S¨¦neca: de fil¨®sofo estoico a sabio sin escuela
El escritor y doctor en Filosof¨ªa Javier Gom¨¢ reflexiona sobre la vida del autor cordob¨¦s, de gran bonhom¨ªa, aunque a veces de ideas crueles, que se redimi¨® durante su ¨²ltimo retiro con su defensa del alma humana y su muerte ejemplar
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El pol¨ªtico m¨¢s eminente de su tiempo; uno de los romanos m¨¢s ricos; el mejor orador de la historia romana con Cicer¨®n; el ¨²nico escritor latino que cultiv¨® a la vez la prosa y el verso; autor de las ¨²nicas tragedias latinas conservadas; renovador del estilo durante el posclasicismo; el mayor fil¨®sofo latino hasta san Agust¨ªn; educador de un emperador; principal te¨®rico de la forma pol¨ªtica del Imperio; primer hispano de fama universal.
Cada uno de estos 10 m¨¦ritos por separado hacen de S¨¦neca una figura se?era, juntos lo convierten en un gigante descomunal.
La posteridad europea lo recuerda y lo lee, pero aqu¨ª lleg¨® a confundirse con la esencia de Espa?a: Ganivet (Idearium espa?ol, 1897) y Zambrano (El pensamiento vivo de S¨¦neca, 1944). Esta hip¨®tesis de la espa?olidad de S¨¦neca fue zanjada por Am¨¦rico Castro con su pizca de sarcasmo: ¡°La idea de un senequismo espa?ol equivaldr¨ªa a llamar maya a la poes¨ªa de Rub¨¦n Dar¨ªo¡± (La realidad hist¨®rica de Espa?a, 1952).
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Para comprender rectamente el significado de la figura de S¨¦neca hay que situarla en cuatro entornos. El hist¨®rico, en primer lugar. En tiempo de la Rep¨²blica, la separaci¨®n de poderes garantizaba las libertades republicanas, pero, tras Augusto, la soberan¨ªa se concentra en una sola de esas familias, la Julio-Claudia, de la cual salieron los cinco primeros emperadores: Augusto, Tiberio, Cal¨ªgula, Claudio y Ner¨®n. S¨¦neca naci¨® con el primero y muri¨® con el ¨²ltimo.
El segundo entorno es el literario: el posclasicismo. S¨¦neca se sit¨²a al principio de ese periodo, T¨¢cito y Juvenal al final. Los poscl¨¢sicos son los primeros escritores latinos que disponen de unos modelos en su lengua, los cl¨¢sicos de la edad de oro ¡ªCicer¨®n, Virgilio, Horacio, Ovidio¡ª, que, por su reconocida perfecci¨®n, son considerados dignos de imitar. Ahora se piensa que, en el fondo, la cultura griega y la romana son una, la misma cultura grecorromana que se expresa en dos lenguas. El tercer entorno es el filos¨®fico. Si el clasicismo griego fue emanaci¨®n de la polis, el helenismo se inclina hacia el individuo, anhelante de felicidad. Ahora bien, la felicidad no es tema reservado a unos pocos iniciados, sino que incumbe a todo el mundo. Por consiguiente, la filosof¨ªa helen¨ªstica trasciende a los profesionales de la filosof¨ªa y sus dos principales escuelas, tanto epicure¨ªsmo como estoicismo, se abren a la ciudadan¨ªa general. El estoicismo fue una especie de filosof¨ªa oficial en Roma a partir del siglo II antes de Cristo.
Por ¨²ltimo, el entorno familiar. Los padres de S¨¦neca pertenec¨ªan a la clase de propietarios agr¨ªcolas de la actual C¨®rdoba, en la Hispania romana. Los tres hijos de Lucio Anneo S¨¦neca ¡ª?Gali¨®n, Lucio y Mela, padre del poeta Lucano¡ª conformaron un clan unid¨ªsimo y triunfador, si bien hubo de superar tres lastres de partida: era novus, eques y provincialis. Novus porque ninguno de sus antepasados hab¨ªa entrado en el Senado; eques porque no pertenec¨ªa a la aristocracia, y, como nacido en una provincia de Hispania, provincialis, en desventaja con los italianos.
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S¨¦neca naci¨® en C¨®rdoba m¨¢s o menos con el cambio de era, contempor¨¢neo de Cristo. Cuando en el a?o 14 despu¨¦s de Cristo muri¨® Augusto, ya estaba en Roma estudiando filosof¨ªa en el c¨ªrculo de los sextios. A los 25, parti¨® a Egipto con sus t¨ªos, donde escribi¨® tratados geogr¨¢ficos y etnogr¨¢ficos hoy perdidos. Al volver, se inici¨® la d¨¦cada prodigiosa para el cordob¨¦s: nombrado senador, autor de libros de filosof¨ªa, aclamado orador (libros y discursos tambi¨¦n perdidos), prosper¨® en la corte trabando relaci¨®n con las hermanas de Cal¨ªgula (Julia Livila y Agripina).
Cal¨ªgula lo conden¨® a muerte porque defendi¨® demasiado brillantemente una causa en su presencia. Aunque al final lo indult¨®
Ahora bien, ese mismo ¨¦xito tan deslumbrante estuvo a punto de costarle la vida dos veces: tras el 37, le conden¨® a muerte Cal¨ªgula porque hab¨ªa defendido una causa demasiado brillantemente, aunque al final lo indult¨®; en el 41, volvi¨® a condenarlo Claudio, esta vez por supuestos amores con la citada Julia Livila. Cabe suponer que S¨¦neca fuera v¨ªctima de alguna intriga de palacio en la que se dej¨® enredar. Al final, le fue conmutada la pena capital por la de destierro en la isla de C¨®rcega. Pocos d¨ªas antes de partir, muri¨® un hijo peque?o de S¨¦neca, aunque no se sabe si estaba casado ni, si lo estaba, con qui¨¦n.
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En C¨®rcega, S¨¦neca escribe. La dataci¨®n de su obra es dudosa, pero me permito adscribir a estos siete a?os de ocio y soledad (entre 41 y 48) las tres consolaciones y los ocho di¨¢logos, en prosa y, en verso, diez tragedias, probablemente nunca representadas.
En la isla, S¨¦neca es fil¨®sofo, pero ¡ªhay que reconocerlo¡ªuno sin originalidad que se expresa con las palabras prestadas de la escuela estoica y asume en bloque su ideal de sabio. Seg¨²n este ideal, sabio es quien renuncia a los bienes exteriores de la caprichosa Fortuna, que nos esclavizan con las esperanzas y los temores que despiertan en el alma, y as¨ª, independiente y libre de pasiones (la famosa apat¨ªa), disfruta interiormente de su virtud, el bien ¨²nico y absoluto.
Una distinci¨®n de mi invenci¨®n, ni de S¨¦neca ni de la escuela, es ¨²til para enjuiciar la validez del ideal seg¨²n los casos: la que diferencia entre bienes impersonales y bienes personales de Fortuna.
Para S¨¦neca, el sabio es invulnerable porque la Fortuna, que ni pone ni quita virtud, no tiene armas contra ¨¦l
Aplicado a los bienes impersonales, el ideal emana nobleza y dignidad: el sabio se eleva por encima de riqueza, poder, etc¨¦tera, y es dichoso exclusivamente con su virtud. El ideal, en cambio, es menos admirable cuando el bien personal en cuesti¨®n es uno mismo. Para S¨¦neca, el propio cuerpo y la propia vida pertenecen por igual a la clase de cosas que el sabio est¨¢ obligado a menospreciar. Cuando el sabio muere, como s¨®lo exist¨ªa para su virtud y se hab¨ªa vaciado de todo lo dem¨¢s, nada serio sucede. El sabio es invulnerable porque la Fortuna, que ni pone ni quita virtud, carece de armas contra ¨¦l.
El ideal resulta directamente bochornoso, por ¨²ltimo, cuando los bienes personales en juego son los otros. La amistad, por ejemplo: S¨¦neca se enfrenta al dilema de c¨®mo un sabio independiente puede depender de un amigo. Soluci¨®n: reivindica la amistad, pero no los amigos y, si uno de sus amigos muere, se busca otro de reemplazo y santas pascuas.
Con todo, la doctrina del desprendimiento de los bienes de Fortuna es a¨²n m¨¢s estupefaciente cuando toca a los hijos. Bastar¨¢ para ilustrar el disparate la an¨¦cdota del fil¨®sofo Estilp¨®n. El rey de Macedonia saque¨® M¨¦gara y, adem¨¢s de confiscar su hacienda, rapt¨® a sus hijos; al encontrarse con ¨¦l, le pregunt¨®, extra?ado de su conformidad, si no hab¨ªa perdido nada durante el asedio, a lo que el fil¨®sofo respondi¨®: ¡°Nada he perdido. Todos mis bienes van conmigo¡±. ¡°?He aqu¨ª un hombre fuerte y valeroso!¡±, exclama S¨¦neca, ¡°ten¨ªa consigo sus verdaderos bienes, de los que nadie puede tomar posesi¨®n; por el contrario, los que se llevaban desbaratados y despedazados [es decir, sus hijos] no los consideraba suyos, sino accidentales y sujetos al imperio de la Fortuna¡±.
Los hijos, despedazados, son accidentales. Se echa de ver que el ideal importado de escuela conduce a S¨¦neca, un hombre de gran bonhom¨ªa, a conclusiones crueles y deshumanizadas.
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Una de aquellas hermanas de Cal¨ªgula, Agripina, casada con Claudio, mand¨® llamar a S¨¦neca para ser tutor de su hijo Ner¨®n. Empiezan los 14 a?os de su vida pol¨ªtica y su entrada en la Historia. En el 54 Claudio es envenenado, un Ner¨®n de 17 a?os es proclamado emperador y el tutor entra en el c¨ªrculo de los amici principis, donde entonces resid¨ªa el poder real en detrimento del Senado. Los primeros discursos del joven emperador se articulan en torno al concepto de clemencia, inspirados por su maestro. Y, en efecto, nos ha llegado un tratadito senequista de extra?a estructura titulado Sobre la clemencia, paralelo al De la rep¨²blica de Cicer¨®n pero acomodado a los tiempos del principado. Lo que en Cicer¨®n eran la separaci¨®n de instituciones y las virtudes republicanas de los ciudadanos, en S¨¦neca lo son la concentraci¨®n de poder y la virtud personal del emperador, en especial la clemencia, consistente en una autolimitaci¨®n voluntaria del poder absoluto: el rey del mundo debe ser antes rey de s¨ª mismo y saber contener sus pasiones.
Se volvi¨® un hombre de poder colaborador y posibilista, demasiado posibilista. No dimiti¨®, no se opuso abiertamente a las sevicias de su se?or
Los primeros cinco a?os de reinado de Ner¨®n fueron una edad de oro en Roma. No se conoce ninguna decisi¨®n de S¨¦neca, luego hay que imagin¨¢rselo despachando asuntos ordinarios y nombrando funcionarios. Todo se torci¨® cuando en el 60 el emperador orden¨® dar muerte a su propia madre y, emancipado de su educador y consejero, da rienda suelta a su personalidad psic¨®pata. El n¨²mero de asesinatos, desmesuras, depravaciones narcisistas y caprichos eg¨®latras narrados por T¨¢cito y Suetonio es sin cuento, como si en palacio se hubieran abierto las puertas del Hades. Y no es s¨®lo que S¨¦neca, fil¨®sofo de una ¨¦tica sublime, no la pusiera por obra en la corte; es que las fuentes nos muestran a un hombre de poder colaborador y posibilista, demasiado posibilista. No dimiti¨®, no se opuso abiertamente a las sevicias de su se?or. He aqu¨ª el peliagudo tema de las contradicciones entre el fil¨®sofo y el pol¨ªtico: su riqueza fabulosa; Apocolocintosis, su s¨¢tira a Claudio, a quien antes hab¨ªa elogiado en grado sonrojante; su justificaci¨®n del asesinato de Agripina ante el Senado.
Como poco, desconcertante.
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En el 62, Ner¨®n, despu¨¦s de matar a su esposa Octavia, casa con Popea y S¨¦neca le solicita por fin dejar sus cargos. Aunque la petici¨®n es denegada, se retira a sus villas y consagra sus ¨²ltimos tres a?os a la escritura.
Cuando S¨¦neca vuelve a tomar posesi¨®n de s¨ª mismo, ya no es el de C¨®rcega, donde fungi¨® de fil¨®sofo estoico que menospreciaba fr¨ªvolamente la vida y elogiaba la muerte. Ahora no: ha despertado a la conciencia del valor sagrado de lo humano. Escribe: ¡°El hombre es sagrado para el hombre¡±, poseedor de una excelencia distintiva que se expresa con la met¨¢fora de la condici¨®n divina del alma ¡ª¡±el alma es un dios que se hospeda en el cuerpo humano¡±¡ª y en la esperanza, extra?a a la escuela, de su inmortalidad. En su ¨²ltimo retiro, S¨¦neca se sacude la m¨¢scara de fil¨®sofo estoico y entra en su ¨²ltima y mejor vicisitud: la de sabio sin escuela.
En el g¨¦nero epistolar encuentra el pol¨ªtico retirado su elemento propio y compone una obra maestra de la literatura universal: Ep¨ªstolas a Lucilio. Ya antes hab¨ªa creado un estilo de fraseo r¨¢pido, entrecortado, epigram¨¢tico, que aspiraba a estar ¡°entero en lo poco¡±. Ahora el formato de la carta le invita adem¨¢s a mostrarse a s¨ª mismo en un tono confidencial, ¨ªntimo, propicio a la meditaci¨®n de la vivencia. En cada carta, por primera vez en la cultura, comparece la clara voz del alma humana. Dicho al modo senequista, con Ep¨ªstolas, S¨¦neca inventa el g¨¦nero del ensayo.
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En el 65 es abortada una conspiraci¨®n del senador Pis¨®n. No se sabe si S¨¦neca estaba implicado ¡ªyo creo que no¡ª, pero Ner¨®n ordena la muerte de su maestro, concedi¨¦ndole la gracia de que se la administre a s¨ª mismo. Entra el centuri¨®n en la casa de S¨¦neca, que estaba comiendo con su mujer y unos amigos, y le comunica la orden al fil¨®sofo. ¡°Este, sin inmutarse, pide las tablillas de su testamento; como el centuri¨®n se las niega, se vuelve a sus amigos y les declara que, dado que se le proh¨ªbe agradecerles su afecto, les lega lo ¨²nico, pero lo m¨¢s hermoso, que posee: la imagen de su vida¡±.
Esta frase de S¨¦neca (T¨¢cito, Anales XV), inmediatamente anterior a abrirse las venas, me conmovi¨® tanto cuando la le¨ª por primera vez que la tom¨¦ en pr¨¦stamo para t¨ªtulo de uno de mis libros: La imagen de tu vida (2017). No le fue permitido escribir uno de esos bellos discursos en los que hab¨ªa sido maestro consumado, as¨ª que hubo de dejar en legado la ejemplaridad sin palabras de su vida entera, recordada por la posteridad. Sin escamotear las contradicciones de sus etapas anteriores, la imagen p¨®stuma de S¨¦neca acaba por redimirlas, porque, vista en conjunto, proyecta el retrato de un sabio cuya riqu¨ªsima experiencia del mundo ¡ªlo tuvo todo en la vida, nada le fue negado¡ª no le impidi¨® seguir enamorado de su ideal, mejorarlo y confirmarlo con la serenidad de su muerte, en paz consigo mismo y con los dem¨¢s.
Resumen de la conferencia pronunciada por Javier Gom¨¢ Lanz¨®n en la Fundaci¨®n Juan March el 10 de octubre de 2023, primera del ciclo ¡®Estoicismo romano¡¯, en el que tambi¨¦n han participado Carlos Garc¨ªa Gual y David Hern¨¢ndez de la Fuente.
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