Cristina O?oro: ¡°Si la historia hubiese estado bien contada, completa, el mundo hoy ser¨ªa otro¡±
La investigadora y profesora de la Universidad Complutense recupera en ¡®Las que faltaban. Una historia del mundo diferente¡¯ las biograf¨ªas de 13 mujeres que completan esa parte del pasado de la humanidad que los hombres no contaron
¡ª No recuerdo haber abierto en mi vida un solo libro en el que no se aluda, de una manera u otra, a la inconstancia de las mujeres. Todas las canciones y todos los proverbios giran en torno a las flaquezas femeninas, dice el capit¨¢n Harville.
¡ª No tome usted ejemplo de los libros. Los hombres siempre han disfrutado de una ventaja, y esa es la de ser narradores de su propia historia. Han contado con todos los privilegios de la educaci¨®n, y, adem¨¢s, han tenido la pluma en sus manos. No, no admito que presente los libros como prueba, le contesta Anne Elliot.
Esta conversaci¨®n ocurri¨® en 1816, en medio de las p¨¢ginas de Persuasi¨®n, de Jane Austen. M¨¢s de dos siglos despu¨¦s, esos extractos aparecen en mitad de Las que faltaban. Una historia del mundo diferente (Taurus, 2022), de Cristina O?oro, un libro que Austen podr¨ªa utilizar como prueba de su propio argumento. Se trata de una obra que re¨²ne a 13 mujeres a trav¨¦s de cuyas intrahistorias se percibe c¨®mo aquello sigui¨® sucediendo, c¨®mo sucede todav¨ªa hoy, en distintos grados y seg¨²n las latitudes: la historia, configurada desde y para los hombres. Y es leyendo la historia completa, la que incluye a las mujeres que los hombres no contaron, como se entiende, n¨ªtido, el presente.
?Vientres de alquiler? Ya apuntaba maneras Esquilo en Las Eum¨¦nides: ¡°La madre es engendradora de aquel a quien llama su hijo, sino solo la nodriza del germen reci¨¦n sembrado. Engendra el que fecunda, mientras que ella solo conserva el brote¡±. ?Asumir la construcci¨®n de g¨¦nero (el masculino) para rebelarse a ¨¦l o ser libre a trav¨¦s de ¨¦l? Ya lo hicieron Juana de Arco, Agn¨®dice, y Victoria Kent. ?Que el criterio, el trabajo y la capacidad de las mujeres se vapulea o se invisibiliza solo por el hecho de ser mujeres? Le pas¨® a Malinche y a Rosa Parks. ?Conciliaci¨®n y ayuda del entorno para el desarrollo profesional? Un vistazo a la historia de Marie Curie puede ser un m¨¢ster en corresponsabilidad y soporte familiar.
Muchas de las aberturas que a¨²n ahora tiene que cerrar o debatir el feminismo, ya estaban antes, algunas desde siempre. Y O?oro ¡ª42 a?os, fil¨®sofa, doctora en Teor¨ªa de la Literatura y Literatura Comparada y profesora de la Universidad Complutense de Madrid¡ª, decidi¨® el 8 de marzo de 2018 que sobre todas esas cuestiones abiertas iba a preguntar a 13 mujeres. Ninguna viva, se puso por lo tanto a ¡°estudiar sus ausencias¡±, y lo cuenta una ma?ana de lunes de abril.
Pregunta. ?Qu¨¦ buscaba?
Respuesta. Mi intenci¨®n no era repetir las historias que ya conocemos, sino preguntar a esos personajes sobre cuestiones que est¨¢n abiertas ahora mismo en el feminismo: si la historia hubiese estado bien contada, completa, el mundo hoy ser¨ªa otro. Y esta es una mirada a momentos de la historia cargados de significado para plantear preguntas.
P. Un ejemplo.
R. Cleopatra. Hab¨ªa tenido una hija, que la hab¨ªa sobrevivido y que hab¨ªa reinado. Ah¨ª la pregunta es qui¨¦n se quedaba a cargo de nuestras memorias, de las memorias de nuestras madres, de nuestras abuelas. Qui¨¦n se queda ahora. O la vida de Marie Curie, a la que conocemos m¨¢s como cient¨ªfica, pero su estructura familiar es m¨¢s desconocida para quien no se haya sumergido en sus propios escritos.
P. Marie Curie es la conciliaci¨®n.
R. Ellos [Pierre y Marie Curie] estaban tan interesados por las simetr¨ªas... A nivel casi metaf¨®rico, serv¨ªa un poco a la simetr¨ªa de g¨¦nero que existe.
P. Pero siempre rodeada de hombres, eso s¨ª, hombres que compart¨ªan con ella trabajo y cuidados.
R. En ella tenemos por primera vez el rostro de una mujer en una fotograf¨ªa con los grandes cient¨ªficos, pero es la ¨²nica, sin embargo, no aparece como excepci¨®n, que es lo que justamente yo trataba de evitar en mi libro, no quer¨ªa presentar a las 13 mujeres como excepciones, sino buscar la manera en la que la historia de Marie Curie pudiera repetirse de nuevo. Y encontr¨¦ la figura de su suegro, que es fascinante. Era quien se quedaba con las ni?as para que ella pudiera ir al laboratorio. Y tambi¨¦n Pierre, que insisti¨® mucho en que ella llevase a cabo su trabajo y dej¨® de lado sus propios intereses de investigaci¨®n para abrazar los que ten¨ªa ella.
P. Hay otra cuesti¨®n que subyace en todo el libro: el poco o mucho rastro que queda de las mujeres muchas veces lo han escrito otras mujeres.
R. En el libro refleja eso muy bien Selene, la hija de Cleopatra. Con esas moneditas que ella hace [Selene acu?¨® unas monedas en las que, rodeando su rostro, se lee la inscripci¨®n Reina Cleopatra, hija de Cleopatra], y donde puede haber, quiz¨¢, una historia de conmemoraci¨®n a la memoria materna. Es en esa parte del libro donde apunto que estamos mucho m¨¢s educados culturalmente para las grandes ¨¦picas, no para formas culturales que tienen que ver con lo femenino.
P. Y lo peque?o, entre comillas, queda fuera de la historia.
R. S¨ª. A veces parece que, en contraposici¨®n, las peque?as historias, las que tienen que ver con las realidades que a veces han vivido las mujeres, no entran, porque tenemos esa mirada. Valorar una cultura que no est¨¢ en el centro del canon o que hemos infravalorado con nuestro sistema de alta y baja cultura, y que ha sido asociado muchas veces a lo masculino y lo femenino. Y son las mujeres las que en muchas ocasiones han recuperado esos legados. En el libro trato de estar atenta a esos peque?os homenajes que se han hecho las mujeres para recuperarse a ellas mismas.
P. En el cap¨ªtulo de Rosa Parks, recuerda que Charles Payne escribi¨®: ¡°Ellos lideraron el movimiento [por los derechos civiles], pero fueron ellas quienes lo organizaron¡±.
R. Totalmente. Y tampoco es que tuviera que ponerme a buscar much¨ªsimo para encontrar esas frases maravillosas, las perlas que cuenta Parks en sus propias memorias, cuando recuerda que Edgar Daniel Nixon le dec¨ªa que el lugar de las mujeres es la cocina y entonces ella le contestaba: ¡°?Para qu¨¦ quieres que est¨¦ aqu¨ª?¡±. Y ¨¦l le respond¨ªa: ¡°Porque eres muy buena secretaria, ?me traes el s¨¢ndwich?¡±. Es l¨®gico que estemos fascinados con el personaje y con el discurso y con el magnetismo de figuras como Martin Luther King, pero parece que la historia se queda ah¨ª congelada y el boicot [sentarse en los autobuses en los asientos reservados para blancos y tambi¨¦n dejar de utilizarlos] es menos conocido. Y fue un movimiento en el que participaron much¨ªsimas mujeres a nivel log¨ªstico, organizativo.
P. En Rosa Parks o en Malinche se ve muy bien reflejado el mito de la eterna becaria. Mujeres desplazadas a un segundo plano, cuando no totalmente invisibilizadas, a pesar de sus conocimientos y su criterio.
R. En la figura de Malinche es muy evidente. A m¨ª me interesaba abordar su figura desde ah¨ª, desde su funci¨®n como traductora, int¨¦rprete, la que est¨¢ posibilitando, sosteniendo una escena hist¨®rica. A pesar de que ella, como muchas otras, quedan relegadas a zonas de oscuridad. No est¨¢ suficientemente reconocida la importancia que tuvo en la comunicaci¨®n entre dos visiones del mundo, Hern¨¢n Cort¨¦s y Moctezuma.
P. Malinche es m¨¢s conocida, aunque muchas veces se haya revisado su historia desde una perspectiva androc¨¦ntrica, pero ?cu¨¢nto cree que se conoce, en general, sobre la vida de la pensadora Simone Weil?
R. No mucho probablemente. La eleg¨ª porque me parec¨ªa que su filosof¨ªa, conectaba maravillosamente con el feminismo desde las ¨¦ticas relacionales, de los cuidados, de una visi¨®n m¨¢s dial¨®gica del mundo. Y me fascinaba su proyecto de que hubiese enfermeras que ir¨ªan desarmadas en primera l¨ªnea en la II Guerra Mundial para atender a los heridos o acompa?ar a los moribundos, como s¨ªmbolo. Un antagonismo moral a la imagen de las SS, que es la imagen de la muerte, de la violencia. Me parec¨ªa que ah¨ª hab¨ªa una l¨ªnea filos¨®fica muy interesante, la del cuidado.
P. El cuidado, c¨®mo y qui¨¦n cuida, tambi¨¦n es algo que aparece de una u otra forma en todos los cap¨ªtulos. En el de Mary Wollstonecraft, por ejemplo, ese cuidado atraviesa desde las ni?as a las que educa cuando era institutriz hasta luego sus hijas. En su caso, un cuidado especial para la ¨¦poca porque el eje era la educaci¨®n. ?Es su favorita, verdad?
R. [O?oro se r¨ªe] S¨ª, ?se nota mucho? Es que ella fue capaz de pensar contra quienes le hab¨ªan ense?ado a pensar para ponerse del lado de todas las mujeres, incluso con aquellas con las que no ten¨ªa intereses comunes, como las arist¨®cratas. Ese gesto de pensar contra el maestro estableciendo una relaci¨®n de identificaci¨®n de g¨¦nero con otras mujeres, incluidas las que no eran como ella, es la raz¨®n por la que es una de las madres del feminismo moderno.
P. De ese despertar metaf¨®rico para rebelarse contra sus maestros en Wollstonecraft al ¡°Elsa, despierta¡± que le dice Anna a su hermana en Frozen y que es el ¨²ltimo cap¨ªtulo, la posdata del libro. ?A qu¨¦ cree que hay que estar ahora despiertas, desde el feminismo?
R. A que todo lo logrado no est¨¢ ganado definitivamente, que es algo que se puede ver a lo largo de los cap¨ªtulos. El libro empieza ah¨ª, en el 2018, con aquella fuerza y aquel esp¨ªritu de 2018 es el que hay que cuidar, volver a ¨¦l, no darlo por hecho. Hay que seguir.
Babelia
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