?Necesita Colombia una primera dama? Los gastos millonarios de Ver¨®nica Alcocer, la esposa de Gustavo Petro, agitan el debate
La figura de la pareja presidencial, rodeada de controversia en Colombia, se ha replanteado en otros pa¨ªses
Ver¨®nica Alcocer suele aparecer al lado de su esposo, Gustavo Petro, en primer plano, cada vez que el primer mandatario de izquierdas de la Colombia contempor¨¢nea se asoma al balc¨®n de la Casa de Nari?o. Es la postal de la pareja presidencial. Su visibilidad contrasta con la de otras primeras damas que la precedieron. Rodeada de controversias, ha sido todo menos discreta. Su inusual actividad e influencia pol¨ªtica enciende los ¨¢nimos en torno a una figura que muchos consideran obsoleta.
En un pa¨ªs hiperpresidencialista, la pareja del mandatario de turno no tiene funciones claramente definidas, su papel corresponde a los usos y pr¨¢cticas. En t¨¦rminos formales no es un funcionario p¨²blico, no tiene presupuesto ni puede ser citada a control pol¨ªtico, aunque s¨ª suele manejar Consejer¨ªas, por lo que sus gastos son un foco de controversia. Ver¨®nica Alcocer, seg¨²n revel¨® esta semana una investigaci¨®n de La Silla Vac¨ªa, el portal pol¨ªtico de referencia, ¡°ha usado su poder para tener un s¨¦quito que le ha costado al Estado m¨¢s de mil millones de pesos¡± (unos 250.000 d¨®lares) en el a?o y medio que lleva Petro en el poder. La comitiva que suele acompa?arla en sus viajes incluye a su mejor amiga, un fot¨®grafo, un maquillador personal y vestuarista ?y una asesora personal, contratados por tres entidades p¨²blicas distintas con sueldos que superan los de un ministro.
Las revelaciones chocan con la narrativa de un Gobierno que apela constantemente a lo popular y persigue ¨Cal menos discursivamente¨C cierto grado de austeridad. La familia del presidente Petro ha sido su flanco d¨¦bil, y su tercera esposa no es la excepci¨®n. La m¨¢s reciente pol¨¦mica ha vuelto a agitar el debate sobre la necesidad de la figura de la primera dama en Colombia.
Las cr¨ªticas han arreciado, y no solo desde la oposici¨®n de derecha. ¡°Nadie nos dijo que el ¡®cambio¡¯ en Colombia vendr¨ªa con nuestra propia versi¨®n de Mar¨ªa Antonieta: abusos, derroche, influencias pol¨ªticas indebidas y favorecimiento descarado a los amigos¡±, dijo la representante Catherine Juvinao, del partido progresista Alianza Verde. ¡°Los t¨ªtulos en democracia son un legado obsoleto cuando est¨¢ ligado a la persona y no a la funci¨®n, ni mucho menos a la responsabilidad¡±, se reafirm¨® por su parte el representante David Racero, del oficialista Pacto Hist¨®rico, cuando le reclamaron que en el pasado hab¨ªa cuestionado a la primera dama, que considera una ¡°herencia antirepublicana¡±. ¡°Si se va a hacer el debate sobre esa figura, hag¨¢moslo en serio, m¨¢s all¨¢ de qui¨¦n es la persona o el presidente de turno¡±, matiz¨® en sus redes sociales.
Existe un vac¨ªo jur¨ªdico acerca de cu¨¢les son las responsabilidades de la primera dama, se?ala la analista Eug¨¦nie Richard, docente experta en comunicaci¨®n y marketing pol¨ªtico de la Universidad Externado de Colombia. Por lo tanto, es dif¨ªcil pedirle cuentas. ¡°Este debate sobre si deber¨ªa desaparecer la figura de la primera dama es complicado, porque en s¨ª es un personaje fantasma, que no tiene un estatus legal muy determinado. Todo depende de la tradici¨®n, del presidente turno y de la personalidad de la primera dama. A algunas les interesa ser muy discretas y a otras, protag¨®nicas¡±, valora. ¡°Si bien no es necesaria constitucionalmente, desata siempre amores y odios, es una presa f¨¢cil de la oposici¨®n¡±, a?ade. Est¨¢ bien visto que se encargue de asuntos dom¨¦sticos, de infancia o desnutrici¨®n, pero si eleva su perfil comienza a atraer las cr¨ªticas. Un marco que perpetua estereotipos de g¨¦nero.
La discusi¨®n ha subido de volumen con Alcocer, que tuvo desde la propia campa?a un marcado protagonismo, con ba?os de masas en la plaza p¨²blica y una visita al papa Francisco. El ruido en torno suyo ha sido constante. Por momentos ha ostentado m¨¢s poder pol¨ªtico que la vicepresidenta Francia M¨¢rquez, que s¨ª tiene un mandato popular, y ha sido representante diplom¨¢tica del Gobierno en varias ocasiones. Incluso encabez¨® la delegaci¨®n colombiana en el sepelio de la reina Isabel II de Inglaterra.
La prensa colombiana atribuye a Alcocer numerosos nombramientos en la administraci¨®n p¨²blica ¨Calgo tanto dif¨ªcil de demostrar como debatible¨C. Su vecina, Concepci¨®n Baracaldo, quien fue por un semestre la directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICFB), declar¨® en su d¨ªa que le parec¨ªa normal que fuera ella quien le hubiera ofrecido el puesto. Tambi¨¦n le atribuyen una relaci¨®n cercana con el viceministro de Cultura, Jorge Zorro, quien se mantuvo como ministro encargado durante todo un semestre. Zorro ha negado a este peri¨®dico que la primera dama tenga alguna influencia en el Ministerio de Cultura.
Para la analista M¨®nica Pach¨®n esa influencia en los nombramientos es lo excepcional en el contexto colombiano. ¡°Que los amigos de la esposa del presidente sean protagonistas de la pol¨ªtica p¨²blica es muy extra?o, esa es la anomal¨ªa¡±, se?ala esta profesora de la Universidad de Los Andes. ¡°Cumple un rol pol¨ªtico importante, seg¨²n las investigaciones que han hecho diferentes medios, sin tener un background pol¨ªtico¡±, agrega.
En la que quiz¨¢s ha sido su aparici¨®n m¨¢s pol¨¦mica, Alcocer se present¨® de noche y por sorpresa el pasado marzo en las instalaciones del Congreso, a pocos metros de la Casa de Nari?o, mientras estaba en marcha una reuni¨®n con varios ministros y congresistas que buscaba desatascar el tr¨¢mite legislativo de la reforma a la salud, la m¨¢s resistida entre las grandes reformas sociales del Gobierno. Petro se encontraba de viaje en Estados Unidos. La desafortunada visita se reg¨® como p¨®lvora en redes sociales y desde muy diversas orillas la interpretaron como una injerencia indebida.
Hay ejemplos de primeras damas poderosas. En Argentina, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner fue primera dama antes de presidenta y en Estados Unidos tambi¨¦n lo fue Hillary Clinton antes de ser candidata presidencial. Pero en la regi¨®n hay otros espejos que arrojan un reflejo m¨¢s n¨ªtido. En M¨¦xico, la esposa del presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, la escritora e historiadora Beatriz Guti¨¦rrez M¨¹ller, siempre ha rechazado el calificativo de ¡°primera dama¡± y declin¨® el tradicional puesto de responsable del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias. Sin embargo, ha sido representante diplom¨¢tica del Gobierno en m¨¢s de una ocasi¨®n. Fue, entre otras, la encargada de asistir a la toma de posesi¨®n de Gabriel Boric como presidente de Chile.
Justamente Chile es un caso particular. Boric y su pareja, la antrop¨®loga y feminista Irina Karamanos, se hab¨ªan propuesto en campa?a abolir la figura. Meses despu¨¦s de llegar al poder, y tras una lluvia de cr¨ªticas por el retraso, echaron a andar un proceso para traspasar a ministerios afines las funciones tradicionales de la primera dama, que en el pa¨ªs austral supon¨ªan adoptar autom¨¢ticamente la direcci¨®n de seis fundaciones, aparte de las labores protocolarias. A finales del 2022 cerraron definitivamente la oficina de la primera dama en La Moneda. El pasado noviembre, Boric confirm¨® el fin de su relaci¨®n con Karamaros. En Chile hab¨ªa un precedente, pues en el primer Gobierno de Michelle Bachelet, entre 2006 y 2010, esas funciones ya hab¨ªan sido delegadas a personas a las que se remuneraba por su trabajo. Era la primera mujer que llegaba a la Presidencia, un hito que Colombia por ahora no ha alcanzado.
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