El a?o Sorolla pende de un hilo en Nueva York por la huelga de los trabajadores de la Hispanic Society
La crisis de la organizaci¨®n que acoge la mayor colecci¨®n del artista fuera de Espa?a pospone la reapertura del museo. Los empleados demandan mejores condiciones y denuncian negligencias
La Hispanic Society of America (HSA) ha sido desde su fundaci¨®n, en 1904, la casa en Nueva York de Joaqu¨ªn Sorolla, as¨ª como de la colecci¨®n de arte de Espa?a, Portugal y Latinoam¨¦rica m¨¢s importante fuera de sus respectivas fronteras. Alberga obras maestras de Goya, El Greco o Vel¨¢zquez, entre otras muchas, en un vetusto edificio al norte de Manhattan, lejos del circuito muse¨ªstico de Nueva York, pero en el coraz¨®n de la comunidad hispana de la ciudad.
Cerrada desde 2017 por un masivo plan de modernizaci¨®n, todo parec¨ªa estar listo para reabrir este mes, como arranque del a?o Sorolla (que rememora el siglo transcurrido desde la muerte del pintor), el edificio principal, que acoge su Visi¨®n de Espa?a, 14 grandes ¨®leos encargados por el fundador de la HSA, el fil¨¢ntropo Archer M. Huntington, a ra¨ªz del ¨¦xito cosechado por dos exposiciones del pintor espa?ol en 1909 y 1911. Pero una huelga de trabajadores ha empa?ado el calendario.
Entre las ofertas de la direcci¨®n y las demandas de los trabajadores hay distancia en lo laboral, pero tambi¨¦n dos maneras distintas de mirar al futuro, tan arraigado en el pasado en el caso de la HSA: renovarse o morir; actualizar un museo que durante d¨¦cadas ha sido un gigantesco dep¨®sito de obras de arte, o conservar sus esencias, dilemas planteados como disyuntivas. Para los trabajadores, el empeoramiento de las condiciones laborales conlleva la negligencia en la conservaci¨®n de los fondos. Para la gerencia, la reforma persigue precisamente preservar las 900 pinturas y m¨¢s de 6.000 acuarelas y dibujos, sin contar otras muchas obras (libros, fotograf¨ªas, escultura, artes decorativas¡ hasta un total de 750.000 piezas).
Parte de los trabajadores, organizados sindicalmente desde 2021, se declar¨® en huelga el 27 de marzo tras m¨¢s de un a?o de negociaciones. Adem¨¢s de la reivindicaci¨®n econ¨®mica, que la direcci¨®n dice ser la ¨²nica causa del conflicto, muchos se muestran frustrados por la falta de personal y el a su juicio mal trato que recibe la colecci¨®n, por ejemplo la falta de control de la temperatura de almacenamiento y vacantes sin cubrir del personal t¨¦cnico que debe velar por las colecciones; tambi¨¦n por la amenaza de externalizaci¨®n de puestos o servicios, que la empresa niega. Es una pelea como otras en un pa¨ªs que vive una efervescencia sindical, y donde la resistencia a la movilizaci¨®n suele ser la norma.
¡°La huelga ha demostrado que la administraci¨®n est¨¢ dispuesta a poner en peligro tesoros de valor incalculable¡±, afirma Patrick Lenaghan, jefe de iconograf¨ªa y conservador desde hace 28 a?os. ¡°Tenemos una grave escasez de personal y nuestra incre¨ªble colecci¨®n est¨¢ en peligro por falta de salvaguardas adecuadas¡±, a?ade este miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla. Como se?ales de alarma, cita cinco inundaciones a causa de las lluvias en los s¨®tanos, que albergan parte de los fondos, o una plaga de hongos en el taller de restauraci¨®n de libros a causa de las obras.
Mientras rechaza rotundamente ese escenario, Guillaume Kientz, director de la HSA, muestra las salas que abrir¨¢n al p¨²blico. Se trata de ¡°la sala Sorolla [con la Visi¨®n de Espa?a], el patio principal y la biblioteca¡±, tras una reforma que ha costado tres millones de d¨®lares, ¡°ocho en total, sumando la remodelaci¨®n de las instalaciones, de almacenes y oficinas, incluido el techo o la fontaner¨ªa¡±, del edificio principal, explica Kientz. ¡°No voy a hablar de la huelga, porque estamos negociando y de acuerdo en casi todo, ojal¨¢ se pueda resolver muy pronto¡±. Sobre el seguro m¨¦dico, que en EE UU es complemento del salario ¡ªa mayor cobertura de salud, menores ingresos¡ª, ¡°no va a variar para los trabajadores contratados; negociaremos estas condiciones con los nuevos¡±.
La pelea por las condiciones laborales no es distinta de las negociaciones en otras muchas empresas estadounidenses, pero la novedad es que el paro afecta directa o indirectamente a obras de arte valoradas en millones de d¨®lares. ¡°No es s¨®lo una cuesti¨®n econ¨®mica, tambi¨¦n la reivindicaci¨®n de est¨¢ndares muse¨ªsticos profesionales¡±, dice el conservador. Kientz niega que el legado est¨¦ en riesgo. ¡°La renovaci¨®n ya ha mejorado mucho y va a mejorar a¨²n m¨¢s las condiciones. Es algo que nunca se hizo, hubo muy poco mantenimiento durante los ¨²ltimos 50 a?os¡ A algunos les gusta m¨¢s como era antes, un museo cuasi cerrado, con poco p¨²blico, pero tenemos que acudir a la gente, compartir las colecciones y hacer lo que hacen los museos, y tambi¨¦n las bibliotecas¡±.
La de la HSA alberga ¡°la mejor biblioteca de manuscritos y libros raros de Hispanoam¨¦rica fuera de Espa?a¡±, subraya Lenaghan, ¡°pero la restauradora no puede trabajar porque ahora no saben qu¨¦ hacer con su taller¡±. La colecci¨®n de fotograf¨ªas ¡°es tambi¨¦n la mejor de toda Latinoam¨¦rica¡±. La biblioteca se abrir¨¢ a los estudiosos, explica el director, como ha venido haciendo el que es uno de los mayores centros de investigaci¨®n de tem¨¢ticas hispanas del mundo.
¡°La Hispanic est¨¢ a la altura de la Colecci¨®n Frick o de la Morgan Library [tambi¨¦n en Nueva York]¡±, sentencia Lenaghan, ¡°pero ni cobramos lo mismo que sus empleados ni se nos conoce igual¡±. El director alude a la inercia de la instituci¨®n para explicar ese d¨¦ficit de popularidad. ¡°Es poco conocida porque hac¨ªa pocas exposiciones, siempre ense?aba las mismas cosas y se consideraba m¨¢s un centro de investigaci¨®n que un museo que atrae p¨²blico. Hay que cambiar el modo de acercarse a la gente, ser m¨¢s proactivos, estar abiertos a los nuevos discursos sobre la historia del arte¡±. Los planes de futuro pasan por la creaci¨®n de un nuevo distrito cultural en la zona, junto con otros 10 museos y 20 entidades culturales.
La reforma es ¡°puro escaparate de un vac¨ªo que no se corresponde con el legado y la dimensi¨®n de la colecci¨®n¡±, apunta otro huelguista, un conservador con a?os de experiencia en museos estatales de Latinoam¨¦rica; ¡°[la HSA] no tiene rumbo, es un descarrilamiento a c¨¢mara lenta¡± de la colecci¨®n que fue un regalo de Huntington a Nueva York. ¡°?ramos una plantilla de 40 personas en los noventa y ahora no llegamos a 25¡å, subraya Lenaghan, si bien la empresa indica que desde 2021 contrat¨® a ocho. ¡°Una persona hace el trabajo de cuatro, y eso se nota en restauraci¨®n y conservaci¨®n; de tres restauradores hemos pasado a uno, pero el trabajo vinculado a exposiciones [itinerantes durante el cierre] recae en ellos, y se crea un cuello de botella. Adem¨¢s, hay piezas que han viajado mucho, a Madrid, M¨¦xico, otros lugares de EE UU, Canad¨¢ o Londres, y se a?ade el riesgo de tr¨¢nsito y manipulaci¨®n. Es una colecci¨®n variopinta que requiere personal superespecializado¡±.
Traslado de piezas
Precisamente el jueves pasado volvieron al caser¨®n de la calle Broadway las 150 piezas de la muestra Tesoros, desde la Royal Academy de Londres; entre ellas, un goya y un vel¨¢zquez. El comit¨¦ huelguista denunci¨® negligencia en el traslado, con fotos que mostraban la caja abierta del cami¨®n y varias piezas a la vista sin aparente vigilancia. ¡°En lugar de profesionales, la HSA recurri¨® a contratistas que, seg¨²n los trabajadores, pusieron en peligro las obras de arte por su mala manipulaci¨®n y falta de seguridad¡±, denunci¨® el comit¨¦.
Las acusaciones de negligencia irritan especialmente al director. ¡°Trabajamos con la misma compa?¨ªa que el Metropolitan Museum. El hecho de que los propios trabajadores hayan divulgado detalles e im¨¢genes del traslado, con los riesgos de seguridad que ello implica, es cruzar una l¨ªnea roja. Me ha chocado mucho que la fecha, el horario y el contenido [del cami¨®n] fueran conocidos y compartidos con gente que no tiene que ver con el museo, hay un v¨ªdeo de una persona gritando en la calle: ¡®Mira, mira, aqu¨ª hay un vel¨¢zquez de 30 millones¡¯¡ Son informaciones muy confidenciales, para m¨ª y para mis colegas de la Royal Academy ha sido un shock ver a profesionales actuar de este modo¡ Es algo muy grave¡±.
A juzgar por las fotos previas a la reforma que Kientz muestra en su port¨¢til (boquetes en el techo, tuber¨ªas oxidadas hasta casi reventar, un batiburrillo de negativos, pilas de legajos y papeles), la Hispanic estaba pidiendo a gritos ayuda. ¡°El museo no ten¨ªa buena pinta y todav¨ªa queda mucho que hacer, pero en dos a?os hemos avanzado mucho, gracias tambi¨¦n a los donantes y por supuesto a la movilizaci¨®n del equipo que ha ayudado, por eso me apena ver lo que est¨¢ sucediendo¡±.
Mientras los trabajadores se muestran dispuestos a proseguir la huelga ¡ªel Estado de Nueva York concede un subsidio a partir de la segunda semana de paro¡ª, el hogar de 243 obras de Sorolla, su mayor colecci¨®n fuera de Espa?a, sigue cerrado, aunque la direcci¨®n espera poder abrir en primavera. Una exposici¨®n del pintor mediterr¨¢neo atrajo en 1909 a nada menos que 160.000 visitantes en un mes. Hoy el patio principal del caser¨®n, al que personas con movilidad reducida podr¨¢n acceder tambi¨¦n por rampas y montacargas, tiene lista una exposici¨®n de sorollas que quitan el habla, en di¨¢logo con piezas cin¨¦ticas del venezolano Jes¨²s Rafael Soto, de cuyo nacimiento se cumple un siglo. En el calendario tambi¨¦n hay tiempo para los 50 a?os de la muerte de Picasso. Junto a la esplendorosa tumba de la duquesa de Alburquerque, una filigrana de alabastro adquirida por Huntington que adorna un lateral del patio, los sorollas aguardan su nuevo momento de gloria.
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