Un nuevo orden mundial
El virus ya ha alterado nuestra forma de vida y provocado una nueva recesi¨®n econ¨®mica. ?Tendr¨¢ tambi¨¦n consecuencias geopol¨ªticas? ?Generar¨¢ un nuevo orden global o solo exacerbar¨¢ lo existente?
Las guerras, los avances tecnol¨®gicos, las cat¨¢strofes naturales y las epidemias han acelerado habitualmente el curso de la historia e incluso medidas tomadas en momentos excepcionales, que parec¨ªan temporales, acabaron convirti¨¦ndose en permanentes. El impuesto sobre la renta, por ejemplo, fue introducido en Inglaterra para financiar las campa?as contra Napole¨®n. En la I Guerra Mundial, los brit¨¢nicos decidieron el cambio de hora en verano y prohibieron el consumo de coca¨ªna. Sin irse tan atr¨¢s en el tiempo, los atentados del 11-S modificaron por completo nuestra forma de viajar en avi¨®n. En el mundo globalizado e hiperconectado del siglo XXI las amenazas se circunscrib¨ªan hasta ahora en t¨¦rminos generales al terrorismo, la guerra nuclear, los ciberataques contra infraestructuras clave, la vulnerabilidad energ¨¦tica o las migraciones masivas. Sin embargo, ha sido un simple microorganismo, el SARS-CoV-2, el que ha desencadenado una crisis global con millones de infectados y cientos de miles de muertos. El virus ya ha alterado nuestra forma de vida y provocado una nueva recesi¨®n econ¨®mica, pero ?tendr¨¢ tambi¨¦n consecuencias geopol¨ªticas?, ?generar¨¢ un nuevo orden mundial o solo exacerbar¨¢ las tendencias ya existentes?
Los expertos y analistas consultados coinciden en se?alar que, a pesar de que habr¨¢ un antes y un despu¨¦s de la pandemia, el virus no ser¨¢ el agente revolucionario que resetear¨¢ el antiguo orden. Creen, m¨¢s bien, que acelerar¨¢ en una rara espiral de regreso al pasado los movimientos que ya estaban latentes. Que se parecer¨¢ m¨¢s, como afirma el historiador brit¨¢nico Timothy Garton Ash, a la posguerra de 1918 que a la reconstrucci¨®n tras la II Guerra Mundial; que potenciar¨¢ el repliegue nacionalista, el proteccionismo y el ascenso de los populismos, pero sobre todo, en t¨¦rminos geopol¨ªticos, que desencadenar¨¢ una nueva guerra fr¨ªa entre Estados Unidos y China, algo que se ha acentuado desde que Donald Trump lleg¨® a la presidencia en 2017 y Xi Jinping ascendi¨® al poder en 2013.
Si hasta ahora la competencia entre estas dos superpotencias se ha limitado al comercio, el desarrollo tecnol¨®gico ¡ªah¨ª est¨¢ el enfrentamiento por el 5G¡ª y al control del Pac¨ªfico, la covid-19 y la forma de enfrentarse a ¨¦l han potenciado su rivalidad y abierto nuevos debates latentes tras esa tensi¨®n: democracias frente a reg¨ªmenes autoritarios, seguridad ¡ªen este caso, sanitaria¡ª frente a libertad, nacionalismo frente a globalizaci¨®n.
?Estamos asistiendo al final del llamado siglo americano? ?Es inevitable el advenimiento del pregonado ascenso asi¨¢tico? ¡°Creo que habr¨¢ una enorme ruptura entre Estados Unidos y China. Donald Trump seguir¨¢ hablando del virus chino. Los impulsos proteccionistas y el sentimiento antichino se incrementar¨¢n en EE UU y el comercio se desplomar¨¢. A la inversa, crecer¨¢ el antiamericanismo en China¡±, asegura Gideon Rachman, analista de pol¨ªtica internacional del diario brit¨¢nico Financial Times, quien no descarta que, disipada toda esperanza de un G2 formado por las dos superpotencias del que se hablaba hace unos a?os, China y Estados Unidos lleguen a un enfrentamiento armado antes de que termine el siglo. Aunque ambos pa¨ªses anunciaron recientemente que relanzaban su acuerdo comercial, es un hecho que la desconfianza ha ido ganando terreno en los ¨²ltimos a?os al esp¨ªritu de colaboraci¨®n entre ambos gigantes.
Las instituciones internacionales surgidas tras la II Guerra Mundial permanecen en cuarentena y con respiraci¨®n asistida
Las instituciones internacionales surgidas tras la II Guerra Mundial de las que los propios EE UU fueron sus principales impulsores y financiadores, est¨¢n en cuarentena y con respiraci¨®n asistida desde hace tiempo ¡ªbasta citar la irrelevancia de la ONU en la actual crisis¡ª, y su deterioro no ha dejado de agravarse desde que Trump lleg¨® a la Casa Blanca. Su ¨²ltimo paso en esta direcci¨®n ha sido retirar su contribuci¨®n a la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) por considerar que est¨¢ supeditada a los intereses de China, dejando claro que la salida de la crisis pasar¨¢ tambi¨¦n por su pol¨ªtica de America First. Definitivamente, los Estados Unidos de Trump parecen haber dimitido de su liderazgo mundial.
China, por su parte, se preparaba, hasta que el estallido del virus acabara con todas las previsiones, para alcanzar su objetivo de xiaokang shebui, un lema que puede traducirse como ¡°la sociedad moderadamente pr¨®spera¡± y que consist¨ªa b¨¢sicamente en duplicar el PIB de 2010 a 2020 y erradicar la pobreza. La culminaci¨®n de ese proceso ser¨ªa la celebraci¨®n por todo lo alto del centenario del Partido Comunista Chino en 2021. Pero con una contracci¨®n del 6,8% del PIB en el primer trimestre de este a?o por culpa del confinamiento y un crecimiento previsto del 1,3%, seg¨²n el Fondo Monetario Internacional (FMI), esa meta parece hoy inalcanzable, incluso para el presidente vitalicio Xi Jinping, el l¨ªder chino que ha acumulado m¨¢s poder desde Mao.
Sin embargo, Pek¨ªn, pese a que el epicentro de la pandemia estuvo en Wuhan y pese a ocultar durante las primeras semanas la magnitud de la cat¨¢strofe, ha contraatacado ante las cr¨ªticas norteamericanas lanzando una ofensiva diplom¨¢tica que al tiempo que ofrec¨ªa su ayuda a los pa¨ªses afectados se vend¨ªa como un modelo en la gesti¨®n de la crisis. Esta ¡°diplomacia de las mascarillas¡±, como ha sido llamada, no ha logrado eludir la ambig¨¹edad de que una mascarilla puede ser tambi¨¦n una mordaza en un pa¨ªs de partido ¨²nico y ha sido rechazada de plano por Alemania, Francia y el Reino Unido, que han exigido explicaciones e investigaciones independientes sobre el origen del virus.
Kristine Berzina, experta en seguridad internacional y geopol¨ªtica del German Marshall Fund (GMF), sostiene que el deterioro de las relaciones entre Europa y China comenz¨® el a?o pasado y la emergencia no ha hecho sino ampliar ese distanciamiento. ¡°El a?o pasado, Europa calific¨® a China como un rival sist¨¦mico y un competidor estrat¨¦gico, pero todav¨ªa hab¨ªa un marco de cooperaci¨®n econ¨®mica en la relaci¨®n. Ahora la narrativa combativa de la diplomacia china en redes sociales y su esfuerzo por usar la ayuda para promover otros intereses, como promocionar Huawei en las mascarillas, ha forzado a los l¨ªderes europeos a repensar esa relaci¨®n¡±.
¡°El Partido Comunista Chino ha lanzado una furiosa campa?a para promover su respuesta al virus, para culpar a otros por la emergencia y para promover su entrega de material m¨¦dico a pa¨ªses en dificultades¡±, asegura Paul Fraioli, especialista en geopol¨ªtica y estrategia del prestigioso Instituto Internacional de Estudios Estrat¨¦gicos (IISS) de Londres. ¡°La desverg¨¹enza de este esfuerzo ha suscitado una respuesta negativa en varios pa¨ªses europeos y en Estados Unidos, incitando a los diplom¨¢ticos a preguntarse c¨®mo China pretende promocionarse en un momento as¨ª. Quiz¨¢ una mejor explicaci¨®n, especialmente considerando que el virus parece haberse originado en Wuhan y el ¨¦xito de democracias vecinas, como Taiw¨¢n, Jap¨®n y Corea del Sur, en contener el virus, es que Pek¨ªn parte de una situaci¨®n extremadamente d¨¦bil y est¨¢ haciendo lo imposible para no perder su estatus¡±.
Otra tendencia que se ver¨¢ reforzada por el virus, seg¨²n los analistas, ser¨¢ el autoritarismo, y no solo en los reg¨ªmenes no democr¨¢ticos en los que ya se calcula que vive el 30% de la poblaci¨®n mundial. En Rusia, el coronavirus ha venido a interrumpir los planes del presidente Vlad¨ªmir Putin, que ha aplazado sine die la votaci¨®n de la reforma constitucional que le permitir¨ªa seguir en el Kremlin hasta 2036. Al tiempo, el desplome del precio de los hidrocarburos ha significado un duro golpe para Mosc¨². En la India, la lucha contra la pandemia ha intensificado el nacionalismo hind¨² excluyendo a los musulmanes. E incluso en la Uni¨®n Europea, los dirigentes de pa¨ªses como Hungr¨ªa y Polonia se han sentido fomentados para avanzar en su agenda antiliberal de recorte de derechos fundamentales.
Esta crisis, muy distinta a la Gran Recesi¨®n de 2008, tambi¨¦n ha puesto en evidencia los puntos d¨¦biles de la Uni¨®n Europea
¡°La polarizaci¨®n basada en la identidad racial, religiosa o regional pondr¨¢ el foco de la pol¨ªtica interna en controversias nacionales y en manos de l¨ªderes que no tendr¨¢n escr¨²pulos en usar esas divisiones en su propio beneficio. Las discusiones sobre temas globales como el comercio, la inmigraci¨®n o el cambio clim¨¢tico llegar¨¢n a ser m¨¢s ideol¨®gicas y menos tecnocr¨¢ticas¡±, asegura Fraioli. A este respecto merece la pena tener en cuenta un reciente e inquietante estudio de la Universidad de Oxford en el que se asegura que el 53% de los j¨®venes europeos est¨¢ convencido de que los reg¨ªmenes autoritarios son m¨¢s eficaces a la hora de luchar contra la degradaci¨®n ambiental del planeta.
Al autoritarismo y nacionalismo se sumar¨¢, seg¨²n los expertos, una revalorizaci¨®n del papel del Estado-naci¨®n y un repliegue de la globalizaci¨®n. ¡°Las cadenas de abastecimiento ser¨¢n repatriadas sobre la base de asegurar los empleos y la seguridad nacional. No ser¨¢ aceptable ya por m¨¢s tiempo depender tan completamente de China para cosas como las mascarillas m¨¦dicas y los antibi¨®ticos¡±, en palabras de Rachman. Para el analista argentino Carlos Pagni, esta ¡°primera crisis de la globalizaci¨®n, en sentido estricto, y la primera que viaja de Oriente a Occidente¡± har¨¢ que ¡°el Estado-naci¨®n se expanda m¨¢s en todas partes por su papel en la regulaci¨®n sanitaria y en la asistencia econ¨®mica¡± y ¡°promover¨¢ un debate a escala universal en torno a la pregunta: ?En qu¨¦ medida es posible revertir la integraci¨®n econ¨®mica internacional?¡±. En su opini¨®n, las nuevas costumbres adquiridas en la cuarentena como el teletrabajo impondr¨¢n profundos cambios en el mercado inmobiliario, el transporte de pasajeros, los servicios tur¨ªsticos, la movilidad urbana y la preservaci¨®n del medio ambiente, sin olvidar ¡°una mayor vinculaci¨®n entre poder pol¨ªtico y saber cient¨ªfico¡±.
La crisis del coronavirus, muy distinta a la Gran Recesi¨®n de 2008, tambi¨¦n ha puesto en evidencia los puntos d¨¦biles de la Uni¨®n Europea, que ha sido hasta el momento incapaz de ponerse de acuerdo tanto en una respuesta solidaria y coordinada en el plano sanitario como en la receta econ¨®mica ante el hundimiento de las econom¨ªas de buena parte de sus socios. El ¨¦xito de Alemania en frenar la pandemia no ha sido el de la Uni¨®n Europea y, al tiempo, la vieja brecha Norte-Sur parece haber adquirido una nueva dimensi¨®n.
?frica (cuya situaci¨®n puede acabar repercutiendo en Europa) y Am¨¦rica Latina, que ya part¨ªan de una situaci¨®n de debilidad, no ofrecen tampoco un panorama muy halag¨¹e?o. En Venezuela el pat¨®geno es la guinda de la grav¨ªsima crisis que sufre el pa¨ªs desde hace a?os. En Chile el refer¨¦ndum constitucional prometido por el Gobierno de Sebasti¨¢n Pi?era tras la ola de protestas ha sido aplazado, y en Bolivia la presidenta interina, Jeanine ??ez, est¨¢ retrasando las elecciones invocando la epidemia. Pero m¨¢s importante: la regi¨®n en su conjunto puede ser una de las m¨¢s afectadas por la competencia entre Estados Unidos y China y por la ca¨ªda de los precios del petr¨®leo y la recesi¨®n del gigante asi¨¢tico. A pesar de la reducci¨®n de la precariedad en los ¨²ltimos a?os, sigue siendo una regi¨®n muy desigual, y la CEPAL estima que la epidemia podr¨ªa dejar 220 millones de pobres en una poblaci¨®n de 660 millones. ¡°La ayuda del Estado es insuficiente para asistir a esas personas. Hay que recordar que unos 90 millones de familias viven en barrios con p¨¦sima infraestructura, hacinadas y sin servicios, y que el empleo informal alcanza una tasa media del 53% en el subcontinente¡±, recuerda Pagni, quien a?ade que la regi¨®n ¡°tiene todas las recetas para una tormenta perfecta: ausencia de una red sanitaria adecuada, carencia de instituciones estatales fuertes e inexistentes sistemas fiscales eficaces¡±. El analista argentino prev¨¦ tambi¨¦n un aumento del ¡°predominio del Poder Ejecutivo sobre los dem¨¢s poderes, agravando el desequilibrio cl¨¢sico en Am¨¦rica Latina, y una revalorizaci¨®n de las Fuerzas Armadas como organizaciones de asistencia social¡±.
La pandemia ha introducido con toda su fuerza la incertidumbre en nuestro mundo. El prestigioso antrop¨®logo y soci¨®logo mexicano Roger Bartra apunta otros desarrollos que cambiar¨¢n la imagen de nuestra sociedad. ¡°La econom¨ªa y la convivencia social estar¨¢n durante un tiempo en manos de los millones de cient¨ªficos que se enfrentan a la covid-19 en todo el mundo. Esta situaci¨®n cambiar¨¢ para siempre las relaciones entre las esferas empresariales y el mundo de la salud. Los procesos econ¨®micos se fragmentar¨¢n m¨¢s y se extender¨¢ la descentralizaci¨®n del trabajo mediante formas renovadas de inteligencia artificial. Aumentar¨¢n el aislamiento y la soledad¡±. Otros expertos, como Laura Basagni, jefa del programa de Relaciones Transatl¨¢nticas de GMF, creen que el planeta puede encontrar una salida para la crisis econ¨®mica provocada por la pandemia en la llamada econom¨ªa verde. ¡°Esta crisis puede facilitar que los pa¨ªses m¨¢s pobres y m¨¢s endeudados puedan participar en la transici¨®n a una econom¨ªa verde, que podr¨ªa impulsar normas internacionales vinculantes para luchar contra el cambio clim¨¢tico, si las inversiones p¨²blicas se orientan bien. Claramente, la crisis por s¨ª sola no va a cambiar nada, el liderazgo mundial y la toma de decisiones colectivas s¨ª¡±.
El mundo se prepara para adaptarse a lo que los pol¨ªticos han llamado ¡°nueva normalidad¡±, un escenario cargado de sombras, de amenazas a la libertad y a la privacidad y de dificultades econ¨®micas. Pese a todo, el analista y diplom¨¢tico espa?ol Juan Claudio de Ram¨®n desconf¨ªa de los pron¨®sticos espectaculares. ¡°El coronavirus¡±, afirma, ¡°m¨¢s que un reactivo que altere la realidad, ser¨¢ un barniz que fije los colores que ya estaban sec¨¢ndose en la tela del mundo. No basta una emergencia global para activar la humanidad solidaria. Las mascarillas nos proteger¨¢n de los virus, pero no de los viejos prejuicios, que seguir¨¢n alimentando las pol¨¦micas de siempre. El futuro ser¨¢ como es el pasado: un lugar al mismo tiempo familiar y extra?o¡±.
Un impulso hacia la desglobalizaci¨®n
El coronavirus acelerar¨¢ de manera dr¨¢stica muchas de las tendencias geopol¨ªticas que ya estaban en marcha. A medida que el virus diezma econom¨ªas y crece la desigualdad, aumentar¨¢n los pol¨ªticos que recurran a la ret¨®rica del "nosotros frente a ellos" para reforzar su patrimonio pol¨ªtico, dando p¨¢bulo al nacionalismo. En este sentido, habr¨¢ un impulso m¨¢s pronunciado hacia la desglobalizaci¨®n, inducido por ese repunte del nacionalismo, pero tambi¨¦n en gran medida por las multinacionales que se han visto afectadas por las cadenas de suministro "justo a tiempo", que priorizan la eficiencia econ¨®mica y que han dejado a muchas empresas en posici¨®n de vulnerabilidad frente a shocks inesperados. A medida que las empresas sienten la presi¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica del coronavirus, crecer¨¢ el n¨²mero de cadenas de suministros a escala local que favorezcan la resiliencia frente a la eficiencia econ¨®mica. Por otro lado, el ascenso geopol¨ªtico de China ya se ve¨ªa venir desde hac¨ªa tiempo. Pero, aunque se trata de una superpotencia econ¨®mica por derecho propio y est¨¢ alcanzando el mismo estatus en el ¨¢mbito tecnol¨®gico, en lo que respecta al "poder suave" ha ido a la zaga. Hasta ahora, puesto que ha aprovechado esta crisis para tender la mano a otros pa¨ªses y ofrecer ayuda humanitaria, mejorando as¨ª su imagen como potencia global a la que merece la pena seguir. Pero esto ignora el hecho de que China ha sido el epicentro del brote de coronavirus y que su encubrimiento ha contribuido a la expansi¨®n global del virus, algo de lo que est¨¢ sacando partido Estados Unidos en plena lucha contra la crisis en casa. Aumenta as¨ª la probabilidad de que, una vez superada la pandemia, el mundo asista a una guerra fr¨ªa m¨¢s intensa entre Estados Unidos y China.
Ian Bremmer es polit¨®logo y presidente de Eurasia Group. Traducci¨®n de Marta Caro.
El impacto geopol¨ªtico de la covid-19
A estas alturas, solo podemos formular de manera prudente la siguiente hip¨®tesis: en t¨¦rminos sociopol¨ªticos, la pandemia de la covid-19 acelerar¨¢ la historia. M¨¢s que propiciar cambios radicales, el virus corroborar¨¢ las tendencias m¨¢s profundas. Estados Unidos, hoy centro de la pandemia, confirmar¨¢ y acelerar¨¢ su declive relativo en el mundo. ?Qu¨¦ ha pasado con el liderazgo m¨¦dico y cient¨ªfico ¡ªy, m¨¢s en general, con el poder blando¡ª de Estados Unidos? Confundido, desconcertado, debilitado por las contradicciones y los cambios de opini¨®n de su presidente, Estados Unidos certifica las deficiencias de su sistema. Se distanciar¨¢ del mundo m¨¢s que nunca, aunque solo sea para curar sus heridas, en sentido literal y figurado. Por mucho que Pek¨ªn se empe?e, es demasiado pronto para afirmar que China ha salido victoriosa, incluso triunfante, de su lucha contra la pandemia. El n¨²mero de v¨ªctimas confirmadas es sorprendentemente bajo. Pero lo que s¨ª es indiscutible es que China y pa¨ªses asi¨¢ticos como Corea del Sur y Taiw¨¢n han dado lecciones de educaci¨®n c¨ªvica, disciplina y solidaridad a Occidente, por lo que podr¨ªamos decir que en este mes de mayo de 2020 hay m¨¢s Asia que Occidente en el mundo. Frente a este nuevo equilibrio surge la cuesti¨®n de Europa. La Uni¨®n Europea ha tardado semanas en encontrar la v¨ªa de la solidaridad. ?Es demasiado poco, pese a que la ayuda prometida es considerable? ?Es demasiado tarde? Sobre todo, la covid-19 ha contribuido a fortalecer y a espolear el ego¨ªsmo nacional y a revalidar la divisi¨®n Norte/Sur dentro de la Uni¨®n. ?Por qu¨¦ Alemania es el equivalente en Europa de lo que Corea del Sur es en Asia, un modelo de seriedad y ¨¦xito frente a la pandemia? Pero m¨¢s Alemania en Europa no significa m¨¢s Europa en el mundo. Hasta ahora, la covid-19 no ha transformado el equilibrio geopol¨ªtico del mundo, pero s¨ª ha precipitado las tendencias m¨¢s profundas.
Dominique Mo?si es cofundador del Instituto Franc¨¦s de Relaciones Internacionales de Par¨ªs. Traducci¨®n de Marta Caro.
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