La globalizaci¨®n del malestar
Las reacciones negativas a la evoluci¨®n de la econom¨ªa mundial han llegado a los pa¨ªses desarrollados
Hace 15 a?os publiqu¨¦ El malestar en la globalizaci¨®n, un libro que trata de explicar por qu¨¦ hab¨ªa tanto descontento con la globalizaci¨®n en los pa¨ªses en desarrollo. Sencillamente, muchos cre¨ªan que, en general, el sistema estaba "ama?ado" en su contra, y apuntaban contra los acuerdos globales de comercio en particular por ser especialmente injustos.
Ahora el malestar con la globalizaci¨®n ha estimulado una ola de populismo en Estados Unidos y otras econom¨ªas avanzadas, liderada por pol¨ªticos que afirman que el sistema es injusto para sus pa¨ªses. En Estados Unidos, el presidente, Donald Trump, insiste en que los negociadores comerciales fueron enga?ados por los mexicanos y los chinos.
?C¨®mo algo que, supuestamente, deber¨ªa beneficiarnos a todos ¡ªtanto en los pa¨ªses en desarrollo como en los desarrollados¡ª puede ser vilipendiado por todo el mundo? ?C¨®mo es posible que un acuerdo sea injusto para todos los firmantes?
Por supuesto, para los pa¨ªses en desarrollo las afirmaciones de Trump ¡ªy Trump¡ª son un chiste. Estados Unidos b¨¢sicamente redact¨® las reglas y cre¨® las instituciones de la globalizaci¨®n. En algunas de estas instituciones ¡ªpor ejemplo, el Fondo Monetario Internacional¡ª EE UU todav¨ªa tiene poder de veto, pese a su papel disminuido en la econom¨ªa global (un papel que Trump parece estar decidido a disminuir a¨²n m¨¢s).
Para alguien como yo, que ha observado de cerca las negociaciones comerciales durante m¨¢s de un cuarto de siglo, est¨¢ claro que los negociadores comerciales estadounidenses consiguieron la mayor parte de lo que quer¨ªan. El problema radic¨® en qu¨¦ es lo que ellos quer¨ªan. Su agenda fue establecida a puerta cerrada y redactada por y para grandes empresas multinacionales, a expensas de los trabajadores y ciudadanos comunes en todo el mundo.
De hecho, a menudo parece que los trabajadores, quienes han visto sus salarios caer y sus puestos de trabajo desaparecer, solamente son considerados como un da?o colateral: v¨ªctimas inocentes pero inevitables en la marcha inexorable del progreso econ¨®mico. Sin embargo, hay otra interpretaci¨®n de lo que ha sucedido: uno de los objetivos de la globalizaci¨®n era debilitar el poder de negociaci¨®n de los trabajadores. Lo que las corporaciones quer¨ªan era mano de obra m¨¢s barata, a toda costa.
Esta interpretaci¨®n ayuda a explicar algunos aspectos desconcertantes de los acuerdos comerciales. Por ejemplo, ?por qu¨¦ en los pa¨ªses avanzados cedieron una de sus mayores ventajas, el Estado de derecho? De hecho, las disposiciones incluidas en la mayor¨ªa de los acuerdos comerciales recientes otorgan a los inversores extranjeros m¨¢s derechos de los que se otorgan a esos mismos inversores en Estados Unidos. Por ejemplo, en caso de que el Gobierno adopte una regulaci¨®n que perjudique los resultados finales de sus balances contables, recibir¨¢n una compensaci¨®n, sin importar cu¨¢n deseable sea la regulaci¨®n o cu¨¢n grande sea el da?o causado por la corporaci¨®n en ausencia de dicha regulaci¨®n.
Hay tres respuestas al malestar globalizado con la globalizaci¨®n. La primera ¡ª llam¨¦mosla la estrategia Las Vegas¡ª es redoblar el empe?o en mantener la forma en que se ha venido gestionando durante el ¨²ltimo cuarto de siglo. Esta "soluci¨®n", como todas las apuestas en pol¨ªticas demostradamente fallidas (las mismas que, por ejemplo, dicen que hacer m¨¢s ricos a los ricos nos beneficia a todos), se basa en la esperanza de que la globalizaci¨®n ser¨¢ exitosa en el futuro, de alguna manera.
La segunda respuesta es el trumpismo: aislarse de la globalizaci¨®n, guardando la esperanza de que, de alguna manera se lograr¨¢ recuperar un mundo ya pasado. Pero el proteccionismo no funcionar¨¢. Mundialmente, los empleos industriales est¨¢n disminuyendo, simplemente porque el crecimiento de la productividad ha superado el crecimiento de la demanda.
Incluso si las industrias volvieran, los puestos de trabajo no lo har¨¢n. La tecnolog¨ªa, incluidos los robots, se traduce en que los pocos puestos de trabajo que se creen requerir¨¢n de mayores habilidades y se ubicar¨¢n en lugares diferentes a los que ocupaban los puestos de trabajo que se perdieron. Al igual que el enfoque de redoblar la apuesta, esta soluci¨®n est¨¢ condenada al fracaso, ya que incrementar¨¢ a¨²n m¨¢s el malestar que sienten los que se quedan atr¨¢s.
Trump fracasar¨¢ incluso en su proclamado objetivo de reducir el d¨¦ficit comercial, que est¨¢ determinado por la disparidad entre el ahorro interno y la inversi¨®n. Ahora que los republicanos se han salido con la suya y han promulgado un recorte de impuestos para los multimillonarios, el ahorro nacional caer¨¢ y el d¨¦ficit comercial aumentar¨¢, debido a la revaluaci¨®n del d¨®lar. (El d¨¦ficit fiscal y el comercial normalmente se desplazan tan a la par, que se los llama los d¨¦ficits "gemelos"). A Trump puede no gustarle, pero como ¨¦l va poco a poco d¨¢ndose cuenta, no lo podr¨¢ controlar pese a ser la persona que ocupa la posici¨®n m¨¢s poderosa en el mundo.
Hay un tercer enfoque: protecci¨®n social sin proteccionismo, el tipo de enfoque que tomaron los peque?os pa¨ªses n¨®rdicos. Ellos sab¨ªan que, por su cualidad de pa¨ªses peque?os, sus econom¨ªas tendr¨ªan que permanecer abiertas. Pero tambi¨¦n sab¨ªan que eso expondr¨ªa a los trabajadores a riesgos. Por lo tanto, ten¨ªan que tener un contrato social que ayudara a los trabajadores a pasar de sus puestos de trabajo anteriores a nuevos puestos, y que al mismo tiempo proporcionara algo de ayuda en el ¨ªnterin.
Los pa¨ªses n¨®rdicos son sociedades profundamente democr¨¢ticas, por lo que sab¨ªan que, a menos que la mayor¨ªa de los trabajadores consideraran que la globalizaci¨®n los beneficiaba, no ser¨ªa sostenible. Y los ricos en estos pa¨ªses reconocieron que si la globalizaci¨®n iba a funcionar como deber¨ªa, habr¨ªa suficientes beneficios para todos.
El capitalismo estadounidense en los ¨²ltimos a?os ha estado marcado por una avaricia desenfrenada, como confirm¨® ampliamente la crisis financiera del a?o 2008. Pero, tal como han demostrado algunos pa¨ªses, una econom¨ªa de mercado puede adoptar formas que aten¨²en los excesos tanto del capitalismo como de la globalizaci¨®n, y que proporcionen un crecimiento m¨¢s sostenible y mejores niveles de vida para la mayor¨ªa de los ciudadanos.
Podemos aprender de los ¨¦xitos mencionados qu¨¦ se debe hacer, de la misma manera que podemos aprender de los errores del pasado qu¨¦ no se debe hacer. Como se ha puesto de manifiesto, si no gestionamos la globalizaci¨®n de manera que beneficie a todos, se corre el riesgo de que las reacciones negativas ¡ªque provienen de los nuevos malestares en el norte y los viejos malestares en el sur¡ª se intensifiquen.
Traducci¨®n del ingl¨¦s: Roc¨ªo L. Barrientos.
Joseph E. Stiglitz es premio Nobel de Econom¨ªa. Su libro m¨¢s reciente es 'Globalization and its Discontents Revisited: Anti-Globalization in the Era of Trump'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.