En el ¨²ltimo mes, los amigos del agricultor Carlos Moreno (Sig¨¹enza, 1973) no han parado de preguntarle que c¨®mo se atrev¨ªa a repartir harina por las panader¨ªas de Madrid. "Me repet¨ªan: '?Con la que est¨¢ cayendo con el virus? Es muy peligroso", cuenta Moreno. Tanto para ¨¦l como para su socio Paco Juber¨ªas, el sentido de la responsabilidad pesaba m¨¢s que el posible contagio. Ambos, gerentes de la empresa harinera Despelta, en el peque?o pueblo de Palazuelos (una pedan¨ªa adscrita a Sig¨¹enza, Guadalajara), ten¨ªan claro que su trabajo era esencial para que miles de personas pudieran tener pan en sus mesas. "Ha sido un reto. Especialmente para una empresa como la nuestra, ubicada en la Espa?a vaciada. Pero lo hemos conseguido. Desde que comenzamos a cultivar nuestro grano, hemos vencido todos los inconvenientes", relata Moreno.
La historia de Despelta comienza a finales de siglo XX, cuando Juber¨ªas (nacido en 1964) no dejaba de pensar en una alternativa m¨¢s rentable para los campos que labraba en su pueblo, acorralado por la despoblaci¨®n. Los habitantes no superaban el medio centenar y los precios de los cultivos m¨¢s populares de la zona, como el trigo, la cebada y el girasol estaban por los suelos. "No se sacaba nada ni tampoco ten¨ªamos otras opciones", cuenta. Incansable, Juber¨ªas encontr¨® una alternativa en la espelta, un tipo de trigo de climas duros. As¨ª naci¨® en 2004 Despelta, una empresa de cultivo de trigo ecol¨®gico que en los ¨²ltimos a?os ha conseguido revitalizar un pueblo en franca despoblaci¨®n y, ahora, llevar su nombre a los hogares de toda Espa?a durante el confinamiento.
Prueba de ello ha sido el crecimiento de ventas en su p¨¢gina web. "Ha habido un auge. La gente en el confinamiento quer¨ªa hacer pan. Hemos pasado de 15 pedidos diarios a 140. La gente nos escrib¨ªa y nos daba las gracias por hacerles llegar la harina a sus casas", explica Moreno. Un ejemplo que refleja la calidad de su producto es que los sacos de Despelta est¨¢n en algunas de las mejores panader¨ªas espa?olas, como en la del reconocido chef pastelero Yohan Ferrant, director de la Baking School Barcelona de Sabadell, que en 2019 gan¨® el premio al mejor pan biol¨®gico nutricional en el VII Mundial del Pan en Nantes (Francia) utilizando una de las harinas de Despelta. Un producto que tambi¨¦n ha llegado hasta escuelas gastron¨®micas de todo el mundo, como el Japan Institute Baking de Tokio.
En el siguiente v¨ªdeo Despelta muestra c¨®mo cosehan la espelta.
La idea del agricultor no solo era vender un producto rentable y novedoso, sino tambi¨¦n ofrecerlo transformado, es decir, vender harina de espelta saludable. "Si algo nos est¨¢ ense?ando est¨¢ crisis es que los alimentos desempe?an un papel esencial para protegerse contra las enfermedades", subraya Juber¨ªas. Por ello, dio un giro de 180 grados a su explotaci¨®n agraria, dedicada hasta entonces al cultivo convencional con pesticidas, y la transform¨® en una empresa 100% sostenible. Dej¨® de utilizar abonos artificiales, instal¨® maquinara para descascarillar, limpiar y seleccionar el grano y compr¨® un obrador para elaborar pastas alimenticias. "Toda la producci¨®n es ecol¨®gica. No utilizamos qu¨ªmicos, la cosecha tarda 10 meses en producirse y practicamos la rotaci¨®n de cultivos. Eso hace que el grano adquiera una mejor calidad y sabor", explica Juber¨ªas. En momentos como la crisis del coronavirus, dice, los productos de calidad. En su web, la empresa remarca que la sostenibilidad es uno de sus principios: "El cultivo limpio de contaminantes y venenos no solo proporciona alimentos m¨¢s sanos y condiciones de vida m¨¢s saludables, sino que tambi¨¦n hace posible que insectos, aves, peque?os mam¨ªferos y reptiles vuelvan a colonizar sin riesgo de muerte los lugares que por derecho natural les corresponde".
Redes sociales y 'e-commerce' como salvaci¨®n
Llegar ah¨ª no fue f¨¢cil. En 2012, la empresa empez¨® a tener dificultades y los beneficios no cuadraban con los altos costes y el esfuerzo que llevaba la producci¨®n de la espelta. Fue entonces cuando Juber¨ªas le pidi¨® a su amigo Carlos Moreno que le echase una mano con la contabilidad. "Era vecino de Paco en Palazuelos y ya conoc¨ªa la empresa¡¤, explica Moreno. "Me di cuenta de que el negocio del pan marcaba tendencia y pegaba fuerte en Madrid. Comenzamos a generar marca a trav¨¦s de las redes sociales y generar valor a trav¨¦s de la calidad que ten¨ªamos. Y, desde Palazuelos, al resto de Espa?a. Empezamos a vender a panader¨ªas y a particulares por Internet", afirma Moreno.
Correos Market, una ayuda para volver a la normalidad
La crisis econ¨®mica derivada del coronavirus va a ser un duro rev¨¦s para miles de productores, especialmente para aquellos de zonas rurales donde la conexi¨®n con otras ciudades son limitadas. Por esta raz¨®n, Correos se ha lanzado a apoyarles a trav¨¦s de la campa?a #ParaEsoEstamos, enfocada en su servicio Correos Market, un market place con el que la empresa paquetera ya ayudaba antes de la crisis de la covid-19 al comercio local y que ahora activa de nuevo para ser una ayuda extra para que estos negocios vuelvan a la normalidad.
En la plataforma, la empresa de paqueter¨ªa ofrece a peque?os productores locales comercializar y dar a conocer sus productos de una manera m¨¢s f¨¢cil y segura. Correos hace uso de sus 2.396 oficinas esparcidas por todo el pa¨ªs, lo que facilita la conexi¨®n y reduce los tiempos de los pedidos. Los negocios que forman parte de su market place ya son 348 y, en total, se ofrecen 2.563 productos, que van desde objetos de forja hasta aceite ecol¨®gico. Los env¨ªos se realizan a toda Espa?a sin costes, lo que es un plus tanto para los clientes como para los peque?os empresarios rurales. Esta campa?a se suma a las m¨¢s de 400 iniciativas sociales en las que Correos ha estado trabajando los dos ¨²ltimos meses para luchar contra el coronavirus. En total, han participado 1.800 voluntarios de la entidad, que han realizado unas 450.000 entregas y han llegado a casi 160.000 personas. En el siguiente v¨ªdeo, Correos da a conocer la iniciativa #ParaEsoEstamos.
El 99% de los clientes de Despelta entra por las redes sociales, seg¨²n datos de la empresa. El marketing y enfocar el negocio al comercio electr¨®nico, dice Moreno, ha sido esencial para llegar a m¨¢s gente y generar prestigio. Juber¨ªas y Moreno no se han quedado en la harina de espelta. Ellos, que se definen como "una empresa de impacto", ya comercializan pastas, garbanzos, lentejas, cervezas sin gluten y masa madre. "Hacemos trigos antiguos con nombre y apellidos. Trigos r¨²sticos ¨Ccomo el negrillo o el centeno gigant¨®n¨C que se adaptan bien al terreno y que ya nuestros abuelos cultivaban, pero que dejaron de cosecharse cuando, despu¨¦s de la Guerra Civil, se empez¨® a aprovechar el nitr¨®geno de las bombas para criar trigos modificados que produjeran m¨¢s cantidad", subraya Juber¨ªas. Las ganas de seguir trabajando estas semanas para sus clientes les ha llevado a crear un nuevo producto que escaseaba en los supermercados: la levadura. "Vimos que hab¨ªa gente que la necesitaba para cocinar y decidimos procesar una masa madre natural para venderla en peque?as cantidades. Los clientes nos env¨ªan whatsapps para decirnos que nunca hab¨ªan cocinado un pan tan rico", cuenta Moreno.
De la labranza al pol¨ªgono industrial
Ahora quieren que los beneficios de la empresa se diversifiquen. Palazuelos, que a¨²n sobrevive con 48 habitantes, respira ante la posibilidad de que, cuando todo vuelva a la normalidad, m¨¢s personas se muden para trabajar all¨ª. "Donde antes hab¨ªa un agricultor que gestionaba 300 hect¨¢reas de secano, ahora hay otras cinco personas trabajando. En un pueblo con tan pocos habitantes se ha creado un peque?o pol¨ªgono industrial donde est¨¢ nuestra planta de transformaci¨®n y una empresa de maquinaria de unos vecinos de Palazuelos", cuenta Moreno.
Repoblar la Espa?a vaciada, dice Moreno, es complicado, "pero son los peque?os gestos lo que llevan a las personas a los pueblos despoblados y, con ellos, a las familias". Es el caso de Elisa Carrasco, antrop¨®loga de 22 a?os que, despu¨¦s de acabar la carrera, decidi¨® quedarse en Sig¨¹enza y trabajar en Despelta (a 10 minutos en coche) como administrativa. "Siempre tuve claro que quer¨ªa quedarme en mi ciudad. Es cierto que cuando estudias una carrera es dif¨ªcil encontrar empleo de eso en el mundo rural. Pero ahora, con el teletrabajo, se ha abierto una red de posibilidades. Adem¨¢s, ganas mucha calidad de vida", explica Carrasco.
Para Juber¨ªas, estas iniciativas empresariales son una buena ocasi¨®n para que los pueblos no se vac¨ªen. Uno de sus hijos, cuenta, ha decidido quedarse en el pueblo, como Elisa, y trabajar en la empresa. "Aqu¨ª era labrar o morirse. Con esto hemos recuperado un pueblo abandonado", cuenta el agricultor, que dice albergar esperanzas de que su otro hijo, estudiante de Ingenier¨ªa, siga los pasos de su hermano y se mude a Palazuelos para sustituirle. "Tendr¨ªa el ciclo completo y podr¨ªa retirarme", comenta entre risas.