Muere a los 79 a?os Bertrand Tavernier, gran cineasta franc¨¦s y estudioso del cine estadounidense
El director de ¡®La vida y nada m¨¢s¡¯, ¡®Alrededor de medianoche¡¯ y ¡®Hoy empieza todo¡¯ film¨® un cine a escala humana y siempre pegado a la realidad social
El director franc¨¦s Bertrand Tavernier, maestro de un cine a escala humana que siempre se mantuvo pegado a la realidad social, ha fallecido este jueves a los 79 a?os, seg¨²n anunci¨® el Instituto Lumi¨¨re, el museo-filmoteca consagrado a los hermanos que inventaron el cinemat¨®grafo, que presid¨ªa en Lyon, su ciudad natal, desde 1982. Tavernier firm¨® pel¨ªculas comprometidas con las causas justas, aunque tambi¨¦n partidarias de la licencia po¨¦tica. Fue un gran defensor del legado de Dumas, Zola y Victor Hugo, un admirador incondicional del jazz estadounidense y de la buena mesa, y un militante que combati¨® por la excepci¨®n cultural, por la causa de los sin papeles y la de las deprimidas banlieues, y contra una tentaci¨®n extremista que, d¨¦cadas despu¨¦s de llegar al mundo en plena guerra mundial, ve¨ªa regresar, con inmenso pesar, en todo el continente europeo.
Tavernier fue una de las grandes figuras, junto a Andr¨¦ T¨¦chin¨¦ o Jacques Doillon, de la generaci¨®n de cineastas que surgi¨® justo despu¨¦s de la Nouvelle Vague. No se caracteriz¨® por el mismo rupturismo que sus mayores, salvo en su voluntad de evitar cierta tendencia al solipsismo y de reinstaurar el relato tradicional y el registro realista como formas cinematogr¨¢ficas v¨¢lidas y estimulantes. El director asum¨ªa como propia una cita c¨¦lebre de Samuel Fuller, esa que reza que las pel¨ªculas deben surgir de los enfados, de esos brotes de c¨®lera en los que este hombre de silueta pesarosa parec¨ªa un especialista, como sabe cualquiera que se cruzara con ¨¦l en su larga trayectoria. A menudo, a su obra se le colg¨® la socorrida etiqueta de cine social, que a Tavernier no le convenc¨ªa del todo. ¡°Nunca he trabajado a partir de problem¨¢ticas sociales, sino de personajes. Una situaci¨®n social nunca puede ser el tema de una pel¨ªcula¡±, asegur¨® una vez.
En Francia, tras el periodo glorioso que vivi¨® en los ochenta y noventa, con t¨ªtulos como La muerte en directo (1980), Un domingo en el campo (1984), Alrededor de la medianoche (1986), La vida y nada m¨¢s (1990), Ley 627 (1992), La hija de d¡¯Artagnan (1994), La carnaza (1995), Capit¨¢n Conan (1996) y Hoy empieza todo (1999), Tavernier qued¨® algo arrinconado, poco conectado con las tendencias en boga, m¨¢s respetado que celebrado. Tal vez m¨¢s querido fuera de su pa¨ªs que dentro de sus fronteras, como ¨¦l admit¨ªa con media sonrisa. ¡°No puedo negar que la primera gran recompensa que recibo procede del extranjero, pero tampoco dir¨ªa que Francia me ha tratado mal. Por ejemplo, he ganado cuatro C¨¦sar. Conozco a cineastas a los que se aprecia todav¨ªa menos¡±, ironizaba en la Mostra de Venecia de 2015, donde recibi¨® un premio honor¨ªfico, el primero y el ¨²ltimo de un gran festival. ¡°Lo que cuenta es que siempre he rodado las pel¨ªculas que quer¨ªa hacer y que lo he hecho con total libertad. De algunas de ellas me siento muy orgulloso. Cuando a los 13 a?os me dije que quer¨ªa ser director de cine, nunca imagin¨¦ que tendr¨ªa una vida tan extraordinaria¡±, a?adi¨® entonces.
Tavernier naci¨® en 1941 en Lyon, ciudad de cultura burguesa y cat¨®lica que cal¨® profundamente en su filmograf¨ªa, llena de apartamentos sombr¨ªos y de cursos fluviales como los del R¨®dano y el Saona, junto a los que creci¨®. Su padre fue el poeta Ren¨¦ Tavernier, figura de la Resistencia contra los nazis y partidario de De Gaulle, que nunca acept¨® su vocaci¨®n por el cine y con el que se enemist¨® a los veintipocos, cuando el hijo rebelde se neg¨® a estudiar Derecho, como se esperaba de ¨¦l. De ah¨ª surgir¨ªa uno de los hilos conductores de su obra, tan marcada por las rupturas paternofiliales, seguidas de una reconciliaci¨®n opcional. Tras estudiar en la Sorbona y fundar el cineclub Nickelod¨¦on, con el que se dedic¨® a rehabilitar el cine estadounidense de los cuarenta y cincuenta, algo ca¨ªdo en desgracia, su carrera como director arranc¨® cuando el actor Philippe Noiret, que acababa de rodar con grandes cineastas como Louis Malle, Marco Ferreri o incluso Alfred Hitchcock, acept¨® protagonizar, contra la negativa de su agente, el primer guion de Tavernier, El relojero de Saint Paul (1974), una adaptaci¨®n de Georges Simenon que hab¨ªa firmado a los 29 a?os.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, Tavernier tambi¨¦n se centr¨® en su segunda vocaci¨®n: la de gran estudioso del cine. En 1991, esta enciclopedia andante del s¨¦ptimo arte cofirm¨® con Jean-Pierre Coursodon un volumen de referencia, 50 a?os de cine norteamericano, seguido, en 1993, del libro Amis am¨¦ricains, que reun¨ªa sus entrevistas con maestros como John Ford, Elia Kazan, Jacques Tourneur, John Huston o Robert Altman, que ser¨ªan completadas en reediciones posteriores con las que mantuvo con Quentin Tarantino, Joe Dante o Alexander Payne. Su ¨²nica incursi¨®n en esa cultura cinematogr¨¢fica que tanto admiraba tuvo lugar con En el centro de la tormenta (2009), un drama sure?o que rod¨® en ingl¨¦s con Tommy Lee Jones y John Goodman. Su acogida fue desigual. Despu¨¦s, Tavernier volvi¨® a Francia con una cinta de ¨¦poca como La princesa de Montpensier (2010), la adaptaci¨®n del c¨®mic Cr¨®nicas diplom¨¢ticas. Quai d¡¯Orsay (2012) y el documental Las pel¨ªculas de mi vida (2016), un monumental viaje por el cine franc¨¦s de la segunda mitad del siglo pasado, que se terminar¨ªa convirtiendo en su testamento cinematogr¨¢fico, un desenlace coherente para la vida de un hombre que am¨® el cine por encima de todas las cosas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.