¡°S¨¦ c¨®mo te sientes¡±, la frase que m¨¢s dicen quienes menos te comprenden
Si buscas un hombro sobre el que llorar, mejor que sea uno que tire m¨¢s de empat¨ªa que de experiencias pasadas
Hoy no es el d¨ªa de suerte para un perjudicado por el mal de amores. Su pareja acaba de confesar que le es infiel hace tiempo. Le ha dejado en shock. Cuando por fin reacciona, llama a un amigo. ¡°S¨¦ c¨®mo te sientes, yo pas¨¦ por eso con mi primera novia¡±, le dice. El malestar se incrementa de repente, y aflora un inesperado impulso de despotricar contra el mundo. Quiere mandar a su interlocutor a paseo. Y, sin embargo, el comentario pretend¨ªa hacerle sentir mejor. ?Se ha convertido en un desagradecido?
Probablemente no. ¡°S¨¦ como te sientes¡± es una frase que suele funcionar al contrario de lo que se piensan quienes la usan, un error que todos hemos pronunciado en alg¨²n momento de la vida. Posiblemente el tipo de la an¨¦cdota tan solo necesitaba desahogarse, sentirse escuchado, solo hab¨ªa que regalarle un ¡°cu¨¢nto lo siento¡± o un ¡°vaya faena¡±, incluso un silencio hubiera sido una buena respuesta. Es comprensible que no le aliviara que su amigo se pusiera en modo protagonista.
Clara Selva, investigadora y profesora responsable del Practicum de Psicolog¨ªa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica que ¡°la capacidad emp¨¢tica existe en todas las personas en un mayor o menor grado, puesto que tiene una base gen¨¦tica subyacente¡±. Se refiere a las neuronas espejo, que nos permiten captar e imitar los estados emocionales de nuestros semejantes. ¡°Este regalo biol¨®gico, al combinarse con la socializaci¨®n y otros factores contextuales y ambientales, puede incrementar nuestras conductas prosociales¡±, afirma la doctora en psicolog¨ªa social. Cuando lo hace, la reacci¨®n hacia el amigo al que han sido infiel tiende a ser hacerle saber que estamos ah¨ª para lo que necesite, o sencillamente darle un abrazo, que viene a ser lo mismo. Sin embargo, determinados rasgos de la personalidad pueden marchitar la empat¨ªa, y entre ellos el narcisismo se lleva la palma.
Seg¨²n un estudio del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas alem¨¢n, el narcisismo nubla la capacidad emp¨¢tica especialmente cuando el narcisista est¨¢ atravesando un buen momento y disfruta de experiencias agradables. La explicaci¨®n de la psicolog¨ªa est¨¢ en que al evaluar el mundo que nos rodea utilizamos nuestra propia experiencia como patr¨®n y proyectamos en los dem¨¢s nuestro estado emocional. Este proceso tiende a minimizar el malestar de quien nos est¨¢ contando su desgracia, y es por eso que el divorciado que tiene algo de egoc¨¦ntrico y est¨¢ en el mejor momento de su vida ser¨¢ un p¨¦simo interlocutor para quien acaba de iniciar un traum¨¢tico proceso de divorcio. Parad¨®jicamente, cualquier otro escuchante, a poder ser que ni siquiera haya pasado por su experiencia, ser¨¢ un apoyo mucho mejor.
Siete rasgos del narcisismo que un narcisista nunca admitir¨ªa
En el fondo, lo que sucede es que ¡°a una persona narcisista le importar¨¢ poco c¨®mo se sienta el otro aunque sea capaz de imaginarse por lo que est¨¢ pasando. Ocurre lo mismo con quienes tienen un perfil m¨¢s psicop¨¢tico, que lo que hacen es utilizar la interacci¨®n social en su beneficio¡±, recuerda Vanessa Fern¨¢ndez, profesora de Psicolog¨ªa de la Universidad Complutense y terapeuta en Terapeutas Alcal¨¢.
La experiencia no es la mejor consejera
La tendencia a ser siempre el centro de atenci¨®n no es la ¨²nica raz¨®n por la que en ocasiones el ¡°s¨¦ como te sientes¡± no ayuda en absoluto. Tambi¨¦n es posible que realmente no tengamos la menor idea de c¨®mo se siente la otra persona. Lo comprobaron los investigadores Klaus Scherer y Agnes Moors cuando preguntaron a m¨¢s de 3.000 adultos c¨®mo se sentir¨ªan si estuvieran en una fiesta y, casualmente, escucharan a dos amigos hablando mal de ellos. Entre los encuestados hubo quien respondi¨® que se enfadar¨ªa mientras otros se inclinaban por otras emociones, como el desprecio, la decepci¨®n, la culpa, la tristeza y la verg¨¹enza. Es decir, que el hecho de que vivamos una misma situaci¨®n no significa que reaccionemos ante ella de la misma manera.
Este fue precisamente el hallazgo de una reciente investigaci¨®n, cuyos resultados sorprendieron a sus propios art¨ªfices: resulta que la similitud en las experiencias complicadas puede inhibir en lugar de aumentar nuestra comprensi¨®n de las emociones ajenas. Aquellos participantes que no hab¨ªan pasado por la misma situaci¨®n que quienes relataban su vivencia ten¨ªan mucha m¨¢s habilidad a la hora de imaginar qu¨¦ emociones estaban sintiendo los afectados. Seg¨²n la profesora de la UOC, esto se explica porque haber tenido la misma experiencia hace que tendamos a recrear la propia vivencia, de forma que evaluamos de forma imprecisa la del otro.
Y ah¨ª no queda todo. Parece que nos distanciamos a¨²n m¨¢s de lo que pueda estar pas¨¢ndole a la otra persona si fuimos capaces de superar esa experiencia complicada con ¨¦xito. Un estudio recogido por la Asociaci¨®n Americana de Psicolog¨ªa lo refleja en la respuesta de los entrevistados que escucharon la historia de un tipo que dijo haberse estrenado como camello en el mundo de la droga tras un largo periodo de desempleo. Quienes hab¨ªan pasado por el paro pero finalmente hab¨ªan encontrado trabajo se mostraron mucho menos comprensivos que los dem¨¢s.
¡°A medida que se va superando una situaci¨®n complicada, las personas son m¨¢s conscientes de que, para salir de esa situaci¨®n, ha sido determinante su responsabilizaci¨®n en la forma de afrontar las dificultades, la forma de pensar, las emociones y, por supuesto, la conducta que se elige tener¡±, se?ala el psic¨®logo Luis ?ngel Romero, del Colegio Oficial de la Psicolog¨ªa de Castilla y Le¨®n. Es decir, que el sentirse agente y no v¨ªctima de la situaci¨®n puede tener como contraprestaci¨®n mayores dificultades para empatizar con aquellas personas que sufren esa situaci¨®n y no se responsabilizan de ella, explica Romero. Algo as¨ª como ¡°si yo pude hacerlo, ?por qu¨¦ t¨² no?¡±. Otra frase que no es, precisamente, un ejemplo de empat¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.