La segunda fase de la Uni¨®n Monetaria nace sin la esperanza de contar con una moneda ¨²nica en 1997
Las directrices del ¨²ltimo Ecofin de 1993 marcar¨¢n las pol¨ªticas econ¨®micas para el a?o que empieza
Los doce pa¨ªses que conforman la reci¨¦n estrenada Uni¨®n Europea inician la segunda fase de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (LTEM) sin esperanza alguna de iniciar la tercera fase en 1997. La entrada en vigor de esta segunda etapa, con la creaci¨®n del Instituto Monetario Europeo (IME), se ha realizado de acuerdo al plazo fijado en el Tratado de Maas tricht, pero los gobernantes europeos parecen haber descartado llegar a la moneda ¨²nica y el banco central europeo en la primera fecha fijada en el hist¨®rico acuerdo. Mientras tanto, los Doce avanzar¨¢n en la cooperaci¨®n de sus pol¨ªticas monetarias, siguiendo las directrices fijadas en el ¨²ltimo Consejo de Ministros de Econom¨ªa y Finanzas (Ecofin) de 1993, celebrado el pasado d¨ªa 13 de diciembre.
La Uni¨®n Europea estrena la segunda fase de la UEM en un ambiente de pesimismo. Ni el cierre de las negociaciones comerciales de la Ronda Uruguay, ni la puesta en marcha del IME han conseguido eclipsar los efectos de la tormenta monetaria que desbarat¨® el Sistema' Monetario Europeo (SME), ni la recesi¨®n econ¨®mica que azota todo el mundo occidental. Ni los m¨¢s europe¨ªstas creen posible iniciar la tercera y definitiva fase el 1 de enero de 1997, a la vista de lo sucedido en los 24 ¨²ltimos meses.Ese ambiente de pesimismo eurorealismo lo llaman algunos- se ha puesto de manifiesto en las ¨²ltimas declaraciones p¨²blicas de algunos responsables pol¨ªticos europeos.. El propio Alexander Lamfalussy, que acaba de estrenar cargo como presidente del IME, se mostraba esc¨¦ptico sobre el cumplimiento de los plazos fijados en Maastricht, en una reciente intervenci¨®n ante el Parlamento Europeo. Y es que la marcha de los planes de convergencia se ha visto frenada por la magnitud de la crisis econ¨®mica en la mayor¨ªa de los pa¨ªses comunitarios.
En Espa?a, el Gobierno no quiere tirar la toalla, pero el secretario de Estado de Econom¨ªa, Alfredo Pastor, ha sido el primero en reconocer p¨²blicamente que hay que olvidar la primera fecha posible de 1997, prevista en Maastricht. A su juicio, y a juicio de la mayor¨ªa de los analistas es pa?oles consultados por este pe ri¨®dico, es poco menos que imposible que en diciembre de 1996 haya seis pa¨ªses de la Uni¨®n Europea que cumplan los cinco re quisitos de convergencia (estabilidad cambiar¨ªa e inflaci¨®n, tipos de inter¨¦s, d¨¦ficit p¨²blico y deuda p¨²blica, dentro de los baremos fijados en diciembre de 1991).
Plan de convergencia
A pesar de todo, los responsables de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola insisten en mantener la filosof¨ªa del plan de convergencia. Lo mismo sucede con los ministros de Finanzas comunitarios, que en su ¨²ltima reuni¨®n del a?o -el pasado 13 de diciembre en Bruselas- fijaron las directrices de pol¨ªtica econ¨®mica para 1994. El documento. difundido por el Ecofin reconoc¨ªa la gravedad de la situaci¨®n econ¨®mica y la preocupaci¨®n por el problema del paro,, pero insist¨ªa en la necesidad de continuar con una pol¨ªtica que promueva el crecimiento sostenido y la reducci¨®n de los desequilibrios que persisten en Europa.Manuel Conthe, director general del Tesoro, defiende estas tesis en declaraciones a EL PA?S. "La especial situaci¨®n por la que atraviesa Europa", explica Conthe, "obliga a coordinar las pol¨ªticas econ¨®mica y monetaria entre los Doce, y lo que no se ha podido conseguir con planes concretos, se va a lograr por las necesidades de Europa". A su juicio, todos los gobiernos comunitarios est¨¢n obligados a contener la inflaci¨®n y el gasto p¨²blico y a mantener estables sus monedas, "haya o no haya plan de convergencia". Adem¨¢s, el director general del Tesoro defiende que hay que seguir trabajando con el objetivo de 1996, "aunque sea dif'icil", porque "no es bueno tirar la toalla".El sector empresarial y algunos economistas se muestran m¨¢s esc¨¦pticos sobre la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas, e incluso respecto a la posibilidad de llegar alguna vez a la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria. Alberto Recarte, vicepresidente ejecutivo de Centuni¨®n, opina que "Maastricht est¨¢ muerto" y culpa de este supuesto fracaso a los ministros de Finanzas y los gobernadores de bancos centrales europeos, "que han vivido en una burbuja, alejados de la realidad de sus respectivos pa¨ªses y queriendo forzar un ritmo imposible de cumplir, que ha causado esta gran depresi¨®n econ¨®mica".
Recarte va m¨¢s all¨¢ al vaticinar que el ¨¦xito de la Ronda Uruguay "reconducir¨¢ a Europa hacia la vieja idea de una zona de libre cambio y har¨¢ olvidar el proyecto de una moneda ¨²nica". En esta l¨ªnea, el ejecutivo de Centuni¨®n considera que "sin una uni¨®n pol¨ªtica real y un presupuesto en condiciones no se puede avanzar hacia la moneda ¨²nica". Esta opini¨®n es rebatida por Conthe y otros altos cargos de la Administraci¨®n, que consideran que "no se puede entender el libre comercio en la Uni¨®n Europea sin una moneda ¨²nica".
Nuevas reglas del juego
Al margen de ese debate sobre el futuro, la entrada en vigor de la segunda fase de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria introduce algunas novedades en la pol¨ªtica econ¨®mica y monetaria de los Doce. Las m¨¢s importantes afectan al funcionamiento de los bancos centrales, que ya no pueden anticipar fondos a los gobiernos para que ¨¦stos financien sus d¨¦ficit p¨²blicos, ni pueden comprar deuda directamente.Estas dos medidas afectan al Banco de Espa?a en sus relaciones con el Ministerio de Econom¨ªa y se han tenido en cuenta en la redacci¨®n de la nueva Ley de Autonom¨ªa del banco emisor. A partir de ahora, la autoridad monetaria debe adquirir en el mercado los t¨ªtulos de deuda p¨²blica que necesite para realizar su pol¨ªtica de regulaci¨®n monetaria. Adem¨¢s, Hacienda tiene que devolver al Banco de Espa?a el dinero prestado en los ¨²ltimos a?os como apelaci¨®n del Tesoro (en tomo a dos billones de pesetas), aunque el Gobierno tiene previsto convertirlo en deuda a 25 a?os para que no afecte a la financiaci¨®n del d¨¦ficit de 1994.
Tambi¨¦n a partir del 1 de enero, el Gobierno debe enviar a Bruselas un informe peri¨®dico detallado de las cuentas del Estado, las comunidades aut¨®nomas y los ayuntamientos, en el que se especifica la marcha del d¨¦ficit. En caso de que no se cumplan los objetivos, la Comisi¨®n Europea puede abrir un procedimiento al pa¨ªs que se exceda, aunque hasta la tercera fase no se podr¨¢n imponer sanciones. Lo que se pretende con esa medida es disciplinar a los estados miembros en la informaci¨®n sobre sus estados de cuentas.
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