El cava, peleas entre familias y su lucha por convertirse en un gran vino
El cava lleg¨® al mercado dos siglos despu¨¦s que el champ¨¢n, pero pronto inund¨® el planeta. Era un producto digno pero que siempre arrastr¨® la imagen de barato. Despu¨¦s de d¨¦cadas de complacencia, en los ¨²ltimos cinco a?os ha sufrido una tormenta perfecta. Esta es la historia de sus victorias y derrotas, de las peleas entre las familias que lo han dominado y de su lucha por renacer como un gran vino sin fronteras.
La Navidad de 2004 James Bond traicion¨® al champ¨¢n. Repudi¨® las grandes a?adas de Bollinger y Dom P¨¦rignon y brind¨® con cava. Fue durante un spot televisivo de fin de a?o. Era la evidencia de que el Pened¨¨s, un endog¨¢mico y enigm¨¢tico territorio vit¨ªcola a menos de una hora de Barcelona, que hab¨ªa permanecido durante millones de a?os anegado por el mar (lo que le otorga su peculiar geolog¨ªa a la sombra del macizo de Montserrat), inundaba por sorpresa el planeta con un tsunami de espumoso. Y sacaba pecho con el anuncio m¨¢s caro. Pagado, como siempre, por Freixenet (su rival, Codorn¨ªu, prefer¨ªa anuncios m¨¢s cargados de valores familiares). Aunque fuera ofreciendo como prescriptor a un devaluado agente 007. Lo importante era que ingiriera burbujas espa?olas, humillara a los franceses y la maquinaria del cava continuara expidiendo sin descanso.
Reci¨¦n comenzado el nuevo milenio, el espumoso catal¨¢n ya vend¨ªa m¨¢s de 100 millones de botellas en el mundo (las mismas que en el interior del pa¨ªs), especialmente en Alemania, B¨¦lgica, Reino Unido y Estados Unidos. Un caso de ¨¦xito para las escuelas de negocios. Como afirmaba en aquellos d¨ªas a este periodista Jos¨¦ Ferrer, que ya tiene 93 a?os, patriarca y mayor accionista individual de Freixenet, que se hab¨ªa pateado durante medio siglo 140 pa¨ªses voceando el cava (siguiendo la estrategia de su padre, que ya en 1935 desembarc¨® en Nueva Jersey con su vino de fiesta), "el cava es el ¨²nico gran ¨¦xito espa?ol en el mundo".
Fiel a su estilo, Ferrer exageraba; pero no se equivocaba. En 1980, ese champ¨¢n espa?ol sin nombre, de gasificaci¨®n algo basta, elaborado con tres humildes uvas mediterr¨¢neas (macabeo, xarel¡¤lo y parellada) y que hab¨ªa nacido dos siglos m¨¢s tarde que los espumosos franceses, apenas colocaba 10 millones de unidades fuera de sus fronteras. Hoy supera los 165 millones de botellas. Y vende bastante m¨¢s fuera que dentro de Espa?a.
Jos¨¦ Ferrer, un Julio Iglesias de las burbujas (bronceado, marrullero, de cuidada cabellera y sortija de oro), hizo entre 1954 y 1999 un impecable trabajo comercial. Su idea era crear un producto digno, ni bueno ni malo, pero asequible. M¨¢s para descorchar, derramar y brindar que para catar. Inyectarle marketing. Envasarlo en vistosas botellas esmeriladas negras (un sacrilegio en aquel momento en el sector). Y ponerlo de moda por seis euros.
El cava se convirti¨® en los ochenta en un vino m¨¢s para descorchar que para catar
Lo logr¨®. Aunque algunos mercados como China y Rusia (y sus sat¨¦lites) se le resistieran. Y triunfara en otros como Jap¨®n. Hoy, Freixenet elabora 100 millones de unidades al a?o. Y es la primera compa?¨ªa del sector del cava en volumen. Detr¨¢s, otros dos gigantes: Codorn¨ªu, con 50 millones de botellas, y J. Garc¨ªa Carri¨®n (un grupo murciano cuyo buque insignia es el vino en tetrabrik Don Sim¨®n, y que lleg¨® al Pened¨¨s en 1997 tras comprar la bodega Jaume Serra a la familia de Rodrigo Rato), con una cifra similar de ventas. El resto del club del espumoso se compone de 430 peque?os productores, de los que el mayor es Juv¨¦ & Camps (el eslab¨®n de calidad entre los poderosos y los micros), que no llega a 3 millones de botellas cada temporada. Y Vilarnau, con 1,5 millones. Y m¨¢s all¨¢, los vinos de culto y ecolog¨ªa: Ravent¨®s i Blanc, Recaredo, Gramona, Nadal, Alta Alella, Torell¨®, Llopart o Albet i Noya, que ni de lejos alcanzan el mill¨®n. Y que en 2012 iniciaron una desbandada de la vetusta Denominaci¨®n de Origen Cava (en cuya direcci¨®n se turnan las poderosas familias de Freixenet y Codorn¨ªu: los Ferrer y los Ravent¨®s) para situarse bajo distintos paraguas comerciales confeccionados a su medida: Conca del Riu Anoia, Cl¨¤ssic Pened¨¨s o Corpinnat. Y apostar por la singularidad.
"La revoluci¨®n del cava comienza cuando algunos entendemos que puede ser un gran vino, que hay que elevarlo a ese nivel", explica Josep Maria Pujol-Busquets, patr¨®n de Alta Alella, "y debemos escapar del estilo repetitivo y vulgar que lo ha dominado. Para m¨ª la vi?a es una partitura que hay que interpretar cada a?o. El futuro del cava es que se comprenda que es un gran vino, como un gran priorato o rioja. Y no una bebida refrescante".
Por el contrario, durante cuatro d¨¦cadas la clave del negocio ha sido (seg¨²n la estrategia dictada por Freixenet a la que m¨¢s tarde se uni¨® Codorn¨ªu) vender el m¨¢ximo. Porque el margen comercial de cada botella es m¨ªnimo (salvo en algunas etiquetas de calidad). Se trataba, en ¨²ltima instancia, de abarrotar los lineales de las grandes superficies con botellas de marca blanca de menos de tres euros (que se calcula suponen un tercio del volumen de ventas). El pistoletazo de salida de la oferta desatada lo dio Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos, que compr¨® en los setenta Segura Viudas, Canals & Nubiola y Castellblanch (tres de las m¨¢s antiguas y prestigiosas bodegas), se puso a fabricar a toda m¨¢quina e inici¨® el deterioro de la imagen del cava.
Desde entonces, si las ventas ca¨ªan unas d¨¦cimas, los beneficios se despe?aban. Y aumentaba la deuda. Y no hab¨ªa dividendos. Y los socios (todos hermanos y primos; 218 parientes en las cinco ramas de Codorn¨ªu) se impacientaban. Sobre todo los que no ten¨ªan un cargo bien retribuido en la empresa familiar. Y amenazaban con desprenderse de sus participaciones y dejarse de romanticismos. Lo que al final ocurri¨® en 2018 con la venta de la mayor¨ªa de las acciones de esos primos en Codorn¨ªu, Freixenet y Juv¨¦ & Camps a tres grupos extranjeros: Carlyle, Henkell y Scranton Enterprises. El cava ya es un poco menos espa?ol.
Vender. Cuanto m¨¢s, mejor. Lo que iba a desembocar inevitablemente en una guerra de precios por ver qui¨¦n los bajaba m¨¢s. Y se alzaba como category killer. El trofeo est¨¢ hoy en manos de J. Garc¨ªa Carri¨®n, gracias a su cava Jaume Serra, nacido de un innovador proceso de producci¨®n robotizada en su factor¨ªa de Vilanova i la Geltr¨², que sit¨²a cada botella en los supermercados a un precio inferior a los tres euros. "Tienen menos empleados que yo jardineros", rezonga en la soleada galer¨ªa de la mansi¨®n familiar de Sant Sadurn¨ª d'Anoia Pedro Ferrer Noguer, hijo del m¨ªtico Jos¨¦ Ferrer y ceo de Freixenet, a prop¨®sito de su amenazante competencia murciana.
"Tenemos un producto de categor¨ªa y hay que hacerse respetar", dice Pere Llopart
La primera y larga batalla por el volumen (la calidad apenas figuraba en la ecuaci¨®n del cava) se libr¨® en el periodo 1996-2006 entre Codorn¨ªu y Freixenet: los arist¨®cratas y los advenedizos. Eran viejos rivales en este peque?o universo del Pened¨¨s, en el tri¨¢ngulo que componen Sant Sadurn¨ª, Vilafranca y Subirats, donde todos se conocen. Hab¨ªan ido juntos al colegio. Se odiaban como hermanos. En 1995, el aspirante (Freixenet) produjo m¨¢s que el titular (Codorn¨ªu). Y Codorn¨ªu, el feudo de los Ravent¨®s ¡ªbien conectados con la banca, la pol¨ªtica y la iglesia; propietarios de la catedral del cava (obra de comienzos del siglo XX del arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch); a cuyos reci¨¦n nacidos se bautizaba con unas gotas de espumoso en cucharilla de plata¡ª, no se lo perdon¨®. Se lanz¨® a su yugular. Se acusaron en los tribunales de plagio, competencia desleal y malas pr¨¢cticas. Volaron las querellas. Fundieron millones en abogados. Fue un largo litigio. Hasta quedar en tablas. Se tuvieron que indemnizar. El esc¨¢ndalo sacudi¨® al Pened¨¨s. Y surgieron las grietas. "Fue una batalla que solo incumb¨ªa a los grandes, pero que toc¨® la imagen de todo el cava; quedamos como corruptos. En esta casa, nuestro ant¨ªdoto fue ofrecer calidad y dejarnos de tonter¨ªas", explica Meritxell Juv¨¦, de 35 a?os, accionista y primera ejecutiva de Juv¨¦ & Camps.
Cuando cambi¨® el milenio, los cinco continentes brindaron con cava. Un vino que no estaba en las grandes mesas, pero s¨ª en los grandes jolgorios. Se hab¨ªa convertido en el espumoso elaborado a trav¨¦s del estricto "m¨¦todo tradicional" (es decir, el mismo m¨¦thode champenoise del champ¨¢n, pero que desde 1986 hab¨ªa adoptado en Espa?a un nombre ambiguo, para no molestar a los franceses, tras nuestra entrada en la Comunidad Econ¨®mica Europea) m¨¢s exportado. M¨¢s que el champ¨¢n. Un ¨¦xito por hectolitros; jam¨¢s por valor.
Pere Llopart i Vilar¨®s tiene 90 a?os e impuls¨® desde mediados de los cincuenta del siglo pasado la firma de cava de su familia con la idea de estrechar el contacto de la bodega con la vi?a, de la uva con cada botella. Pere, que a¨²n conduce a diario su utilitario entre su casa y la centenaria mas¨ªa de los Llopart, descorcha con arte una botella de Leopardi con sus hijos, se sirve una copa y expresa sus cr¨ªticas: "Hemos logrado que todo el planeta sepa lo que es el cava, pero no le hemos dado valor. No hemos sido conscientes de que poseemos un producto de categor¨ªa. Y tenemos que respetarnos y hacernos respetar. Y que se peleen los grandes". Otro de los pioneros, el octogenario Enric Nadal, sentado en un sill¨®n de mimbre junto a su hijo Xavier en torno a una botella de Salvatge en el ch?teau familiar entre vi?as plantadas "en vaso" como manda el buen hacer, a?ade: "Esto ten¨ªa un prestigio despu¨¦s de la Guerra Civil y se ha ido perdiendo. Es el momento de volver atr¨¢s, a como se hac¨ªan las cosas en el pasado, a la vi?a, antes de la fiebre por vender barato. Y demostrar ahora que nuestro futuro est¨¢ en la tradici¨®n".
¡°La batalla entre los dos grandes toc¨® la imagen de todo el cava¡±, seg¨²n Meritxell Juv¨¦
El champ¨¢n es la aristocracia del espumoso. Ah¨ª es dif¨ªcil competir. Y desde hace media docena de a?os hay otro caldo con burbujas que amenaza la primac¨ªa por volumen de ventas del cava, el prosecco italiano. M¨¢s sencillo de elaborar y m¨¢s f¨¢cil de beber (es dulce, juvenil, afrutado y no est¨¢ fermentado en botella), con el impulso de la poderosa mercadotecnia made in Italy ya coloca en el mercado 600 millones de botellas (m¨¢s que el cava y el champ¨¢n juntos) a bajo precio. Y arrasa en Alemania y el Reino Unido. Lo que deja al cava emparedado y con un nicho de mercado cada vez m¨¢s estrecho. Y con una necesidad urgente de planificar su futuro.
Lo que le sit¨²a en la mayor encrucijada de sus casi 150 a?os de existencia, desde que Manuel Ravent¨®s ?Dom¨¨nech aplic¨® la vinificaci¨®n que se hac¨ªa en Champa?a al Pened¨¨s y sus uvas en 1872. Le dio muchas vueltas. Sali¨® bien. Y cre¨® Codorn¨ªu. Que durante d¨¦cadas fue un arrogante monopolio.
Para Manuel Ravent¨®s, ¡°una ruptura en familia, aun por negocios, es desgarradora¡±
El cava naci¨® realmente como una marca con denominaci¨®n de origen en 1986. Pero sin valor a?adido. Es la eterna maldici¨®n del vino (o el aceite) espa?ol: carece de imagen. Aunque ofrezca la mejor relaci¨®n calidad-precio del mundo. Durante d¨¦cadas, la pol¨ªtica del Pened¨¨s fue la del granel. Pocos viticultores em?botellaban su vino; menos a¨²n lo etiquetaban. El Pe?ned¨¨s era un territorio (como La Rioja) donde las grandes marcas compraban la uva, incluso el vino terminado, y lo fermentaban (en sus kilom¨¦tricas cavas subterr¨¢neas, que han sido la orgullosa muestra de su poder) y vend¨ªan a trav¨¦s de una red de distribuci¨®n capilar. Esos grandes no contaban en propiedad ni con un 5% de la materia prima necesaria para elaborar tantos millones de botellas. A excepci¨®n de algunos pocos, como Juv¨¦ & Camps, gracias a su hist¨®rica finca de Espiells, de 200 hect¨¢reas. Las grandes firmas reclamaban cada vendimia m¨¢s uva, buena o mala, a precios tirados. Muchos agricultores se plegaron a producir toneladas, cantidad, y cobrar unos m¨ªseros 50 c¨¦ntimos por un kilo de uvas. Eran los tiempos de la mecanizaci¨®n, los fertilizantes y los pesticidas. Del volumen.
Una tendencia, la del dominio de los grandes negociantes frente a los agricultores, que su eterna competidora, la Champa?a, comenz¨® a revertir hace un par de d¨¦cadas con la figura de los llamados r¨¦coltant-manipulant, agricultores que cultivan sus propias vi?as de forma ecol¨®gica, recogen la uva con mimo, elaboran sus espumosos, los envejecen durante a?os y los venden muy caros a un p¨²blico cool. Hay 5.000 en Francia. Una perfecta operaci¨®n de marketing. Han sacudido el sector y puesto su imagen al d¨ªa. Son los hipster del champ¨¢n. En los grandes restaurantes de Nueva York, Londres o Hong Kong triunfan los vinos de estos growers artesanales franceses. Los puso de moda el peculiar viticultor biodin¨¢mico Anselme Selosse. Sus champanes de autor fermentados en barrica no bajan de los 150 euros; algunos superan los 500. Est¨¢n siempre agotados. Un producto de lujo nunca es f¨¢cil de conseguir. Es una de sus claves.
¡°Codorn¨ªu era un l¨ªo de 200 primos pele¨¢ndose¡±, afirma Ram¨®n Ravent¨®s
Espa?a factura unos 1.100 millones de euros elaborando 250 millones de botellas de espumoso; Champa?a, 5.000 millones con 300 millones de botellas. No es una gran diferencia en volumen, pero la del valor es sustancial. El champ¨¢n sigue siendo un negocio redondo y sin perder su aura de exclusividad. Es sin¨®nimo de lujo. ?C¨®mo lo han conseguido? A base de calidad, una gigantesca inversi¨®n en marketing (al contrario que el cava, que no invierte ni un mill¨®n en promoci¨®n), una imagen de unidad entre todos los bodegueros y defendiendo la singularidad de su tierra contra viento y marea. Una sola firma de champ¨¢n de gama alta, Dom P¨¦rignon, saca cada a?o al mercado al menos cinco millones de botellas a un m¨ªnimo de 150 euros; la suma de todos los cavas espa?oles que alcanzan ese precio no llega a las 10.000 unidades.
Manuel Ravent¨®s i Negra, el septuagenario primog¨¦nito de la rama principal de la legendaria familia creadora de Codorn¨ªu, de la que se desgaj¨® en 1982 ("una ruptura en familia, aunque sea en los negocios, siempre es desgarradora") para fundar Ravent¨®s i Blanc (un proyecto de espumoso de calidad, basado en su propio ecosistema de vi?as), es lapidario en su an¨¢lisis: "El precio es la mejor imagen de un producto, y la del cava es barata. Mi padre ten¨ªa claro desde los setenta que hab¨ªa que primar en Codorn¨ªu la calidad sobre la cantidad. Dejar de lado el dinero f¨¢cil. Era pan para hoy y hambre para ma?ana. La familia no le hizo caso. Y nos fuimos. Y montamos nuestro proyecto. Eran ellos o nosotros. Y en 2012 nos marchamos otra vez, esta vez de la Denominaci¨®n de Origen Cava, para crear la nuestra, Conca del Riu Anoia. El cava a¨²n arrastra el estigma indeleble de barato".
Algo que para los viticultores d¨ªscolos que est¨¢n huyendo del cava tiene una explicaci¨®n. Representan un 1% de la producci¨®n, pero son los m¨¢s exclusivos; los que tiran de la imagen del resto. Seg¨²n ellos, mientras la regi¨®n de Champa?a ha basado su ¨¦xito en defender sin fisuras un terroir muy concreto; una geograf¨ªa, variedades e historia ¨²nicos desde el siglo XVI, el pecado original del cava fue nacer en 1986 como una denominaci¨®n que no se basaba en un territorio preciso, sino en un m¨¦todo (el tradicional) que daba nombre a un vino espumoso (el cava) que se elabora en un 90% en el Pened¨¨s (donde naci¨®), pero tambi¨¦n en Valencia, Arag¨®n, La Rioja, Navarra o Extremadura. Nada indica en una etiqueta de cava que haya alguna diferencia de zona o calidad entre, pongamos, una botella de 3 euros, como Cabr¨¦ & Sabat¨¦, y un Kripta, de Agust¨ª Torrell¨®, de 50 euros. Solo el pu?ado de miles de botellas de los denominados "cava de Paraje" (que pueden superar los 150 euros) dejan patente en sus etiquetas que ese vino es excepcional y se ha realizado con las uvas de un vi?edo concreto y con unas rigurosas condiciones de cultivo y elaboraci¨®n. El resto de cavas no explica su adn. Nunca hizo falta. Hacerlo bien no ha tenido nunca premio en el Pened¨¨s.
A vista de dron, el Tur¨® (cerro) d'en Mota es un vi?edo de apenas una hect¨¢rea plantado en 1940, colgado sobre una ladera, trabajado con agricultura biodin¨¢mica (entre la brujer¨ªa y la ecolog¨ªa) y del que surge uno de los m¨¢s grandes espumosos de Recaredo, que ha marcado desde 2000 la revoluci¨®n del cava. Su precio es de 90 euros. El ojo del dron muestra que limita con otros vi?edos de categor¨ªa y magia similar, en este caso de la casa Gramona. Una botella de su espumoso Enoteca puede alcanzar los 400 euros en un restaurante de Hong Kong. Los patrones de ambas vi?as son Ton Mata y Xavier Gramona. Luchan por introducir este territorio ¨²nico, coronado por Montserrat y ventilado por el Mediterr¨¢neo, dentro de cada una de sus botellas. Sus familias llevan un siglo en el negocio del cava. Y muchos m¨¢s en la vi?a. Es lo com¨²n en el Pened¨¨s. Si Codorn¨ªu fija sus or¨ªgenes en 1551, Llopart habla de 1385; Nadal, de 1510, y Torell¨®, de 1395.
Sobre el vi?edo hay un tupido bosque de pinos donde corretean los jabal¨ªes cuando cae el sol. Son las nueve de la ma?ana. Los Recaredo reciben. Han dispuesto una gran mesa con manteles de algod¨®n a cuadros donde reposan panes, buen aceite, tomates maduros, jam¨®n, butifarra, quesos y cocas de postre. Y decenas de botellas de espumoso de nueve casas. Alrededor se sientan sus bodegueros. Reivindican una forma com¨²n de vida. De cultivar y trabajar. Que coloca al agricultor en la punta de la pir¨¢mide y no en su base. Apuestan por la diferencia.
Son los nueve socios de Corpinnat. La marca de calidad europea bajo la que se han situado los rebeldes del Pened¨¨s, que el 30 de enero de este a?o abandonaron el Consejo Regulador del Cava. Ya no son cava. Son Corpinnat. Hay miembros de las familias de Gramona, Recaredo, Llopart, Nadal, Sabat¨¦ i Coca, Torell¨®, Can Feixes, J¨²lia Bernet y Mas Cand¨ª. Dos bodegas m¨¢s esperan ingresar. Antes tienen que ser auditados. No es f¨¢cil formar parte de este club. Hay que tener vi?as propias o muy controladas dentro de un territorio delimitado al mil¨ªmetro, trabajar con variedades de uva local de forma ecol¨®gica y manual, tener una producci¨®n limitada, elaborar cada botella con esmero y envejecerla durante largos periodos. E informar al consumidor en su etiquetado de esa trazabilidad que conduce del campo a cada botella.
Uno de sus integrantes m¨¢s sorprendentes es Xavier Bernet, un agricultor con siete hect¨¢reas de vi?edo cultivadas como un jard¨ªn en Subirats, que en 2001 se la jug¨® y comenz¨® a hacer su propio cava bajo el nombre de sus hijas (Maria y J¨²lia). Hoy elabora 40.000 botellas de un espumoso de garaje diferente. Una botella de su Maria Bernet cuesta 45 euros. "No quiero hacer m¨¢s cantidad: mi vi?a no da m¨¢s; quiero ganarme la vida, defender este territorio y reivindicar al agricultor, que es el que tiene la fuerza en el Pened¨¨s, pero el que manda menos".
Ante el incendio desatado en la Denominaci¨®n de Origen tras el mot¨ªn de los viticultores de Corpinnat, el sector del cava ha optado por sofocarlo con un hombre de consenso que lo conoce desde la cuna. Un Ravent¨®s. Xavier Pag¨¨s, que dirigi¨® Codorn¨ªu desde 2006 hasta marzo de 2018, est¨¢ dispuesto a que los hijos pr¨®digos de Corpinnat regresen al cava. Y promete iniciar las reformas y apostar por hacer las cosas mejor. "Creo en el crecimiento y en que cada marca tenga su modelo. Tiene que haber de todo. Grandes y peque?os. La cantidad no tiene por qu¨¦ estar peleada con la calidad. Pero hay que crecer con valor y prestigio. Las patas de mi proyecto para el cava son zonificar (seg¨²n donde est¨¦ cultivado y elaborado cada cava), segmentar (por calidades), tener un control de su trazabilidad, certificarlo y comunic¨¢rselo al mundo. Yo no soy un negociante; soy viticultor".
En un solo d¨ªa es posible reunirse en esta comarca con tres primos que viven del espumoso, llevan el mismo apellido, pero no se hablan. Sus respectivas ramas han roto. Y emprendido caminos distintos. Los tres son descendientes de Ravent¨®s Dom¨¨nech, el m¨ªtico creador del cava. Su tataranieto Pepe Ravent¨®s supone la artesan¨ªa dentro del ecosistema de 90 hect¨¢reas de uvas de su rama primog¨¦nita de Codorn¨ªu, hoy bajo la marca Ravent¨®s i Blanc. Xavier Pag¨¨s, tras ser apartado sin remilgos de Codorn¨ªu por sus parientes (y vender sus acciones), est¨¢ al frente del Consejo Regulador y ha regresado a su vi?edo familiar en Lleida. Y Ram¨®n Ravent¨®s Basagoiti, ceo de Codorn¨ªu (firma de la que fue expulsado en 2006 tras crear su propio proyecto, el cava Parxet) desde la ca¨ªda de su primo Xavier (que le considera el caballo de Troya de los inversores extranjeros para entrar en Codorn¨ªu), est¨¢ obligado a que la decana del cava vuelva a los beneficios y el prestigio gracias al capital del fondo estadounidense Carlyle, que ha asumido la deuda de Codorn¨ªu y adquirido el 63% de las acciones familiares. En el caso de Freixenet, ha sido el grupo alimentario alem¨¢n Henkell el que se ha hecho con el 50% del capital (de momento, porque nadie sabe qu¨¦ pasar¨¢ cuando ya no est¨¦ el viejo Jos¨¦ Ferrer, que posee un 43%). Y en Juv¨¦ & Camps, el fondo Scranton Enterprises, domiciliado en Holanda y veh¨ªculo de inversi¨®n de la familia Griffols (una de las m¨¢s ricas de Espa?a), compr¨® en 2017 m¨¢s del 70% de las acciones a la familia. Pero ha mantenido al frente del negocio a Meritxell Juv¨¦ Camps.
La venta de la mayor¨ªa de estas participaciones familiares en menos de dos a?os es la evidencia de que el modelo de gesti¨®n de este sector hace agua. No hay que olvidar que el 80% de las empresas familiares espa?olas no pasan de la tercera generaci¨®n. El cava es la confirmaci¨®n. "No creo en la empresa familiar", asegura con sorna el CEO de Freixenet, Pedro Ferrer, cuya familia fund¨® y ha dirigido la firma desde 1914. Para Ram¨®n Ravent¨®s, m¨¢ximo ejecutivo y primer accionista privado de Codorn¨ªu (que ha rebautizado el grupo de bodegas como Ravent¨®s-Codorn¨ªu), "las burbujas interesan en el mundo; se venden el doble que hace cinco a?os. Y aqu¨ª est¨¢bamos dormidos. La gesti¨®n no ha sido buena. Codorn¨ªu era un l¨ªo de 200 primos opinando y pele¨¢ndose. No se tomaban decisiones. Y en una empresa hay que hacerlo todos los d¨ªas. Hemos mirado demasiado para dentro y ahora hay que mirar hacia fuera. Y darnos a conocer. En el caso de Codorn¨ªu, es la primera vez que gente internacional y con criterio se juega aqu¨ª su dinero. Han confiado en esto. Y por fin tenemos un consejo, y no un grupo de familiares".
Cuentan en el Pened¨¨s que despu¨¦s de la plaga de la filoxera que acab¨® a finales del XIX con todo su vi?edo, la crisis econ¨®mica de 2008 ha sido el mayor golpe que ha sufrido el cava en su historia. Habr¨ªa que sumar el boicoteo que el espumoso catal¨¢n ha sufrido en Espa?a como reacci¨®n al proceso soberanista. Y la ofensiva del prosecco italiano. Y el resurgimiento del champ¨¢n artesanal. Y la aparici¨®n de la cerveza de autor. El resultado ha sido un estancamiento cr¨®nico de las ventas, el endeudamiento, la ca¨ªda de precios, el deterioro de su imagen y, al final, la p¨¦rdida de control de las grandes familias sobre un negocio que dominaban desde hace siglos. La tormenta perfecta se ha desatado en menos de una d¨¦cada en este territorio donde nunca pasaba nada.
Con sus cinco siglos de vida, ya seco pero a¨²n imponente, el roble de los Ravent¨®s, que durante siglos fue de Codorn¨ªu y desde 1986, desde la ruptura de la familia, es el emblema de la rama primog¨¦nita Ravent¨®s i Blanc y un s¨ªmbolo para el universo del cava, sigue siendo el testigo silencioso de una historia de un vino y un territorio cuyo futuro nadie se atreve a profetizar.
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