La ¡®Cartilla escolar antifascista¡¯ de la Rep¨²blica, una obra no solo educativa, tambi¨¦n art¨ªstica
El Instituto Cervantes de Alcal¨¢ de Henares expone originales del cuaderno de lectoescritura que ide¨® el Gobierno del Frente Popular al comienzo de la Guerra Civil
Un joven lee concentrado una libreta en cuya portada aparece un soldado empu?ando una metralleta y cuyo t¨ªtulo reza: Cartilla escolar antifascista. La fotograf¨ªa, tomada por Walter Reuter, abre la exposici¨®n dedicada a este documento hist¨®rico, publicado en 1937 por el Ministerio de Instrucci¨®n P¨²blica del Gobierno de la Segunda Rep¨²blica para alfabetizar y aleccionar a los soldados del Ej¨¦rcito durante la Guerra Civil.
La Cartilla escolar antifascista se ide¨® como un cuaderno de aprendizaje de la lectura, la escritura y el c¨¢lculo, pero tambi¨¦n como una publicaci¨®n art¨ªstica y, a la vez, propagand¨ªstica, en la que las frases elegidas para la ense?anza y el dise?o de las im¨¢genes conten¨ªan consignas republicanas. El Instituto Cervantes de Alcal¨¢ de Henares ha inaugurado una exposici¨®n sobre este documento hist¨®rico, que adem¨¢s sirve de homenaje a sus creadores: el dise?ador gr¨¢fico de origen polaco Mauricio Amster y el fot¨®grafo berlin¨¦s Walter Reuter. La muestra se podr¨¢ visitar hasta el 5 de febrero de 2023.
El hallazgo de una lata de 2.200 negativos in¨¦ditos de Reuter en el archivo del cineasta y fot¨®grafo conquense Guillermo Fern¨¢ndez Z¨²?iga (1909-2005) es lo que ha permitido montar esta exposici¨®n, ya que muchos de los ensayos fotogr¨¢ficos que el alem¨¢n utiliz¨® para la segunda edici¨®n de la Cartilla estaban en esa caja de hojalata redonda. Michel Lefebvre, uno de los dos comisarios de la exposici¨®n, califica este hecho de milagro: ¡°Este descubrimiento est¨¢ al mismo nivel que el de la Caja Roja de Antoni Campa?¨¤ o la conocida como Maleta Mexicana [los 4.000 negativos de Robert Capa, David Seymour y Gerda Tardo que llegaron a M¨¦xico entre 1941 y 1942]¡±.
En la primera edici¨®n de la Cartilla, de 25.000 ejemplares, que se public¨® en abril de 1937, se utilizaron las ilustraciones de Amster, reputado dise?ador en la Espa?a de entonces, y las fotograf¨ªas del cineasta Jos¨¦ Val del Omar y el fot¨®grafo Jos¨¦ Caland¨ªn. Tuvo tal ¨¦xito que se decidi¨® imprimir una segunda edici¨®n, ya de una tirada de 100.000 ejemplares, algo extraordinario en una situaci¨®n de guerra, seg¨²n Lefebvre. Esta segunda entrega contaba adem¨¢s con un cuaderno de c¨¢lculo y con las fotograf¨ªas de Reuter, afamado fot¨®grafo que hab¨ªa huido de la Alemania nazi y trabajaba en el Comisariado de Propaganda en 1936. ¡°Cuando lleg¨® la guerra, los dos se comprometieron con la Armada del r¨¦gimen republicano, pero les asignaron una labor art¨ªstica, porque f¨ªsicamente no eran tan ¨²tiles¡±, relata el comisario. La exposici¨®n compara los cambios y mejoras entre las dos ediciones.
La Cartilla se distribuy¨® por todo el frente republicano. Cada lecci¨®n part¨ªa de una frase acompa?ada de una ilustraci¨®n. Por ejemplo: ¡°La Uni¨®n Sovi¨¦tica nos ayuda¡± y un collage de un mitin comunista con cientos de participantes en blanco y negro y la bandera comunista en color. La segu¨ªa la separaci¨®n por s¨ªlabas de las palabras que conten¨ªa esa frase, con caligraf¨ªa cursiva, e invitaba a los aprendices a crear palabras nuevas con esas s¨ªlabas, algo que recuerda a las t¨¦cnicas utilizadas en los cuadernillos Rubio, pero con frases propagand¨ªsticas.
Lefebvre se?ala que la proliferaci¨®n de alabanzas a la Rusia de Lenin en sus p¨¢ginas se debe a que la URSS fue el r¨¦gimen que m¨¢s ayudas envi¨® a los republicanos: ¡°Si los franceses hubieran cooperado m¨¢s, seguramente habr¨ªa menos propaganda bolchevique¡±. Tambi¨¦n se exponen las p¨¢ginas del suplemento de c¨¢lculo, en las que se pueden ver operaciones aritm¨¦ticas con balas como unidades para contar. En una de las p¨¢ginas dedicadas a la resta, se lee esta frase: ¡°Cada disparo de la ametralladora resta un cartucho al peine¡±. Este ejemplo muestra c¨®mo se utilizaban objetos cotidianos para los soldados para que asimilaran los conceptos matem¨¢ticos con m¨¢s facilidad.
Amster, jud¨ªo polaco nacido en la actual Lviv (Ucrania), estudi¨® Bellas Artes en Viena y artes gr¨¢ficas en Berl¨ªn. En 1930, un paisano suyo lo invit¨® a Madrid y all¨ª colaboraron en varias editoriales espa?olas como dise?adores gr¨¢ficos. Juan Manuel Bonet, el otro comisario de la exposici¨®n y experto en la trayectoria de Amster, explica que fue uno de los m¨¢s importantes grafistas de Espa?a y que trajo consigo t¨¦cnicas desconocidas entonces en el pa¨ªs: ¡°Por un lado, hac¨ªa dise?os de estilo m¨¢s sovi¨¦tico o alem¨¢n a partir de fotograf¨ªas, pero tambi¨¦n utilizaba la l¨ªnea clara, que ya se utilizaba en el c¨®mic de Herg¨¦, adem¨¢s de inventar numerosas tipograf¨ªas¡±.
El grafista trabaj¨® para proyectos de toda ¨ªndole e ideolog¨ªa: desde el cartel de la exposici¨®n de Picasso de 1936 en el Centro de la Construcci¨®n de Madrid hasta la portada de la revista misionera Catolicismo, pasando por la cubierta de un ensayo de Trotsky. ¡°A pesar de que ¨¦l se alist¨® en el Partido Comunista en Espa?a y era af¨ªn al r¨¦gimen republicano, lo contrataban de todas partes¡±, apunta Bonet.
Ya era amigo de Reuter cuando este lleg¨® a Espa?a y fue ¨¦l quien le propuso trabajar en la cartilla. Lefebvre, que equipara su importancia art¨ªstica a la de Robert Capa, cuenta que Reuter era un personaje muy peculiar: ¡°Era guapo como un dios, andaba por ah¨ª con su guitarra acompa?ado de dos mujeres alemanas. No era comunista, m¨¢s bien se asociaba a una especie de ecologismo socialista que exist¨ªa en Alemania. Recorri¨® Europa a pie y cuando lleg¨® a Espa?a le fascinaron los gitanos, a quienes fotografi¨® en M¨¢laga¡±.
Tanto Amster como Reuter se exiliaron a Am¨¦rica Latina despu¨¦s de la guerra: el primero a Chile, donde con la ayuda, entre otros, de Pablo Neruda continu¨® su carrera de dise?ador; y el segundo a M¨¦xico, donde sigui¨® ejerciendo como fot¨®grafo. ¡°Es curioso que sufrieran el mismo destino que muchos republicanos, aunque ellos no fueran espa?oles¡±, comenta Lefebvre.
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