Cinco estrategias infalibles para callar a un pedante
Trata de hacer que te sientas inferior, pero solo consigue que te duela la cabeza. Eso s¨ª que no hay quien lo aguante
Parece tener la cabeza repleta de elevados conocimientos porque siempre deriva la conversaci¨®n hacia lo divino y lo humano. Y es que a esta engre¨ªda e insoportable criatura no solo le gusta dominar el di¨¢logo, sino impresionar a la audiencia con su erudici¨®n. Con su pseudoacad¨¦mica actitud, trata de conseguir que las personas que lo rodean se sientan est¨²pidas, incultas y, por supuesto, inferiores. Pero, lamentablemente, el pedante logra mucho m¨¢s que eso: provoca dolores de cabeza, hast¨ªo, rechazo social y un aburrimiento hasta la n¨¢usea. Resulta dif¨ªcil relacionarse con ¨¦l¡ hasta que aprendes a callarle.
Lo primero es comprender c¨®mo act¨²a, pues se trata de reducir el riesgo de que te atrape en sus redes. Hay que saber que, ante todo, elige muy bien las palabras, y considera importante hablar de acuerdo con los preceptos gramaticales m¨¢s ortodoxos. Aunque, parad¨®jicamente, le gusta abusar de innecesarios neologismos, tecnicismos y palabras poco comunes. Pero lo que m¨¢s destaca de este pretencioso, eg¨®latra, sentencioso, arrogante y vano busto parlante es su tendencia a incorporar conceptos psicoanal¨ªticos, semi¨®ticos y filos¨®ficos a cualquier tema de conversaci¨®n. El lenguaje ininteligible y cr¨ªptico que usa es como los rizos de celof¨¢n y el lazo con que se envuelven las cestas de Navidad; despojado de su est¨¦tica envoltura se queda en nada.
Su forma de expresarse es excesivamente ret¨®rica , pero siente placer cambiando palabras como "bueno" por "enteramente positivo" y "malo" por "enteramente negativo", o sustituyendo el t¨¦rmino "raro" por "absolutamente impropio", y "falta grave" por "lastimoso error". Su gozo aumenta al componer frases completas del estilo de "la informaci¨®n es la magnitud fundamental de la vida humana".
Puede que estas oraciones no tengan relaci¨®n alguna con el tema que se est¨¢ tratando, pero el pedante tiene suficiente habilidad para insertarlas "adecuadamente". Su orgi¨¢stica ret¨®rica est¨¢ orientada a deslumbrar a sus contertulios y demostrarles que el ¨²nico erudito en muchos kil¨®metros a la redonda es ¨¦l. Se escucha a s¨ª mismo. Su propio sonido le gusta m¨¢s que la m¨²sica de Bach. Si el pedante es profesional liberal, nunca se apea de su jerga especializada. Su incomprensible terminolog¨ªa lleva, al menos, un mensaje comprensible a su sufrida audiencia: "?Ent¨¦rate bien de qui¨¦n soy y de lo que valgo!" Porque una de las primeras premisas de la actuaci¨®n del pedante es que los dem¨¢s se enteren cuanto antes de "con qui¨¦n est¨¢n hablando".
En sus conversaciones, el pedante refuerza sus comentarios asoci¨¢ndolos a personas prominentes o de alto rango social. Deja caer sus nombres a fin de sentirse ¨¦l relevante. No se trata con peque?eces salvo cuando descubre un mosquito en su habitaci¨®n. Su biograf¨ªa est¨¢ llena de datos cultos (a menudo falsos o robados de la biograf¨ªa de un amigo) que le confieren un cierto carisma ante los dem¨¢s: "Ha realizado seminarios de psicoan¨¢lisis", "?vivi¨® el mayo del 68 en Par¨ªs!", "ha hecho teatro independiente", "lee a Wodehouse", etc¨¦tera, pueden ser algunos ejemplos t¨ªpicos.
Otra forma de impresionar a sus v¨ªctimas es hablar mucho y con aplomo. Sentenciando cada vez que lo hace. Con frases cortas o monos¨ªlabos estrat¨¦gicos. A veces, parad¨®jicamente, ni siquiera participa en el di¨¢logo. Mirando de forma reflexiva y profunda a los dem¨¢s, le basta ese gesto para situarse por encima de todos. No desciende a intervenir cuando los di¨¢logos no est¨¢n a la altura de su c¨¢tedra. En este caso, ni siquiera mira al interviniente. Hace que piensa o se distrae restando importancia a lo que los dem¨¢s dicen. Y no se va con la m¨²sica a otra parte, porque quiere demostrar que ¨¦l es un tipo educado. Lo principal para el pedante es, como para el torero, mantener la pose. Despu¨¦s de todo, lo verdaderamente importante no es saber, sino aparentar que se sabe. Su obsesi¨®n es dar siempre la imagen de una persona cultivada.
C¨®mo repeler el ataque del pedante
El pedante es un oportunista de la informaci¨®n. Antes de emprender un viaje a un pa¨ªs extranjero, por ejemplo, se empapa de datos hist¨®ricos, sociales, culturales y populares muy precisos acerca del lugar de destino. No es para ampliar su saber, sino para presumir ante el grupo de acompa?antes de sus vastos conocimientos. Este truco le sirve, adem¨¢s, para poner en aprietos al gu¨ªa tur¨ªstico con preguntas comprometidas que ¨¦l mismo se encarga de responder h¨¢bilmente cuando aquel confiesa su limitaci¨®n cultural. Esta t¨¢ctica la extiende a cualquier otra materia (el pedante es primo hermano del sabelotodo). Para hablar con erudici¨®n de cualquier tema no devora ning¨²n diccionario ni textos especializados, le basta hojearlos y utilizar algunos nombres y conceptos de cada especialidad, que caen fuera del vocabulario del hombre de la calle.
Si act¨²a as¨ª es porque es un ser inseguro y tan fr¨¢gil como la c¨¢scara de un huevo. Tiene una baja autoestima que trata de elevar representando un papel que despierte la admiraci¨®n entre los dem¨¢s. Se complace, pues, en hacer alarde de una erudici¨®n que, de hecho, no posee. Persigue con ello parecer m¨¢s importante de lo que realmente es, y alimentar un ego que nunca est¨¢ saciado. Si no fuera as¨ª, este acomplejado vocero de la cultura enfermar¨ªa o se convertir¨ªa en un mani¨¢tico m¨¢s insoportable a¨²n. Pero su actitud surte, entre la gente que lo trata, los efectos contrarios que ¨¦l persigue (salvo en alg¨²n iluso). Apenas considera los puntos de vista de otras personas, monopoliza la atenci¨®n, mira a los dem¨¢s por encima del hombro y toda su gesticulaci¨®n da muestras inequ¨ªvocas de sus aires de superioridad, lo que pone en evidencia su inferioridad.
Pero hay cinco maneras de desembarazarte de tan pesada carga, y est¨¢n al alcance de cualquiera.
Preg¨²ntale hasta que no sepa
Consiste en pedirle detalles espec¨ªficos de lo que dice, formul¨¢ndole preguntas aclaratorias como: "?d¨®nde lo has le¨ªdo?", "?qui¨¦n te lo ha dicho?", "?en qu¨¦ fecha concreta sucedi¨® esto?", "?cu¨¢l es el nombre del cient¨ªfico que asegura esto?" Cuantas m¨¢s aclaraciones se te ocurran, mejor. Cuando descubra tu punto inquisitivo, es posible que cambie de actitud y la conversaci¨®n derive hacia otros intereses.
Aborda el problema desde la relajaci¨®n
Si los alardes culturales del pedante est¨¢n acabando con tu paciencia, puedes optar por la relajaci¨®n como primera medida, siguiendo estos tres pasos. Primero cierra los ojos y respira profundamente varias veces. Libera el aire profundamente de tu abdomen, de forma que tu diafragma pueda extenderse y relajarse. Segundo, relaja tu cuerpo. Elimina toda tensi¨®n en tus piernas, brazos, cara, cuello, hombros¡ en tercer lugar, libera tu mente y desconecta del pedante, manteni¨¦ndote emocionalmente distanciado.
Desv¨ªa tu atenci¨®n hacia otra cosa
Mientras dispara una y otra vez con su insoportable discurso, ded¨ªcate mentalmente a planear tus futuras vacaciones o a evocar las pasadas. O a utilizar tu mente de forma pr¨¢ctica pensando en la soluci¨®n de lo que m¨¢s te preocupa. O sue?a despierto, sin reprimir ninguna fantas¨ªa. "Corres el peligro" de que si el pedante se percata de tu desinter¨¦s, te abandonar¨¢ y buscar¨¢ a otra persona dispuesta a dejarse atormentar sus o¨ªdos.
El humor es un buen ant¨ªdoto
lo que el pedante dice con mucha atenci¨®n. Estim¨²lalo con tantas ideas como se te ocurran. Dile que su conversaci¨®n es "excitante" e "irresistible" y que est¨¢s convencido de que la gente con la que ¨¦l trata se volver¨¢ loca al adquirir tantos conocimientos a su lado. Finalmente, felic¨ªtalo. Dile que ha estado sensacional. Tan ambiguo como un pol¨ªtico. Cuando el pedante advierta que, con tus ir¨®nicos halagos, has descubierto el disfraz de su falsa imagen, buscar¨¢ nuevas v¨ªctimas propiciatorias.
Encarar el problema tambi¨¦n funciona
Si tus intereses emocionales o profesionales con el pedante no son especialmente significativos, puedes optar por desvincularte de ¨¦l mediante la estrategia del encaro directo. Dale a entender claramente que no lo tomas en serio. Esto puede hacer comprender al pedante lo rid¨ªculo de su postura. Al menos, respecto a ti. Probablemente, se irritar¨¢ por tu actitud y tratar¨¢ de apabullarte con m¨¢s y mejor artiller¨ªa cultural, pero tambi¨¦n es probable que, al final, se aleje sin que tengas que hacer ning¨²n esfuerzo para eludirlo.
Francisco Gavil¨¢n es psic¨®logo y autor de numerosos libros. Su ¨²ltima obra es Qu¨¦ decir cuando no se sabe qu¨¦ decir (Obelisco)
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