La crisis de los 20 a?os
Es la hora de las democracias de baja intensidad. No sabemos cu¨¢nto durar¨¢n
El historiador brit¨¢nico E. H. Carr public¨® en 1939 un libro que titul¨® La crisis de los veinte a?os. En ¨¦l describ¨ªa el largo periodo de inestabilidad que se inici¨® al final de la Gran Guerra, en noviembre de 1918; ah¨ª est¨¢ desarrollado el ambiente de descontento social, conflicto geopol¨ªtico internacional, estancamiento econ¨®mico, etc¨¦tera. El desenga?o ciudadano contribuy¨® a crear un pesimismo creciente, un profundo sentimiento de fin de si¨¨cle, de final de una era. A pesar de las claras distancias entre un momento y otro, c¨®mo no recordar a Carr cuando se lee, por ejemplo, el siguiente p¨¢rrafo del VII Informe Foessa, editado por C¨¢ritas (sobre cuyo contenido habr¨¢ que volver): ¡°Vivimos en un momento de clara mutaci¨®n social. Un cambio sin precedentes en el camino que parec¨ªa seguir nuestra sociedad desde el ¨²ltimo cuarto del siglo pasado. Un tiempo donde las brechas que se est¨¢n produciendo como la desigualdad, la debilidad de los sistemas de gobernanza globales, la erosi¨®n de las instituciones p¨²blicas, la gesti¨®n insolidaria de las crisis, el ascenso de los particularismos y las actitudes reactivas y xen¨®fobas que consolidan el individualismo posesivo est¨¢n hipotecando nuestro futuro. Cambios a escala planetaria que alcanzan los aspectos m¨¢s esenciales de nuestro ser¡±. Al menos es as¨ª para los que se han quedado por el camino.
Superada la fase aguda de la Gran Recesi¨®n, ahora se viven sus consecuencias estructurales. En los a?os m¨¢s duros, cuando se establec¨ªan las analog¨ªas con las d¨¦cadas de los a?os veinte y treinta del siglo pasado, se dec¨ªa que los avances logrados imped¨ªan que volviesen a repetirse las desgracias de anta?o. Entre esos avances se citaban los cuatro siguientes: se hab¨ªa aprendido del pasado y no se cometer¨ªan parecidos errores (por ejemplo, los bancos centrales actuaron r¨¢pidamente, en lugar del laissez faire de la Reserva Federal durante la Gran Depresi¨®n); en una parte importante del planeta se hab¨ªa desarrollado un Estado de bienestar antes desconocido (pensiones, sanidad, educaci¨®n, seguro de desempleo, negociaci¨®n colectiva¡) que proteg¨ªa las debilidades del ciudadano; se hab¨ªa profundizado la globalizaci¨®n (sobre todo financiera y de bienes y servicios; mucho menos la del libre movimiento de personas), lo que hac¨ªa mucho m¨¢s dificultosos los retrocesos; por ¨²ltimo, no hab¨ªa un sistema alternativo al capitalismo, al que los m¨¢s osados pretend¨ªan tan s¨®lo embridar y regular. El comunismo y los fascismos hab¨ªan tenido ya sus 15 minutos de gloria.
Tiempo despu¨¦s, con el planeta ya en crecimiento, es preciso hacer una revisi¨®n de aquellas seguridades. Se aprendi¨®, pero no tanto; las pol¨ªticas de austeridad expansiva han dado lugar a tales quebrantos que incluso son criticadas por parte de quienes las practicaron o las facilitaron. En lo que se refiere al Estado de bienestar, est¨¢ sufriendo ataques espasm¨®dicos en forma de recortes de sus principales partidas y de desocializaci¨®n de las condiciones en el seno de la empresa. La globalizaci¨®n est¨¢ en trance de detenerse, no solo por sus desequilibrios propios, sino por la presencia cada vez m¨¢s amplia de pol¨ªticas de perjuicio al vecino (guerras comerciales), que parec¨ªan olvidadas para siempre. Y de nuevo, lo m¨¢s significativo: no es tiempo de comunismos ni de fascismos cl¨¢sicos, pero en la politolog¨ªa ha aparecido un nuevo concepto, el de ¡°democracia iliberal¡±, que progresivamente se puede aplicar a m¨¢s pa¨ªses y personajes. Es el tiempo de los Trump, Putin, Erdogan, Orb¨¢n, etc¨¦tera, etc¨¦tera. Este ¨²ltimo, el h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n, declar¨® en el a?o 2014, cuando invent¨® su propio partido, que el objetivo de ¨¦ste era ¡°crear un Estado iliberal, un Estado no liberal que no rechaza los principios fundamentales del liberalismo tales como la libertad, y podr¨ªa listar unos cuantos m¨¢s, pero que no hace de esta ideolog¨ªa el elemento central de la organizaci¨®n del Estado, sino que, en cambio, incluye un enfoque diferente, especial, nacional¡±. Es la hora de las democracias de baja intensidad. No sabemos cu¨¢nto durar¨¢ esto y si ser¨¢ otra crisis de 20 a?os.
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