Los ¡°paseos discretos¡± de Mario Vargas Llosa: el Nobel regresa al antiguo bar La Catedral en Lima
El escritor vuelve a otro escenario ic¨®nico de su universo literario tras visitar el colegio Leoncio Prado, que inspir¨® ¡®La ciudad y los perros¡¯, y asistir a una adaptaci¨®n de ¡®?Qui¨¦n mat¨® a Palomino Molero?¡¯
Apoyado en su bast¨®n, y acompa?ado de su familia, Mario Vargas Llosa est¨¢ regresando sobre sus pasos. A fines de octubre reapareci¨® en el teatro Marsano, en el distrito lime?o de Miraflores, para asistir a la funci¨®n privada de una adaptaci¨®n de su novela policiaca ?Qui¨¦n mat¨® a Palomino Molero? La semana pasada visit¨® su colegio, el m¨ªtico Leoncio Prado, cuya dureza militar inspir¨® su primera obra, La ciudad y los perros, all¨¢ por 1963.
Alejado de los focos en el ¨²ltimo tiempo, hoy el Nobel ha reaparecido por tercera vez en la fachada de lo que fue el bar donde para muchos pint¨® su mejor fresco: Conversaci¨®n en La Catedral. Se trata de dos fotograf¨ªas compartidas por su hijo ?lvaro, su c¨®mplice literario. En la primera se puede ver la estampa de Vargas Llosa en la c¨²spide de su juventud, en blanco y negro, con un cigarrillo en la mano y un ni?o que pasaba por all¨ª. El bar, muy visitado por obreros y periodistas, luce unas puertas de madera y un letrero escueto. En la segunda foto, m¨¢s de medio siglo despu¨¦s, no queda ning¨²n rastro del local, ubicado en la avenida Alfonso Ugarte, en el centro de Lima. Solo es un terreno abandonado, y en venta, con unos grafitis en la entrada.
¡°55 despu¨¦s, retorno al (ex) bar ¡®La Catedral¡¯, en busca de los fantasmas de Zavalita y el zambo Ambrosio¡±, escribi¨® ?lvaro Vargas Llosa en sus redes sociales. El post ha generado un gran impacto y ha desatado diversos comentarios entre sus seguidores. Muchos se han alegrado de ver nuevamente al Nobel mientras que otros se han sentido apenados por el estado en el que se encuentra el m¨ªtico lugar donde transcurrieron las aventuras de Zavalita, el periodista adolescente y alter ego de Vargas Llosa, quien comenz¨® a batirse a duelo con las m¨¢quinas de escribir, en medio de la dictadura de Manuel Odr¨ªa en los a?os cincuenta.
¡°Cuando estoy en Lima con mi padre, solemos hacer paseos discretos a algunos escenarios emblem¨¢ticos de sus novelas. ¡®Discretos¡¯ quiere decir que buscamos el lugar y el momento en que no haya gente o haya la menor cantidad posible para evitarle el tremendo aturdimiento que le produce que se aglomeren a su alrededor personas cari?osas -pero no demasiado conscientes de su avanzada edad- y le pidan hacerse fotos o firmar aut¨®grafos¡±, cuenta ?lvaro Vargas Llosa a EL PA?S.
El tambi¨¦n escritor cuenta que para visitar el colegio Leoncio Prado, en La Perla, Callao, fue necesario una solicitud al capit¨¢n a cargo para respetar la privacidad de su padre. En cuanto a su incursi¨®n al centro de Lima debieron cruzar la ciudad desde Barranco, otro distrito que mira al mar. Y all¨ª, muy cerca del puente de El Ej¨¦rcito sobre el r¨ªo R¨ªmac, pos¨® su padre. ?lvaro Vargas Llosa hace hincapi¨¦ en el di¨¢logo entre Zavalita y Ambrosio, otro personaje clave en Conversaci¨®n en La Catedral.
¡°Ese di¨¢logo ocurre tiempo despu¨¦s de los hechos y sirve para ir reconstruyendo varias historias, entre ellas la revelaci¨®n de la relaci¨®n homosexual del padre de Zavalita con Ambrosio, su antiguo ch¨®fer. Hoy el bar no existe, y en su lugar hay un terreno en venta con una fachada muy venida a menos. Pero no deja de ser emocionante. La novela se public¨® en 1969, es decir, que el regreso de mi padre a ese escenario se ha producido 55 a?os m¨¢s tarde¡±, anot¨® el primog¨¦nito.
El investigador Luis Rodr¨ªguez Pastor, autor de Mario Vargas Llosa para j¨®venes ¡ªun faro para que los m¨¢s peque?os se inicien en una de las luminarias del boom¡ª, organiza desde hace muchos a?os unas rutas literarias para explorar la obra de gigantes de la literatura peruana como Julio Ram¨®n Ribeyro o Jos¨¦ Mar¨ªa Arguedas. En su cat¨¢logo tiene una ruta dedicada exclusivamente a Conversaci¨®n en la Catedral que empieza en la avenida Tacna, en la puerta en la que quedaba el diario La Cr¨®nica, donde Zavalita lanz¨® su ic¨®nica frase: ?En qu¨¦ momento se jodi¨® el Per¨²?
¡°Ver a Mario parado en la puerta del bar La Catedral, 55 a?os despu¨¦s de publicada su obra mayor, emociona y nos recuerda que, como dir¨ªa Nicomedes Santa Cruz, ¡°el tiempo no se detiene con amor ni con dinero¡±, pero que una obra como Conversaci¨®n en La Catedral ¡ªcomo las grandes obras de la literatura¡ª tiene el don de mantenerse inc¨®lume por encima de los espacios que la inspiraron y la persona que lo cre¨®¡±, recuerda con sentimiento Rodr¨ªguez Pastor. Por razones de seguridad no suele acudir hasta el bar La Catedral, pero hace unos meses hizo una excepci¨®n con una familia. ¡°Estuvimos unos 15 minutos y nos fuimos en carro. El lugar est¨¢ aislado, llegar y salir es poco amistoso¡±, agrega.
A sus 88 a?os, Mario Vargas Llosa est¨¢ volviendo sobre sus pasos. Aquellos lugares no son lo que fueron, evidentemente, pero su atm¨®sfera permanecer¨¢ condensada en sus p¨¢ginas para siempre. La magia de la literatura. La platea seguir¨¢ atenta a sus paseos discretos.
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