado Jud¨ªo, el Estado ?rabe y el control de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas en Jerusal¨¦n. Desde entonces estamos hablando del fracaso.
C¨®mo tendr¨ªa de raz¨®n la postura de Colombia que la intervenci¨®n de L¨®pez fue un viernes, la divisi¨®n del territorio se tom¨® el s¨¢bado y la yihad, la guerra santa, comenz¨® el domingo. Desde entonces las Naciones Unidas han sido impotentes para parar las guerras. Damasco, Irak, las capitales ¨¢rabes y, por supuesto, Palestina prendieron la mecha que ahora, en pleno siglo XXI, se revent¨®. Hoy los muertos y los desaparecidos se cuentan en miles y los que toman partido contribuyen al miedo y al terror que se apodera del mundo.
El columnista Mauricio Garc¨ªa Villegas lo llam¨® el tiempo de la ira. Tratar de entender, no de aborrecer, es la recomendaci¨®n. Podr¨ªamos agregarle que la ira ha derogado el derecho internacional. Necesitamos un nuevo diccionario para redefinir la palabra terrorista, porque hoy es sin¨®nimo de enemigo o adversario. Las v¨ªctimas tambi¨¦n requieren una clasificaci¨®n justa. De nada sirven las explicaciones de que no todos los palestinos se sienten representados por Ham¨¢s, ni todos los jud¨ªos son netanyajunos. Justos por pecadores pagan el pato, al decir de don Miguel de Cervantes.
Los efectos colaterales en el mundo son devastadores. Muertos en B¨¦lgica y bochinches diplom¨¢ticos como en Colombia. Lenguaje zafio a trav¨¦s de Twitter: ¡°Si las relaciones con Israel se deben suspender, as¨ª se har¨¢. No apoyamos genocidios¡±. ¡°Pataner¨ªa insensata, deber¨ªa irse el embajador¡±, agreg¨® el canciller ?lvaro Leyva. No es el camino adecuado para manejar las diferencias entre naciones con una larga historia de colaboraci¨®n y amistad.
El asesinato a sangre fr¨ªa de un ni?o musulm¨¢n y la herida a su madre en Illinois, con los cuales ten¨ªan buena cercan¨ªa los vecinos, es una muestra dram¨¢tica de la oscura y nueva realidad. El bombardeo al hospital Al Ahli en Gaza que dej¨® 500 muertos y cientos de heridos, y del que se acusan mutuamente Israel y la Yihad Isl¨¢mica palestina. Qui¨¦n establece la verdad de los hechos. Cu¨¢ntos episodios repugnantes de esta naturaleza tendremos que sufrir. Sigue la pel¨ªcula pavorosa, arriesgada: la recuperaci¨®n de los secuestrados y la crisis humanitaria de proporciones dif¨ªciles de imaginar.
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