¡®El resplandor¡¯ | Octava semana de confinamiento infantil o c¨®mo hasta ahora hemos aguantado bien
Si se cumple la hoja de ruta del Gobierno, a¨²n nos quedan casi dos meses para la libertad. El mismo que llevamos encerrados en casa
Con la cuarentena, empec¨¦ a leer El resplandor de Stephen King, porque quer¨ªa un cl¨¢sico que retratara la convivencia familiar en aislamiento y c¨®mo poco a poco se van perdiendo los nervios. (Los Torrance ve¨ªan fantasmas, nosotros gente sin mascarilla, pero por lo dem¨¢s el paralelismo es abrumador). Ahora agradezco cada nueva fase de libertad pero sigo pensando mucho en Jack Torrance/Nicholson y su familia encerrados en el hotel Overlook.
Hasta ahora hemos aguantado bien, y celebro ver que la situaci¨®n sanitaria est¨¢ mejorando much¨ªsimo, pero, incluso si se cumple la hoja de ruta del gobierno, a¨²n nos quedan casi dos meses de lo mismo. Dos meses. El mismo tiempo que hemos aguantado hasta ahora.
S¨ª, ya se puede salir a pasear con solete pero, despu¨¦s de tanto encierro, muchos ni?os no quieren pisar la calle.
S¨ª, muchos vuelven a trabajar o mantienen el teletrabajo, pero saber que no habr¨¢ colegio hasta septiembre vuelve a tensionar los problemas de la conciliaci¨®n.
Adem¨¢s, para a?adir presi¨®n al tema, los casals y campamentos cierran esta semana las inscripciones. Son el casal de Schr?dinger, que est¨¢ con todas las plazas cubiertas y a la vez no se sabe si se podr¨¢ hacer.
S¨ª, el panorama mejora pero no sabemos si podremos ir alg¨²n d¨ªa de vacaciones y d¨®nde. ?A un hotel con piscina que no podremos disfrutar? ?A un pueblo a cuyos restaurantes no podremos ir? ?A un apartamento cerca de una playa o un bosque que no podremos visitar? Estaremos saliendo del piso para irnos a encerrar en una habitaci¨®n¡ y pagando.
Por supuesto, si lo ponemos en perspectiva, con gente en la UCI, estamos muy bien. Pero agobia imaginar que los ni?os no podr¨¢n jugar de manera regular con nadie de su edad hasta dentro de cuatro meses. (Imaginarnos que no tendremos ni un momento de descanso para nosotros, tambi¨¦n). Y mezclarlos con otros ni?os, cuando se pueda, abre la puerta al contagio y entonces no nos arriesgaremos a que vean a sus abuelos.
S¨ª, seguimos sanos en casa pero todo el piso est¨¢ hecho una mierda. Parece que el KGB ha estado revolvi¨¦ndolo todo para encontrar el microfilme pero solo es nuestra hija jugando en cautividad. (Hemos optado por no recoger pero el Di¨®genes no da mucha tranquilidad, precisamente).
Nuestro ascensor no supura sangre, pero las paredes est¨¢n manchadas con pintura infantil.
Y nos libramos de las gemelas inquietantes en el pasillo, pero yo tambi¨¦n oigo y veo ni?as por casa. Son las amigas de mi hija en videoconferencia, que amablemente ella viene a hacer donde est¨¦ yo, aunque sea el v¨¢ter.
Adem¨¢s, fantasmas del Overlook no tenemos, pero las bombillas petan y los electrodom¨¦sticos se estropean¡ Y encuentra t¨² un servicio t¨¦cnico que responda o tiendas abiertas para comparar y comprar.
S¨ª, siempre es peor estar encerrados en un hotel encantado que nos impulsara hacia la autodestrucci¨®n. Pero en las pr¨®ximas semanas muchos padres seguiremos comprendiendo un poquito a Jack Torrance.
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