Adania Shibli, la autora palestina cancelada en la Feria de Fr¨¢ncfort: ¡°Que se refieran a nosotros como animales es propio de la mentalidad colonial¡±
La escritora narra en ¡®Un detalle menor¡¯ la violaci¨®n grupal y el asesinato de una joven ¨¢rabe a manos de los soldados israel¨ªes
La escritora palestina Adania Shibli (Galilea, 50 a?os) narra en su novela Un detalle menor (Hoja de Lata) la violaci¨®n grupal y el asesinato de una joven palestina por parte de los soldados israel¨ªes en el desierto del N¨¦guev, en 1949, poco despu¨¦s de la creaci¨®n del Estado de Israel, la expulsi¨®n de los habitantes que ya resid¨ªan all¨ª (la conocida como Nakba, o Cat¨¢strofe) y en plena guerra ¨¢rabe-israel¨ª. ?Es un deber para los escritores palestinos tratar en sus textos la opresi¨®n sobre su pueblo? ¡°El ¨²nico deber de un escritor es escribir. Pero escribir sobre la ocupaci¨®n es un compromiso con la realidad y con la ampliaci¨®n de sus l¨ªmites para crear algo donde quepamos todos¡±, dice Shibli (pelo rizado, algunos mechones canosos, mono naranja) en la terraza del hotel en el que se hospeda durante su visita a la Feria del Libro de Madrid.
Su gira pasa por Barcelona, Asturias o Santiago y numeroso p¨²blico se ha asomado a sus presentaciones. ¡°Soy una escritora, no estoy acostumbrada a que me traten como una estrella del rock and roll¡±, dijo en el acto celebrado en Mieres, seg¨²n recoge el medio asturiano Nortes. En Madrid particip¨® en la Feria, tambi¨¦n ante un auditorio repleto, en compa?¨ªa de la arabista Luz G¨®mez. Su celebridad, adem¨¢s de a su enjundiosa literatura, se debe a que su premio en la ¨²ltima Feria de Fr¨¢ncfort, el pasado octubre, fue cancelado al coincidir con los bombardeos israel¨ªes sobre Gaza.
¡°El premio est¨¢ pospuesto. Quiz¨¢s se pueda celebrar la ceremonia de entrega en el futuro. Quiz¨¢s est¨¢n esperando a que el libro se haga mejor con el tiempo¡±, dice con sorna, como si los libros fueran botellas de vino. Pero saca una ense?anza: que la literatura sucede en los m¨¢rgenes y que, a pesar de la oposici¨®n de ferias o la acci¨®n de gobiernos, la lectura continua. ¡°Eso me reconforta, que la lectura siga imparable en la vida cotidiana de la gente¡±, a?ade.
Un detalle menor, traducida del ¨¢rabe por Salvador Pe?a Mart¨ªn, es una narraci¨®n en dos partes en las que el estilo est¨¢ encabalgado con el contenido. En la primera se relatan los sucesos criminales de 1949, la violaci¨®n m¨²ltiple y el asesinato de la joven palestina, con un ritmo lento, monocorde, muy detallado, que explicita cada acci¨®n sin demasiadas explicaciones, en modo c¨¢mara. Muchos destellos po¨¦ticos (la picadura del insecto, el calor sofocante, el ladrido de los perros) parecen tener un simbolismo que a veces cuesta interpretar. ¡°Es como suelen ser reconstruidos los cr¨ªmenes, con un punto de vista muy claro y minucioso, y desde el punto de vista del criminal¡±, dice la escritora. Es el lenguaje del poder.
En la segunda parte, 25 a?os despu¨¦s, una investigadora cuya identidad no se explicita se mueve por los territorios ocupados de Palestina tratando de esclarecer aquel suceso pasado. En este caso el estilo sigue siendo minucioso, detallista, pero el aliento es otro: hay prisa, obsesi¨®n, confusi¨®n. Es el punto de vista de las v¨ªctimas. ¡°Su lenguaje est¨¢ roto, no saben d¨®nde empezar y d¨®nde acabar, est¨¢n confusas, mascullan. Es un lenguaje t¨ªpico del contexto palestino¡±, dice Shibli, que prefiere no hablar de ¡°conflicto¡±, sino de una violencia desigual entre las partes. Una opresi¨®n.
¡°Los viajes, el movimiento, son muy importantes en la narrativa y la poes¨ªa ¨¢rabes¡±, explica Shibli. Este cap¨ªtulo es todo movimiento, casi una road movie que sigue los pasos err¨¢ticos de la investigadora (la autora se?ala el esp¨ªritu de las errancias beatniks de Jack Kerouac) que parte de su oficina en Ramala, donde, durante su jornada laboral, los israel¨ªes han demolido un edificio palestino cercano y lo han llenado todo de polvo, en un hecho que ya forma parte de la cotidianidad. Una errancia que, adem¨¢s, sirve para evidenciar las dificultades de la vida normal bajo la ocupaci¨®n, cuando el camino de los ciudadanos est¨¢ plagado de muros y checkpoints, algunos fijos, algunos flotantes, que hacen las jornadas insufribles y humillantes.
Transluce la importancia del territorio para los palestinos, un pueblo que lleva d¨¦cadas luchando por la tierra, una tierra disputada, como refleja Shibli, en la variedad de mapas que sopesa la protagonista: algunos israel¨ªes, otros palestinos, algunos viejos, otros modernos. El mapa como centro de la disputa, como generador de tragedia. ¡°El primer indicador de c¨®mo el lenguaje juega con nosotros es cuando abrimos un mapa y no encontramos la palabra Palestina. Hay muchos pueblos ¨¢rabes que fueron destruidos en 1948 [con la creaci¨®n de Israel] y no figuran en los mapas, pero siguen existiendo en la lengua de mis padres. Los sentimos como un miembro fantasma. Nos obligan a vivir en el territorio de lo no escrito¡±, dice Shibli. Otra violencia en el lenguaje es la descripci¨®n de los palestinos como animales antes que como humanos. ¡°Quiz¨¢s ahora esa descripci¨®n se d¨¦ en un nivel m¨¢s oficial pero nos hemos criado con eso; y tampoco es raro: es algo com¨²n contra los pueblos colonizados¡±.
La escritora denuncia no solo la violencia en el lenguaje, sino la que se ejecuta contra la naturaleza. ¡°En mitad de Gaza hay un valle por el que pasan las aves migratorias. ?Con toda esta destrucci¨®n c¨®mo van a encontrar sus ¨¢rboles, sus casas? Llevo desde ni?a escuchando a los oficiales israel¨ªes que van a hacer el desierto florecer, pero lo que he visto es c¨®mo destruyen los olivos y los almendros de los palestinos. La naturaleza se convierte en enemiga¡±, se?ala.
Desde el t¨ªtulo la obra incide en la importancia de los detalles menores para entender el gran cuadro de las cosas, tal vez por eso su escritura es tan dedicada a los peque?os aspectos que pueden pasar inadvertidos. ¡°Lo importante son los detalles: intento recrear en mi escritura la sensibilidad literaria con la que crec¨ª¡±, dice. ¡°En Palestina, las cosas principales son atacadas y destruidas, solo las cosas peque?as son permitidas porque el opresor no presta atenci¨®n. Si destruyen tu edificio, te puedes aferrar a las cosas peque?as para escapar de la opresi¨®n. Por eso se vuelven queridas para ti. Son casi un secreto, un eco, un susurro. Puedes transformar la destrucci¨®n total en creaci¨®n gracias estos peque?os detalles¡±. Su relato trae a la cabeza las im¨¢genes de la ciudadan¨ªa gazat¨ª deambulando de un lado otro con sus cosas a cuestas, en un p¨¢ramo de ciudades devastadas.
?C¨®mo se vive presenciando en directo la destrucci¨®n de Gaza? ¡°Cada d¨ªa es un poco peor, y aceptar eso te vuelve loca, y no en un sentido metaf¨®rico¡±, dice la autora, que vive entre Alemania y Palestina. ¡°Cada d¨ªa hay que encontrar nuevas maneras de lidiar con ese desastre: te sientes alienada y desorientada en tu propia vida¡±.
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