Lo que puede hacer una familia por los refugiados y viceversa
Said Belal lleg¨® a Barcelona en enero y fue acogido en un hogar. Ahora, vive en un piso con otros tres refugiados y piensa retomar la universidad
La noche anterior, el miedo se los com¨ªa a todos. Said, que hab¨ªa abandonado su casa en el norte de Siria por la guerra y pasado seis a?os dando tumbos por Europa, estaba asustado por llegar a una familia cristiana. Miedo del rechazo y tambi¨¦n de no comportarse como es debido. Carmen y Miriam, cada una madre de cuatro, se retorc¨ªan a preguntas. Sab¨ªan que hab¨ªan hecho lo correcto, pero no pod¨ªan dejar de o¨ªr en sus cabezas los discursos racistas. Los discursos del miedo.
"Llegu¨¦ a pensar que ibas a ser un terrorista", le dijo a Said despu¨¦s, cuando todos hab¨ªan aprendido a re¨ªrse de s¨ª mismos por la facilidad con la que cayeron en los estereotipos m¨¢s b¨¢sicos. Cuando le pones cara, el fantasma desaparece.
Said Belal tiene 24 a?os y se fue de Siria cuando no llevaba ni uno de carrera, Ingenier¨ªa Agroindustrial. Su ingl¨¦s, pr¨¢cticamente impoluto, lo aprendi¨® en un campo de refugiados en Grecia, donde qued¨® atrapado con su hermano menor. El mayor hab¨ªa tenido suerte al irse un par de meses antes y consigui¨® un piso en Alemania. A los dos m¨¢s j¨®venes los par¨® la polic¨ªa cuando quisieron seguirlo. Y les acab¨® tocando, por las cuotas de la Uni¨®n Europea, tramitar su solicitud de asilo en Espa?a. Llegaron a Murcia, pero quer¨ªan vivir con su hermano en Hamburgo, y se fueron.
Carmen Arnau y su esposo, Pablo Serra, llevaban tiempo pensando que hab¨ªa que hacer algo. Como a muchos, la imagen de Aylan, un ni?o de tres a?os muerto en una playa de Turqu¨ªa mientras su familia trataba de llegar a Europa en 2015, les dej¨® impactados. Pensaron que era inmoral seguir viviendo como si nada. Contactaron con varias organizaciones religiosas que atienden a refugiados y a principios de este a?o recibieron un correo de Migra Studium que ped¨ªa familias de acogida para evitar que 22 reci¨¦n llegados terminaran durmiendo en la calle. El tema era recurrente a la hora de cenar y sus hijos, adolescentes y universitarios, estaban sensibilizados. ¡°Cuando les preguntamos qu¨¦ pensaban nos dijeron que ¨¦ramos unos hip¨®critas por pens¨¢rnoslo tanto. Que con los valores que les hab¨ªamos ense?ado no ten¨ªamos otra opci¨®n que decir que s¨ª¡±, cuenta Carmen.
Recuerdo las im¨¢genes de una manifestaci¨®n para que las autoridades permitieran la llegada de m¨¢s refugiados. Esto te da una imagen muy clara de c¨®mo es la sociedad aqu¨ª
Al poco tiempo de llegar a Alemania, en un control rutinario de la polic¨ªa, Said fue deportado a Espa?a. Y, puesto a estar lejos de todos sus hermanos, ten¨ªa claro que solo quer¨ªa llegar a una ciudad: Barcelona. ¡°Recuerdo las im¨¢genes de una manifestaci¨®n para que las autoridades permitieran la llegada de m¨¢s refugiados. Barcelona fue la ¨²nica ciudad que sali¨® a la calle con este reclamo y esto te da una imagen muy clara de c¨®mo es la sociedad aqu¨ª¡±, argumenta emocionado. Adem¨¢s, en Grecia hizo algunos amigos catalanes, voluntarios del campamento.
Lleg¨® el 24 de enero y el d¨ªa de San Jos¨¦ conoci¨® a sus familias de acogida, que se turnaban a Said una semana en cada casa. ¡°Me impresion¨® much¨ªsimo ver que su vida cab¨ªa en una maleta (con muchos libros) que simplemente cogimos y la pusimos en el coche¡±, cuenta Miriam Pich-Aguilera. ¡°Desde el momento en que le dimos la mano, todos los miedos desaparecieron¡±, contin¨²a, ¡°y me sorprend¨ªa much¨ªsimo ver c¨®mo hablaba con mis hijos y estaban todos contentos all¨ª, bajo el dintel de la puerta de casa¡±.
Lleg¨® la Semana Santa y Sa¨ªd, fue incorporando como por inercia los oficios cat¨®licos. Y la fe, lo que m¨¢s pensaban que los iba a separar, los acab¨® uniendo. ¡°Seguimos una misma luz, pero por distintos caminos¡±, concluye despu¨¦s de todo este tiempo. Carmen tambi¨¦n est¨¢ convencida de esto. ¡°Nosotros tenemos claro que si hubi¨¦ramos nacido en Siria ser¨ªamos musulmanes¡±, zanja.
Ahora Said dedica su tiempo a estudiar espa?ol, jugar a f¨²tbol y a dar charlas en colegios o empresas para concienciar sobre la situaci¨®n en las fronteras europeas, como hizo el mi¨¦rcoles en las escuela de negocios ESADE, en Barcelona. Pero todo esto es un mientras tanto, porque en agosto su estatus migratorio le permitir¨¢ al fin empezar a trabajar y aspira a compaginar un empleo con los estudios, porque quiere volver a la universidad.
Lleg¨® la Semana Santa y Sa¨ªd, fue incorporando como por inercia los oficios cat¨®licos. Y la fe, lo que m¨¢s pensaban que los iba a separar, los acab¨® uniendo
La acogida dur¨® menos de tres meses, el tiempo que necesitaba el Ayuntamiento de Barcelona para resolver su vivienda. Ahora, vive con dos chicos sudaneses y un afgano en un barrio m¨¢s humilde, pero es independiente. ¡°Se lo ve mucho m¨¢s feliz ahora que tiene su propia casa¡±, dice Pedro, ¡°por fin empieza a controlar su situaci¨®n y ya ha empezado a hablar de no volver a su pa¨ªs¡±.
Quien todav¨ªa se encuentra en el proceso es su hermano, que despu¨¦s de unos meses en Alemania, tambi¨¦n acab¨® aterrizando en Barcelona. Las primeras noches las pas¨® en casa de Carmen y Pedro, pero la familia no pod¨ªa seguir creciendo y, de hecho, la misma ONG que gestiona la acogida, no permiti¨® que se extendiera su estancia. Consigui¨® un hogar en Castelldefels, una localidad de la costa barcelonesa, con una familia alemana.
Es una integraci¨®n con cuentagotas. Solo en Espa?a, hay m¨¢s de 40.000 solicitudes pendientes de soluci¨®n y en total, Europa se comprometi¨® a recibir 160.000 refugiados, pero solo 30.000 tienen protecci¨®n internacional, seg¨²n datos de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR).
De vez en cuando, mientras Said hablaba con sus padres y hermanos peque?os, que viven a las afueras de Afrin ¡ªuna ciudad kurda conquistada en marzo por Turqu¨ªa despu¨¦s de varios meses de bombardeos¡ª, ambas familias se saludaban con la mano y sonre¨ªan. Unos hablan kurdo y ¨¢rabe, los otros catal¨¢n y espa?ol, pero durante el ramad¨¢n le dejaban servida en la mesa un plato especial, para que cuando se levantara en medio de la noche.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.