?Y si lo mejor para las fantas¨ªas sexuales es no dejarlas salir del armario jam¨¢s?
Antes de recrear en la realidad un territorio tan ¨ªntimo como el de la imaginaci¨®n, es importante hacerse una serie de preguntas
Tener sexo se ha convertido en lo mismo que rellenar un cuadernillo de ejercicios. Por alg¨²n motivo, sentimos que todos deber¨ªamos realizar una serie de pr¨¢cticas o juegos sexuales, y que, si no los hemos hecho, nos estamos perdiendo algo. ?Darse unos azotes? Hecho. ?Hacerlo en un lugar p¨²blico? Hecho. ?Un tr¨ªo? Estamos en ello¡ Muchos de estos pasatiempos son juegos sexuales que nos descubren las pel¨ªculas, que leemos en las revistas y que los amigos y conocidos a?aden a la lista de tareas pendientes. Pero otros no. Muchos provienen de nuestras propias fantas¨ªas sexuales. Esas que aparecen cuando buscamos placer a solas y nadie nos juzga. Esas que muchas veces no deber¨ªan pasar de ah¨ª.
A veces se nos olvida que las fantas¨ªas nacen en la imaginaci¨®n, y que, por mucho que el mundo se empe?e en decirnos que hay que llevar todas ellas a la realidad, no es algo necesario. ¡°Las fantas¨ªas sexuales son, como su propio nombre indica, fantas¨ªas o imaginaciones, enso?aciones¡ es decir, pertenecen al plano de lo irreal¡±, dice el sex¨®logo Fernando Villadangos. Y lo irreal no siempre resulta igual de bonito cuando lo pasamos al mundo real. En plata, no es lo mismo imaginar el sexo en grupo que tenerlo, ni las relaciones homosexuales son iguales en la mente que en la alcoba, por nombrar algunas de las m¨¢s comunes.
S¨ª, seg¨²n el libro Dime lo que quieres: la ciencia del deseo sexual, del pisc¨®logo Justin Lehmiller, tener sexo en grupo es una de las m¨¢s comunes. Sobre todo en el caso masculino. Respecto a las fantas¨ªas femeninas de las espa?olas escrib¨ªa la sex¨®loga Valerie Tasso en Confesiones sin verg¨¹enza, en el que destacaba algunas como el sexo con desconocidos, las relaciones homosexuales o tener sexo en p¨²blico.
Cuidado con las palabras: la fantas¨ªa no es un deseo
En este punto, lo m¨¢s normal es plantear una razonable objeci¨®n: hay experiencias, sobre todo las que nos cuentan nuestros amigos con un par de copas, que parecen haber sido realmente buenas. Descartarlas sin m¨¢s no parece lo m¨¢s prudente. Y es cierto. Pero tambi¨¦n lo es que la misma prudencia aconseja definir bien c¨®mo acertar con las que s¨ª hay que poner en cuarentena.
Lo primero es distinguir entre deseo sexual y fantas¨ªa, que no son lo mismo. ¡°El deseo sexual es algo que tengo en mente y me apetece llevar a cabo, por ejemplo, tener relaciones en la playa o probar juguetes. La fantas¨ªa, en cambio, son esos escenarios que nos imaginamos, pero que no nos gustar¨ªan tanto si salieran de nuestra mente¡±, aclara la sex¨®loga Leticia Garc¨ªa. Confundir estos t¨¦rminos es el inicio de todos los problemas, pero esta definici¨®n tampoco despeja todas las dudas. Un ejemplo lo ilustra mejor. ¡°Recuerdo el caso de un hombre que le excitaba mucho imaginar que insultaba verbalmente a su pareja durante el sexo. Cuando lo propuso y su pareja acept¨®, lo realizaron y fue un fracaso completo porque se empez¨® a sentir muy mal. Se dieron cuenta de que era mejor devolverlo al terreno privado de su imaginaci¨®n¡±, revela Villadangos.
Lo que sucede es que, por norma general, las fantas¨ªas sexuales est¨¢n estrechamente relacionadas con ¡°lo prohibido, lo extra?o o lo que nunca har¨ªamos¡±, insiste Villadongos. Y la carga de ¡°transgresi¨®n¡± funciona bien en nuestra mente, pero en la vida real no es f¨¢cil de gestionar. Es como desear discutir con tu jefe y quedarse tan a gusto. En la imaginaci¨®n el desahogo es total, pero cuando se presenta una situaci¨®n similar, el resultado suele ser desagradable. Para m¨¢s inri, suele tener consecuencias no siempre f¨¢ciles de prever. Hay que pens¨¢rselo muy bien y no dejar que una fantas¨ªa acabe por definirnos como personas. Un ejemplo claro son aquellas en las que una persona es sometida. En la mente funciona porque nos libera de culpas, de prejuicios, cuando es evidente en la vida real no tendr¨ªa nada que ver.
¡°El principal problema es la confusi¨®n. Atend¨ª hace poco a una mujer que estaba a punto de casarse, pero ten¨ªa fantas¨ªas sexuales con mujeres mientras se masturbaba o hac¨ªa el amor con su novio. Vino a consulta porque tem¨ªa ser una ¡®lesbiana reprimida¡¯ y estuvo a punto de no casarse por esta idea¡±, vuelve a ejemplificar Villadangos. No lo era.
Una decisi¨®n para perder el control
Vale, tengo claro que lo que quiero llevar a cabo es un deseo sexual y no una mera fantas¨ªa. Que ese juego me excitar¨ªa seguro. Pero no deja de ser algo que, por el momento, solo hemos visualizado en nuestra mente. ?Saldr¨ªa igual en la realidad? No es lo mismo la idea de org¨ªa que puedo tener de las pel¨ªculas, con cuerpos de modelos, que estar en mitad de una sesi¨®n en sexo en grupo con cuerpos reales, que sudan, que suenan, que se mezclan a veces de forma m¨¢s torpe que coordinada... No. Por eso hay que hacer el ejercicio de darle realismo a la imaginaci¨®n.
Pensando en el sexo en la playa, por ejemplo. ¡°Si probamos puede que nos demos cuenta de que la arena no ayuda, que introducir pene en vagina dentro del agua no es tan f¨¢cil como parece, que est¨¢s m¨¢s pendiente de las algas y el salitre de la toalla que de disfrutar...¡±. Es importante visualizar ese deseo con todo lo que puede salir bien y todo lo que puede salir mal, para hacer balanza antes de actuar. Al menos, para que no nos coja desprevenidos.
Tampoco hay que tom¨¢rselo demasiado en serio. ¡°La clave de que las fantas¨ªas sexuales funcionen es sentirse bien y no forzar las cosas¡±, dice Fernando Villadangos. Pero, parad¨®jicamente, para que la cosa fluya lo mejor posible es no improvisar. ¡°En nuestro imaginario puedo controlar c¨®mo quiero que sucedan las cosas y qu¨¦ placer me va a reportar¡±. Para nuestra desgracia, en la vida real, ¡°solo tengo el control de lo que yo hago, no de lo que hace mi amante¡±, seg¨²n Garc¨ªa. As¨ª, comunicar bien este deseo sexual y ver qu¨¦ nos puede suponer a ambos es la mejor herramienta para que el gusto final sea de placer y diversi¨®n, y no de frustraci¨®n y tristeza.
Villadangos insiste en esta idea. ¡°Lo que te excita a ti, puede dejar fr¨ªa a tu pareja o incluso rechazarlo como algo impropio. Es importante hablarlo juntos y decidir si nos apetece realizarlo o simplemente hablarlo¡±, propone el sex¨®logo. De hecho, parece que no siempre hay acuerdo entre hombres y mujeres, sobre todo en parejas heterosexuales, y algunos estudios hablan de que hombres y mujeres tienen diferentes fantas¨ªas, pero tambi¨¦n que ellos suelen comunicarlas m¨¢s a menudo.
Lejos de enfriar la situaci¨®n, compartir este deseo antes de llevarlo a cabo puede resultar muy excitante si comenzamos imaginando todo lo que podr¨ªa salir genial. Al final ese es el objetivo. Pasarlo bien juntos. ¡°Much¨ªsimas parejas aprovechan sus fantas¨ªas sexuales para mejorar la calidad de su vida sexual. Pueden jugar con ellas, compartirlas y decidir hasta d¨®nde llegar¡±. Porque en este caso, los l¨ªmites no los pone nuestra imaginaci¨®n, sino nuestro consenso en pareja.
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