La entrada de Brasil en la OPEP como observador pone en cuesti¨®n el compromiso de Lula ante la crisis clim¨¢tica
La semiestatal Petrobras subastar¨¢ 603 bloques petroleros el mi¨¦rcoles, mientras el presidente defiende la adhesi¨®n como v¨ªa de convencer a los pa¨ªses productores a dejar los combustibles f¨®siles
El primer viaje de Luiz In¨¢cio Lula da Silva, de 78 a?os, tras su tercera victoria electoral, fue a la COP27 de Egipto, hace ahora un a?o. Quer¨ªa anunciarle al mundo que contara con Brasil en la lucha contra el cambio clim¨¢tico porque ya no ser¨ªa el villano ambiental planetario de los tiempos de Jair Bolsonaro. El pa¨ªs volver¨ªa a ser una potencia verde, una inspiraci¨®n. Y empez¨® a hacer los deberes: la deforestaci¨®n cay¨® un 22% en el primer balance de su presidencia, retom¨® la demarcaci¨®n de tierras ind¨ªgenas, busca inversiones para proyectos de transici¨®n energ¨¦tica, la sostenibilidad es una constante en sus discursos¡ Pero el reciente anuncio de que se suma a la OPEP como observador ha causado un enorme desconcierto. Y pol¨¦mica. El presidente Lula asist¨ªa la semana pasada a la COP28, de Dub¨¢i, cuando el club de los pa¨ªses productores de petr¨®leo anunci¨® la incorporaci¨®n. La adhesi¨®n pone en cuesti¨®n el compromiso de Lula para luchar contra el calentamiento global que causan los combustibles f¨®siles.
Brasil, un pa¨ªs continental, es muchas cosas a la vez. Acoge el mayor bosque tropical del mundo, atesora las mayores reservas de agua dulce, protege m¨¢s tribus de ind¨ªgenas no contactados que nadie, pero al mismo tiempo es el noveno productor de petr¨®leo del mundo con tres millones de barriles diarios y Petrobras es uno de los pilares de la econom¨ªa.
Los que se quedaron boquiabiertos al saber que el pa¨ªs que alberga el 60% de la Amazonia entr¨® en la OPEP como observador, pueden anotar en sus agendas que el martes concluye la cumbre del clima de la ONU en Emiratos y que el mi¨¦rcoles Petrobras celebra una gran subasta con m¨¢s de 600 bloques petrol¨ªferos terrestres y mar¨ªtimos, incluidos algunos en zonas medioambientalmente bien sensibles.
En enero, Brasil se convertir¨¢ en el und¨¦cimo miembro de OPEP+, un club de pa¨ªses como Rusia o Mexico que participan como observadores para tareas de coordinaci¨®n con la OPEP pero sin someterse a las cuotas de producci¨®n.
Para acallar la pol¨¦mica, Lula terci¨® con unas palabras que azuzaron el enfado de ambientalistas y analistas: ¡°Me parece importante que participemos [en la OPEP+] porque necesitamos convencer a los pa¨ªses productores de petr¨®leo de que deben prepararse para el fin de los combustibles f¨®siles. Y eso significa aprovechar el dinero que ganan con el petr¨®leo y que inviertan para que un continente como ?frica, como Am¨¦rica Latina, pueda producir los combustibles renovables que necesita. Especialmente, hidr¨®geno verde porque, si no creamos alternativas, no acabaremos con los combustibles f¨®siles¡±. Y en un intento de dejar claro que no estar¨¢ en el n¨²cleo decisorio, lo compar¨® con el G7, el club de los pa¨ªses m¨¢s ricos: ¡°Participo del G7+ desde que llegu¨¦ la Presidencia de la Rep¨²blica. Voy all¨ª, escucho, solo hablo despu¨¦s de que la decisi¨®n est¨¢ tomada y me voy¡±.
Que Brasil aceptara la invitaci¨®n de la OPEP+ justo ahora, en plena COP, es, en palabras de una fuente diplom¨¢tica brasile?a, ¡°un gol en propia meta¡±.
Para Suely Araujo, del Observatorio del Clima, una coalici¨®n de ONGs, fue realmente inesperado. Pero la decisi¨®n de fondo tampoco le sorprendi¨® porque, explica al tel¨¦fono, el Ejecutivo Lula ya hab¨ªa dado muestras de que apuesta por expandir la explotaci¨®n de gas y petr¨®leo. En este Gobierno conviven dos almas que, para los ambientalistas, son irreconciliables. Detalla Ara¨²jo, que ya presidi¨® el Instituto Brasile?o de Medio Ambiente en la anterior etapa de Lula, que ¡°existe una contradicci¨®n interna enorme. Por un lado, est¨¢n la ministra Marina Silva, que ha logrado resultados impresionantes en deforestaci¨®n con un trabajo valiente, aunque todav¨ªa faltan fiscales ambientales, y el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, que est¨¢ captando inversiones con t¨ªtulos soberanos sostenibles para financiar proyectos de transici¨®n energ¨¦tica¡± y luego est¨¢ el ala que hace una apuesta firme por la industria del petr¨®leo.
¡°Ya lo vimos en las inversiones de la PAC [el programa estrella en econom¨ªa] que incluye 335.000 millones de reales [68.000 millones de d¨®lares] en petr¨®leo y gas, y ahora con esta subasta el d¨ªa 13 de 603 bloques offshore y onshore, incluidos algunos en ¨¢reas muy sensibles, inaceptables¡±, contin¨²a la coordinadora de pol¨ªticas p¨²blicas del Observatorio del Clima.
La ministra Silva, titular de Medio Ambiente y Cambio Clim¨¢tico, recalc¨® el s¨¢bado pasado tambi¨¦n en la COP que ¡°es imperativo eliminar, lo m¨¢s r¨¢pido posible, la dependencia de nuestras econom¨ªas de los combustibles f¨®siles¡±. Su jefe no quiere o¨ªr hablar de medidas dr¨¢sticas, como qued¨® claro en la cumbre que los pa¨ªses amaz¨®nicos celebraron en agosto en Belem (Brasil). El presidente colombiano, Gustavo Petro, propuso a sus hom¨®logos que se comprometieran a renunciar al petr¨®leo, pero Lula le par¨® los pies inmediatamente.
La petrolera Petrobras quiere abrir una nueva frontera en la margen ecuatorial en vista de los prometedores y lucrativos hallazgos de la vecina Guyana, (elemento clave en el conflicto creado por Venezuela por el Esequibo) pero el pasado mayo, la agencia gubernamental de protecci¨®n ambiental IBAMA le deneg¨® la licencia, recurri¨® y est¨¢ a la espera de que esa apelaci¨®n sea resuelta. Mientras, el caso se ha convertido en un potente s¨ªmbolo del dilema que tienen Brasil y Lula.
¡°Brasil tiene que elegir entre ser una potencia ambiental o ser un petroEstado¡±, dice Araujo. Para esta veterana, en un momento en que el planeta ha vivido el a?o m¨¢s caluroso de la historia, la elecci¨®n est¨¢ clara: ¡°Tenemos muchos que ganar si apostamos por la sostenibilidad, tenemos que explotar los recursos de sociobiodiversidad que tenemos, que son muchos¡±.
La batalla sobre el futuro de los combustibles f¨®siles es feroz, cosa que es evidente en la cumbre del clima de Dub¨¢i, una petromonarqu¨ªa. En la COP28 hay siete lobbistas de la industria del crudo y el gas por cada ind¨ªgena, destacaba la activista Txai Suru¨ª este s¨¢bado en su columna de Folha.
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