?pica y m¨ªstica de la bicicleta: el sue?o de viajar sobre dos ruedas y luego escribirlo
El viaje en el popular veh¨ªculo de dos ruedas hasta la India que narra la irlandesa Dervla Murphy en ¡®A toda m¨¢quina¡¯ entronca con una pulsi¨®n aventurera que vive un bum literario
Robert Louis Stevenson sab¨ªa que el tesoro de la isla era la propia aventura. Algo as¨ª sent¨ªa sobre el viaje. ¡°Viajo no para ir a alg¨²n lugar, sino para ir. Viajo por el placer del viaje. La gran aventura es moverse, sentir las necesidades y los obst¨¢culos de nuestra vida con m¨¢s claridad, bajar de este lecho de plumas de la civilizaci¨®n y encontrar el globo de granito bajo los pies y sembrado de pedernales cortantes¡±. Esa frase abre A toda m¨¢quina, el libro donde la irlandesa Dervla Murphy (1931-2022) narr¨® el viaje que hab¨ªa anhelado desde que a los diez a?os, en su cumplea?os, le regalaron una bicicleta y un atlas y la ni?a se puso a so?ar. Publicado originalmente en 1965, lo acaba de publicar en espa?ol Capitan Swing, traducido por Luc¨ªa Barahona.
Aquella tarde, en una colina irlandesa, Murphy decidi¨® que alg¨²n d¨ªa pedalear¨ªa hasta llegar a la India. Eso fue en 1941. Veintid¨®s a?os despu¨¦s, en el fr¨ªo invierno de 1963, se subi¨® al sill¨ªn de su bicicleta Armstrong Cadet ¡ªllamada Rozinante en alusi¨®n al corcel de Don Quijote, y siempre conocida como Roz¡ª y se puso a pedalear.
Empez¨® en la ciudad francesa de Dunkerque rumbo al este. Era una mujer sola dispuesta a cruzar medio mundo. El miedo era una opci¨®n. Pero la guiaba una frase de Epicteto: ¡°No es la muerte o el dolor lo que hay que temer, sino el miedo al dolor o a la muerte¡±. La filosof¨ªa estaba bien, pero la reforzaba con una pistola autom¨¢tica, del calibre 25, cargada en el bolsillo derecho de sus pantalones. Por si acaso.
Dervla ten¨ªa 31 a?os. Antes de salir, de Dunkerque a Peshawar calcul¨® una distancia de 7.153 kil¨®metros. Calcul¨® una duraci¨®n de cuatro meses. Logr¨® visados para Yugoslavia y Bulgaria y calcul¨® que en Estambul conseguir¨ªa el visado de Persia y que en Teher¨¢n obtendr¨ªa el de Afganist¨¢n. Hubo un momento en que dej¨® de calcular. Ah¨ª empieza este recorrido libre y embaucador por carreteras de tercera, caminos inmundos, v¨ªas embarradas y valles profundos. Un viaje por monta?as agrietadas con aldeas de tejados marrones y granjas destartaladas rumbo a Lubliana. Una traves¨ªa por monta?as yermas de roca gris y pizarrosa, rumbo a Kandahar. Entre arroyos helados. Puertos nevados. Hielo negro bajo los pies mientras las manos arrastran, quijotescamente, a Rozinante. Ventiscas que congelan dedos y pies. El aguanieve empapando la ropa. Siempre el fr¨ªo. El fantasma de la neumon¨ªa combatido con mucho ron y poca queja. El sol quem¨¢ndole el brazo derecho. La luna iluminando las dunas de arena. El silencio desconocido y misterioso del desierto. La dicha pura de estar a solas ella, Rozinante, el cielo y la tierra. Un inesperado vergel afgano con albaricoqueros, melocotoneros, almendros, manzanos, sauces, fresnos, abedules, potrillos lanudos, corderos saltarines, gente tranquila y en paz.
No siempre pudo pedalear. Tambi¨¦n tom¨® trenes, se mont¨® en autobuses y subi¨® a camiones con cadenas para la nieve. S¨ª: sufri¨® ataques de lobos. Tambi¨¦n un intento de violaci¨®n. Pero ella prefiere demorarse en las agradables conversaciones nocturnas, hasta cinco horas hablando y hablando como en Las mil y una noches, junto a desconocidos.
El periplo alterna grandes nombres ¡ªZagreb, Belgrado, Constantinopla, Teher¨¢n, Kabul¡ª con otros nombres de rutina ¡ªCuprija, Pirot, Dimitrovgrad, Baghjar, Nishapur, Bamiy¨¢n¡ª. Cerca de la frontera afgana escribe: ¡°Es muy raro: la idea de que una mujer viaje sola est¨¢ tan alejada de la experiencia y la imaginaci¨®n de cualquier persona de aqu¨ª que en todas partes dan por hecho que soy un hombre¡±.
As¨ª lleg¨® a la India. Hab¨ªa pasado medio a?o. Unos 4.800 kil¨®metros pedaleados. La sensaci¨®n no era de euforia ni de triunfo. M¨¢s bien eran ganas de partir de nuevo.
Esa es la pulsi¨®n de aventura que han compartido con Dervla Murphy otros muchos so?adores de la bicicleta con ganas de contarlo. En los ¨²ltimos tiempos, Espa?a se ha llenado de ellos.
En 12.822 km. De Espa?a a China en bicicleta, Diego Ballesteros relata su viaje a pedaladas por los 14 pa¨ªses de la Ruta de la Seda y sus constantes combates psicol¨®gicos en la traves¨ªa.
Antonio Toral ha narrado este a?o, en Dolomitas y Alpes, el viaje de mi vida, una vivencia espiritual corta pero intensa por cimas que suenan a letan¨ªa de la ¨¦pica ciclista: Stelvio, Gavia, Mortirolo, Izoard, Galibier, Alpe d¡¯Huez, Croix de Fer, Madeleine, Iseran, el mort¨ªfero Mont Ventoux, y as¨ª hasta 37 puertos de alta monta?a en 27 d¨ªas.
En Expedici¨®n Cabo Norte. Un viaje real hacia el interior del C¨ªrculo Polar, Anina Anyway y Pablo Calvo relatan su viaje en bicicleta desde Asturias hasta el C¨ªrculo Polar ?rtico con su perro Hippie.
M¨¢s an¨¢rquico fue Juanjo Alonso al hacer La vuelta al mundo en bicicleta. Un viaje sin prisas alrededor de uno mismo, un curioso periplo alrededor del planeta sin buscar un destino. ?l dice que viajar son muchas cosas. Un estado de ¨¢nimo. Una sensaci¨®n de evasi¨®n. Un escape esencial de la rutina. Un alivio de la presi¨®n emocional. Una forma de rebeld¨ªa y diversi¨®n. Un instante de entusiasmo.
Con la pasi¨®n de la bicicleta y la fotograf¨ªa parti¨® Miguel Garc¨ªa Orive en El viaje interminable. De Barcelona a India en bicicleta: un fotodiario de la traves¨ªa que vivi¨® durante un a?o y medio al ritmo lento del pedaleo para despu¨¦s escribir sobre la soledad rota en una cena con granjeros b¨²lgaros, el miedo de llamar a las puertas de las casas o la libertad de acampar en el bosque. Escribe en el pr¨®logo: ¡°Durante el viaje uno carga con no m¨¢s de lo que le cabe en la mochila, no m¨¢s de lo que la espalda resiste. Se acostumbra a conocer gente nueva, a descubrir otros lugares, a explorar desconocidas regiones de uno mismo, y al volver redescubre sus viejas cosas, sus viejos amigos y hasta sus viejos yos¡±.
La bicicleta es ¨¦pica; tambi¨¦n m¨ªstica. Lo entiende as¨ª Xavi Narro, que en Vagabundo cuenta c¨®mo no pod¨ªa quitarse de la cabeza la promesa que, de peque?o, se hizo a s¨ª mismo: ¡°Cuando cumpla los 30, dar¨¦ la vuelta al mundo en bicicleta¡±. As¨ª lo hizo. Al cumplir los 30 se mont¨® al sill¨ªn. Durante 15 meses pedale¨® 40.000 kil¨®metros, m¨¢s preocupado de seguir su propio camino que de si conduc¨ªa al precipicio.
Sin miedo es la divisa de Juan Men¨¦ndez Granados. ?l ha completado gestas deportivas extremas. Pedaleando al Polo Sur narra su expedici¨®n ciclista al punto m¨¢s austral del planeta y retos psicol¨®gicos como pasar mes y medio solo en la Ant¨¢rtida o sobrevivir cuatro d¨ªas sin comida, a base de chocolate, aceite y alucinaciones.
Cristina Sp¨ªnola, autora de Sola en bici, dice que un d¨ªa so?¨® en grande y as¨ª toc¨® el cielo: ser la primera espa?ola que ha dado la vuelta al mundo en bicicleta despu¨¦s de tres a?os, 27 pa¨ªses y 28.000 kil¨®metros.
Esa misma vuelta al globo obsesionaba a otro aventurero, Salva Rodr¨ªguez. ?l cuenta que era un chico normal. Que todo empez¨® de la manera m¨¢s insospechada. Un fin de semana quiso ir a M¨¢laga desde Granada, pero no ten¨ªa dinero. As¨ª que cogi¨® su bicicleta. Fue el viento de la libertad lo que conoci¨® en aquel viaje. Ya no pudo parar. Primero descubri¨® que se pod¨ªa dar la vuelta a Espa?a sin apenas dinero. Despu¨¦s se lanz¨® a la aventura de dar la vuelta al mundo. Lo ha contado en una saga de cuatro libros ¨Cuno por cada continente¨C que empez¨® con ?frica. Un viaje de cuento. La vuelta al mundo en bicicleta y que termina con Europa.
Dervla Murphy, que en 2022 muri¨® a los 90 a?os en el mismo pueblito irland¨¦s en el que hab¨ªa nacido ¡ªLismore¡ª, aprendi¨® una ense?anza de su viaje juvenil a la India. ¡°A pesar del horrible caos del escenario pol¨ªtico contempor¨¢neo ¨Cescribi¨®¨C, el mundo est¨¢ lleno de bondad¡±. Era 1963. Ella llevaba una pistola autom¨¢tica del calibre 25 en el bolsillo. Pero tambi¨¦n cargaba en las alforjas los poemas de William Blake, quien una vez escribi¨®: ¡°Quien a s¨ª encadenare una alegr¨ªa, malograr¨¢ la vida alada. Pero quien la alegr¨ªa besare en su aleteo, vive en el alba de la eternidad¡±. Pedalear un sue?o es como volar.
Babelia
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