?Un arancel del 70% para las importaciones de caf¨¦ en Colombia?

La plana mayor de los representantes a la C¨¢mara de las regiones cafeteras de Colombia ha desembarcado con una petici¨®n ante el Ministerio de Comercio para aplicar un arancel del 70% a las importaciones de caf¨¦ de cualquier origen. Alentados por la crisis del sector y por un Gobierno amigo de proteger la industria nacional, los parlamentarios proponen adoptar una salvaguardia comercial y amortiguar una realidad que a su juicio incide en el ¡°precio y la calidad del producto¡±. El Ejecutivo de izquierdas ya estudia la propuesta y al parecer no la ha echado en saco roto tras haber adelantado modificaciones a las tarifas aduaneras en otros sectores como el de las confecciones y el acero.

La respuesta desde algunos c¨ªrculos empresariales es de inquietud ante una te¨®rica decisi¨®n proteccionista que alterar¨ªa tratados comerciales con socios vitales. Es el caso del empresario cafetero Guillermo Trujillo: ¡°Ser¨ªa una afrenta, promovida por un tema ideol¨®gico, con los pa¨ªses socios del Pacto Andino o Mercosur. Esto no es soluci¨®n de nada porque las importaciones no afectan la vida del caficultor colombiano¡±. Tras el fin del Pacto Cafetero (1989), que establec¨ªa cuotas y regulaba los precios internacionales, el pa¨ªs empez¨® a forjar tratados de libre comercio y acuerdos comerciales con otros pa¨ªses productores. Desde entonces se ha importado pasilla de menor calidad, un grano m¨¢s deteriorado y que ha cubierto buena parte del consumo interno.

Una paradoja. Grandes marcas como Sello Rojo o ?guila Roja, entre otras, han vendido millones de libras de caf¨¦ importado de menor categor¨ªa a precios bajos a millones de colombianos, que se jactaban de tener uno de los productos m¨¢s selectos del mundo en casa. La Federaci¨®n Colombiana de Cafeteros calculaba para 2020 que de los 1,8 millones de sacos que se consumen en el pa¨ªs, 800.000 est¨¢n compuestos por dicha pasilla proveniente de Brasil, Ecuador o Per¨². ¡°Si el Gobierno le pusiera restricciones a la importaci¨®n¡±, explica Trujillo, ¡°se acabar¨ªa el consumo porque obligar¨ªa a los colombianos a tomar caf¨¦ suave de marcas como Matiz o Amor Perfecto, que valen tres veces m¨¢s en los supermercados¡±.

La desescalada en la producci¨®n constituye un problema a?adido. Del promedio de 14 millones de sacos de hace cuatro a?os, hoy se ha pasado a unos 11 millones. No en vano los caficultores se han manifestado por las ¨¢speras condiciones en el campo, donde los altos costos de producci¨®n y los escasos beneficios configuran un panorama espinoso. Por eso los 18 representantes de diferentes partidos provenientes de departamentos como Tolima, Risaralda y Caldas convocaron hace un mes a un debate parlamentario para discutir la precariedad en la que se hallan unos 550 municipios que dependen de la industria cafetera.

Entre ellos se hallaba Carolina Giraldo, del centrista Partido Verde y congresista por el departamento de Risaralda: ¡°Los caficultores est¨¢n muy agobiados por los bajos precios del caf¨¦. Tenemos un problema porque mucho de lo que est¨¢ llegando es de contrabando, y el que llega de forma legal de Ecuador, por ejemplo, se vende a un precio mucho menor. Todo esto desincentiva la producci¨®n del caf¨¦ local¡±. Pero Felipe Robayo, exsubgerente de la Federaci¨®n Colombiana de Cafeteros, entiende, por el contrario, que el incremento al arancel propuesto por Giraldo y otros congresistas podr¨ªa ser contraproducente: ¡°Me parece que no se justifica y creo que podr¨ªa incluso ejercer presi¨®n sobre la inflaci¨®n¡±.

Colombia import¨® en 2021 unas 109.000 mil toneladas de caf¨¦ verde, principalmente de Brasil, Per¨² y Ecuador. El a?o pasado los n¨²meros subieron a las 149.000 toneladas, de acuerdo con cifras de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio. Y entre enero a agosto de este a?o, seg¨²n cifras del DANE, la actividad se ha visto diezmada y llega a un estimado de 57.000 toneladas. La raz¨®n, explica Felipe Robayo, es que las condiciones de mercado del a?o pasado fueron singularmente favorables para importar caf¨¦ barato de Brasil, que luego se mezcl¨® con el colombiano para reexportarlo al doble o el triple de precio.

Ning¨²n argumento que convenza al economista Aurelio Su¨¢rez, uno de los impulsores del arancel: ¡°Las importaciones de caf¨¦ han sido claramente negativas para el mercado interno a lo largo de los ¨²ltimos cinco a?os¡±. De entrada, considera ins¨®lito que el pa¨ªs traiga cargas de otros lugares. Y se queja de que no exista certeza sobre qu¨¦ vol¨²menes ¡°atendieron el mercado interno, y cu¨¢nto fue reexportado por firmas nacionales o multinacionales como Nestl¨¦¡±.

De acuerdo con sus c¨¢lculos, en los ¨²ltimos cinco a?os se han importado unos 8 millones de sacos de caf¨¦, sin contar lo que ha entrado de contrabando: ¡°Una persona con pleno conocimiento del sector, me dijo que de cada mill¨®n de d¨®lares que se comercian en la caficultura colombiana, 150.000 van para lavado de dinero¡±. Habla de una ¡°descomposici¨®n¡± del mercado. Guillermo Trujillo, columnista del diario La Rep¨²blica, incide sin embargo en que se trata simplemente de un problema de enfoque pol¨ªtico del Ejecutivo de izquierdas que terminar¨ªa por afectar el bolsillo del productor.

La ¨²ltima palabra sobre los aranceles la tendr¨¢ el Ministerio de Comercio, en cabeza de Germ¨¢n Uma?a. El jefe de la cartera ya ha abierto una investigaci¨®n para evaluar los riesgos expuestos por congresistas de formaciones tan diversas como el Partido Liberal, los Verdes, Cambio Radical o el Centro Democr¨¢tico. La figura de ¡°salvaguardia comercial¡± con el m¨¢ximo arancel posible forma parte del recetario legal de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio como medida de defensa comercial frente a ¡°distorsiones o pr¨¢cticas desleales, que causen un perjuicio o da?o importante a la rama de producci¨®n nacional o le impide competir en condiciones de igualdad¡±, se lee en un comunicado del Ministerio de Comercio fechado el 20 de octubre.

¡°Si introducimos 2 millones de sacos extranjeros a un mercado que produce 11¡å, concluye Aurelio Su¨¢rez, ¡°lo que estamos haciendo es aumentar la oferta disponible y bajar el precio. Eso es lo que pas¨® con el trigo, la cebada o el ma¨ªz. Adem¨¢s, como no hay trazabilidad de lo que entra, corremos enormes riesgos sanitarios para los cultivos porque podemos estar trayendo enfermedades y ponemos en juego la reputaci¨®n de nuestra taza de caf¨¦ suave¡±.

Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y aqu¨ª al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.