Muguruza se queda sin munici¨®n

Despu¨¦s de un trienio en la ¨¦lite y habi¨¦ndole dado ya un par de bocados a la historia del tenis, se adivinaba un 2018 m¨¢s que sugerente para Garbi?e Muguruza. Conquistados de forma escalada Roland Garros y Wimbledon, dos de los territorios sacros, y habiendo experimentado el v¨¦rtigo que supone la defensa del n¨²mero uno y todo lo que ello conlleva, esta temporada se intu¨ªa como el enlace perfecto hacia una nueva dimensi¨®n, hacia la configuraci¨®n de una tenista m¨¢s compacta, mejor int¨¦rprete y m¨¢s dominante. Sin embargo, el presente invita a la reflexi¨®n porque Nueva York dej¨® otra l¨¢grima en un a?o en el que por h o por b no terminan de salirle las cosas.

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Esta vez, una derrota dolorosa y expresiva: 3-6, 6-4 y 6-4 (en 2h 27m) frente a Karolina Muchova, la 202 del mundo, una jugadora completamente por hacer ¨Ccon 22 a?os, debuta estos d¨ªas en el cuadro principal de un Grand Slam¨C y que de repente se encontr¨® con el escenario ideal para dar el golpe. Al otro lado, enred¨¢ndose y meti¨¦ndose sola en el l¨ªo, una Muguruza que desperdici¨® no pocas ocasiones de encarrilar y el duelo y que finalmente se perdi¨® entre las ra¨ªces de su propio manglar, situaci¨®n repetida con demasiada frecuencia en una campa?a en la que a priori deb¨ªa dar otro salto y que ahora solo puede entenderse como otra valiosa lecci¨®n a aprender.

Otra vez, la hispano-venezolana debati¨® m¨¢s consigo mismo que con la adversaria, en un pulso en el que m¨¢s que un apartado t¨¦cnico puntual fall¨® el todo. Desde hace tiempo, Muguruza (24 a?os) est¨¢ pero no est¨¢. Transita por un escenario nebuloso que va mucho m¨¢s all¨¢ de la regularidad que se le reclama y de la que ella reniega porque, dice, su verdadera naturaleza como tenista responde m¨¢s a impactos poderosos y puntuales que a un rendimiento constante. Ocurre que esta temporada, te?ida adem¨¢s de varias lesiones, se ha quedado sin munici¨®n, porque a estas alturas ya no puede exponer el argumento de haber ganado un gran torneo, como lo hiciera en las dos previas.

En Australia la ape¨® en la segunda ronda la china Su-Wei Hsieh (88 del mundo); en Par¨ªs asom¨® la luz, pero se top¨® con una plet¨®rica Simona Halep, la campeona entonces y reina actual; en Londres tambi¨¦n cedi¨® en la segunda estaci¨®n, contra la belga Alison Van Uytvanck (48), quien hasta aquella tarde no hab¨ªa podido nunca con una top-10; y en Flushing Meadows, donde aterriz¨® sin grandes expectativas ¨C¡°prefiero ir d¨ªa a d¨ªa, no pensar que debo ganar por obligaci¨®n¡±¨C, resbal¨® de madrugada contra la agradecida Muchova y dej¨® su derrota m¨¢s severa en un grande, ya que antes Jana Cepelova (la 124 en Wimbledon 2016) marcaba el l¨ªmite de la decepci¨®n.

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¡°Ella jug¨® muy bien y mi nivel a¨²n no est¨¢ ah¨ª¡±, esgrimi¨® luego ante los periodistas. ¡°Es un momento triste¡±, describi¨® la n¨²mero 12 de la WTA, que arranc¨® 2018 en el segundo pelda?o y ha ganado un ¨²nico trofeo, en Monterrey, y que ahora pierde muchas opciones de disputar la Copa de Maestras de Singapur, en octubre, despu¨¦s de tres participaciones consecutivas. ¡°Nunca hab¨ªa jugado tan pocos partidos en un verano¡±, ampli¨®, dejando ver el escaso rodaje con el que lleg¨® a la cita de Nueva York: los dos partidos en Wimbledon al margen, solo jug¨® uno en Cincinnati, perdi¨¦ndose Montreal por una dolencia en el brazo.

Es un momento triste. Ella jug¨® muy bien y mi nivel a¨²n no est¨¢ ah¨ª

En cualquier caso, Muguruza ha perdido pujanza. F¨ªsicamente est¨¢ m¨¢s fuerte que nunca, pero en la pista contin¨²a ator¨¢ndose con facilidad y tiene excesiva banquillodependencia, mirando hacia all¨ª una y otra vez para ver si le llega una respuesta al problema. Y he aqu¨ª uno de los grandes interrogantes: ?Hasta qu¨¦ punto la ha mejorado el franc¨¦s Sam Sumyk desde que se aliaran hace tres a?os, despu¨¦s de alcanzar la final de Wimbledon de la mano de Alejo Mancisidor? Siempre hier¨¢tico, el bret¨®n la ha guiado hacia esa exigencia que demandaba la propia protagonista, pero desde un punto de vista t¨¦cnico la mejora no es demasiado significativa en cuanto a que las voleas, el juego en la red y los desplazamientos verticales han evolucionado poco.

Ante el espejo, Muguruza sigue hoy d¨ªa tocando extremos, en la misma medida que la calibra el aficionado: del todo a la nada y a la inversa, no hay t¨¦rmino medio. No en su caso. Buena (y necesaria) se?al, la de tener el list¨®n alto, para una tenista de su envergadura y a la que le escuece la derrota m¨¢s que a nadie, por mucho que m¨¢s all¨¢ de las pistas acostumbre al selfie, la moda o las revistas; soberbia con el viento a favor, vulnerable cuando sopla en contra y dif¨ªcil de descifrar, al fin y al cabo. Dentro de las figuras del deporte espa?ol, Garbi?e vive todav¨ªa entre dos mundos. Y en Nueva York, esta vez, encall¨® sin que le sorprendiera demasiado a nadie en una noche negra.