La clase media menguante
Uno de cada cinco miembros de este grupo social en Espa?a asegura que le cuesta afrontar todos los gastos mensuales, pese a la recuperaci¨®n
Los ingresos de David Lojo han evolucionado en los ¨²ltimos a?os como una monta?a rusa: bajar mucho y no subir tanto. Extransportista aut¨®nomo con la esperanza de volver a serlo, pas¨® por el desempleo y desde julio trabaja otra vez, ahora como mozo de almac¨¦n en una gran compa?¨ªa de comercio electr¨®nico. Ya no cobra tanto como antes, pero se ha recuperado y ha reingresado en las filas de la clase media, seg¨²n la definici¨®n que utiliza la OCDE: tener un salario situado entre el 75% y el 200% de la mediana (el salario m¨¢s habitual) del pa¨ªs. En Espa?a, con los ¨²ltimos datos del INE, de 2017, eso supone tener unos ingresos anuales de entre 13.573 euros y 36.195 euros.
Ese punto salarial de partida sorprende, por bajo, a Lojo, que a¨²n entiende la clase media como un grupo de gente con una determinada fortaleza financiera. ¡°Yo dir¨ªa que ahora mismo no soy clase media, pero bueno¡±, concede contrariado. Sin embargo, su imagen concuerda m¨¢s de lo que ¨¦l cree con lo que ha sido la evoluci¨®n de los integrantes de ese grupo socioecon¨®mico en el que sus padres so?aban que ingresara.
Seg¨²n un reciente informe elaborado por CaixaBank Research, el 20,3% de los miembros de la clase media admit¨ªan dificultades para llegar a fin de mes. O un 28,6% confesaba que ser¨ªa dif¨ªcil afrontar un imprevisto. Y el 79% de los middle-class tiene una vivienda de propiedad (menos de la mitad con la hipoteca todav¨ªa viva). Lojo asume todos esos posibles escenarios como propios. En el ¨²ltimo a?o ha tenido que hacer uso del plan de pensiones que hab¨ªa ido acumulando durante los ¨²ltimos 15 a?os, adem¨¢s de ayudas econ¨®micas que ha recibido de compa?eros y familiares, que ahora tiene que ¡°devolver¡±.
¡°En este tiempo hemos renunciado a muchas cosas. Desde que mi hijo fuera al terapeuta para tratar la dislexia, que se ha reflejado en sus estudios, hasta renunciar a ir de cena, o a salir los fines de semana a hacer una excursi¨®n¡±, explica Lojo sobre los esfuerzos que ha tenido que hacer en los ¨²ltimos a?os. Incluso recuerda un kart que le compraron a su hijo mayor hace cuatro a?os y que ahora ocupa, sin uso, parte del taller de su suegro. Unas renuncias que reflejan el cambio de una ¨¦poca personal. Y social.
El origen de sus problemas lleg¨® cuando la empresa en la que trabajaba fue reclamando m¨¢s horas de trabajo por el mismo salario. ¡°A m¨ª me gustaba, pero al final acab¨¦ trabajando desde las 6.30 de la madrugada hasta las nueve de la noche¡±, explica. ¡°Como trabajaba m¨¢s, los gastos crec¨ªan: m¨¢s gasolina, m¨¢s mantenimiento, cambio de ruedas... y adem¨¢s nos quitaron algunos complementos¡±. Explica que la empresa, de transporte farmac¨¦utico, dio un paso m¨¢s cuando le pidi¨® que adaptara su furgoneta para transportar productos frescos, lo que supon¨ªa un coste adicional de 10.000 euros ¡°que no ten¨ªa¡±. Tras sus protestas lo despidieron ¡ªha estado durante meses apostado a las puertas de la empresa¡ª, pero la falta de ingresos hizo que empezara a buscar un empleo alternativo que estren¨® en julio pasado. ¡°Estoy viendo la luz, que entre de nuevo dinero te vuelve a ilusionar y piensas en hacer cosas otra vez¡±, dice, a la espera de una sentencia que anule su despido.
Lojo vuelve a salir en esa gran fotograf¨ªa que es la clase media, una imagen cada vez m¨¢s reducida y desgastada de la sociedad espa?ola. No solo antiguos miembros han sido expulsados hacia estratos inferiores, sino que las desigualdades en su interior muestran cada vez compartimentos m¨¢s estancos entre los miembros de la subclase media-baja y los de la media-alta, mientras crece la percepci¨®n de que las clases altas cada vez est¨¢n m¨¢s lejos.
Sin embargo, seg¨²n los datos de CaixaBank, la clase media fue la que mejor resisti¨® los golpes de la crisis, al no haber padecido ¡°privaciones severas en cuanto a las necesidades b¨¢sicas¡±. Los ingresos llegaron a caer un 8% en 2014 respecto a 2008, pero desde entonces se han recuperado poco a poco. Desde el a?o de inicio de la recesi¨®n hasta ahora se habr¨ªa perdido menos de un 2,5%.
Para Josep Mestres, economista del servicio de estudios del banco, el problema real ha llegado porque los ingresos han crecido menos que el coste de la vida. Por un lado, el conocido problema de la vivienda, cuyo encarecimiento ha provocado que represente el 32,8% de los ingresos, 8,4 puntos porcentuales m¨¢s que dos d¨¦cadas antes. ¡°Adem¨¢s de la vivienda, la clase media ha incrementado su gasto en servicios como la salud. Y, en cambio, ha reducido las partidas de gasto en ¨¢reas como la comida y la ropa¡±, dice Mestres, quien defiende que, aunque ¡°los costes de productos como los ordenadores y la ropa han bajado, los miembros de la clase media cada vez quieren una cesta de la compra de mejor calidad¡±.
El 49,3% de este escalaf¨®n social, seg¨²n datos del INE cotejados por el banco, considera que el gasto destinado a vivienda es una carga pesada. Ese porcentaje se ha reducido desde 2008 (57,5%), cuando la crisis empez¨® a hacer de las suyas y los precios de compra estaban en lo m¨¢s alto. Pero al menos desde 2013 se ha producido un proceso de reducci¨®n de compra de vivienda en ese grupo, hasta el 79% (un 35,9% con hipoteca), mientras que ha ido creciendo el porcentaje de personas que vive de alquiler (un 15,5%, cinco puntos m¨¢s).
¡°Hay un problema sobre c¨®mo se define qui¨¦n integra ese grupo y c¨®mo se mide. Es absurdo decir que alguien es clase media y decir que no se llega a final de mes. Eso, simplemente, quiere decir que no es clase media¡±. La explicaci¨®n es de Joan Ros¨¦s, profesor de Historia Econ¨®mica de la London School of Economics, que ha confeccionado trabajos acad¨¦micos sobre bienestar. ¡°Si miras el coeficiente de Gini ¡ªmodelo estad¨ªstico que mide las desigualdades¡ª se ve claramente que est¨¢ subiendo, lo que quiere decir que cada vez hay m¨¢s pobres¡±, dice.
Discrepancia metodol¨®gica
Seg¨²n el ¨²ltimo bar¨®metro del CIS, de julio, cuando a los encuestados se les preguntaba a qu¨¦ clase social pertenec¨ªan, un 62,9% respond¨ªa ¡°clase media¡±. Seg¨²n el informe de CaixaBank, ese porcentaje, teniendo en cuenta los ingresos, ser¨ªa el 59,3%, habi¨¦ndose encogido en 3,8 puntos porcentuales en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas.
Luis Molina, integrante del colectivo Economistas frente a la Crisis, tambi¨¦n cuestiona ese porcentaje. Pero sus argumentos son diferentes. En su opini¨®n, la clase media no se tendr¨ªa que medir en funci¨®n de sus ingresos mensuales sino teniendo en cuenta su patrimonio, que no es tan l¨ªquido. Y ese ya es un problema de partida, porque no hay datos, al menos en Espa?a. ¡°La clase media tendr¨ªa que ser aquella que incluso puede quedarse sin empleo y aguantar una temporada sin ahogos¡±, dice. Es decir, que ha sido capaz de convertir sus rentas en un colch¨®n patrimonial.
Teniendo en cuenta el Global Wealth Databook?que elabora Credit Suisse, Molina sostiene que la clase media ocupar¨ªa aquel 20% de la poblaci¨®n que se sit¨²a justo detr¨¢s del 10% m¨¢s rico. Por debajo, ¨¦l los llama clase trabajadora y, los de m¨¢s abajo todav¨ªa, precariado. ¡°La clase media no se ha destruido, la clase trabajadora, s¨ª¡±. Seg¨²n la encuesta del CIS, un 26% se considera as¨ª: clase trabajadora/obrera.?
Y ahora llega la amenaza de los robots
La mala salud econ¨®mica por la que atraviesa la clase media no tiene solo que ver con la crisis, sino con una modificaci¨®n de la estructura productiva y una mayor presencia del sector terciario, seg¨²n denunciaba en abril un informe de la OCDE. El organismo advert¨ªa de que la reducci¨®n de los empleos manufactureros, que en el pasado garantizaron empleos bien pagados y estabilidad laboral, ha participado en ese cambio. Tambi¨¦n algunas profesiones liberales han perdido el peso que ten¨ªan en el pasado y la automatizaci¨®n de algunos procesos productivos han revertido en un empeoramiento de las condiciones laborales para quienes las efectuaron, por lo que previsiblemente no habr¨¢ mejoras, sino al contrario.
Seg¨²n la radiograf¨ªa de la clase media de CaixaBank, el riesgo de automatizaci¨®n de los trabajos que est¨¢n asignados a la clase media es del 48%, un porcentaje solo superada por ese mismo peligro para las clases bajas, del 69%. El banco se basa en un estudio de 2013 (The future of employment) para afirmar que los empleos de los segmentos m¨¢s pobres de la poblaci¨®n son los que tienen m¨¢s posibilidades de ser automatizados. En cambio, afirma que otros trabajos m¨¢s creativos y que requieren habilidades interpersonales ¡ªsanitarios, educativos o cient¨ªficos, entre otros¡ª ser¨¢n dif¨ªcilmente sustituibles.
Ante ese nuevo escenario, la OCDE, que reconoc¨ªa que tres cuartas partes de la poblaci¨®n de sus pa¨ªses miembros en Europa ten¨ªan miedo de que los robots y la inteligencia artificial les quite el empleo, recomendaba poner en marcha programas educativos para adaptarse a las nuevas ocupaciones. Y llamaba a proponer esa formaci¨®n a los trabajadores en activo, tanto en el seno de su empresa como fuera.
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