Educaci¨®n y desigualdad en Iberoam¨¦rica: un c¨ªrculo perverso
¡°El problema de las desigualdades sociales tiene un efecto directo en las oportunidades educativas. El subcontinente no es la excepci¨®n¡±
Parece un caprichoso juego de palabras, como aquellos que ponen a prueba la agilidad mental, pero no lo es. La educaci¨®n, a la vez que es una causa principal de desigualdades sociales, es una consecuencia de ellas. Es un c¨ªrculo que se cierra a la perfecci¨®n, pero que no es virtuoso. Es una relaci¨®n perversa que merece nuestra atenci¨®n.
En Iberoam¨¦rica, la discusi¨®n sobre la educaci¨®n debiera abordarse con matices particulares, alej¨¢ndonos un poco de la cautivadora ¡ªy muchas veces hegem¨®nica¡ª discusi¨®n sobre c¨®mo deben ser los resultados de ciertos aprendizajes, de ciertas ¨¢reas y de ciertas metodolog¨ªas particulares. El debate p¨²blico sobre este tema es relevante, pero no abarca todos los aspectos. Nos hemos enfocado tanto en esta discusi¨®n que hemos perdido de vista lo reciente que es en la historia de la educaci¨®n. Recordemos que no es sino hasta finales de los a?os sesenta del siglo pasado que la gran finalidad de la educaci¨®n dej¨® de estar puesta en el futuro, para concentrarse en el presente. En efecto, los sistemas educativos dejaron de priorizar la formaci¨®n de ciudadanos y ciudadanas capaces de construir sociedades justas, pac¨ªficas y democr¨¢ticas, para preocuparse por el inmediato logro de aprendizajes b¨¢sicos para el desarrollo individual de las personas. El ¨¦xito individual le gan¨® espacio al bienestar social.
Iberoam¨¦rica se vuelve un territorio cada vez m¨¢s un complejo, desafiante y desigual. En los datos sobre desigualdad, el ¨ªndice de GINI ¡ªel indicador m¨¢s utilizado para medir las desigualdades¡ª muestra que los pa¨ªses de la regi¨®n han mostrado ligeras mejor¨ªas ¡ªEspa?a y Portugal en mejores condiciones que Am¨¦rica Latina¡ª, pero a¨²n persisten desigualdades cada vez m¨¢s complejas. En Espa?a, el rostro de la desigualdad es territorial. En Ceuta hay casi tres veces m¨¢s riesgo de pobreza o exclusi¨®n social que en el Pa¨ªs Vasco, seg¨²n el INE, y en el Per¨² la desigualdad, adem¨¢s de territorial, es ¨¦tnica. Seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªsticas e Inform¨¢tica peruano, para el a?o 2022, la incidencia de pobreza fue ocho puntos porcentuales mayor en los hogares ind¨ªgenas que en los no ind¨ªgenas.
A esta altura el lector podr¨ªa estar pregunt¨¢ndose cu¨¢l es el problema con las desigualdades. Pues es un problema grande y m¨²ltiple. Con desigualdades sociales, el desarrollo avanza a velocidad media y con efectos diferenciados entre los grupos, la cohesi¨®n social se debilita hasta la fractura, lo que impide la construcci¨®n de v¨ªnculos entre las personas y de sentido de pertenencia, y la democracia se convierte en un proceso formal y no en una forma de convivencia entre diferentes. Las desigualdades debilitan el desarrollo, fragmentan la sociedad y precarizan la democracia.
El GINI educativo para la regi¨®n ha mejorado en los ¨²ltimos a?os, pero a¨²n se encuentra lejos de una mayor equidad
Pero, adem¨¢s, el problema de las desigualdades sociales tiene un efecto directo en las oportunidades educativas. Iberoam¨¦rica no es la excepci¨®n. El GINI educativo para la regi¨®n ha mejorado en los ¨²ltimos a?os, pero a¨²n se encuentra lejos de una mayor equidad. Las condiciones socioecon¨®micas de las familias impactan en los resultados educativos; es decir, a mayor pobreza existe mayor probabilidad de no alcanzar rendimientos educativos positivos. De acuerdo con informaci¨®n sistematizada por el BID, en Guatemala la esperanza de escolarizaci¨®n para primaria, secundaria y terciaria es de 10 a?os, alrededor de cinco a?os menos que el promedio de Am¨¦rica Latina y en Uruguay solo uno de cada cinco j¨®venes que provienen de las familias m¨¢s pobres terminan la secundaria, a diferencia del estrato m¨¢s acomodado en donde cuatro de cada cinco concluyen estudios secundarios.
Estas desigualdades educativas impactar¨¢n en el futuro exactamente en esas condiciones sociales, pol¨ªticas, econ¨®micas y culturales que iniciar¨¢n un nuevo ciclo de desigualdades. He ah¨ª la importancia de plantear la discusi¨®n educativa en nuestra gran regi¨®n sobre las posibilidades y limitaciones de las pol¨ªticas educativas y no solo sobre los aprendizajes espec¨ªficos. Esta entrada es una oportunidad que nos permite mirar las finalidades de la educaci¨®n, a la vez que los procedimientos para alcanzarlas. Con la discusi¨®n centrada en las pol¨ªticas es posible identificar la manera directa o indirecta en que estas generan desigualdades.
Y es que, las desigualdades no son la consecuencia natural de las cosas. Son, por el contrario, el resultado de decisiones que se toman sobre qu¨¦, para qu¨¦, c¨®mo y d¨®nde se implementan pol¨ªticas educativas. Me refiero, por ejemplo, a la necesidad de revisar los presupuestos p¨²blicos para la educaci¨®n que contin¨²an siendo concebidos de manera estandarizada, con priorizaciones basadas en la eficiencia antes que en la justicia educativa o que se enfocan en nuevos dise?os educativos, muchas veces atractivos e innovadores, pero que segregan estudiantes.
Vuelvo a las ideas iniciales para reafirmar que la educaci¨®n es origen y efecto de las desigualdades, pero es tambi¨¦n un poderoso instrumento que permitir¨¢ evitar que las desigualdades se reproduzcan e intensifiquen. El perverso c¨ªrculo de la reproducci¨®n de desigualdades, mirado desde la educaci¨®n, puede rodar inercialmente in aeternum y solo parar¨¢ si decidimos detenerlo.
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