Remite el riesgo de estanflaci¨®n
Me preocupa que la Reserva Federal tarde en adaptarse a las buenas noticias sobre la inflaci¨®n y causar una recesi¨®n
El mi¨¦rcoles, la tasa de inflaci¨®n impl¨ªcita a cinco a?os cay¨® a un 2,48%. Si esto no le dice nada ¡ªlo cual es totalmente justificable si usted no es un observador profesional de la econom¨ªa¡ª, intente lo siguiente: el precio al por mayor de la gasolina ha bajado unos 20 centavos el litro desde su m¨¢ximo hace un mes. Por ahora, solo una peque?a parte de esta reducci¨®n ha llegado a los consumidores, pero en las pr¨®ximas semanas es probable que nos encontremos con una amplia bajada de los precios en las gasolineras. Dicho sea de paso: ?qu¨¦ probabilidades hay de que el descenso del precio de la gasolina reciba siquiera una peque?a parte de la atenci¨®n que los medios de comunicaci¨®n han dedicado a la subida?
Lo que estas cifras, as¨ª como una acumulaci¨®n creciente de otros datos, desde los alquileres hasta los costes de transporte, indican es que el riesgo de estanflaci¨®n est¨¢ remitiendo. Esto es una buena noticia, pero me preocupa que los responsables de dise?ar las pol¨ªticas, en especial los de la Reserva Federal, tarden en adaptarse a la nueva informaci¨®n. Es evidente que tuvieron una actitud demasiado autocomplaciente (como yo mismo) ante el riesgo de que la inflaci¨®n subiera, pero ahora podr¨ªan aferrarse demasiado a una actitud de control estricto del dinero y provocar una recesi¨®n injustificada.
Hablemos de lo que teme la Reserva Federal. Es evidente que hemos tenido graves problemas de inflaci¨®n durante el ¨²ltimo a?o y medio. Al parecer, gran parte de esa inflaci¨®n ¡ªla mayor parte, probablemente¡ª era el reflejo de perturbaciones temporales de la oferta que abarcaban desde los problemas con la cadena de suministro hasta la invasi¨®n rusa de Ucrania. Pero otra parte reflejaba tambi¨¦n el sobrecalentamiento de la econom¨ªa. Incluso los que solemos ser palomas monetarias coincidimos en que la Fed ten¨ªa que subir los tipos de inter¨¦s para enfriar la econom¨ªa, como ha hecho. Ese aumento, unido a la previsi¨®n de que se avecinaban m¨¢s, ha conseguido que los tipos de inter¨¦s que importan para la econom¨ªa real ¡ªen especial los de las hipotecas¡ª se disparen, lo cual reducir¨¢ el gasto en general. De hecho, ya hay indicios de una importante desaceleraci¨®n econ¨®mica.
Pero las actas reci¨¦n publicadas de la reuni¨®n del mes pasado de la Comisi¨®n de Mercado Abierto de la Reserva Federal, que fija los tipos de inter¨¦s, indican un temor considerable a que el simple enfriamiento de la econom¨ªa no sea suficiente, que las previsiones de inflaci¨®n futura se est¨¦n ¡°desanclando¡±, y que el alza de los precios ¡°pueda afianzarse¡±. En principio, no son temores absurdos. A lo largo de la d¨¦cada de 1970, casi todo el mundo lleg¨® a desarrollar la expectativa de que la alta inflaci¨®n ser¨ªa un fen¨®meno persistente, y esta expectativa se incorpor¨® a la fijaci¨®n de los salarios y los precios. Por ejemplo, los empresarios estaban dispuestos a establecer aumentos salariales del 10% anual porque preve¨ªan que todos sus competidores har¨ªan lo mismo. Para purgar la econom¨ªa de estas expectativas arraigadas fue necesario un largo periodo de desempleo muy elevado: la estanflaci¨®n.
Pero, ?qu¨¦ podr¨ªa hacer pensar a la Reserva Federal que ahora est¨¦ ocurriendo algo parecido? Tanto las actas de la instituci¨®n como los comentarios de su presidente, Jerome Powell, indican que un factor importante fue la publicaci¨®n preliminar de los resultados del sondeo de la Universidad de Michigan, que parec¨ªa mostrar un repunte en las expectativas de inflaci¨®n a largo plazo. Incluso en aquel momento, algunos de nosotros avisamos de que no se deb¨ªa dar demasiada importancia a una sola cifra, especialmente teniendo en cuenta que otras no dec¨ªan lo mismo. Sin duda, la de Michigan fue una incidencia pasajera; la mayor parte de esa fuerte subida de las expectativas de inflaci¨®n desapareci¨® cuando, al cabo de una semana, se publicaron los datos revisados.
Y, por si sirve de algo, los mercados financieros est¨¢n desactivando en mayor o menor grado la alarma sobre la persistencia de la inflaci¨®n. La tasa impl¨ªcita a cinco a?os es el diferencial entre los tipos de inter¨¦s ordinarios y los de los bonos protegidos frente a la subida de los precios; se trata, por tanto, de una previsi¨®n impl¨ªcita de la inflaci¨®n futura. Y un examen m¨¢s detallado de los mercados muestra no solo que esperan una inflaci¨®n relativamente baja a medio plazo, sino tambi¨¦n que prev¨¦n que esta retroceda m¨¢s o menos despu¨¦s del a?o pr¨®ximo y vuelva a partir de entonces a un nivel coherente con el objetivo a largo plazo de la Fed.
Para ser justos, los operadores de bonos no fijan los salarios y los precios, y en principio, es posible que la inflaci¨®n est¨¦ arraigando en la mente de los trabajadores y de las empresas, aunque los inversores decidan que est¨¢ bajo control. Pero no es probable. Adem¨¢s, esto podr¨ªa tener algo de profec¨ªa autofrustrada, con los inversores rebajando sus expectativas de inflaci¨®n futura precisamente porque prev¨¦n que la Reserva Federal pise demasiado el freno. As¨ª y todo, resulta preocupante leer informes que indican que la Fed est¨¢ adoptando una l¨ªnea m¨¢s dura, incluso cuando la econom¨ªa se debilita y las perspectivas de inflaci¨®n sostenida retroceden.
No s¨¦ exactamente qu¨¦ es lo que est¨¢ pasando. En parte puede tratarse de la tendencia demasiado extendida entre los responsables de las pol¨ªticas a insistir en una l¨ªnea de actuaci¨®n aunque los hechos dejen de apoyarla. En parte podr¨ªa ser que, al haberse equivocado con la inflaci¨®n en el pasado, los funcionaros de la Reserva Federal sean, quiz¨¢ inconscientemente, vulnerables a las intimidaciones de los tipos de Wall Street decididos a ponerse hist¨¦ricos con la inflaci¨®n futura. Y en parte es posible que, simplemente, se est¨¦n excediendo para compensar el haber subestimado antes los riesgos de inflaci¨®n.
En cualquier caso, un viejo chiste cuenta que un automovilista atropella a un peat¨®n y luego intenta remediar el accidente dando marcha atr¨¢s, con lo cual vuelve a atropellarlo otra vez. Me temo que algo as¨ª est¨¦ a punto de ocurrir en la pol¨ªtica monetaria.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2022. Traducci¨®n de News Clips
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