Pasiones dentro y fuera de la pantalla
La s¨ªntesis m¨¢s turbadora entre literatura y cine se produjo en John Huston, cuando dirigi¨® ¡®Vidas rebeldes¡¯, cuyo guion hab¨ªa escrito Arthur Miller para salvar el amor de Marilyn Monroe
Al principio no ten¨ªa claro si me gustaba m¨¢s leer El extranjero, de Camus, Santuario, de Faulkner y La monta?a m¨¢gica, de Thomas Mann que ver en el cineclub El halc¨®n malt¨¦s, La Reina de ?frica y La jungla de asfalto, de John Huston. Ser director de cine me parec¨ªa estar m¨¢s pegado al hueso y la carne de los personajes, a quienes manipulaba, soportaba, mandaba sobre ellos, sab¨ªa de sus pasiones dentro y fuera de la pantalla. De hecho, reci¨¦n llegado a Madrid, antes de recalar en el caf¨¦ Gij¨®n, me present¨¦ en la Escuela de Cinematograf¨ªa de la calle Montesquinza para inscribirme en el examen de direcci¨®n. Me recibi¨® un ser con babuchas a cuadros que se estaba comiendo un bocadillo de tortilla de patatas. Pens¨¦ que nunca ser¨ªa como John Huston si permanec¨ªa un minuto m¨¢s en aquel lugar y lo dej¨¦ correr.
Por mi parte la s¨ªntesis m¨¢s turbadora entre la literatura y el cine se produjo en este cineasta cuando dirigi¨® Vidas rebeldes en 1960 (The Misfits), cuyo guion hab¨ªa escrito Arthur Miller para salvar el amor de Marilyn Monroe, una mu?eca derruida que al final acud¨ªa siempre tarde a los rodajes atiborrada de pastillas. De ella hab¨ªa dicho Willy Wilder: ¡°Marilyn era esa carne que cre¨ªas poder tocar con solo alargar la mano. Al contrario de lo que pensaba todo el mundo ella no quer¨ªa ser un s¨ªmbolo sexual, y eso la mat¨®. Era una mezcla de pena, amor, soledad y confusi¨®n, pero ten¨ªa un problema m¨¢s grave: se enamoraba con demasiada rapidez. Todos los libros que he le¨ªdo, incluyendo Guerra y paz, de Tolstoi, los he le¨ªdo esperando a que ella llegara al rodaje. Marilyn no necesitaba lecciones de interpretaci¨®n; lo que necesitaba era ir al colegio Omega, en Suiza, donde se imparten cursos de puntualidad superior¡±. Despu¨¦s de Con faldas y a lo loco a Wilder le preguntaron los periodistas si iba a rodar m¨¢s pel¨ªculas con Marilyn. ¡°Lo he discutido con mi m¨¦dico, con mi psiquiatra y mi contable y me han dicho que soy demasiado viejo y demasiado rico para someterme de nuevo a una prueba semejante¡±.
Al finalizar Vidas rebeldes se produjo la explosi¨®n. El primero en morir, apenas terminado el rodaje, fue Clark Gable, al que se le revent¨® el coraz¨®n. Poco despu¨¦s el nembutal acab¨® con Marilyn. Hasta el pie de la cama se qued¨® balanceando el cord¨®n del tel¨¦fono de la ¨²ltima llamada sin respuesta, tal vez a Robert Kennedy, que dio origen a la leyenda del asesinato. Montgomery Clift, con el rostro partido por la cicatriz que le dej¨® el accidente de autom¨®vil, neur¨®tico, alcoholizado, a punto de reventar como los caballos salvajes que llenaban la pantalla, no tard¨® en acompa?arles. Freud, dirigida por John Huston, fue una de sus ¨²ltimas pel¨ªculas. Nunca nadie interpret¨® como este actor la lucha del inconsciente contra la propia m¨¢scara. Un cirujano pl¨¢stico, acusado de haber asesinado a su mujer, que se llamaba Manfred Von Linde, oper¨® el rostro de Monty en distintas sesiones en busca de su alma. No la encontr¨®. Primero fue la ansiedad, despu¨¦s el insomnio y las drogas potenciadas por el alcohol y finalmente apareci¨® la atracci¨®n del abismo, su adicci¨®n m¨¢s potente, que le llevaba a los garitos de sadomasoquismo donde se dejaba azotar y humillar hasta la m¨¢xima degradaci¨®n. Cuando en Actor¡¯s Studio coincid¨ªa en las reuniones con Marlon Brando se creaba una gran expectaci¨®n ¡ªdec¨ªan las muchachas de la academia¡ª. No sab¨ªan a qui¨¦n de los dos mirar primero. ¡°Marlon pose¨ªa un magnetismo animal y las conversaciones cesaban cuando se acercaba a un grupo; Monty, por su parte, era la elegancia personificada¡±. John Huston le sobrevivi¨® solo para poder dirigir ya en silla de ruedas y con un gotero en el antebrazo su obra maestra, el cuento Los muertos, del genio de la literatura, su paisano irland¨¦s, James Joyce.
Dice Huston en sus memorias: ¡°Tuve cinco esposas: muchos enredos, algunos m¨¢s memorables que los matrimonios. Me cas¨¦ con una colegiala, con una dama, con una actriz de cine, con una bailarina y con un cocodrilo¡±. Huston se dedic¨® a la caza, a apostar en el hip¨®dromo, a criar caballos de pura raza, a coleccionar pintura, a boxear, a escribir, a interpretar y dirigir m¨¢s de 70 pel¨ªculas.
Un novelista crea personajes que son solo humo de palabras escritas en una habitaci¨®n cerrada; un director de cine manipula a los actores, que son seres de ficci¨®n y a la vez de carne y hueso, conoce su vida, juega con ellos, sabe qu¨¦ clase de sangre corre por sus venas. En la pel¨ªcula Vidas rebeldes la verdadera obra dram¨¢tica era la que a Huston le transmit¨ªan los actores en los descansos y al final del rodaje, la muerte real de Clark Gable, el desamor de Marilyn y la tortura mental a la que la somet¨ªa Arthur Miller, la profunda neurosis de Montgomery Clift. No hay novela que pueda mejorar esa mezcla de pena, gloria, soledad y esa confusi¨®n que sucede dentro y fuera de la pantalla.
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