El alma el¨¢stica de los ¡®mods¡¯
Una recopilaci¨®n de Eddie Piller argumenta que el principal motor del pop brit¨¢nico de los 60 fue la est¨¦tica de esta cultura musical
A Eddie Piller (Essex, 60 a?os) le conocimos en Espa?a como una de las cabezas pensantes del acid jazz, subg¨¦nero londinense que devolvi¨® brevemente el jazz a las pistas de baile, con propuestas como James Taylor Quartet, Us3, los Brand New Heavies o Jamiroquai. Astutamente, el sello que fund¨® con Gilles Peterson se llam¨® Acid Jazz Records.
El movimiento fue devorado por las grandes compa?¨ªas, que rentabilizaron sus momentos de gloria comercial. Y Piller, que incluso hab¨ªa fantaseado con colar el nuevo flamenco en los clubes de Londres, volvi¨® a sus ocupaciones habituales: aparte de mantener encendida la llama de Acid Jazz Records, ejerce como pinchadiscos y confeccionador de antolog¨ªas de m¨²sica mod.
Su m¨¢s reciente trabajo es British Mod Sounds of the 1960s, una colosal compilaci¨®n de 100 temas disponibles en CD (Edsel) o vinilo (Demon). No es una selecci¨®n pensada para fundamentalistas, que pueden recelar ante la inclusi¨®n de Tom Jones, John Mayall, Elton John (como parte del grupo Bluesology) o Lemmy Mot?rhead (que debut¨® discogr¨¢ficamente con los Rocking Vickers). Piller reconoce que le hubiera gustado contar con la presencia de los Beatles de Revolver, los primeros The Rolling Stones, el Van Morrison de Them, los inicios blues de Pink Floyd... pero, ay, son artistas caros de licenciar y que prefieren distanciarse de antiguas tendencias.
S¨ª participan futuras estrellas que vivieron el mundillo mod con mayor o menor compromiso: David Bowie, Marc Bolan (parte de los escandalosos John¡¯s Children), Stevie Winwood (punta de lanza del Spencer Davis Group), Ronnie Wood (The Birds), Rod Stewart. Dos vectores coincid¨ªan en su militancia mod: la querencia por la m¨²sica negra m¨¢s un estilo indumentario y capilar inspirado por modas continentales, filtradas por Carnaby Street.
El t¨¦rmino derivaba de las batallas en el mundillo del jazz brit¨¢nico, que enfrentaban a los trads (seguidores del risue?o jazz al estilo Nueva Orleans) con los modernistas (abreviando, mods) que incorporaban los hallazgos del bebop neoyorquino. Trasladado al campo del pop, tambi¨¦n se podr¨ªa diferenciar entre los mods puristas, felices de moverse dentro de los c¨¢nones del blues o el soul, y los mods aperturistas, que renovaron su vocabulario instrumental y ampliaron su tem¨¢tica, dando as¨ª lugar a un subg¨¦nero luego bautizado como freakbeat, que en algunos casos desemboc¨® en la psicodelia de 1967.
Esas metamorfosis quedan reflejadas por Eddie Piller en los cien nombres recogidos en British Mod Sounds of the 1960s. Cada participante est¨¢ representado por una canci¨®n y esa limitaci¨®n, unida a las citadas cuestiones de permisos, no reflejan la maduraci¨®n de autores como Jagger-Richards, Ray Davies o Bowie (de todos modos, el disco m¨¢s mod de David es una colecci¨®n de versiones, Pinups, con fecha de 1973).
Y est¨¢ la eterna cuesti¨®n de la autenticidad. Quiz¨¢s el grupo m¨¢s querido por la tropa mod fueran los Small Faces, pero no llegaron a facturar genuinos himnos generacionales. Por el contrario, s¨ª lo hicieron The Who, que se reconoc¨ªan intrusos, empujados por sus representantes a subirse al autob¨²s. Es m¨¢s: Pete Townshend codific¨® las experiencias y frustraciones del mod en su ambicioso doble Quadrophenia (1973), convertido en pel¨ªcula en 1979, justo a tiempo de catalizar el mod revival, la resurrecci¨®n del movimiento a escala internacional.
Piller lo explica con elocuencia. Como muchos de sus coet¨¢neos, se sinti¨® atra¨ªdo por las posibilidades expresivas abiertas por el punk rock. Sin embargo, decidi¨® que los mods ten¨ªan mejores referencias musicales y, desde luego, demostraban m¨¢s clase a la hora de vestirse. Puede que, al fin y al cabo, las diferencias sonoras no fueran tan grandes: London Calling (1979), la obra cumbre de The Clash, fue producida por Guy Stevens, un mod de la primera hornada.
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