Las matanzas de cristianos: una mancha en la imagen de Marco Aurelio como emperador sabio
Ha pasado a la historia como un gobernante justo, pero bajo su reinado se produjeron alguna de las m¨¢s brutales y mejor documentadas persecuciones: los famosos m¨¢rtires de Lyon, devorados por las fieras en 177
Si un emperador romano ha pasado a la posteridad con la imagen de un hombre sabio y ponderado, capaz de tomar las decisiones adecuadas y justas, como un pol¨ªtico reflexivo, arrastrado a su pesar a numerosas guerras que emprendi¨® siempre por el bien del Imperio, ese es Marco Aurelio (121-180). Su libro, Las meditaciones, un imperecedero manual estoico, se sigue vendiendo y difundiendo. La traducci¨®n castellana est¨¢ disponible en ocho ediciones diferentes, sin contar una versi¨®n en manga. Pero la posteridad es siempre un misterio porque bajo su reinado se produjeron alguna de las m¨¢s brutales y mejor documentadas persecuciones de cristianos: los famosos m¨¢rtires de Lyon, devorados por las fieras en 177, para deleite del pueblo que no se cansaba de pedir sangre.
Desde Decadencia y ca¨ªda del Imperio romano (Atalanta), el gran cl¨¢sico del siglo XVIII de Edward Gibbon, hasta La ca¨ªda del imperio romano (1964), donde lo interpreta Alec Guinness, o Gladiator (2000), la pel¨ªcula en la que el emperador fil¨®sofo era encarnado por Richard Harris, el emperador de la dinast¨ªa Antonina solo hab¨ªa tenido una mancha en su historial: que su sucesor fuese su hijo C¨®modo, uno de los peores emperadores de la historia, que compite en crueldad y locura con Cal¨ªgula o Ner¨®n. De hecho, en el filme de Ridley Scott el guion le exonera incluso de ese defecto, porque el emperador pretende que su sucesor sea su mejor general, M¨¢ximo D¨¦cimo Meridio, encarnado por Russell Crowe.
Cuando C¨®modo se da cuenta de que va a ser apartado, primero estrangula a su padre y luego trata de matar a M¨¢ximo, que sobrevive solo para convertirse en esclavo y vengar el asesinato de su familia pronunciando uno de los mejores discursos que se han escuchado nunca en un anfiteatro: ¡°Mi nombre es M¨¢ximo D¨¦cimo Meridio, comandante de los ej¨¦rcitos del Norte, general de las Legiones F¨¦nix, fiel servidor del verdadero emperador Marco Aurelio. Padre de un hijo asesinado, esposo de una esposa asesinada y juro que me vengar¨¦, en esta vida o en la otra¡±.
Gibbon va incluso m¨¢s all¨¢ y se?ala el periodo durante el que rein¨® Marco Aurelio como el m¨¢s feliz de la historia de la humanidad, un honor que comparte con otros cinco emperadores: Nerva, Trajano, Adriano, Antonino P¨ªo y Lucio Vero. ¡°Si a un hombre se le pidiera se?alar el periodo de la historia del mundo en el que la condici¨®n de la raza humana fue m¨¢s feliz y pr¨®spera¡±, escribe el historiador ingl¨¦s en la traducci¨®n de Jos¨¦ S¨¢nchez de Le¨®n Mendui?a para Atalanta, ¡°sin vacilar dir¨ªa el que transcurri¨® desde la muerte de Domiciano hasta el acceso al trono de C¨®modo. La vasta extensi¨®n del Imperio romano fue gobernada por el poder absoluto bajo la direcci¨®n de la virtud y la sabidur¨ªa. Los ej¨¦rcitos fueron contenidos por la mano firme aunque moderada de emperadores sucesivos, cuyos caracteres y autoridad impon¨ªan respeto¡±.
¡°La vida del propio Marco Aurelio (121-180) abarc¨® casi tres cuartas partes de esa ¨¦poca, mientras que su reinado (161-180) ocup¨® sus ¨²ltimos 19 a?os¡±, escribe Anthony Birley en su biograf¨ªa del gobernante (publicada en castellano por Gredos en traducci¨®n de Jos¨¦ Luis Gil Aristu), cuyo sumario lo dice todo: ¡®El retrato de un emperador humano y justo¡¯. ¡°Casio Di¨®n, nacido poco despu¨¦s de la llegada de Marco al poder, escribi¨® al relatar la muerte de este: ¡®Mi historia desciende de un reinado de oro a otro de hierro y herrumbre, y as¨ª es tambi¨¦n como les fueron las cosas a los romanos en aquel tiempo¡±. Curiosamente, recalca Birley, ninguno de aquellos emperadores fue hijo de su predecesor, ¡°de ah¨ª que algunos observadores contempor¨¢neos y muchos comentaristas posteriores, incluido Gibbon, pensaran que la sucesi¨®n imperial estuvo regida entonces por un principio nuevo: ¡®la elecci¨®n del mejor¡¯. En realidad no intervino ning¨²n principio ni medida deliberada¡±.
Por muy sabio que fuese, Marco Aurelio vivi¨® en un mundo violento y su vida y reinado quedaron marcados por las guerras del norte, durante las que tuvo que defender las fronteras del Imperio de los ataques de los b¨¢rbaros ¡ªun conflicto que con tanta fuerza y detalle reconstruye Ridley Scott en las escenas iniciales de Gladiator¡ª. Y tambi¨¦n se trataba de una ¨¦poca en la que los cristianos pod¨ªan ser despedazados por las fieras: tras un periodo de tranquilidad tras las persecuciones de Ner¨®n, los que profesaban esta fe volvieron a ser martirizados, aunque no de forma organizada, sino dependiendo de cada gobernador y de las denuncias ciudadanas. Birley en su biograf¨ªa relata que intelectuales tan relevantes como T¨¢cito, Plinio y Suetonio ¡ªque seguimos leyendo y admirando siglos despu¨¦s de su desaparici¨®n¡ª consideraban que ¡°los cristianos era gente perniciosa que merec¨ªa morir¡±. Sin embargo, Mar Marcos, catedr¨¢tica de Historia Antigua en la Universidad de Cantabria, cree que no fue un emperador especialmente feroz con los que practicaban este nuevo culto.
¡°No hay pruebas de que Marco Aurelio hubiera cambiado la pol¨ªtica hacia los cristianos de sus antecesores, que hab¨ªa consistido en castigos puntuales en respuesta a denuncias¡±, se?ala esta experta en cristianismo antiguo. ¡°En ning¨²n caso se puede hablar de ¡®persecuci¨®n¡¯. No existen documentos legislativos de este emperador sobre los cristianos. Lo que sabemos de su actitud hacia ellos procede de la literatura apolog¨¦tica cristiana y de los relatos de martirio, generalmente poco fiables. En las Meditaciones, Marco Aurelio se admira, negativamente, de la predisposici¨®n de los cristianos al martirio¡±.
Sin embargo, durante su gobierno fueron ajusticiados los m¨¢rtires de Lyon, que entonces se llamaba Lugdunum. ¡°El relato de los m¨¢rtires de Lyon es el m¨¢s extenso conservado de los varios que aluden a martirios en ¨¦poca de Marco Aurelio¡±, prosigue la profesora Marcos. ¡°El documento tiene un formato muy especial, una carta de los cristianos de la Galia a los de Asia Menor, con el detalle de los hechos, en particular de las torturas que les fueron aplicadas. Se dan los nombres de los m¨¢rtires y entre ellos sobresale una mujer, Blandina, quien demostr¨® una gran fortaleza de ¨¢nimo. Los ciudadanos romanos fueron decapitados; los no ciudadanos fueron echados a las fieras en el anfiteatro ante un numeroso p¨²blico. El documento circul¨® en la Antig¨¹edad y caus¨® gran impacto en la comunidad cristiana. Todav¨ªa sigue siendo escalofriante para un lector moderno¡±.
El investigador Douglas Boin, autor de Coming out. Christian in the roman world. How followers of jesus made a place in caesar¡¯s empire (Bloomsbury) ¡ª¡±Salir a la luz. Los cristianos en el mundo romano. C¨®mo los seguidores de Jes¨²s se hicieron un hueco en el imperio del C¨¦sar¡±¡ª se pronuncia en un sentido parecido: ¡°Los castigos no eran, muy probablemente, m¨¢s letales o crueles bajo Marco Aurelio que en otras ¨¦pocas anteriores de la historia romana, para otros criminales¡±.
¡°El trato que Roma daba a los criminales, incluidos los esclavos y los no ciudadanos, era siempre brutal y salvaje, con un men¨² est¨¢ndar de castigos s¨¢dicos ¡ªlatigazos, antorchas, cruces y similares¡ª que se utilizaban para disuadir de insurrecciones, revueltas de esclavos y otros brotes de rebeld¨ªa. Los cristianos arrestados en Lyon habr¨ªan sido sometidos a alguna o a todas estas torturas, especialmente si no ten¨ªan los derechos de un ciudadano romano, y las fuentes indican que muchos no los ten¨ªan. Ser arrojado a las fieras era siempre, para los criminales condenados en Roma, una posibilidad muy real¡±, prosigue Boin, quien concluye: ¡°As¨ª que es cierto: un emperador que se hizo famoso por sus reflexiones sobre c¨®mo ser un gobernante ecu¨¢nime supervis¨® un imperio de ciudadanos que disfrutaban con la sangre en los anfiteatros¡±.
Este investigador de la universidad de Saint Louis (Estados Unidos) considera que lo que se sabe sobre este episodio viene fundamentalmente de escritores cristianos, que lo utilizaron como propaganda con historias de m¨¢rtires que no dudaron en enfrentarse a las fieras sin renunciar a su fe o, como el caso de Blandina, llegaron a vencerlas ¡ªaunque luego fue despedazada por un toro bravo¡ª. Fueron relatos que ayudaron a cimentar una religi¨®n que se estaba formando. ¡°Lo que ocurri¨® en Lyon para los romanos fue un gran espect¨¢culo y para los cristianos fue un martirio, pero como historia, los h¨¦roes y villanos de la ¨¦poca est¨¢n mucho menos claros. Incluso el papel del emperador supuestamente ¡®ilustrado¡¯ resulta dif¨ªcil de dilucidar¡±.
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