Cuando ¡®Los quincheros¡¯ inauguraron la Copa del Mundo
Hace medio siglo, y con extremas medidas de seguridad, Chile fue representado por el grupo musical en Alemania ¡®74. Una ceremonia inolvidable en medio de la guerra fr¨ªa y los primeros meses de la dictadura de Pinochet
La polic¨ªa alemana despleg¨® sus mejores esfuerzos el 13 de junio de 1974, el d¨ªa de la inauguraci¨®n de la Copa. En la d¨¦cada de los setenta, consolidado el milagro econ¨®mico y en plena guerra fr¨ªa, los germanos decidieron mostrar su renovada imagen al mundo organizando consecutivamente los Juegos Ol¨ªmpicos y el Mundial de F¨²tbol.
Las cosas no salieron bien en Munich ¡®72, cuando el grupo terrorista Septiembre Negro -con ayuda de comandos neonazis- abatieron a 11 integrantes de la delegaci¨®n israel¨ª. La operaci¨®n de rescate planificada por el ej¨¦rcito result¨® a¨²n peor, lo que acrecent¨® los temores dos a?os despu¨¦s, con motivo de la Copa del Mundo.
Dos eran las preocupaciones centrales de los organizadores. La presencia de Alemania Oriental y la delegaci¨®n de Chile, que supon¨ªa manifestaciones p¨²blicas en contra del Golpe de Estado. Para facilitar su seguridad, el seleccionado fue confinado a un castillo en Berl¨ªn, ciudad que ser¨ªa sede de sus tres partidos. Sobre las murallas, los alambres de p¨²as dejaban en claro que era territorio inexpugnable, algo ins¨®lito para una delegaci¨®n deportiva, pero justificado: pocos d¨ªas antes, una bomba en el consulado chileno hab¨ªa sido desactivada.
En medio de ese clima, quedaba todav¨ªa un punto conflictivo para los temerosos anfitriones: la ceremonia inaugural, que contemplaba la presentaci¨®n art¨ªstica de delegaciones de los diecis¨¦is pa¨ªses participantes. Tras los discursos de rigor, la irrupci¨®n de miles de ni?os que formar¨ªan en la cancha el s¨ªmbolo del Mundial y el ingreso de Pel¨¦ y Uwe Seeler para entregar el flamante nuevo trofeo del certamen -obra del italiano Silvio Gazzaniga y que reemplazaba a la Copa Jules Rimet, que hab¨ªa quedado en poder del tricampe¨®n Brasil- cada uno de los gigantescos balones dispuestos sobre el c¨¦sped del Waldstadion de Frankfurt se abrir¨ªa para mostrar lo mejor del folclore de cada naci¨®n.
El problema era que en representaci¨®n de Chile fueron designados Los Huasos Quincheros, grupo tradicional de tonadas y cuecas que hab¨ªa tomado partido decididamente por el Gobierno del general Augusto Pinochet. Seg¨²n al libro de memorias del conjunto, en una gira previa por Europa, hab¨ªan sido asaltados y agredidos en Alemania por exiliados chilenos y manifestantes locales, debiendo huir dejando tras de s¨ª todos sus equipos destruidos.
Germ¨¢n Becker, organizador de espect¨¢culos masivos en el f¨²tbol chileno y mentor de los cl¨¢sicos universitarios, fue designado por la Junta Militar para dise?ar la presentaci¨®n, que deb¨ªa mostrar ¡°la cara de Chile¡± ante millones de espectadores.
Becker, en su libro De memoria, escribe lo siguiente: ¡°Eleg¨ª a los Quincheros, Carmen Drago, Jorge Moncayo, Albero Rey y Ricardo Palma. El primer d¨ªa de ensayo en el estadio de Frankfurt, quedamos muy mal impresionados de la polic¨ªa que nos proteg¨ªa. Vestidos al lote, pelos largos, melenas que sobresal¨ªan de la gorra. Un desastre. Toda la imagen prusiana que uno tiene de los alemanes se hab¨ªa evaporado. Una forma bastante ordinaria de entender la democracia. Terminado el ensayo (entre par¨¦ntesis, a m¨ª todos me hablaban en alem¨¢n, por mi apellido, sin que yo entendiera ni una palabra) form¨¦ a toda la compa?¨ªa, hombres y mujeres, y mientras tarare¨¢bamos la marcha Radetzky, marchamos haciendo paso regular. La polic¨ªa nos miraba. Satisfechos, nos dirigimos al bus. Al otro d¨ªa, antes de comenzar la pr¨¢ctica, la polic¨ªa se form¨® y nos hicieron el paso de ganso. ?Est¨¢bamos rescatando a los alemanes!¡±.
Los Quincheros -encabezados por Benjam¨ªn Mackenna- interpretaron Chiu Chiu, el Cocoroc¨® y Viejo Preg¨®n, haciendo adem¨¢s un gui?o con La jardinera, de Violeta Parra. Hubo cuecas y un tema mapuche. La transmisi¨®n, al inicio del espect¨¢culo, mostr¨® la bandera italiana, en un error impropio del rigor televisivo teut¨®n, lo que tambi¨¦n habr¨ªa desencantado a Becker.
No se registraron incidentes, aunque sorprendi¨® que en el turno de Escocia, representada por 19 oficiales de la banda de m¨²sica de la polic¨ªa de Glasgow con sus respectivos kilts y gaitas, el piso de la pelota estaba cubierto de orines. Mucha espera y cerveza para otra instituci¨®n que habr¨ªa necesitado de la mano disciplinada de los chilenos.
Terminado el sopor¨ªfero acto, bajo una tenue lluvia, Brasil y Yugoslavia dieron el puntapi¨¦ inicial a la Copa del Mundo que ganar¨ªan los locales, con el estreno de la Naranja Mec¨¢nica neerlandesa y el debut de las tarjetas rojas. La primera le ser¨ªa mostrada al delantero chileno Carlos Caszely.
La polic¨ªa germana custodi¨® f¨¦rreamente al plantel dirigido por Luis ?lamos ¨Cquien enferm¨® severamente durante el certamen, debiendo ser asistido cl¨ªnicamente durante los partidos¨C y apenas marc¨® un gol, obra de Sergio Ahumada.
La ¨²nica victoria, a la postre, fue la de la compa?¨ªa de Germ¨¢n Becker y Los Huasos Quincheros.
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