Razones para apostar por la Universidad
La comparaci¨®n con los pa¨ªses vecinos nos deja mal parados: Espa?a ocupa la posici¨®n 27 de 35 en cuanto a autonom¨ªa en la gesti¨®n del personal docente
En un contexto global cada vez m¨¢s competitivo y de cambios sociales profundos, las universidades tenemos la certeza de que en el conocimiento est¨¢ la respuesta a muchos de los desaf¨ªos presentes y futuros. Abordar con garant¨ªas retos compartidos como la transici¨®n ecol¨®gica, la transformaci¨®n digital y tambi¨¦n las crecientes desigualdades sociales requiere una apuesta decidida por la I+D+i, por la formaci¨®n en todas las etapas de la vida y por impulsar la reflexi¨®n ante las realidades complejas que comportan todas estas transformaciones.
Estamos ante un tiempo decisivo para decidir si, como pa¨ªs, apostamos por situarnos a la vanguardia en la generaci¨®n de conocimiento como motor de transformaci¨®n social y econ¨®mica. Si apostamos por ello, es ahora cuando hay que apoyar a las universidades, como instituciones de educaci¨®n superior y de investigaci¨®n, y potenciar nuestras capacidades formativas, cient¨ªficas y de innovaci¨®n al servicio de la sociedad, del progreso y del bien colectivo. Y esa apuesta, a su vez, pasa por afrontar con decisi¨®n, valent¨ªa y voluntad pol¨ªtica los retos estrat¨¦gicos del sistema universitario.
El primero de ellos es aumentar la inversi¨®n en educaci¨®n universitaria. La Ley Org¨¢nica del Sistema Universitario (LOSU) reconoce en su pre¨¢mbulo la ¡°insuficiente financiaci¨®n¡± de la universidad p¨²blica espa?ola y en su articulado plantea ¡°destinar como m¨ªnimo el 1% del Producto Interior Bruto (PIB) al gasto p¨²blico en educaci¨®n universitaria p¨²blica en el conjunto del Estado¡±.
Una propuesta que mitigar¨ªa las diferencias con los pa¨ªses de nuestro entorno y nos permitir¨ªa competir con otros sistemas universitarios en condiciones de igualdad. Enti¨¦ndase aqu¨ª por competir, aumentar la relevancia para la sociedad del conocimiento generado. Y es que, seg¨²n el informe Education at a Glance 2023 de la OCDE, el gasto por alumno en las instituciones de educaci¨®n superior espa?olas es un 20,7% inferior al promedio de la OCDE. Por eso, urge concretar c¨®mo se implementar¨¢ esa inversi¨®n adicional de m¨¢s de 3.000 millones anuales de aqu¨ª a 2030.
Otro de los desaf¨ªos es la atracci¨®n de talento para asegurar el relevo generacional del personal docente e investigador
Tambi¨¦n es prioritario establecer un marco presupuestario que garantice el objetivo de la Estrategia Espa?ola de Ciencia, Tecnolog¨ªa e Innovaci¨®n de invertir en 2027 el 2,12% del PIB. Espa?a es el sexto en universidades en el Top 1000 del Academic Ranking of World Universities (ARWU) 2024, pese a que somos el antepen¨²ltimo pa¨ªs en gasto en I+D de entre los 24 pa¨ªses analizados en el informe ¡°La Universidad Espa?ola en Cifras¡± de CRUE. Aunque la pr¨¢ctica totalidad del sistema p¨²blico est¨¢ en el rango de las instituciones de calidad internacional reconocida y se mantiene la posici¨®n general, es necesario advertir de que cedemos posiciones desde 2022. Cabe recordar que el empuje de las universidades chinas, impulsadas por las formidables inversiones en educaci¨®n superior de su pa¨ªs, est¨¢ desplazando incluso a las de Estados Unidos.
Otro de los desaf¨ªos es la atracci¨®n de talento para asegurar el relevo generacional del personal docente e investigador. El Informe CYD 2023 sit¨²a en un 20% el porcentaje de profesorado universitario que se jubilar¨¢ en la pr¨®xima d¨¦cada y advierte de la necesidad de que las universidades tengamos ¡°m¨¢s autonom¨ªa en la contrataci¨®n para permitir pol¨ªticas m¨¢s flexibles de atracci¨®n, retenci¨®n y estabilizaci¨®n del personal docente¡±. Una vez m¨¢s, la comparaci¨®n con los pa¨ªses vecinos nos deja mal parados: Espa?a ocupa la posici¨®n 27 de 35 en cuanto a autonom¨ªa en la gesti¨®n del personal docente, seg¨²n el Autonomy Scorecard de la European University Association.
La fortaleza del sistema universitario pasa igualmente por su internacionalizaci¨®n. Las alianzas europeas son un instrumento adecuado para avanzar en una cooperaci¨®n estrat¨¦gica m¨¢s all¨¢ de la movilidad y, en este sentido, estamos bien posicionados. Espa?a, con 54 universidades en consorcios, se sit¨²a como el tercer pa¨ªs con m¨¢s instituciones en la iniciativa Universidades Europeas, pero no debemos confiar en el buen hacer de las universidades y se deben dotar dichos consorcios con los recursos t¨¦cnicos y econ¨®micos necesarios. Adem¨¢s, esa mirada global tiene que ir m¨¢s all¨¢ de Europa y, con la misma determinaci¨®n, debemos consolidar un Espacio Iberoamericano del Conocimiento, basado en la confianza entre sistemas, sin olvidarnos de mirar hacia Asia y ?frica.
Sin duda, tambi¨¦n nos enfrentamos a la necesidad de redefinir la oferta formativa en un contexto de reducci¨®n de cambios demogr¨¢ficos y aumento de la ense?anza no presencial universitaria, o la oferta de ciclos formativos no universitarios. Ante nuevos contextos, las universidades tienen que plantear modelos de aprendizaje flexibles y ofrecer soluciones para facilitar la especializaci¨®n, el reciclaje profesional y garantizar la formaci¨®n a lo largo de la vida.
Y un objetivo que siempre debe estar presente, al menos si queremos garantizar la funci¨®n de la universidad como ascensor social, es mejorar el acceso y la equidad. Eso implica considerar la educaci¨®n superior como un servicio p¨²blico que, probablemente no sea rentable econ¨®micamente, pero debe asegurar la posibilidad de cursar estudios universitarios a todas las personas que tengan el potencial para acceder a la universidad, independientemente de sus caracter¨ªsticas personales, econ¨®micas o lugar de residencia, siendo, en estos momentos, la vivienda uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el estudiantado.
No podemos fallar a los j¨®venes espa?oles que creen en la Universidad porque la ven como un espacio de oportunidades y una inversi¨®n de futuro. Desde 2008, el estudiantado universitario ha crecido un 18%, mientras que la poblaci¨®n joven se ha reducido un 20%. Y, de hecho, este es el curso universitario con m¨¢s estudiantes de la historia en Espa?a, en el que m¨¢s de 1.800.000 personas har¨¢n estudios de grado, m¨¢ster o doctorado, un r¨¦cord hist¨®rico que demuestra el prestigio social de la universidad en nuestro pa¨ªs.
En resumen, las universidades han demostrado a lo largo de la historia su contribuci¨®n al progreso social. Esa ha sido y es su gran misi¨®n. Precisamente por eso, hay que apostar, hoy m¨¢s que nunca, por la Universidad y permitir abordar nuevos retos y soluciones ante problemas emergentes con una visi¨®n social.
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