No era buena cosa ser capturado vivo por ellos: una nueva historia de las guerras apaches recrea la larga lucha del pueblo de Cochise y Ger¨®nimo
El historiador estadounidense Paul Andrew Hutton repasa medio siglo de combates, brutalidad y aventura en la ¨²ltima frontera del salvaje Oeste
Atraviesa el lector Las guerras apaches, del prestigioso historiador estadounidense Paul Andrew Hutton (Desperta Ferro, 2023), como si lo hiciera a caballo tras una banda de duros y esquivos mescaleros o chiricahuas camino de cruzar el r¨ªo Bravo o de internarse en la Sierra del Diablo. Pasas las p¨¢ginas tragando saliva y sintiendo todo el peligro de esos ind¨®mitos guerreros y la sobrecogedora impresi¨®n de un territorio fascinante e inh¨®spito, una tierra bald¨ªa y hostil, de climas extremos, de desiertos y monta?as agrestes, en la que en cada desfiladero, tras cada roca y cada cactus, parec¨ªa aguardarte una flecha, una bala de Winchester o de carabina, o algo peor. ¡°No era buena cosa ser capturado vivo por los apaches¡±, resume Hutton, concitando im¨¢genes de La venganza de Ulzana, el ic¨®nico filme de Robert Aldrich que visualiz¨® como nunca el viejo y sabio consejo de guardarte para ti la ¨²ltima bala al combatir contra los se?ores de la Apacher¨ªa.
Estamos en los predios de los grandes jefes Mangas Coloradas, Cochise o Ger¨®nimo, el mundo de Fort Apache, de Apache Pass, de los ataques a las diligencias, de los generales cazaindios Crook y Miles, del hombre de frontera, gu¨ªa, agente y tambi¨¦n general indian fighter Kit Carson, de los soldados de caballer¨ªa persiguiendo a un enemigo que se desvanec¨ªa sin dejar huella (¡°si usted los vio, se?or, no eran apaches¡±) y de la guerra m¨¢s larga sostenida nunca por EE UU, muchas veces sin cuartel (¡°cuando los tenga a todos juntos, mate a todos los indios crecidos, capture a los ni?os y v¨¦ndalos para cubrir el gasto de matarlos¡±, fue la orden que recibi¨® un capit¨¢n del Ej¨¦rcito). Una guerra salvaje en una tierra mort¨ªfera (los actuales Nuevo M¨¦xico y Arizona) en la que, como describe con h¨¢lito narrativo Hutton, ¡°cada planta ten¨ªa una p¨²a, cada insecto un aguij¨®n, cada ave una garra y cada reptil un colmillo¡±.
La bibliograf¨ªa en castellano sobre los apaches, que ya contaba con obras como el can¨®nico Las guerras apaches (Edhasa, 2005), de David Roberts ¡ªel t¨ªtulo original es mucho m¨¢s po¨¦tico: Once they moved like the wind¡ª; Los apaches, ¨¢guilas del sudoeste, de D. E. Worcester (Pen¨ªnsula, 2013); Ger¨®nimo, historia de su vida, contada a S. M. Barrret (Cr¨ªtica, 2013), los libros del a?orado Edward K. Flagler (como Din¨¦, editado por el Instituto de Estudios Norteamericanos en 2006) o la apasionante y sorprendentemente divertida Ahora me rindo y eso es todo, de ?lvaro Enrigue (Anagrama, 2018), sin olvidar los c¨®mics de Blueberry, se enriquece ahora con este ensayo de Hutton, que resigue pormenorizadamente la larga historia del conflicto que enfrent¨® a la irreductible naci¨®n ind¨ªgena con los espa?oles, los mexicanos y los estadounidenses y acab¨® siendo una guerra de exterminio. El libro es un ampl¨ªsimo fresco cuajado de detalles dignos de John Ford, como el nombre despectivo que daban los apaches a los militares biso?os: Nantan Eclatten, ¡°teniente novato y virgen¡±.
El estudioso, de 73 a?os y nacido en Fr¨¢ncfort (lo adopt¨® una familia de una base militar de EE UU), profesor de historia en la Universidad de Nuevo M¨¦xico y que fue director de la Asociaci¨®n de Historia del Oeste, coloca un rapto como centro de la compleja historia de recurrentes incursiones apaches y operaciones de castigo contra ellos, deportaciones a reservas ¨¢ridas e insanas administradas por funcionarios corruptos, traiciones y venganzas, a lo largo de medio siglo. Es el de un muchacho blanco, F¨¦lix Ward, al que luego se conoci¨® como Mickey Free, por apaches aravaipas, que asaltaron el rancho de su familia en 1861 y se lo llevaron para incorporarlo a la tribu. El secuestro desat¨® una serie de acontecimientos que acabaron por condicionar el destino de la Apacher¨ªa.
¡°La historia de Mickey Free siempre me ha fascinado¡±, apunta acerca de ese personaje a caballo (y nunca mejor dicho) entre dos formas de vida. ¡°Era culturalmente mestizo, estaba atrapado en una cultura mixta entre dos mundos enfrentados. En ninguno de los dos confiaba nadie en ¨¦l, pero lo necesitaban en ambos, los apaches y el ej¨¦rcito estadounidense. Viv¨ªa en el conflicto y la alienaci¨®n de estar siempre en busca de saber qui¨¦n era realmente. Como un hu¨¦rfano europeo criado como estadounidense, yo puedo entender personalmente el drama en su alma¡±. Free, educado como apache, sirvi¨® como gu¨ªa, explorador e int¨¦rprete del ej¨¦rcito. Los chiricahuas lo consideraban una molestia por cuya causa hab¨ªan sido arrastrados a la guerra: en unas conversaciones para liberarlo, los soldados trataron de capturar arteramente a Cochise y como represalia este y su banda lanzaron un raid sanguinario y en 60 d¨ªas asesinaron a 150 blancos. El otro bando tampoco ten¨ªa aprecio a Free, al que el jefe de Scouts Al Sieber describi¨® como ¡°medio mexicano, medio irland¨¦s y un completo hijo de puta¡±.
Del vasto fresco espacio temporal que abarca su libro y que incluye numeros¨ªsimos personajes (una impagable galer¨ªa de indios y soldados) e incontables episodios sensacionales, Hutton dice: ¡°He tratado de capturar la esencia de la gran lucha entre los apaches y los invasores europeos (espa?oles, mexicanos y estadounidenses) y de usarla como un ejemplo ¡ªincluso una met¨¢fora¡ª de la conquista del Oeste. Fue la ¨²ltima gran guerra india (y la m¨¢s larga) y cuando termin¨®, en 1886, con la rendici¨®n de Ger¨®nimo, el Salvaje Oeste acab¨® tambi¨¦n. Para explicar la historia he tenido que introducir muchos personajes de ambos bandos y ojal¨¢ haya conseguido insuflarles vida. El paisaje se convierte en un importante personaje en el libro tambi¨¦n. La gente respond¨ªa a ese duro, cruel, des¨¦rtico terreno que daba forma a sus acciones¡±. En cuanto al uso de t¨¦cnicas narrativas en su relato de los hechos, como en el magn¨ªficamente descrito funeral de Cochise, Hutton apunta: ¡°Soy un gran admirador de la historia narrativa y de los historiadores que la han practicado con brillantez, como Samuel Morison, Allan Nevins, Barbara Tuchman, Walter Lord, Garrett Mattingly (su libro sobre la Armada Invencible es uno de mis favoritos), Bernard DeVoto, Robert Utley, Dee Brown y Hampton Sides, para nombrar solo a unos pocos. Me parece que son autores que escriben para la gente, y no ¨²nicamente para el mundo acad¨¦mico. Aunque yo soy profesor, quiero escapar de las restricciones que impone el estilo acad¨¦mico y hacer algo con gran fuerza narrativa; espero haberlo conseguido¡±.
Episodios de salvajismo
El libro describe episodios de un gran salvajismo. Ambos bandos se emplearon con brutalidad y ferocidad. Sin embargo, parece haber habido en los apaches, como ya apunt¨® David Roberts, una especial predisposici¨®n a la crueldad. Hutton describe la forma en que asaban vivos o desollaban a blancos que ca¨ªan en sus manos, mataban a ni?os peque?os rompi¨¦ndoles la cabeza contra una piedra¡ ¡°Los apaches eran asaltantes, incursores, saqueadores, los vikingos del Nuevo Mundo. Eran temidos en particular en la guerra y notorios por su diab¨®lica tortura de prisioneros. Valoraban mucho al que ten¨ªa el ingenio de imaginar un suplicio m¨¢s atroz. Realmente deseabas tener esa ¨²ltima bala a tu disposici¨®n, como se acostumbraba a decir en la frontera. Los apaches esperaban que los cautivos mostraran valor cuando se los torturaba, y los admiraban por eso. Ciertamente, el nivel de crueldad en las guerras apaches ¡ªen ambos bandos¡ª fue particularmente brutal. Los estadounidenses se mostraron igual de despiadados en muchas ocasiones. A Mangas Coloradas, tras asesinarlo, le cortaron la cabeza y la prepararon para exhibirla en p¨²blico. En mi libro he tratado de mostrar que todas las partes, espa?oles, mexicanos, apaches, estadounidenses, fueron capaces de gran crueldad. Es cierto que hab¨ªa una predisposici¨®n cultural entre los apaches a la crueldad. Pero en los estadounidenses hab¨ªa mucha hipocres¨ªa, dado que clamaban ser civilizados mientras se compromet¨ªan en acciones de enorme barbarismo. Todo era bastante medieval¡±.
?Qu¨¦ tal eran los apaches como guerreros? ?tan duros como se los pintaba? ¡°Crook llamaba a los apaches ¡®los tigres de la especie humana¡¯ y estaba en lo cierto. Eran muy duros, y pose¨ªan una resistencia incre¨ªble, y gran habilidad como guerreros. ?Pod¨ªan adelantar a la caballer¨ªa a pie! Y poner en el aire siete flechas antes de que la primera cayese a tierra. Conoc¨ªan el terreno y c¨®mo emplearlo en su provecho. Eran, adem¨¢s, con su incre¨ªble movilidad, maestros en lo que hoy llamamos guerra de guerrillas. Por supuesto que sus adversarios exageraron a veces sus proezas de manera que pudieran hacer mayor su victoria sobre ellos y lograr m¨¢s gloria. Eso lo vemos en las memorias de los soldados estadounidenses. Pero en realidad eran tan buenos guerreros como se contaba con temor alrededor de las hogueras al atravesar su territorio¡±. Guardaban algunas diferencias con los indios de las llanuras al norte: al ser muy pocos (¡°nunca en la historia de Am¨¦rica¡±, sintetiza Hutton, ¡°tantos hab¨ªan tratado de matar a tan pocos¡±) eran m¨¢s reacios a jugarse la vida alegremente en combate y, aunque valoraban mucho los caballos, no dudaban en com¨¦rselos.
Hutton no se limita a explicar los episodios b¨¦licos sino que nos adentra en la mentalidad apache (que nunca se consideraron un solo pueblo, eran muy individualistas y ten¨ªan una solidaridad relativa con los suyos: lo que explica el ¨¦xito de la polic¨ªa apache). Se?ala su dependencia del mezcal (de ah¨ª el nombre de la tribu de los mescaleros), su respeto al oso, la importancia de la ceremonia de la pubertad de las muchachas, la obsesi¨®n por las apuestas, o que nunca com¨ªan pescado. No soportaban el confinamiento. Hay tres elementos que parecen condicionar mucho la cultura apache: el saqueo, la venganza (y el honor) y la superstici¨®n (y los tab¨²es). ¡°Eran un pueblo empapado en superstici¨®n. Cre¨ªan en brujas y maldiciones y especialmente en fantasmas. Para ellos era un gran tab¨² tocar a los muertos, as¨ª que raramente arrancaban cabelleras. Cuando lo hac¨ªan, a diferencia de otros indios, especialmente las tribus de las Grandes Llanuras, no conservaban las cabelleras como trofeos de guerra¡±.
El estudioso recuerda que en cambio los blancos practicaban con fruici¨®n el escalpelamiento. ¡°Me sorprendi¨® la escala con que se hac¨ªa, especialmente por parte de cazadores de cabelleras estadounidenses en busca de bot¨ªn (se pagaba por cabellera arrancada). Los indios norteamericanos, aunque no los apaches, escalpaban antes de que los blancos llegaran, pero los europeos convirtieron la practica ritual en un negocio. Un negocio cruel¡±. Frecuentemente se cortaba el cuero cabelludo con las orejas incluidas, y tambi¨¦n las cabezas enteras de los apaches.
En Las guerras apaches juega un papel de primer orden una mujer, Lozen, hermana de Victori, que manejaba el rifle y el cuchillo como cualquier hombre. ?Hasta qu¨¦ punto hab¨ªa mujeres guerreras en el mundo apache? ?y c¨®mo se trataba a las mujeres en general? Hutton se?ala que no muy bien (se cortaba la nariz o se mataba a las que eran infieles) y que incluso el maltrato de g¨¦nero fue aducido, bastante c¨ªnicamente, por los blancos en la guerra para someter a los apaches¡ ¡°Lozen fue realmente remarcable. No solo era una h¨¢bil guerrera, sino una persona espiritual a la que se le atribu¨ªa el don de la profec¨ªa. Es un personaje controvertido y algunos historiadores (como Bob Utley y Ed Sweeney) han rechazado los relatos sobre ella como fantas¨ªas. Pero los apaches, entonces y ahora, cre¨ªan en sus grandes poderes¡±.
?Cu¨¢l fue el mejor jefe apache? Al historiador no le cae especialmente bien Ger¨®nimo, del que recuerda episodios atroces, como la vez en que propuso matar a los beb¨¦s de la tribu para que nos los delataran a los soldados con sus lloros. ¡°Creo que Cochise fue el l¨ªder m¨¢s grande de los apaches, seguido por Mangas Coloradas, y despu¨¦s Victorio. Ger¨®nimo siempre pensaba en inter¨¦s de Ger¨®nimo y no en el del pueblo apache. En algunos aspectos era un mat¨®n y un asesino, pero por supuesto fue tambi¨¦n un gran guerrero. Con el tiempo su propia gente se volvi¨® contra ¨¦l. Sus acciones provocaron la deportaci¨®n final de los apaches de Arizona. Es ir¨®nico que se haya convertido en, quiz¨¢, el indio mejor conocido de la historia¡±. De los episodios de las guerras apaches, el favorito de Hutton es el de la amistad que mantuvieron Tom Jeffords y Cochise, y c¨®mo esa relaci¨®n trajo una breve paz. ¡°La historia, claro, fue la base de una de mis novelas favoritas, Hermano de sangre, de Elliott Arnold, llevada al cine como Flecha rota¡±.
Hablando de pel¨ªculas que han retratado a los apaches, ?cu¨¢l le parece mejor al historiador? y ?qu¨¦ piensa del tratamiento dado en pantalla a Cochise, Ger¨®nimo, Massai, Chato¡?, ?el Ulzana real se parec¨ªa al de La venganza de Ulzana de Aldrich? ¡°Flecha rota es mi favorita y tambi¨¦n me gustan mucho los filmes de John Ford sobre la caballer¨ªa: Fort Apache, La legi¨®n invencible y R¨ªo Grande. La venganza de Ulzana es otra de mis favoritas y me parece muy realista. Aldrich y Lancaster hab¨ªan hecho antes Apache, acerca del famoso renegado Massai, que est¨¢ basada en una novela de Paul Wellman. Como puede ver, soy un gran aficionado al w¨¦stern¡±. ?Y fue asesor hist¨®rico en Desapariciones, esa gran pel¨ªcula de 2003 sobre los apaches! Es terrible lo que hace la banda de guerreros con el personaje de Aaron Eckhart. Y qu¨¦ fascinante Eric Schweig como El Brujo, ?est¨¢ basado en un apache real? ¡°Desapariciones fue una gran experiencia, y el director Ron Howard es tan agradable como parece. Mi hijo y yo hacemos una breve aparici¨®n en la escena en el pueblo. El hechicero no est¨¢ basado en un personaje de verdad, sino en la creencia de los apaches en la brujer¨ªa. Les hice usar en el filme b¨²hos como s¨ªmbolo del mal, reencarnaci¨®n de los esp¨ªritus de los malvados, que es lo que los apaches cre¨ªan. Howard tuvo asesores apaches tambi¨¦n¡±.
En cuanto a c¨®mo es la vida de los apaches en la actualidad, apunta: ¡°Como muchas tribus, los apaches a menudo viven hoy en la pobreza y el alcoholismo sigue siendo un problema. Las diferentes bandas (hay reservas apaches en Arizona, Nuevo M¨¦xico y Oklahoma) se esfuerzan por mantener vivas su historia y sus tradiciones. Algunos como los mescaleros y los monta?a blanca, han sacado mucho provecho del juego y los casinos. Uno de los momentos que me han hecho sentir m¨¢s orgullo fue cuando una anciana jicarilla me dijo lo mucho que le hab¨ªa gustado mi libro y me pidi¨® que se lo dedicara. Espero haber hecho justicia a los apaches en el libro¡±.
Una de las mejores plasmaciones que han tenido los apaches en la cultura popular ha sido en los c¨®mics del teniente Blueberry, el personaje de Giraud y Charlier. Sorprendentemente, Hutton conoce la serie. ¡°Creo que tengo casi todos los ¨¢lbumes, los he coleccionado durante a?os. Mickey Free incluso aparece en uno de los ¨²ltimos. Los europeos siempre han hecho mejores c¨®mics del Oeste que los estadounidenses¡±.
Paul Andrew Hutton es el editor del imprescindible volumen The Custer reader, un compendio de textos sobre el pol¨¦mico general. ¡°Custer contin¨²a siendo un gran h¨¦roe para m¨ª. Cuando era ni?o vi a Errol Flynn como Custer en Murieron con las botas puestas y qued¨¦ atrapado. Es un personaje tan fascinante y contradictorio¡ m¨¢s grande que la vida misma. Para mi su Last Stand en Little Bighorn es el gran momento ¨¦pico de la historia del Oeste. Por supuesto, hoy en EE UU se le acostumbra a presentar como un villano, lo que no es cierto. Su glorioso papel en la Guerra Civil se olvida y se le retrata como un genocida que odiaba a los indios. La mala historia triunfa gracias a la cultura popular y la ignorancia. Voy a ir al campo de batalla de Little Bighorn en junio, es un lugar inquietante y encantado. Hace a?os me nombraron comisionado para seleccionar el dise?o del monumento a los indios que ahora se alza en el lugar. Custer y Toro Sentado van a ser personajes principales en el nuevo libro que estoy escribiendo, El pa¨ªs desconocido, que espero acabar este oto?o¡±.
Babelia
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