¡®La fractura¡¯: la quiebra del sistema franc¨¦s en una tragic¨®mica noche de hospital

Paddy Chayefsky, uno de los guionistas m¨¢s l¨²cidos de la historia del cine, amplio conocedor de la sociedad de su tiempo y de las luces y las sombras del ser humano como extra?o esp¨¦cimen cargado de complejidades, estren¨® en 1971 Anatom¨ªa de un hospital, pel¨ªcula dirigida por Herbert Ross que radiografiaba no ya lo que ocurr¨ªa en una cl¨ªnica durante las jornadas de locura e infarto de su director, a la deriva en lo profesional y lo personal, sino sobre todo el estado de todo un pa¨ªs en fase de estupefacci¨®n, nervios y paranoia, en medio de la Guerra de Vietnam, los asesinatos pol¨ªticos y la presidencia de Richard Nixon. En forma de comedia sat¨ªrica, exagerada, gritona y cargada de vitriolo, el escritor de la anterior Marty y de la posterior Network, un mundo implacable, tambi¨¦n dramaturgo y ¨²nico autor junto a Woody Allen en ganar tres Oscar al mejor guion original, retrat¨® el estado de una civilizaci¨®n que se ca¨ªa a pedazos.

Catherine Corsini, veterana directora francesa de obras de todo corte y condici¨®n, pero habitualmente con fuerte carga de cr¨ªtica social, ha intentado algo semejante a lo logrado por Chayefsky con la Francia de Emmanuel Macron, con la descomposici¨®n del pa¨ªs y la brecha social en torno al paso entre los a?os 2018 y 2019, cuando las manifestaciones y protestas de los chalecos amarillos amenazaban su presidencia. El resultado es La fractura, una noche en el servicio de urgencias de un hospital p¨²blico parisino, tambi¨¦n en tono de tragicomedia de altavoz, ruina y vidas en proceso de derrumbe, en la que ya desde su t¨ªtulo se adivina la metonimia. M¨¢s que el relato nocturno de una mujer de izquierdas con un brazo roto por una ca¨ªda en la calle y de un camionero chaleco amarillo con un disparo de la polic¨ªa en una pierna, esta es la historia de la quiebra de un sistema. O al menos eso es lo que quiere decirnos Corsini, que, aun componiendo una pel¨ªcula interesante en casi todos los aspectos, no tiene la hondura ni la gracia de Chayefsky.

Estrenada en la secci¨®n oficial a concurso del Festival de Cannes del pasado a?o, La fractura arranca desde el pr¨®logo con la comedia negra por delante. Luego tendr¨¢ momentos de drama, de tragedia y de todo ello mezclado, habitualmente en las dosis justas. Pero es la cr¨ªtica social y pol¨ªtica la que se impone siempre en un edificio p¨²blico en el que no todo funciona como debiera, por las decisiones de los de arriba: sexta noche seguida de guardia de una enfermera; departamentos cerrados, como psiquiatr¨ªa, con lo cual los enfermos acuden a urgencias a por su medicaci¨®n; falta de f¨¢rmacos; pacientes atestados en una sala tras el triaje; camas en los pasillos; residentes haciendo operaciones complicadas¡­ A veces, de todos modos, se le va la mano con la acentuaci¨®n, y ah¨ª el paradigma es la secuencia en la que una parte del techo y del tendido el¨¦ctrico se cae a unos cent¨ªmetros de un paciente y otro personaje subraya el mensaje con el di¨¢logo: ¡°La sanidad p¨²blica se derrumba¡±.

La imagen que ofrece Corsini de los hospitales franceses es tremenda, con la tensi¨®n, el trabajo y la muerte a un palmo, mientras las conversaciones pol¨ªticas quiz¨¢ sean lo m¨¢s t¨®pico de su apuesta, resaltando el (supuesto) car¨¢cter transversal del movimiento de los chalecos, de evidente simpat¨ªa para la directora, y con el drama, la necesidad y las carencias que nos unen a todos como el mejor reflejo de la pel¨ªcula. Que estemos llegando a extremos delirantes para conservar nuestros trabajos, en lo f¨ªsico, lo mental y lo laboral, es el peor s¨ªntoma de una enfermedad llamada quiebra del sistema.