Una nueva era para los tipos de inter¨¦s: as¨ª es la pol¨ªtica monetaria que viene (y c¨®mo afecta a su bolsillo)
Estados Unidos y la zona euro se preparan para bajar el precio del dinero. Los desaf¨ªos econ¨®micos futuros sugieren, adem¨¢s, cambios m¨¢s profundos en los par¨¢metros utilizados por estos organismos para tomar sus decisiones
Mario Draghi llevaba solo un a?o al frente del Banco Central Europeo (BCE) cuando dos periodistas alemanes le preguntaron si se sent¨ªa c¨®modo viviendo en el pa¨ªs del Bundesbank. El italiano no eludi¨® el envite. La distancia que en 2012 hab¨ªa ya entre ambas instituciones, separadas por un paseo de 20 minutos en bici, era m¨¢s que obvia. ¡°En estos momentos tenemos opiniones diferentes sobre la mejor manera de contener la crisis¡±, respondi¨®. El sector m¨¢s laxo del BCE hab¨ªa logrado imponer sus tesis para sacar a Europa de la penuria econ¨®mica, aun a costa de romper con los principios m¨¢s sagrados de la ortodoxia: compraron deuda a mansalva y fijaron tipos ultrabajos, incluso negativos. Esa misma receta se sigui¨® en Washington, Londres o Tokio.
Pero el mundo cambi¨® tras la pandemia. La primera crisis inflacionista en cuatro d¨¦cadas devolvi¨® el poder a los halcones, que emprendieron una abrupta subida de los tipos de inter¨¦s y pusieron fin a las compras masivas de deuda para devolver las subidas de precios al 2%. Con ese objetivo ya al alcance de la mano ¡ªy con una situaci¨®n de estancamiento en Europa¡ª los bancos centrales cambian el tono y encaran ya las primeras bajadas de tipos. El gran interrogante es cu¨¢n r¨¢pidas y profundas ser¨¢n. Y si una vez superada esta crisis, el mundo no requerir¨¢ de nuevas reglas monetarias.
Los bancos centrales se han plantado ya en el kil¨®metro final de la lucha contra la inflaci¨®n. Y en Europa, por ahora, se est¨¢ deshinchando m¨¢s r¨¢pidamente de lo previsto. La crisis energ¨¦tica, que dispar¨® el IPC por encima del 10% en oto?o de 2022, oblig¨® al BCE a prescindir de hojas de ruta y guiarse solo por los informes que iba recibiendo. La instituci¨®n presidida por Christine Lagarde sigue autoproclam¨¢ndose ¡°dependiente¡± de los datos que tiene en su poder en cada momento. Y he aqu¨ª los principales. Uno: la inflaci¨®n en los pa¨ªses de la moneda ¨²nica se situ¨® en el 2,6% en febrero, con la subyacente en el 3,1% y las previsiones apuntando a que este a?o el IPC estar¨¢ en el 2,3% y a mediados de 2025 ya se situar¨¢ en el 2%. Dos: las subidas de tipos siguieron traslad¨¢ndose a la econom¨ªa, de modo que en enero los cr¨¦ditos a empresas descendieron un 0,2% y los pr¨¦stamos a hogares, un 0,3%. Y tres: la econom¨ªa sigue estancada, con Alemania en recesi¨®n. Toda esa informaci¨®n estaba sobre la mesa del ¨²ltimo consejo del BCE, pero decidi¨® mantener los tipos en el 4,5% y la facilidad de dep¨®sito en el 4%.
Los analistas creen que el BCE espera a rebajar el precio del dinero, en m¨¢ximos desde comienzos de la d¨¦cada de 2000, a que lo haga la Reserva Federal que, con los tipos en el rango de entre el 5,25% y el 5,5%, sigue sin mover ficha. Lagarde niega que sea as¨ª. ¡°El BCE act¨²a de forma independiente y haremos lo que tengamos que hacer cuando tengamos que hacerlo¡±, sostuvo con rotundidad en su ¨²ltima comparecencia. La situaci¨®n es distinta en Estados Unidos que en Europa: la inflaci¨®n repunt¨® en febrero hasta el 3,1%, la econom¨ªa est¨¢ todav¨ªa sobrecalentada y la Administraci¨®n de Joe Biden sigue apostando por los est¨ªmulos. ¡°Si Estados Unidos baja los tipos de inter¨¦s, no creo que el BCE tarde. Los dos bancos centrales han ido colaborando en el tiempo y no veo que eso vaya a cambiar¡±, afirma Evi Pappa, profesora de Macroeconom¨ªa de la Universidad Carlos III.
Europa a¨²n transita en un entorno de elevada incertidumbre por la guerra de Ucrania. Aun as¨ª, algunos analistas creen que Fr¨¢ncfort vuelve a ir tarde. El BCE ya tuvo que entonar el mea culpa por haber demorado la subida de tipos. Ahora corre el riesgo de no llegar a tiempo al proceso de desinflaci¨®n, m¨¢xime cuando las decisiones de pol¨ªtica monetaria tardan entre 12 y 18 meses a trasladarse por completo a todos los recovecos de la econom¨ªa real. Otros bancos centrales han empezado ya a rebajar los tipos. Lo han hecho Brasil, Chile o M¨¦xico. Pero ya no son solo los emergentes, puesto que Suiza ha decidido no esperar a Washington y recortar tipos. ¡°Deber¨ªan bajarlos ya. La inflaci¨®n est¨¢ cercana al objetivo del 2%. No hay raz¨®n para mantenerlos tan altos durante tanto tiempo, porque pueden desencadenar una recesi¨®n. Corren el peligro de cometer el mismo error que al principio de la crisis inflacionista¡±, dice Paul De Grauwe, profesor de la London School of Economics. Caso aparte es el de Jap¨®n, cuyo banco central acaba de dictar una subida de los tipos del inter¨¦s, aunque hasta el 0,1%.
Los miembros del BCE siguen posicion¨¢ndose en vistas al pr¨®ximo c¨®nclave de abril y, en especial, al de junio. Los halcones se agarran a la fortaleza de los mercados laborales y al poder de negociaci¨®n de los trabajadores para esperar al menos tres meses antes de realizar el primer movimiento. Las palomas, por su parte, advierten del mediocre crecimiento de la zona euro y de que se requerir¨¢n bajadas m¨¢s en¨¦rgicas si la decisi¨®n sigue retras¨¢ndose.
Pulso interno
Pero el sector m¨¢s ortodoxo sigue con el control y marca los tiempos. Si bien los gobernadores de Francia o Portugal hab¨ªan presionado para tener bajadas en primavera, desde Eslovaquia o los pa¨ªses b¨¢lticos se apuntaba a verano. Lagarde ha vuelto a desempatar a favor de los guardianes de la disciplina. En un discurso en la Universidad Goethe de Fr¨¢ncfort, la jefa del BCE record¨® que la instituci¨®n est¨¢ en una ¡°fase de mantenimiento¡± y que la reversi¨®n de la orientaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria se producir¨¢ si se constata una evoluci¨®n favorable de ¡°tres factores internos¡±: el crecimiento de los salarios, los m¨¢rgenes de beneficios y la mejora de la productividad. Por las fechas de actualizaci¨®n de esos datos, se desprendi¨® que la primera bajada de tipos de producir¨¢ en junio. ¡°La bajada se est¨¢ demorando. Y el ritmo puede ser m¨¢s lento de lo que se cre¨ªa si no es por la fuerza de los datos. Es decir, que la realidad les acabe obligando a ir m¨¢s deprisa¡±, apunta Antoni Garrido, catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Barcelona.
¡°El BCE en alg¨²n momento tendr¨¢ que recortar los tipos de inter¨¦s, pero no es f¨¢cil decir cu¨¢ndo y en qu¨¦ medida. Llegaron tarde para subirlos y espero que lleguen tarde para revertirlo¡±, advierte Maria Demertzis, investigadora del think tank Bruegel. Charles Wyplosz, profesor del Graduate Institute de Ginebra, coincide en que el BCE deber¨ªa acelerar el paso. ¡°En Europa, las pol¨ªticas fiscales se han ido endureciendo y el crecimiento es m¨ªsero, por lo que el BCE nuevamente se est¨¢ quedando atr¨¢s de la curva¡±, apunta. ¡°El problema es que el Consejo de Gobierno del BCE est¨¢ dividido seg¨²n l¨ªneas ideol¨®gicas, por lo que es dif¨ªcil iniciar cualquier cambio de pol¨ªtica¡±, agrega Wyplosz. Francia, Espa?a e Italia han presionado para que haya bajadas, mientras que Alemania, Eslovaquia o Austria han intentado demorarlas. Sin embargo, va construy¨¦ndose un consenso para un recorte en junio. Frederik Ducrozet, director de An¨¢lisis Macroecon¨®mico de Pictet WM, cree que la mayor¨ªa de los halcones, empezando por la alemana Isabel Schnabel, se hallan en un ¡°modo pragm¨¢tico¡±, por lo que ve probable la bajada a comienzos de verano. ¡°El debate est¨¢ en qu¨¦ ocurrir¨¢ a partir de ah¨ª, en julio¡±, sostiene Ducrozet, quien ve clave la opini¨®n de algunos indecisos, como el holand¨¦s Klaas Knot.
Si no hay nuevos imprevistos, por ahora se impone la tesis de ir suavizando la pol¨ªtica monetaria con recortes peque?os y graduales, acompasados con los datos que lleguen. Sin embargo, entre el sector m¨¢s heterodoxo empieza a cundir la convicci¨®n de que, una vez se abra la mano, el consejo deber¨¢ afrontar el debate sobre hacia d¨®nde debe encaminarse la pol¨ªtica de tipos de inter¨¦s. Con los halcones al mando, los bancos centrales dif¨ªcilmente volver¨¢n a la pol¨ªtica de tipos cero o negativos. ¡°Los d¨ªas de los tipos ultrabajos son historia¡±, afirm¨® el presidente del Banco Internacional de Pagos, Agust¨ªn Carsterns, tambi¨¦n en la Universidad Goethe de Fr¨¢ncfort.
En la d¨¦cada pasada, Draghi llev¨® los tipos a ese terreno para que el cr¨¦dito fluyera a mayor velocidad en una moribunda econom¨ªa europea. Ahora, los analistas monetarios esperan que la tasa de facilidad de dep¨®sito ¡ªque est¨¢ en el 4%¡ª se sit¨²e en un rango de entre el 2% y el 2,5% a largo plazo, seg¨²n el BCE. Eso lleva a banqueros centrales, analistas y acad¨¦micos a volver al debate sobre cu¨¢l es ahora el tipo de inter¨¦s natural, es decir, aquel que prevalece cuando la actividad econ¨®mica se halla con todos sus recursos a m¨¢xima capacidad y la inflaci¨®n est¨¢ en el objetivo de la autoridad monetaria.
Isabel Schnabel, miembro del comit¨¦ ejecutivo del BCE, ha sido la ¨²ltima en opinar al respecto. Y ha lanzado dos reflexiones. La primera pasa porque los tipos neutrales se situaron en el pasado en niveles ultrabajos al generarse mucho ahorro, en detrimento de la inversi¨®n. Sin embargo, en los pr¨®ximos a?os Europa afronta grandes retos de car¨¢cter geopol¨ªtico, tecnol¨®gico y energ¨¦tico que supondr¨¢n inversiones masivas y que podr¨ªan relanzar la inversi¨®n. Y segundo, la pol¨ªtica monetaria por s¨ª misma tambi¨¦n tiene una gran influencia sobre esas tasas al poder cambiar las perspectivas de los agentes econ¨®micos. Un documento elaborado por varios economistas, entre ellos Galo Nu?o y Joel Marbet del Banco de Espa?a, en Voxeu, apunta que ¡°el aumento de los tipos reales a largo plazo parece reflejar¡± una subida de los tipos naturales. ¡°Esta din¨¢mica puede explicarse por las revisiones de la estrategia de pol¨ªtica monetaria de la Reserva Federal y el BCE de 2020 y 2021¡å, apunta el informe, que atribuye a esas dos reformas la reducci¨®n de la probabilidad de volver al 0% en un futuro.
Una cuesti¨®n t¨¦cnica
El debate sobre esa tasa ¨Cen jerga de los analistas, conocida como r*¨C es, en todo caso, eminentemente t¨¦cnico. ¡°A lo largo de los a?os, la gente ha explicado el bajo r* con una sucesi¨®n de historias, cada una dise?ada para reemplazar la anterior que ya no era v¨¢lida: exceso de ahorro, menores costes de inversi¨®n, demograf¨ªa, baja productividad... Estoy esperando impacientemente que se reconozca que r* es un concepto importante del que no sabemos casi nada y, por tanto, no es una herramienta para conducir la pol¨ªtica monetaria¡±, critica Wyplosz. ¡°El debate sobre el tipo neutro es muy te¨®rico¡±, coincide Paraskevi. ¡°No s¨¦ exactamente d¨®nde queda, pero no debe ser un lugar muy alejado del 0% en t¨¦rminos reales. No veo que hayan cambiado los fundamentales de la econom¨ªa y persisten retos, como el envejecimiento de la poblaci¨®n¡±.
Hay quien cree, sin embargo, que la pol¨ªtica monetaria de los pr¨®ximos lustros deber¨¢ a ser bastante laxa para afrontar los desaf¨ªos futuros. Los informes de los organismos internacionales, del FMI a la OCDE, apuntan a que la econom¨ªa europea remontar¨¢ en 2025 y 2026, pero con una expansi¨®n mediocre, de alrededor del 1,5%. Y despu¨¦s de tres a?os con unos est¨ªmulos extraordinarios, los pa¨ªses regresan ahora a la disciplina fiscal, con los fondos europeos encarando su recta final. Europa busca incrementar grandes partidas estrat¨¦gicas: la defensa, que se antoja un dispendio de primer orden dadas las tensiones geopol¨ªticas; la industria verde, y la digitalizaci¨®n. Las dudas sobre la capacidad de inversi¨®n tanto del sector p¨²blico como del privado hacen pensar en que los gobiernos necesitar¨¢n una pol¨ªtica monetaria que les permita acudir a los mercados sin dificultades.
El debate del tipo natural o neutral conduce a otro. Si el mundo va a sufrir cambios estructurales, ?deben los bancos centrales acompa?arlos? En otras palabras, ?cabe subir el objetivo de inflaci¨®n del 2% al 3%? Fuentes financieras son claras sobre ese debate: ahora no es el momento, puesto que da?ar¨ªa la credibilidad de las instituciones monetarias en plena batalla contra la inflaci¨®n. ¡°?Los bancos centrales deber¨ªan mantener sus objetivos de inflaci¨®n ahora que no los alcanzaron!¡±, exclama Wyplosz, quien prefiere el 3% al 2% porque dar¨ªa m¨¢s margen de maniobra. ¡°Pero no es realista¡±, admite. ¡°Es muy dif¨ªcil predecir cu¨¢l ser¨¢ el efecto del cambio clim¨¢tico y el envejecimiento sobre la inflaci¨®n. Hay muchas opiniones encontradas al respecto. Creo que podr¨ªa tener el efecto de crear un peque?o aumento de la inflaci¨®n estructural. Esto juega a favor de una meta de inflaci¨®n ligeramente superior al 2%. Mi objetivo preferido ser¨ªa el 3%. No m¨¢s¡±, apunta De Grauwe.
Draghi est¨¢ inmerso en un informe de propuestas para que Europa no pierda el tren de la competitividad. En un discurso en un acto de la Asociaci¨®n Nacional de Economistas Empresariales de Estados Unidos, mand¨® un mensaje a su antiguo despacho del BCE. ¡°La pol¨ªtica monetaria enfrentar¨¢ un entorno desafiante en los pr¨®ximos a?os, en el que, m¨¢s que nunca, tendr¨¢ que distinguir entre inflaci¨®n temporal y permanente, entre crecimiento salarial de recuperaci¨®n y espirales autocumplidas, y entre las consecuencias inflacionarias de un buen y mal gasto p¨²blico¡±, advirti¨®. Y a?adi¨® que los bancos centrales deber¨¢n ser muy ¡°meticulosos¡± a la hora de calibrar sus expectativas de inflaci¨®n para contribuir ¡°a una estrategia pol¨ªtica general sin comprometer la estabilidad de precios o su independencia¡±. Despu¨¦s de esta crisis inflacionista, pues, los bancos centrales est¨¢n llamados a otras misiones. El BCE ya ha asumido la del cambio clim¨¢tico, con no pocas resistencias dentro y fuera de la instituci¨®n. Una prueba de que deber¨¢n afinar bien su br¨²jula.
Un punto de inflexi¨®n para los balances
La anemia económica de la década pasada y el batacazo de la pandemia obligaron a los bancos centrales a lanzar planes masivos de deuda para dar oxígeno a sus mercados. Solo durante la crisis de la covid-19 las cuatro grandes instituciones monetarias mundiales –Washington, Fráncfort, Londres y Tokio— lanzaron programas por valor de ocho billones de euros, según el think tank Atlantic Council. Los institutos monetarios ahora han ido soltando lastre, pero de forma progresiva. El BCE empezó por poner fin a las adquisiciones de deuda de sus dos grandes programas y buscó cortar las barras libres de liquidez a la banca. En 2022, redujo su balance de 8,56 a 7,95 billones de euros. Y el año pasado lo dejó en 6,9 billones. Eso sí, el coste fue sus primeros números rojos de casi 8.000 millones, que pudo reducir a 1.266 millones tras emplear provisiones.
Los miembros más heterodoxos del BCE temían que el drenaje de la cartera de bonos pudiera provocar un aumento de los intereses de la deuda soberana. Al inicio de la subida de tipos, de hecho, las primas de riesgo de los países se dispararon por miedo a una nueva crisis de deuda. Los países lanzaron entonces un instrumento para combatir esa fragmentación de los mercados de bonos (TPI, por sus siglas en inglés). Y funcionó: la deuda ha aguantado en niveles razonables y las primas de riesgo se han mantenido a raya. Ese sector de la autoridad monetaria logró, además, que las reinversiones del programa vinculado a la pandemia (PEPP) se mantuvieran de algún modo hasta finales de este año, dando margen al BCE a usar otras herramientas antes de recurrir a la artillería pesada.
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