C¨®mo se disfraza la forma m¨¢s sutil de chantaje emocional, y qu¨¦ hay que hacer para desnudarla
Las v¨ªctimas solo ven seducci¨®n, y no son conscientes del peligro hasta que ya han cedido el control de su voluntad. Pero tiene remedio
Lo ¨²nico ficticio de esta historia sobre el chantaje emocional de Lorenzo es el nombre. Todo lo dem¨¢s es cierto, y resume c¨®mo act¨²an los chantajistas de su tipo. En su caso, su pareja se llamaba Bego?a. A los 15 a?os comenz¨® una relaci¨®n con Lorenzo que se alarg¨® durante una d¨¦cada y ha dejado huella: ¡°Me hac¨ªa sentir peque?ita y actuaba de un modo siempre beneficioso para ¨¦l, pero haci¨¦ndome creer que era yo la que sal¨ªa beneficiada¡±. Afortunadamente, Lorenzo comparte psicolog¨ªa y t¨¦cnicas con otros como ¨¦l y esta historia es la de c¨®mo se detectan y anulan sus malas artes.
El control de Lorenzo sobre Bego?a estaba basado en dos cosas que no se rechazan a las primeras de cambio: promesas y buenas palabras. Por ejemplo, si ella organizaba un viaje con sus amigas, ¨¦l se descolgaba poco despu¨¦s con planes para ambos que casualmente les ocupar¨ªan las mismas fechas. Cuando Bego?a se disgustaba, llegaba la compensaci¨®n en forma de zalamer¨ªa: ¡°Me dec¨ªa que es que no quer¨ªa perderme, que me adoraba y no quer¨ªa que me fuera de su lado¡¡±. Siempre dec¨ªa que estar¨ªa a su lado para siempre, que era el amor de su vida e, incluso, que dar¨ªa la vida por ella. Y ella lo dejaba todo por ¨¦l. Una y otra vez.
Muchas de esas veces me mandaba flores al trabajo, y creo que ahora odio las rosas rojas porque me recuerdan a aquello
Por si eso no era suficiente, los regalos hac¨ªan su parte. ¡°Muchas veces desaparec¨ªa fines de semana enteros y luego me hac¨ªa un regalo. Empec¨¦ a sospechar que me era infiel y, tras cada una de las discusiones que manten¨ªamos sobre eso, tambi¨¦n me regalaba cosas¡±, recuerda Bego?a. ¡°Empec¨¦ a saber cu¨¢l era un regalo porque s¨ª y cu¨¢l era un regalo de arrepentimiento¡±, a?ade. No eran humildes detalles ni d¨¢divas discretas; despu¨¦s de la primera vez en la que detect¨® que su pareja pod¨ªa estar enga?¨¢ndola, trat¨® de compensarle con un espl¨¦ndido viaje a Par¨ªs. ¡°Nunca reconoc¨ªa que lo que me regalaba era por la discusi¨®n que hab¨ªamos tenido ni para pedirme perd¨®n, simplemente aparec¨ªa con un regalo. Muchas de esas veces me mandaba flores al trabajo, y creo que ahora odio las rosas rojas porque me recuerdan a aquello¡±, relata.
Regalos, promesas y otras t¨¦cnicas para anularte
Parece una conducta exagerada, pero es habitual en la variante de chantajista de las emociones que se conoce como ¡®seductor¡¯, que, seg¨²n los expertos, es el que m¨¢s cuesta detectar. Existen otros tipos, con t¨¦cnicas m¨¢s previsibles. Por ejemplo, los castigadores tratan de doblegar a la v¨ªctima a trav¨¦s de enfados y castigos. Los autocastigadores, por su parte, son aquellos que amenazan con infligirse a s¨ª mismos un da?o si no obtienen el bien deseado ¡ªaqu¨ª entrar¨ªan aquellos que han pronunciado a veces con ligereza la expresi¨®n ¡°si me dejas, me mato¡±¡ª, y tambi¨¦n est¨¢n los silenciosos, que utilizan el silencio para lograr que su v¨ªctima se sienta verdaderamente inc¨®moda.
C¨®mo detectar a un manipulador y desarmar sus intrigas
El sistema operativo del chantajista seductor es complejo, y pasa por acceder al inconsciente de sus v¨ªctimas y prometerles que satisfar¨¢n sus deseos m¨¢s ¨ªntimos, anhelos del calibre del amor eterno. ¡°A trav¨¦s del chantaje van a intentar conseguir sus objetivos, esa forma de adularte busca que te sientas muy querido y cuidado. Los regalos siempre son un caramelito, es dif¨ªcil ponerse a la defensiva cuando se recibe un regalo, pero ellos nunca los entregan gratis, siempre van a querer algo a cambio: que les correspondas, que no les abandones, controlarte¡¡±, dice la psic¨®loga cl¨ªnica Lara Ferreiro, de El Prado Psic¨®logos. Y advierte de que hay que prestar mucha atenci¨®n a estas actitudes, pues a veces son el comienzo de una relaci¨®n de maltrato psicol¨®gico.
Al principio de la relaci¨®n dec¨ªa que me apoyaba, pero cuando consegu¨ª un buen puesto de trabajo acab¨® por soltarme frases tan terribles como que yo era una ¡®snob¡¯ de aeropuerto y gimnasio
Ante la duda, hay que evaluar las promesas para determinar si son vac¨ªas, y cerciorarse muy bien de que la adulaci¨®n no se convierte en un trato nocivo. ¡°Al principio de la relaci¨®n ¨¦l dec¨ªa que me apoyaba en mis cosas, pero cuando acab¨¦ la carrera y consegu¨ª un buen puesto en una editorial, en el que ten¨ªa que viajar muy a menudo, acab¨® por soltarme frases tan terribles como que yo era una ¡®snob¡¯ de aeropuerto y gimnasio¡±, recuerda Bego?a. Este cambio de las palabras dulces a la ira tiene su explicaci¨®n. Ferreiro subraya que los chantajistas emocionales seductores despliegan sus encantos y sus estratagemas hasta que advierten que su v¨ªctima ha ca¨ªdo en la trampa: ¡°Cuando ya sienten que est¨¢s enamorada y hay un v¨ªnculo fuerte esas promesas pueden evaporarse, t¨² piensas que la persona es as¨ª, pero luego eso desaparece. Son lobos con piel de cordero¡±.
La sutileza y el hecho de que se esconda bajo elementos aparentemente positivos, como son los regalos y las promesas, ciertamente convierte a este tipo de chantaje emocional en un arma de manipulaci¨®n muy refinada (no es la ¨²nica), pero hay una serie de se?ales que pueden ayudar a que las alarmas salten a tiempo. Por ejemplo, sentir culpa frecuentemente y hacer cosas que no queremos con el fin de que disminuya este sentimiento. ¡°Para que no salgas por tu cuenta te pueden decir ¡®me encuentro mal, pero no te preocupes, t¨² vete con tus amigos, que ya me quedo yo aqu¨ª solo¡¡±, apunta la psic¨®loga.
Otra de sus t¨¢cticas es la del aislamiento progresivo mediante la cr¨ªtica al entorno, algo que conoce bien Bego?a: ¡°Siempre intentaba ponerme en contra de los amigos que me advert¨ªan de su forma de ser. No quer¨ªa que tuviera a mi alrededor gente que pudiera trastocar sus planes. Dec¨ªa de ellos que eran unos metomentodo, unos cotillas¡¡±. Por ¨²ltimo, del mismo modo que los chantajistas silenciosos, es frecuente que empleen lo que los expertos llaman un silencio congelado o castigo de silencio, con el que castigan a su v¨ªctima cuando esta les anuncia una decisi¨®n que puede entorpecer sus planes. Pero hay que hablar para romper la din¨¢mica, y con mucha claridad.
Si te proponen hacer tu trabajo, sube la guardia
Las relaciones de pareja son un campo abonado para este chantaje emocional, pero que no te hayas topado con ellos en este contexto no significa que est¨¦s a salvo. Pueden actuar en otros universos, como en el de hijos de padres separados. Los progenitores, tras una separaci¨®n o el divorcio, con frecuencia entran en liza y quieren granjearse el afecto de sus hijos y que estos les apoyen m¨¢s a ellos que a su expareja. ¡°Es habitual, y yo lo veo en consulta, que un padre, por ejemplo, compre el silencio de sus hijos con regalos para que estos no le digan a su madre que ha empezado una relaci¨®n con una persona nueva¡±, revela Ferreiro.
As¨ª es el divorcio ideal en un matrimonio con hijos
Las oficinas (y tiendas, talleres, f¨¢bricas...) tambi¨¦n son testigos de c¨®mo urden sus planes estos expertos del chantaje. En este caso, el regalo envenenado viene en forma de ayuda con la carga laboral, pero lo m¨¢s aconsejable es que lo rechacemos si no estamos dispuestos a otorgar la contraprestaci¨®n que pensamos que pedir¨¢ despu¨¦s. Si no entramos en el juego, es relativamente sencillo ponerle l¨ªmites a este tipo de chantaje y las t¨¦cnicas para mantener a raya a un chantajista emocional son siempre las mismas, independientemente de que sea nuestra pareja, nuestro amigo, compa?ero o familiar.
En el momento de poner los l¨ªmites y rechazar el regalo, es importante no olvidar nuestros objetivos a pesar de la verborrea incesante que el chantajista puede llegar a desplegar. Para eso es recomendable emplear el llamado ¡®banco de niebla¡¯, por el cual le comunicamos que entendemos c¨®mo se siente, pero que no vamos a permitir las actitudes que venimos viendo en ¨¦l, o tambi¨¦n la t¨¦cnica del ¡®disco rayado¡¯, por la que repetiremos siempre el mismo discurso ante el chantajista. ¡°Podemos decirle que est¨¢ muy bien que nos compren un bolso, pero que no por ello vamos a hacer determinada cosa o a perdonarles una falta. Se trata de descubrirles de un modo elegante¡±, concluye la terapeuta.
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