Cerveza africana con sabor a victoria
Desde Addis Abeba a Nairobi, etapa final del periplo africano de la Ruta de los Exploradores Olvidados, con visita a una Meca para 'boy scouts': la tumba de Lord Baden Powell
Tras alcanzar las fuentes del Nilo Azul, me dirijo a Addis Abeba. La carretera est¨¢ en mal estado. Profundos baches, tramos sin asfaltar, infinidad de peatones, burros, vacas y camiones. No se admiten quejas. Esto es ?frica. El cuadriculado paisaje de campos de labor es soberbio. El horizonte parece un collage con todos los tonos del verde. Cien kil¨®metros despu¨¦s de Debra Markos con su imponente puerta conmemorativa de la victoria del Ras sobre el Ej¨¦rcito Italiano de Mussolini, comienza la ascensi¨®n. El replantado bosque de eucaliptos se alterna con el original de con¨ªferas. La senda se empina y retuerce. Me recuerda al m¨ªtico Stelvio o alg¨²n otro paso alpino entre Austria, Suiza e Italia.
Addis Abeba, cuarta urbe de ?frica, una de las ciudades m¨¢s sucias, contaminadas y ca¨®ticas. La gran avenida Churchill, presidida por una alta escultura con estrella roja, signo del pasado socialista impuesto por Megistu, lleva al pub Wims Holland House. Un et¨ªope aplaude mi viaje. "?Qu¨¦ gran aventura cruzar el mundo en moto!" Extra?a su entusiasmo. Los africanos no entienden que los blancos busquemos voluntariamente el riesgo en una vida ya de por s¨ª corta y peligrosa. "No, man", piensan en el fondo con mucha raz¨®n, "d¨¦jame las llaves de tu casa con aire acondicionado y vete t¨² a dormir libre bajo las estrellas."
En el sur el paisaje cambia. Selva espesa y horizonte escarpado. La gente tambi¨¦n es diferente. Son Oromo. Rasgos africanos, piel oscura, labios gruesos, nariz chata. Algunos no son amables. Circular por Etiop¨ªa es un tobog¨¢n social. Tus sentidos est¨¢n despiertos, tus ojos vigilantes y tus poros se abren a la vida en su totalidad. Al mismo tiempo, los est¨ªmulos son constantes. Un bombardeo de miradas, palabras, gritos y movimientos. Uno pasa en moto por un poblado y todo el mundo te dice algo o te hace un gesto. En la misma calle diez tipos te sonreir¨¢n y ense?ar¨¢n el pulgar hacia arriba y otros diez te insultar¨¢n, har¨¢n amago de tirarte una piedra o golpearte con un palo. Es un tiovivo de sensaciones. Una monta?a rusa de afectos y desafectos en apenas cien metros.
Mito para 'overlanders'
Moyale, ciudad entre Etiop¨ªa y Kenia. M¨¢s que un lugar, es un mito. El s¨ªmbolo de la dureza del viaje transafricano. Quiz¨¢ de los pocos que queden ya. Y adem¨¢s tiene los d¨ªas contados. Cuando los chinos terminen la carretera, habr¨¢ muerto. Moyale es famosa entre los overlanders que van hacia Ciudad del Cabo porque aqu¨ª se acaba el asfalto y comienza una pista terrible. Recuerdo buenos consejos de amigos: "entrega las maletas a alg¨²n camionero y viaja sin equipaje". Pero yo soy duro de mollera. Para m¨ª un verdadero viajero en moto siempre ha de cargar con su propia impedimenta.
Al cruzar la frontera, la pista comienza con un acusado descenso. La senda baja rota debido a las pasadas lluvias. Esta remota regi¨®n ha sufrido una sequ¨ªa de tres a?os hasta que en el 2011 se abrieron los grifos del cielo. Las inundaciones han arrasado con campos, casas, puentes y caminos. La senda a veces da la impresi¨®n de ser un r¨ªo de lava semis¨®lida.
El escenario es prodigioso. La lluvia ha hecho verdear el desierto y con el ocaso la rala vegetaci¨®n centellea. Estoy inmerso en el coraz¨®n de ?frica y eso me hace sentir vivo, alerta, feliz. Lo que piso es una tierra dura y salvaje. Aqu¨ª no llegan los safaris. No hay vistosos Masai ni festivales de coros y danzas.
Una Meca para 'boy scouts'
Turbi. Polvo, calle sin asfaltar, fr¨¢giles edificaciones de madera y una sola planta. El Seven Hills Hotel est¨¢ construido con adobe pintado de azul. Dos camas de madera. Piso de cemento. Una ventana sin cristales protegida de los animales por una malla de alambre y unos postigos hechos con tablones. La puerta cierra con un candado. No hay bombilla, ni agua, ni electricidad. Sin embargo, el lugar me gusta. Es real, inh¨®spito, remoto y genuino.
Casi 500 infernales kil¨®metros despu¨¦s comienza el asfalto en Merile. Bendito asfalto que tengo ganas de besar. Cruzo la l¨ªnea del ecuador en Nanyuki presidido por el majestuoso monte Kenya, ¨²nico lugar en el mundo con nieve perpetua en la linde ecuatorial. Poco despu¨¦s aparece el Parque Nacional de los Aberdadares y un poco m¨¢s lejos la poblaci¨®n de Nyeri, donde est¨¢ enterrado Lord Baden Powell, fundador del movimiento escultista. Hoy su tumba es un lugar de peregrinaci¨®n para los boy scouts del mundo entero.
Tusker fr¨ªa con sabor a victoria
Nairobi, la gran capital de ?frica del Este donde se hacen los negocios, donde viven los m¨¢s ricos, donde hay tiendas de lujo, buenos hoteles, centros comerciales, concesionarios y firmas de consultor¨ªa. Enorme, contaminada, congestionada, horrible. El atasco es fenomenal. Algunos cr¨ªos venden caramelos, peri¨®dicos, botellas de agua o tarjetas de tel¨¦fono. Un incesante desfile de peatones avanza hacia el centro. Es el r¨ªo de la pobreza. De los guetos de chabolas surge cada ma?ana una fam¨¦lica legi¨®n que se dirige hacia sus mal pagados trabajos en el interior de la ciudadela dorada.
En el barrio residencial de Lavington est¨¢ Jungle Juction, famoso alojamiento para overlanders. Aqu¨ª fue donde compr¨¦ hace apenas tres a?os a la Princesa, la BMW R80 G/S con la que realizar¨ªa el viaje de 14.000 kil¨®metros africanos que relatar¨ªa en mi libro Un mill¨®n de piedras. De aqu¨ª saldr¨ªa hacia Ciudad del Cabo con muchos temores y ning¨²n conocimiento sobre lo que iba a encontrar en esta gran tierra llamada ?frica. Aqu¨ª es donde hoy completo el horizonte africano de norte a sur y de este a oeste.
Han pasado tres a?os pero me siento en casa. Aparco la moto, abro la nevera, suelto el tap¨®n de una Tusker bien fr¨ªa y le doy un largo, largo trago. Y como el NAPALM al coronel surfista interpretado por Robert Duvall en Apocalypse Now, esta cerveza africana de herencia germ¨¢nica me sabe a victoria. Y quiz¨¢ tambi¨¦n a algo m¨¢s, a un sentimiento m¨¢s complejo y profundo que no soy capaz de describir con palabras. Pero esta vez no me importa lo m¨¢s m¨ªnimo. Aqu¨ª y ahora me basta con saber que he llegado.
? Sigue las aventuras deMiquel Silvetreen sublog.
? Miquel Silvestre (Denia, 1968) es autor del libro 'Un mill¨®n de piedras' (Barataria).
Gu¨ªa
DOCUMENTACI?N
? Pasaporte con seis meses de validez y visado obtenido en la frontera: 50 d¨®lares.
? Carnet de passage expedido por el RACE para el veh¨ªculo.
DORMIR
? Sportsmans Arms Hotel (Nanyuki, Kenia). Telf.: (0) 62 323 47. www.sportsmansarmshotels.com
? Jungle-Junction (Amboseli Road, Nairobi). c_handschuh_68@yahoo.com
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