Los ¨¢rboles se toman su revancha en las librer¨ªas
Las obras literarias y de divulgaci¨®n sobre la naturaleza y los bosques se multiplican
Los ¨¢rboles han regalado millones de libros a la humanidad. Y ahora est¨¢n recuperando el espacio que cedieron. Aunque el papel se invent¨® en China hace casi dos milenios, el uso masivo de la madera para fabricar pulpa de celulosa no se generaliz¨® hasta la revoluci¨®n industrial a finales del siglo XIX. Antes se utilizaban otros materiales naturales como el lino o el c¨¢?amo: entonces los libros se apoderaron de los ¨¢rboles. Millones y millones de ejemplares han sido cultivados y cortados para producir hojas, aunque cada vez m¨¢s se recurre al papel reciclado. La difusi¨®n masiva de la cultura escrita es una de las muchas contribuciones de los ¨¢rboles a la humanidad.
En los ¨²ltimos a?os, los libros ¨Cen forma de ensayos o novelas, de vol¨²menes ilustrados o de peque?o formato¨C han comenzado a pagar su deuda con los ¨¢rboles, convertidos en los guardianes del planeta ante el cambio clim¨¢tico. Muchas editoriales se han volcado en un g¨¦nero llamado ¡°escritura sobre la naturaleza¡±, en el que los ¨¢rboles ocupan un papel esencial. Resulta imposible resumir todas las obras sobre bosques publicadas en los ¨²ltimos tiempos, pero aqu¨ª va una peque?a selecci¨®n.
Richards Powers. El clamor de los bosques. Traducci¨®n de Teresa Lanero. Alianza Editorial
El escritor estadounidense Richard Powers gan¨® el premio Pulitzer y el Man Booker Prize con El clamor de los bosques, una monumental novela, que relata la historia de nueve personas y su relaci¨®n con los ¨¢rboles. Es un libro que tiene de todo: aventuras (de ecologistas que luchan para que no se corten ¨¢rboles gigantes para su explotaci¨®n forestal), historia, ciencia, amor, carreteras. En cierta medida, narra la historia de Estados Unidos a trav¨¦s de sus ¨¢rboles. La primera historia que relata es tal vez la m¨¢s impresionante y evocadora: arranca con un joven emigrante europeo que llega a Brooklyn y recoge una casta?a, que a lo largo del relato se convertir¨¢ en un ¨¢rbol plantado en el oeste del pa¨ªs y que acompa?ar¨¢ a su familia durante generaciones. Pocas veces la literatura ha logrado reflejar de una forma tan bella la tozudez y la longevidad de los ¨¢rboles, pero tambi¨¦n su fragilidad.
Eduardo Barba. El jard¨ªn del Prado. Un paseo bot¨¢nico por las obras de los grandes maestros. Espasa Calpe
No se trata de un libro solo de ¨¢rboles, sino tambi¨¦n de plantas; concretamente de las que aparecen en las obras m¨¢s significativas del Museo del Prado de Madrid. El ensayo es una maravilla para los amantes de la pintura y de los ¨¢rboles. Uno de los cap¨ªtulos est¨¢ dedicado a El Bosco y a uno de los ¨¢rboles m¨¢s misteriosos y extraordinarios que sobreviven en Espa?a, el drago de las islas Canarias. Eduardo Barba, jardinero y ense?ante, es un sabio de las plantas, sobre todo de los ¨¢rboles. En el cap¨ªtulo dedicado a El Jard¨ªn de las delicias, hace un repaso por los diferentes jardines bot¨¢nicos que le han impactado a lo largo de su vida ¨CLeiden, Berl¨ªn, Pisa, Padua, Florencia, Madrid con su olmo del C¨¢ucaso, Cambridge o Amsterdam¨C y recuerda los meses que pas¨® estudiando plantas en Tenerife, entre ellas el drago, que describe ¡°como una aut¨¦ntica monta?a vegetal al pie de otras monta?as¡±. En El jard¨ªn de las delicias aparece uno de aquellos supervivientes de la prehistoria vegetal, que El Bosco seguramente conoci¨® a trav¨¦s de un grabado, puesto que los intercambios del norte de Europa con Canarias eran muy frecuentes.
Joaqu¨ªn Ara¨²jo. Los ¨¢rboles que te ense?ar¨¢n a ver el bosque. Pr¨®logo de Manuel Rivas. Ilustraciones de Xavier Macpherson. Cr¨ªtica
Para varias generaciones de espa?oles, una voz queda identificada con un profundo amor y conocimiento de la naturaleza: la de Joaqu¨ªn Ara¨²jo, bi¨®logo, divulgador y hombre de letras. Este libro es una mezcla de biograf¨ªa, de manifiesto ecologista y una lecci¨®n sobre el medio natural. Pero, por encima de todo, es un canto de amor a los ¨¢rboles, al papel que tienen en nuestra vida y en nuestro entorno, al bien que nos hacen. Preguntado Ara¨²jo sobre si una persona puede llegar a mantener una amistad con un ¨¢rbol, no duda un segundo en responder: ¡°Naturalmente¡±. ¡°El ¨¢rbol es el mejor amigo de la humanidad. No hay nada parecido¡±, explica. De eso va este ensayo: de los robles y de las encinas que nos convierten en seres humanos.
Jean Hegland. En el coraz¨®n del bosque. Traducci¨®n de R. M. Bassols. Errata naturae
La escritora estadounidense Jean Hegland naci¨® en un rinc¨®n remoto entre los estados de Washington y Idaho, en el lejano oeste de EE UU. Se trata del territorio de los ¨¢rboles m¨¢s grandes del mundo, las inmensas secuoyas, aut¨¦nticos rascacielos de madera.
Esta tierra boscosa y salvaje tiene una presencia importante en su primera novela, En el coraz¨®n del bosque. Relata la historia de dos adolescentes que encuentran su verdadera vida entre los ¨¢rboles.
Reidar M¨¹ller. Aullando en los bosques. En busca del lobo gris. Traducci¨®n de Lotte Katrine Tollefsen. Lumen
Si existe un lugar en Europa en el que los bosques sigan teniendo un espacio primordial en la imaginaci¨®n y en el paisaje, ese es Noruega. En este precioso libro, el periodista y naturalista Reidar M¨¹ller narra no solo historias de los bosques y ¨¢rboles que le rodean, con ejemplares tan viejos que estaban vivos cuando los vikingos rondaban el mundo; sino de uno de sus habitantes m¨¢s fascinantes, temidos y admirados: los lobos. Aprende a seguir sus rastros y, a trav¨¦s de ellos, sumerge al lector en los espacios inmensos de los bosques boreales.
Francis Hall¨¦. Alegato por el ¨¢rbol. Traducci¨®n de Lander Renteria. Libros del JataLa vida de los ¨¢rboles. Traducci¨®n de Cristina Zelich. Gustavo Gili
Desde hace m¨¢s de medio siglo, Francis Hall¨¦ (Seine Port, 1938) recorre el mundo estudiando, clasificando y relatando diferentes especies de ¨¢rboles. Es uno de los pioneros de los movimientos ecologistas en Europa, un cient¨ªfico de reconocido prestigio internacional y, adem¨¢s, un ameno narrador. Publicado originalmente en 2005 en franc¨¦s, y rescatado recientemente por la editorial bilba¨ªna especializada en naturaleza Libros del Jata, Alegato por el ¨¢rbol es un compendio de saberes sobre estos gigantes de la naturaleza. No es solo un libro cient¨ªfico, sino tambi¨¦n una obra dedicada a describir la importancia que esos ecosistemas forestales tienen en nuestro imaginario y en nuestra vida. La editorial Gustavo Gili public¨® recientemente un delicioso librillo de Hall¨¦, La vida de los ¨¢rboles, que recoge una conferencia que dict¨® y el coloquio posterior.
Su lectura es una perfecta introducci¨®n al mundo de los ¨¢rboles, porque habla de los escritores que los amaban o detestaban, de sus peculiaridades o de sus edades ¨Clos Pinus longaeva californianos tienen 5.000 a?os, esto es, ya estaban ah¨ª cuando los faraones pisaban la tierra, pero el r¨¦cord lo ostenta un ¨¢rbol de Tastamia que alcanza los 43.000 a?os, cuando el Homo sapiens acababa de llegar a Europa¨C. Es muy interesante lo que dice sobre la capacidad de los ¨¢rboles para comunicarse entre ellos, que es precisamente una de las subtramas del libro de Richard Powers.
Jonathan Drori (Texto) y Lucille Clerc (Ilustraciones). La vuelta al mundo en 80 ¨¢rboles. Traducci¨®n de Cristina Rodr¨ªguez Fisher. Blume
Este recorrido del planeta a trav¨¦s de 80 ¨¢rboles es una preciosidad, no solo por los textos, sino tambi¨¦n las ilustraciones que representan los ¨¢rboles pero tambi¨¦n sus frutos, sus hojas, sus habitantes animales, sus paisajes y sus paisanajes¡ Despu¨¦s de leerlo, resulta imposible no sentirse atado a esas maravillosas criaturas.
Y algunos cl¨¢sicos para acabar¡
Resulta imposible reunir todos los libros sobre ¨¢rboles que se han publicado en los ¨²ltimos a?os o aquellos que pueblan la literatura universal. Santiago Beruete, el autor de Jardinosof¨ªa (Turner), cita entre sus favoritos un poema de D. H. Lawrence sobre los higos, El bar¨®n rampante, de Italo Calvino, adem¨¢s de una serie de libros sobre jardines: ¡°El a?o del jardinero (1929) del escritor checo Karel ?apek, una obra ¨²nica en su g¨¦nero en la que narra sus peripecias como jardinero a lo largo de doce meses. Una menci¨®n especial merecen tambi¨¦n El jard¨ªn de los Finzi-Contini (1962), relato de Giorgio Bassani que inspir¨® la pel¨ªcula hom¨®nima de Vitorio De Sica, y el oasis privado que cuida el jardinero autista protagonista de la novela Desde el jard¨ªn (1970) de Jerzy Kosinski, en la que se bas¨® la pel¨ªcula Bienvenido Mr. Chance (Being There), protagonizada por Peter Sellers¡±.
Javier Fuertes Aguilar, cient¨ªfico del Real Jard¨ªn Bot¨¢nico de Madrid, dependiente del CSIC, cuyo ¨¢rbol favorito es la secuoya, siente una debilidad por Tint¨ªn en el Tibet y su perfecta descripci¨®n paisajes y ¨¢rboles. Ignacio Abella ¨Ccuyos libros La memoria del paisaje y ?rboles de junta y concejo (ambos en Libros del Jata) son muy recomendables¨C se queda con La Diosa Blanca, de Robert Graves, y con Memorias de un ¨¢rbol, de Guido Mina, que cuenta en primera persona la historia de un tejo irland¨¦s. Tambi¨¦n cita poemas de Gloria Fuertes, En los bosques de Pensilvania; de Hamil Tibouchi, Cuando la puerta de acuerda, y de Pablo Neruda, S¨®lo un hombre.
Uno de los ¨¦xitos inesperados de los ¨²ltimos a?os fue el apasionante libro de viajes El pa¨ªs donde florece el limonero (Acantilado), de Helena Attlee, que recorre la historia de Italia (y tal vez del mundo) a trav¨¦s de los diferentes tipos de c¨ªtricos.
Y ninguna lista en espa?ol de libros sobre ¨¢rboles puede estar completa sin El bosque animado, el cl¨¢sico de Wenceslao Fern¨¢ndez Fl¨®rez que Jos¨¦ Luis Cuerda convirti¨® en una pel¨ªcula inolvidable y en un alegato sobre los bosques y los humanos. As¨ª describe Fern¨¢ndez Fl¨®rez la fraga donde transcurre su historia: ¡°Los ¨¢rboles tienen sus luchas. Los mayores asombran a los peque?os, que crecen entonces con prisa para hacerse pronto due?os de su raci¨®n de sol y, al esparcir ra¨ªces bajo la tierra, hay algunos quiz¨¢s demasiado codiciosos que estorban a los dem¨¢s en su leg¨ªtimo empe?o de alimentarse. Pero entre todos los seres vivos de la fraga son los m¨¢s pac¨ªficos, los m¨¢s bondadosos, los que posean un alma m¨¢s sencilla e ingenua. Conviene saber que carecen absolutamente de vanidad. Nacen en cualquier parte e ignoran que s¨®lo por el hecho de crecer all¨ª, aquel lugar queda embellecido. Cuando los humanos buscan la diversidad, viajan. Los ¨¢rboles satisfacen ese af¨¢n sin moverse. Es la diversidad la que se aviene a pasar incesantemente sobre sus cosas¡±.
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