Un documental reconstruye la figura del Padre Llanos, el confesor de Franco que se convirti¨® en cura obrero
¡®Un hombre sin miedo¡¯ retrata al jesuita que se desencant¨® del franquismo despu¨¦s de ver las condiciones de vida de los barrios perif¨¦ricos de Madrid
?Qu¨¦ tiene que pasar para que el hijo de un militar, nacido en un entorno de derechas, aburguesado del barrio de Salamanca, se afilie al Partido Comunista? ?Qu¨¦ tuvo que haber visto el confesor privado de Franco y su esposa en 1943, capell¨¢n del Frente de Juventudes falangistas, para hacer el gesto del pu?o levantado en el hist¨®rico mitin rojo de 1977 en el estadio de Vallecas? ?C¨®mo se al¨ªa un hombre al bando que mat¨® a sus dos hermanos, uno de ellos torturado? A todo esto trata de responder el documental Un hombre sin miedo, de Juan Luis de No, estrenado en salas este viernes. Se trata del retrato del jesuita Jos¨¦ Mar¨ªa de Llanos, uno de los padres espirituales de la izquierda espa?ola, que pas¨® de un extremo al otro del espectro ideol¨®gico despu¨¦s de adentrarse en los suburbios de Madrid, principalmente en el Pozo del T¨ªo Raimundo, barrio donde ayud¨® y alent¨® a sus habitantes a luchar por servicios b¨¢sicos.
¡°Ver y saber que en nuestra ciudad, agobiada y angustiada por la escasez tremenda de habitaciones, existen pisos grandes y hasta enormes, totalmente cerrados por sus due?os que apenas los ocupan alguna vez que otra en el a?o. Es una cosa que subleva la tierra ciertamente. Es constatar la existencia de un capital que no cumple con su funci¨®n m¨¢s elemental del servicio al bien com¨²n. Se convierte en un verdadero insulto y una burla¡±, escribi¨® Llanos en el peri¨®dico del movimiento Arriba en 1956. Hac¨ªa unos meses hab¨ªa dejado su residencia en el centro de la capital y se hab¨ªa trasladado al Pozo. All¨ª pudo comprobar las condiciones en las que viv¨ªan unas 2.040 familias.
Las fotograf¨ªas que rescata la pel¨ªcula muestran a personas sonrientes sobre un suelo lleno de barro, sobre el que se levantan chabolas, algunas incluso de cart¨®n. ¡°Los de afuera sab¨ªan que ¨¦ramos del Pozo por el barro que tra¨ªamos encima¡±, recuerda en el documental un vecino de aquel asentamiento ilegal, uno de los muchos que se construyeron en las afueras de Madrid, poblados por migrantes, principalmente de Extremadura y Andaluc¨ªa, movidos por la pobreza del primer franquismo en los cuarenta y cincuenta.
La ayuda de Llanos iba desde impedir que la Guardia Civil derribara las casas como parte del plan para erradicar el chabolismo ¡ª¡±les dec¨ªa que el Vaticano hab¨ªa tomado posesi¨®n de las chozas¡±¡ª hasta colaborar en la construcci¨®n del primer dep¨®sito de agua y montar la Cooperativa El¨¦ctrica del Pozo que trajo luz. ¡°Llanos ten¨ªa esa pulsi¨®n de querer cambiar el mundo que aparece cuando eres joven y no sabes c¨®mo canalizarla. Adentrarse en el r¨¦gimen franquista le supuso una decepci¨®n muy grande porque no sucedi¨® la nueva Espa?a para todos que prometi¨® Franco, se estaba excluyendo a m¨¢s de la mitad de Espa?a, abandon¨¢ndolos en la pobreza, y eso le revolv¨ªa por dentro¡±, comenta el director del filme, Juan Luis de No. Nacido en Carabanchel, el director cuenta que su intenci¨®n inicial era hacer una pel¨ªcula sobre la cooperaci¨®n entre los barrios de Vallecas para su desarrollo, pero en la investigaci¨®n la figura del jesuita era inevitable. ¡°Estaba presente en todo, como un catalizador. Cuando conoc¨ª su historia en profundidad me di cuenta de que era el personaje con m¨¢s fuerza, con un arco dram¨¢tico bestial, para contar lo que quer¨ªa¡±.
El autor del libro biogr¨¢fico de Llanos Azul y rojo (2013), Pedro Miguel Lamet, dice en una de sus intervenciones en la pel¨ªcula saber cu¨¢l es el momento exacto en que ocurre la trasnformaci¨®n del sacerdote. ¡°Un d¨ªa estaba en una excursi¨®n con un grupo de falangistas del Frente de Juventudes y mientras hac¨ªa un fuego de campamento se subi¨® a una alameda y desde ah¨ª vio aquel pueblo, era la Espa?a pobre, hambrienta; dijo: ?Qu¨¦ estoy haciendo aqu¨ª¡±. Fue a convertir a los vecinos y los vecinos lo terminaron convirtiendo a ¨¦l.
Una de sus primeras labores al llegar al Pozo fue levantar una iglesia y la escuela Primero de Mayo, con base educativa cristiana. Pero impart¨ªa una formaci¨®n que se enfrentaba a la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica: ¡°Se dejaba influenciar por la teolog¨ªa de la liberaci¨®n en su correspondencia con padres de Am¨¦rica Latina¡±, seg¨²n Luis de No.
Llanos es solo una de las partes, aunque tal vez la m¨¢s visible, que componen el mosaico de los cl¨¦rigos que lucharon por los derechos de los movimientos vecinales y proletarios durante el franquismo y la Transici¨®n. La edici¨®n del 28 de mayo de 1977 de EL PA?S sacaba en portada una fotograf¨ªa de Llanos con el pu?o en alto en el mitin del reci¨¦n legalizado Partido Comunista con el pie de foto: ¡°De alguna manera, viene a simbolizar el compromiso hist¨®rico de cierta Iglesia que pas¨® dolorosamente del nacional-catolicismo al saludo de identificaci¨®n marxista¡±. Llanos asisti¨® al evento con otro religioso, Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa, uno de sus aliados m¨¢s importantes en el Pozo, junto a la abogada Paca Sauquillo, criada tambi¨¦n por un padre militar y de clase acomodada, que cada noche iba a ofrecer protecci¨®n legal a los represaliados que llegaron al asentamiento.
Francisco Garc¨ªa Salve o Diamantino Garc¨ªa son otros de los nombres de sacerdotes que se identificaron con las clases desfavorecidas de la ¨¦poca. El primero lleg¨® a ser detenido por el r¨¦gimen a causa de su actividad sindical con la Confederaci¨®n Nacional del Trabajo y Comisiones Obreras, mientras que Garc¨ªa moviliz¨® a jornaleros sin tierra de Los Corrales (Sevilla) y fue uno de los fundadores del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), en 1976. Parte de la lucha de los rebeldes con sotana se refleja en otro documental, De la cruz al martillo (2018). Para frenarlos, Franco orden¨® la construcci¨®n en 1968 de una prisi¨®n espec¨ªfica para curas que consideraba opositores, la C¨¢rcel Concordataria de Zamora.
C¨®mo lograba Llanos ser inmune a la censura y las represalias es un tema de discusi¨®n entre los entrevistados del filme (vecinos, compa?eros en la lucha barrial y amigos personales). Asist¨ªa a las reuniones y asambleas clandestinas que organizaban los comunistas en las escuelas. Algunos creen que ese escudo ten¨ªa que ver con el cari?o que le llegar¨ªa a coger el General¨ªsimo el a?o en que Llanos le dirig¨ªa, junto a su esposa, los ejercicios espirituales. El activista vecino del Pozo durante 15 a?os para trabajar junto al cura y su puerta de acceso a Comisiones Obreras, Jos¨¦ Luis Mart¨ªn cuenta c¨®mo Llanos una vez dej¨® plantado al dictador. ¡°Franco lleg¨® al Pozo desde El Pardo para inaugurar un colegio que se llam¨® Jes¨²s Rubio, enfrente del complejo de la capilla donde ten¨ªa la residencia Llanos, quien se hab¨ªa ido de excursi¨®n ese d¨ªa con sus estudiantes a la sierra. No quiso recibirlo, era un gesto de ¡®no queremos nada contigo en este barrio¡¯. Los superiores de la Compa?¨ªa de Jes¨²s le obligaron a pedir disculpas¡±.
Los invitados en el documental califican a Llanos de ¡°impaciente¡±, ¡°con un car¨¢cter fuerte¡± o ¡°ligeramente elitista, como todos los jesuitas¡±, seg¨²n recuerda Miguel ?ngel Pascual, expresidente de la Asociaci¨®n de vecinos del Pozo, donde vivi¨® por 50 a?os. Las entrevistas a los amigos se completan en el filme con sus apariciones en TVE en los ochenta, una breve etapa medi¨¢tica. Luis de No se apoya tambi¨¦n en un ingente material fotogr¨¢fico ¡ªlleg¨® a tener acceso a m¨¢s de 2.500 instant¨¢neas¡ª y v¨ªdeos que provienen en su gran mayor¨ªa del archivo de Tino Calabuig, uno de los integrantes del Colectivo de Cine de Madrid, j¨®venes cineastas que salieron a la calle con c¨¢maras de 16 mil¨ªmetros para grabar la represi¨®n en la segunda mitad de los setenta.
El cineasta transmite la tensi¨®n y la atm¨®sfera de zozobra en una extensa ¨¦poca violenta en la historia de Espa?a. La sangre traza una l¨ªnea cronol¨®gica en el filme, desde la matanza de Paracuellos (1936), tres meses despu¨¦s del inicio de la Guerra Civil donde se fusil¨® a civiles, militares y religiosos solo por ser de derechas, hasta la de Atocha (1977), donde murieron cinco abogados laboralistas a manos de un grupo ultraderechista, dos a?os despu¨¦s del fallecimiento de Franco. Un hombre sin miedo es tambi¨¦n una cr¨®nica de un agitado tiempo de cambios que termina con la muerte del sacerdote en 1992.
Falleci¨® en una residencia de jesuitas en Alcal¨¢ de Henares, donde apenas estuvo unos meses, antes de que la neumon¨ªa lo obligara a dejar el Pozo y tener asistencia personalizada. Fue velado en la parroquia del barrio que ayud¨® a construir. Asistieron centenares de personas, seguidores, personalidades importantes de la izquierda como Javier Solana y Julio Anguita, pero tambi¨¦n sus compa?eros religiosos de un ala m¨¢s conservadora. ¡°Al mismo tiempo se cantaba La Internacional y los misterios del rosario¡±, apunta Lamet. Fue la c¨²spide de esa simbiosis entre el marxismo y el pensamiento cristiano m¨¢s primigenio.
Dos a?os despu¨¦s de su muerte se levant¨® un monumento en su nombre en un parque en el centro del Pozo, donde colindan las simb¨®licas calles de Cooperativa El¨¦ctrica y Vecinos de El Pozo. Pero el mayor homenaje es que la primera escuela que levant¨®, Primero de Mayo, siga en pie, junto a otras instituciones que forj¨® la Fundaci¨®n Jos¨¦ Mar¨ªa de Llanos, como la Escuela de Hosteler¨ªa del Sur y el Espacio Mujer Madrid. Fragmentos de un legado que lo recuerda no como el responsable de la reforma del Pozo, recalca Mart¨ªn, sino como animador ¡°de los vecinos para que tomaran las riendas de las cosas¡±. Como el hombre que no tuvo miedo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.