Massimo Osanna, el arque¨®logo que salv¨® Pompeya
El catedr¨¢tico de Arqueolog¨ªa y gestor de patrimonio repasa su experiencia profesional y su estancia en la ciudad cuya rehabilitaci¨®n ha impulsado
La nueva Pompeya naci¨® en 2014 en Roma, en la biblioteca del Palazzo Farnese. All¨ª estudiaba una tarde el catedr¨¢tico de Arqueolog¨ªa Massimo Osanna (Venosa, Italia, 58 a?os) cuando recibi¨® una llamada de la secretaria del entonces ministro de Cultura italiano. Pens¨® que era una broma, pero el asunto era serio. Lo citaron sin darle las razones y los primeros 30 minutos de la reuni¨®n transcurrieron con el ministro hablando de todo y de nada. Osanna recuerda que durante ese tiempo pensaba m¨¢s en la raz¨®n del encuentro que en la propia conversaci¨®n. Finalmente, el ministro se destap¨®: ¡°Est¨¢ usted interesado en Pompeya?¡±. ¡°Claro que lo estaba¡±, comenta este catedr¨¢tico de la Universidad Federico II de N¨¢poles de visita en Granada para impartir dos conferencias, ¡°como profesor y arque¨®logo, sin duda que me interesaba¡±. Pero no le preguntaban por su inter¨¦s acad¨¦mico. ¡°?Quiere ser su director¡±, insisti¨® el pol¨ªtico. Aquel s¨ª de Osanna ¡ªque no obstante pas¨® un proceso de selecci¨®n¡ª ha devuelto la vida a Pompeya, un espacio que a duras penas ha sobrevivido durante los ¨²ltimos cincuenta a?os.
El Parque Arqueol¨®gico de Pompeya, en el sur de Italia, a 25 kil¨®metros de N¨¢poles, era ¡°un lugar sin esperanza¡±, en palabras de Osanna, desde hac¨ªa d¨¦cadas, pero el derrumbe del Domus dei Gladiatori (Casa de los Gladiadores) en 2010 puso al descubierto la gran tragedia pompeyana: nadie hac¨ªa nada. Sin proyecto cient¨ªfico ni estrategia, este patrimonio de la humanidad desde 1997 se ca¨ªa a pedazos. En 2012, Italia consigui¨® de la Uni¨®n Europea 105 millones de euros para salvarlo. Dos a?os despu¨¦s, la cuenta bancaria manten¨ªa intactos esos 105 millones. No se hab¨ªa invertido nada y, por tanto, no se hab¨ªa hecho nada. Osanna ha sido el remedio a esa inactividad. Siete a?os despu¨¦s, Pompeya tiene un proyecto y una vida por delante que, de no torcerse, dar¨¢ grandes alegr¨ªas a la humanidad.
Massimo Osanna hizo sus primeros descubrimientos arqueol¨®gicos con seis o siete a?os. De ni?o, sus amigos y ¨¦l, recuerda, iban en bicicleta a un ¨¢rea arqueol¨®gica del siglo III A.C. a las afueras de su pueblo. All¨ª excavaban y siempre encontraban cosas. ¡°Mi contacto con la Antig¨¹edad es de siempre¡±, comenta. De padres intelectuales, explica, su casa llena de libros hizo que fuera un lector voraz de peque?o. Con su padre visit¨® por primera vez Pompeya, a poco m¨¢s de 200 kil¨®metros de su casa. ¡°Ten¨ªa 14 o 15 a?os. En aquel viaje decid¨ª que la arqueolog¨ªa ser¨ªa mi vida¡±, dice. Este catedr¨¢tico recuerda en concreto su primera visi¨®n del domus (casa) de Octavius Quartius. ¡°Lo he podido reabrir, algo que me ha producido mucha emoci¨®n¡±, confiesa conmovido. Osanna ha dirigido Pompeya desde enero de 2014 hasta abril de 2021, cuando se convirti¨® en director general de Museos de Italia. A pesar de ese cargo, no ha querido dejar del todo la educaci¨®n e investigaci¨®n y mantiene sus clases de doctorado.
Lo cierto es que la vida profesional de Osanna ha estado centrada en la universidad y la academia hasta su llegada a Pompeya. De Venosa sali¨® a estudiar Arqueolog¨ªa a la Universidad de Perugia, la m¨¢s importante en su ¨¢mbito en Italia. All¨ª encontr¨® a quien ser¨ªa su mentor profesional, Mario Torelli, con quien hizo buenas migas desde el principio gracias al inter¨¦s de Torelli en unas excavaciones que ten¨ªa en marcha cerca del pueblo de Osanna. Eso los acerc¨® y siempre se han sentido cercanos, ¡°a pesar de que, despu¨¦s, nunca hemos trabajado juntos. O quiz¨¢ por ello¡±, comenta entre risas el arque¨®logo, un hombre muy simp¨¢tico y de respuestas ultrarr¨¢pidas.
En sus primeros a?os de carrera, Osanna quer¨ªa enfocarse en la arqueolog¨ªa romana. Torelli, sin embargo, lo envi¨® a Grecia para que ampliara sus miras. ¡°Me interes¨® mucho la arqueolog¨ªa griega, tanto que tras mi doctorado volv¨ª¡±, comenta. Ese inter¨¦s, de vuelta a Italia, se tradujo en que puso el foco en la Magna Grecia, el territorio al sur de Italia ocupado por los griegos y del que hoy se conserva un estupendo patrimonio. Al terminar la carrera, se dio cuenta de que deb¨ªa salir de Italia. Quiso irse a Berl¨ªn, pero Torelli lo recondujo. ¡°Consider¨® que era un lugar demasiado festivo y me dijo que me matriculara en la Universidad de T¨¹bingen¡±, recuerda. Y eso hizo. A?os despu¨¦s ir¨ªa a Berl¨ªn a estudiar y, poco antes de asumir la direcci¨®n de Pompeya, cuando estaba valorando la idea de dar un giro a su vida profesional, aunque dentro de la Academia, intent¨® una c¨¢tedra en una universidad berlinesa. Qued¨® en la terna final, pero no la consigui¨®. Lleg¨® entonces la oportunidad de Pompeya.
El actual director general de Museos de Italia ha estado en septiembre en la Universidad de Granada (UGR) ofreciendo un par de conferencias invitado por el departamento de Prehistoria y Arqueolog¨ªa y Francisco Salvador, catedr¨¢tico de Historia Antigua de la UGR, que conoce a Osanna desde sus primeros trabajos de campo, all¨¢ por los a?os ochenta y noventa. Salvador reconoce que es, ¡°y era ya entonces, sobre todo, un emprendedor¡±. En aquellos a?os, recuerda, ¡°eso de irse a Alemania, sin hablar alem¨¢n, era para los muy osados¡±. Y Osanna lo fue.
Osado hab¨ªa que ser, sin duda, para ponerse al frente de Pompeya. Mirando los antecedentes, era m¨¢s f¨¢cil fracasar que triunfar. El primer compa?ero de trabajo del nuevo director arqueol¨®gico fue un general de carabineros. El polic¨ªa se hizo cargo de un equipo de 20 personas, polic¨ªas y administradores, a cargo de la limpieza de la gesti¨®n administrativa. El Estado llegaba por fin a Pompeya. Ellos han velado por la limpieza de los concursos y de las adjudicaciones y han evitado que las empresas adjudicatarias tuvieran relaci¨®n con la mafia. La Camorra, recuerda el hasta hace poco director de Pompeya, no es siempre ¡°un hombre con una pistola en la mano¡±, es mucho m¨¢s. Y cuenta c¨®mo, al abrir numerosas casas cerradas estas d¨¦cadas atr¨¢s, han aparecido llenas de escombros ¡°cuya retirada se hab¨ªa pagado, pero que las empresas dejaban all¨ª sin que nadie se diera cuenta ni en su momento ni a?os despu¨¦s¡±.
Massimo Osanna, por su parte, se encarg¨® de la parte cient¨ªfica. Uni¨® a profesionales capaces de rehabilitar, dar seguridad y renovar la imagen p¨²blica de Pompeya. Arquitectos, arque¨®logos, ge¨®logos, vulcan¨®logos, ingenieros, inform¨¢ticos, etc., llegaron al lugar, en ocasiones, por primera vez. ¡°Nunca hab¨ªa habido ingenieros all¨ª¡±, dice. Tampoco equipos interdisciplinares. ¡°Mi trabajo fue que todas las habilidades necesarias trabajaran juntas y no por separado, como hab¨ªa pasado hasta entonces¡±. Empe?ado en que Pompeya ¡°mire al mundo contempor¨¢neo¡±, quien lo sac¨® del coma recuerda que desde los a?os sesenta no se hab¨ªa vuelto a excavar all¨ª porque ¡°alguien decidi¨® que era mejor parar para no tener que conservar todo lo que saliera a la luz¡±.
La reforma de Pompeya se ha hecho bajo el paraguas del llamado Proyecto Gran Pompeya, 105 millones de euros invertidos en asegurar el futuro de la ciudad y en reorientar el relato. Durante d¨¦cadas Pompeya ha sido un fant¨¢stico lugar de belleza y muerte. El equipo de Osanna ha optado por mostrar la ciudad como un espacio de belleza y vida, acentuando el bullicio y la trepidante actividad que salpicaba la ciudad. Y mientras, en Granada, Osanna se despide con una frase que incluye las palabras que m¨¢s salpican su conversaci¨®n: ¡°He vivido Pompeya con pasi¨®n y emoci¨®n¡±.
Aquel 24 de agosto del 79 a. C.
El 24 de agosto del a?o 79 a. C., el Vesubio entr¨® en erupci¨®n y durante 18 horas emiti¨® flujos pirocl¨¢sticos sin cesar, piedra p¨®mez sobre todo, explica Massimo Osanna. Eso deposit¨® sobre las calles de Pompeya una capa de cuatro metros, dej¨¢ndola irreconocible. 30.000 habitantes ten¨ªa entonces la ciudad, seg¨²n los ¨²ltimos c¨¢lculos. 17 a?os antes, los pompeyanos hab¨ªan sufrido, adem¨¢s, un terremoto. Tras esa primera fase de 18 horas, los pompeyanos comenzaron su huida. ¡°Muchos intentaron escapar desde las primeras plantas de sus casas, ya que la calle estaba desaparecida¡±, explica el arque¨®logo. Pero al saltar se encontraron dos dificultades insalvables: las calles ya no exist¨ªan y todo estaba irreconocible y, adem¨¢s, la temperatura lleg¨® a alcanzar los 300 grados por el material volc¨¢nico y las cenizas lo que provoc¨® la muerte por shock t¨¦rmico a quienes pensaban que sal¨ªan para volver porque muchos llevaban dinero y las llaves en la mano.
Pompeya es hoy un espacio de 44 hect¨¢reas excavadas y otras 22 por excavar. Fuera de los muros de la ciudad hay tambi¨¦n un mundo por descubrir, dice Osanna. De hecho, ya est¨¢n apareciendo numerosos tesoros arqueol¨®gicos que est¨¢n siendo excavados para, adem¨¢s, alejar a los muchos expoliadores. ¡°Trabajamos fuera para que sepan que estamos ampliando nuestra vigilancia¡±, comenta Massimo Osanna. Dentro, cuatro millones de personas visitan cada a?o la ciudad.
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