El explorador, soldado y esp¨ªa que busc¨® la ciudad perdida de Alejandro Magno y se enred¨® en los peligros del Gran Juego en Afganist¨¢n
La desmesurada existencia del aventurero del XIX y pionero de la arqueolog¨ªa Charles Masson cobra vida en ¡®Alejandr¨ªa¡¯, del historiador Edmund Richardson
![Jacinto Ant¨®n](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fd95ad6a9-2f34-4f5b-89ec-ae39133965dc.png?auth=672bc54fe16083324b97a7e23f3d2e99a936333529c7e95ef224ac86d3fa5a18&width=100&height=100&smart=true)
![Un paso de monta?a afgano en 1830.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/672QKRRNFFABDC2YAUHH45JHME.jpg?auth=9a5cf671af1f16f2dedf85a76ec87c1373c4a16e09fe57065f5071a88333173d&width=414)
¡°De vez en cuando, Dios hace que nazcan hombres (y t¨² eres uno de ellos) que sienten una profunda pasi¨®n por las acciones en las que se expone la vida a cambio de averiguar cosas¡±. Las palabras que dirige Lurgan Sahib a Kim en la famosa novela de Rudyard Kipling durante la formaci¨®n del chico como esp¨ªa del Raj sirven tambi¨¦n para describir al aventurero Charles Masson, un personaje real que por sus andanzas parece salido tambi¨¦n de otra de las obras famosas de Kipling, El hombre que quiso ser rey, pues hasta le ofrecieron un reino. Con la vida de Masson, explorador, soldado, esp¨ªa, estamos en los predios de la aventura con may¨²sculas en la ¨¦poca del Gran Juego, la denominaci¨®n que se dio a la rivalidad pol¨ªtica del siglo XIX entre Gran Breta?a y Rusia en Asia central y t¨¦rmino que Kipling contribuy¨® a popularizar precisamente en su Kim. En el tablero geopol¨ªtico (que dir¨ªamos ahora) del Gran Juego, Afganist¨¢n, vasto territorio en su mayor parte desconocido y hostil a los occidentales, ocupaba las casillas principales y era el no va m¨¢s de la exploraci¨®n, el espionaje y la diplomacia. Aunque no se lleg¨® a una guerra abierta entre Rusia y Gran Breta?a, s¨ª hubo tres guerras afganas subsidiarias libradas por los brit¨¢nicos, obsesionados por controlar ese patio trasero de la India.
Charles Masson (1800-1853), de nombre verdadero James Lewis, era un ingl¨¦s que desert¨® de las filas de la artiller¨ªa montada de Bengala y vivi¨® peripecias asombrosas en la frontera norte de la India y en Afganist¨¢n, jug¨¢ndose la vida a menudo e involucr¨¢ndose en las peligrosas intrigas de la ¨¦poca. Ahora, un libro que es una singular mezcla de ensayo acad¨¦mico y relato apasionado (¡°esta es la historia de alguien que persigui¨® sus sue?os hasta los confines de la tierra y de lo que ocurri¨® cuando lleg¨® all¨ª¡±) bucea en la extravagante figura de Masson, un tipo con mucho de p¨ªcaro, granuja y mentiroso, para destacar otra de las facetas de su personalidad, la de pionero de la arqueolog¨ªa, y sobre todo su obsesi¨®n por encontrar en los polvorientos y salvajes predios afganos una de las ciudades perdidas de Alejandro Magno, la misteriosa Alejandr¨ªa del C¨¢ucaso o Alejandr¨ªa Paropamisos. En Alejandr¨ªa, en busca de la ciudad perdida (Shackleton Books, 2022), Edmund Richardson (Bristol 40 a?os), profesor del departamento de Cl¨¢sicas e Historia Antigua de la Universidad de Durham, nos conduce tras el rastro de una de las legendarias urbes fundadas por el conquistador macedonio (una veintena, todas con su nombre, Alejandro no era precisamente modesto) en su ruta hacia los confines del mundo. Lo hace meti¨¦ndonos en los zapatos de Masson y fascinado con ¨¦l hasta tal punto que llegamos casi a olvidarnos de que el objetivo era la ciudad perdida para rendirnos, como el autor, a la desmesura de la vida y las aventuras del intr¨¦pido personaje brit¨¢nico.
El libro transpira una gran emoci¨®n y un deseo vehemente de viajes, de vivencias extremas y de confines. Un p¨®thos, un anhelo, no distinto al que empujaba al propio Alejandro, y a Masson. Lo que le lleva a uno a preguntarse qu¨¦ tienen la aventura afgana y el Gran Juego para desatar esas emociones. ¡°La historia de Masson, como muchas otras historias del Gran Juego, es una aventura que cambia la manera en que vemos el mundo¡±, se?ala Edmund Richardson al respecto en conversaci¨®n con este diario. ¡°Y ese es el atractivo perdurable de ese momento en esa parte del globo. Afganist¨¢n nos hace vernos a nosotros mismos, y el mundo en que hemos crecido, con ojos diferentes¡±.
![El historiador Edmund Richardson.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RWVZPEHHJNGUPJSJKEQSV7CQFA.jpg?auth=7915e5657a838e8a3484a4c0f19eb12c958185faa113dae2bf61379e55305214&width=414)
Junto a Masson ¡ªque llega a dejar un grafiti en los Budas de Bamiy¨¢n, deambula disfrazado de derviche y tiene una pinta extra?a ¡°incluso en los mejores momentos¡±¡ª aparece toda una galer¨ªa de personajes hist¨®ricos realmente curiosos. Richardson parece sentir simpat¨ªa por Alexander Bujar¨¢ Burnes, que es quiz¨¢ es el m¨¢s conocido del Gran Juego. ¡°Burnes es uno de los mayores viajeros y aventureros del XIX. Y dondequiera que estuviera, siempre se sent¨ªa como si perteneciera al lugar, ya fuera un palacio en Gran Breta?a o una ladera en Afganist¨¢n. Pero para m¨ª, son los personajes que nunca encajan del todo ¨Dy nunca se sienten como si pertenecieran a alg¨²n sitio¨D los m¨¢s interesantes. Masson, por supuesto, es el vagabundo que nunca est¨¢ satisfecho, que nunca encuentra lo que est¨¢ buscando. Pero tambi¨¦n siento empat¨ªa por uno de los amigos de Masson, el coronel Stacy, un oficial del ej¨¦rcito brit¨¢nico que pasaba sus ratos libres deambulando por los bazares de la India, a la caza de monedas y antig¨¹edades. Siempre m¨¢s interesado en entender la India que en hacer la guerra en ella¡±.
En ¨²ltima instancia, la b¨²squeda de la Alejandr¨ªa del C¨¢ucaso (para los antiguos griegos la cordillera se extend¨ªa hacia el Este y abarcaba el Hindu Kush) queda sin resolverse. ?Es consciente Richardson de esa frustraci¨®n esencial que est¨¢ en el coraz¨®n de su libro?, ?hay novedades cient¨ªficas sobre el asunto, sobre esa u otras Alejandr¨ªas perdidas? ¡°Ser un historiador de la antig¨¹edad es querer lo que no se puede tener. Casi toda nuestra evidencia del pasado se ha perdido, desde la literatura al arte y la arqueolog¨ªa. Pero siempre encontramos maneras de juntar las piezas del mundo antiguo. Y las historias incompletas son las m¨¢s fascinantes. La frustraci¨®n es tambi¨¦n una seducci¨®n. Masson sent¨ªa eso cuando estaba buscando Alejandr¨ªa. Y yo lo siento al recomponer su historia, y la historia de su ciudad perdida¡±. Richardson a?ade: ¡°Las excavaciones alrededor de Bagram, a 60 kil¨®metros al noroeste de Kabul, donde Masson crey¨® excavar la Alejandr¨ªa del C¨¢ucaso y tradicionalmente se la sit¨²a, han quedado en suspenso en los ¨²ltimos a?os debido a la inestabilidad en Afganist¨¢n. Es muy posible que los estadounidenses encontraran numerosos objetos durante el tiempo que estuvieron en la base a¨¦rea de la localidad. Estoy tratando de averiguar si se hicieron algunos descubrimientos. Pero obviamente el Gobierno de EE UU no est¨¢ muy interesado en discutir esa parte de la historia en este momento, y la mayor parte de los registros est¨¢n clasificados¡¡±.
![Imagen de Kabul a mediados del siglo XIX.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CI3F7VYMAVCYLDIF73CDYERLI4.webp?auth=c164c48de1d9754ca50da304a8f6b2c3decf568011b4cf966f13098eb700f720&width=414)
Richardson, educado en Cambridge y Princeton, ha viajado a muchos de los lugares de los que trata en su libro; al preguntarle cu¨¢les le han impresionado m¨¢s, responde: ¡°Muy al principio de sus viajes, Masson cruz¨® el desierto de Thar a pie. No hablaba ni una palara de los dialectos locales. No ten¨ªa un mapa. No ten¨ªa un plan. Cuando segu¨ª sus pasos rehaciendo su camino, no pod¨ªa creer que hubiera sobrevivido. A medida que te adentras en ese desierto, el mundo gradualmente desaparece. Los ¨¢rboles dejan paso a los arbustos, y los arbustos a la arena. El paisaje pasa de verde a marr¨®n y luego a dorado. Los caminos desaparecen. Hay una quietud inmensa, especialmente de noche, y la sensaci¨®n de la propia peque?ez en la inmensidad del mundo es abrumadora¡±.
El estudioso parece haberse encari?ado mucho con Masson y su descubrimiento de una entonces inesperada antigua civilizaci¨®n mestiza con elementos helen¨ªsticos y budistas en Afganist¨¢n, el imperio kush¨¢n. De los rasgos de personalidad que m¨¢s le han impresionado del que lleg¨® a ser el principal agente de inteligencia brit¨¢nico en Kabul ¡°para perseguir su sue?o¡± destaca: ¡°Masson era un contador de historias, un cuentista nato. Pas¨® al menos una d¨¦cada viajando por la India y Afganist¨¢n por su cuenta, con nada para protegerse excepto palabras. Nunca llev¨® una pistola, o una espada. Nunca tuvo un grupo. Dorm¨ªa solo, noche tras noche, en la ladera de las monta?as. Estuvieron a punto de asesinarlo muchas veces, pero sigui¨® adelante. Estaba tan enamorado de Afganist¨¢n, y de la historia de Alejandro Magno, que har¨ªa cualquier cosa, y lo arriesgar¨ªa todo, para alcanzar su objetivo: la ciudad perdida de Alejandro¡±.
![Tropas brit¨¢nicas atacan la fortaleza de Kabul en la Primer Guerra Afgana.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZC6T6UXSPVHVBGID6J5FQZW7JA.jpg?auth=373772ed82421a2665732e651c5bd9a4852a857722deb1d212428e8ea774b37f&width=414)
Es curioso que Gran Breta?a produjera tantos personajes como Masson. ¡°Los produjo porque parad¨®jicamente era un pa¨ªs que siempre procur¨® no producirlos¡±, considera el estudioso. ¡°En el siglo XIX, especialmente, la cultura de la ¨¦poca te animaba a permanecer en calma, conformista, y sin hacer preguntas. Pero, ?qui¨¦n quiere hacer eso todo el rato? As¨ª que gente como Masson, o el gran explorador victoriano Richard Burton, encontraron sus propias maneras de estar en el mundo, aunque ello supusiera cruzar el planeta, para hallar una vida que los hiciera felices y los llenara de una forma que Gran Breta?a nunca pudo¡±.
Alejandr¨ªa es la historia de una gran aventura. ?Es Edmund Richardson un amante del g¨¦nero, sensible a Kipling, a los lanceros bengal¨ªes, a los Pabellones Lejanos, las haza?as de los Gu¨ªas y la ¨¦pica de la frontera, o el valor de Walter Hamilton en la Residencia de Kabul? ¡°Me han fascinado esas historias durante a?os, gente encontrando maneras de sobrevivir en situaciones imposibles. Viajeros y aventureros que est¨¢n lejos de casa, descubriendo maneras nuevas de ver y entender el mundo. Son historias de gente atrapada entre dos mundos muy diferentes, que no encuentran su hogar en ninguna parte, y eso es parte del atractivo y poder de conmoci¨®n que siempre tienen¡±.
Tras la implicaci¨®n de Gran Breta?a en la guerra moderna en Afganist¨¢n, ?c¨®mo ve Richardson la larga relaci¨®n entre los dos pa¨ªses? Hay tantos paralelismos entre los conflictos del pasado y el contempor¨¢neo¡ ¡°Para cualquier historiador de Afganist¨¢n, los paralelos entre pasado y presente son imposibles de evitar. William Dalrymple lo ha explorado muy bien en Retorno del Rey [Desperta Ferro, 2017], en el que se?ala las maneras en que los afganos ven su propia historia, y c¨®mo las potencias occidentales parecen no aprender nunca de los errores del pasado. Hay un viejo proverbio afgano, que cito en Alejandr¨ªa y que reza: ¡°Primero llega un ingl¨¦s, como viajero. Luego dos, y hacen un mapa. Despu¨¦s viene un ej¨¦rcito. As¨ª que es mejor matar al primer ingl¨¦s¡±.
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