¡°Que sepan que en Espa?a hay cosas que no se pueden tocar¡±: el activismo LGTBIQ+ en tiempo de Vox
Este a?o las celebraciones del Orgullo LGTBIQ+ est¨¢n condicionadas por la realidad de la pandemia, pero la causa est¨¢ m¨¢s viva que nunca. Siete activistas muestran sus conquistas, adversarios y asignaturas pendientes
En las semanas previas al D¨ªa Internacional del Orgullo LGTBIQ+ ocurrieron estas cosas: Pablo Albor¨¢n sali¨® del armario y provoc¨® una serie de discusiones en redes y medios sobre si se trataba de una decisi¨®n valiente dada su condici¨®n de estrella de la m¨²sica o, vistos los a?os que se hab¨ªa guardado el secreto, cobarde. Correos sustituy¨® temporalmente su tradicional amarillo corporativo por la bandera del arco¨ªris y Vox consigui¨® que sus seguidores protestaran por el gasto de la acci¨®n (12.500 euros). El PSOE public¨® un argumentario sobre por qu¨¦ las mujeres trans no son mujeres tan pol¨¦mico que la diputada Carla Antonelli, socialista y trans, respondi¨® con su muy comentado desacuerdo. Y Mili Hern¨¢ndez, de 61 a?os, legendaria activista y fundadora de Berkana, la hist¨®rica liber¨ªa gay y lesbiana de Madrid, se sent¨® en una terraza en el Parque del Retiro y, bajo un sol de justicia y separando mucho cada frase, dijo: ¡°Me pregunto d¨®nde est¨¢ el movimiento LGTBIQ+ ahora. ?Qui¨¦nes lo dirigen? ?En qu¨¦ trabajan, qu¨¦ hacen? Son unas siglas que cuando llega el Orgullo se vuelven locas a celebrar una gran manifestaci¨®n y una gran fiesta, pero el resto del a?o, ?qu¨¦ hacen? ?Lo pueden enumerar? ?Se puede ver?¡±.
La causa LGTBIQ+ (la lucha por la igualdad de derechos de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales, y todo aquel que no encaja en las reglas del sistema heteropatriarcal) est¨¢ t¨¦cnicamente mejor que nunca. Sus miembros tienen m¨¢s derechos y menos miedo que nunca en la historia; su visibilidad medi¨¢tica y pol¨ªtica es in¨¦dita. Tambi¨¦n su divisi¨®n interna.
Quince a?os despu¨¦s del logro hist¨®rico de la ley de matrimonio homosexual, cuesta encontrar un frente com¨²n que movilice a activistas y asociaciones por igual, que cubra todas las siglas o satisfaga a un abanico cada d¨ªa m¨¢s complejo de identidades e ideolog¨ªas. Asuntos como una ley nacional de protecci¨®n de derechos trans o los problemas de quienes, adem¨¢s de ser LGTBIQ+, pertenecen a otras minor¨ªas raciales o sociales suscitan un inter¨¦s limitado. Cada propuesta tiene una respuesta de otra asociaci¨®n, celebridad, instituci¨®n, o del adversario: la ultraderecha sigue ganando posiciones con el colectivo en el punto de mira. ?A qu¨¦ futuro se dirige el activismo LGTBIQ+?
¡°Me parece bien que vivamos con un cierto desenfado. Cuando ya no tienes que estar en la trinchera tampoco le puedes pedir a la gente que sufra todo el tiempo, que sea activista, que d¨¦ batallas dif¨ªciles. Pero s¨ª que recuerde, que est¨¦ ah¨ª, que permanezca atento¡±, explica Luisg¨¦ Mart¨ªn, autor de El amor del rev¨¦s y figura gay de referencia en el mundo de la cultura. Le sorprende que la discusi¨®n LGTBIQ+ imperante en 2020 sea con ciertas feministas y sobre el g¨¦nero de las personas trans, cuando la ultraderecha, la amenaza m¨¢s retr¨®grada que se haya puesto delante de este colectivo en a?os, est¨¢ tan cerca y tan visible. ¡°Que Vox tenga esa representatividad parlamentaria quiere decir que esa gente que durante a?os sent¨ªa verg¨¹enza de decir ¡®maricones malos¡¯ ahora la ha perdido¡±, lamenta.
¡°Nunca debemos aceptar que la extrema derecha nos defina como un lobby preocupado solo de generar chiringuitos¡±, defiende alguien que comparte su inquietud: el senador Eduardo Rubi?o, uno de los diputados m¨¢s conocidos de M¨¢s Madrid y una de las caras m¨¢s medi¨¢ticas de la lucha por los derechos LGTBIQ+ en Espa?a. ¡°Somos un lobby, pero uno que ha conseguido que en este pa¨ªs tengamos un matrimonio igualitario; que no seamos ciudadanos de segunda; que tengamos derecho a adoptar; que las personas trans tengan unos m¨ªnimos derechos, que todav¨ªa tienen que ampliarse mucho, pero por los que tambi¨¦n hubo que pelear; un pa¨ªs que consigui¨® que se despenalizara la homosexualidad y transexualidad. Somos quienes lograron todo eso. No podemos dejar que se imponga ese otro relato, porque es contrario al relato hist¨®rico de nuestro pa¨ªs¡±.
Las discusiones p¨²blicas entre activistas y agrupaciones, sin embargo, suelen ir por otro lado. Seg¨²n el d¨ªa, pueden versar sobre interpretaciones de teor¨ªa queer, lo nuevas que son las nuevas masculinidades o si en las relaciones entre gais j¨®venes y mayores hay desigualdad de poder. ¡°Hemos estado viendo muchos debates dentro del movimiento por cuestiones que no s¨¦ si valen la pena, por ejemplo en torno a determinadas etiquetas, que a veces parecen incluso nominalistas, cuando el movimiento?LGTBIQ+ ha sido siempre antiesencialista¡±, sigue Rubi?o. ¡°No podemos caer en discusiones en las que parece que lo que hacemos es hipostatizar esas palabras y tom¨¢rnoslas tan en serio que parece que lo m¨¢s importante es con qu¨¦ etiqueta o c¨®mo se define el otro. Enfrente tenemos a la extrema derecha, que amenaza con quitarnos derechos independientemente de la sigla con la que nos identifiquemos. Pero m¨¢s all¨¢ de algunos debates est¨¦riles, que haya quien cuestione a las personas trans desde determinados sectores del feminismo me parece muy grave, se me cae el alma a los pies: los derechos trans son derechos humanos, y ya est¨¢n bastante vulnerados como para que se vean amenazados por quienes deber¨ªan compartir lucha¡±.
¡°El activismo ha perdido en la ¨²ltima d¨¦cada una parte de idealismo y se ha convertido en una especie de feria de vanidades¡±, observa Mart¨ªn. ¡°Hay algunos l¨ªderes o aspirantes a serlo que lo que quieren es eso: ser l¨ªderes y salir en los peri¨®dicos. Eso es peligroso¡±.
Los frentes m¨¢s urgentes tienen en com¨²n que no afectan a hombres gais blancos de clase media. Las personas trans no cuentan con una ley nacional que proteja sus derechos. Y los incontables?LGTBIQ+ que no son blancos ni de clase media tienen problemas muy distintos de quienes s¨ª lo son. El apoyo del gay blanco acomodado es esencial, y su atenci¨®n, dif¨ªcil de mantener.
¡°Est¨¢ surgiendo una comunidad LGTBIQ+ de primera clase y otra de segunda. Yo soy de segunda¡±, explica Samir Bargachi. Nacido hace 32 a?os en Nador (Marruecos), vive en Espa?a desde 2000. ¡°Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera [las dos mujeres transexuales de color que tiraron la primera piedra en Stonewall en 1969 y dieron lugar a la primera revuelta de la comunidad contra la brutalidad policial] nos advirtieron de que esto iba a pasar: que el hombre de mediana edad, blanco, rico o de clase media, se iba a apropiar del movimiento. Y est¨¢ pasando hoy. Los inmigrantes LGTBIQ+ vemos muchas discusiones de la escena que ni nos planteamos, porque estamos pensando en tener papeles o en pagar el alquiler¡±, protesta.
En 2004, Bargachi cre¨® Kif Kif, una asociaci¨®n para ayudar a inmigrantes LGTBIQ+. ¡°Espa?a es el mayor receptor mundial de personas LGTBIQ+. En torno al 25% de quienes piden asilo aqu¨ª lo hacen debido a esa condici¨®n. Pero a una persona trans de Honduras la pueden alojar en el mismo centro que alguien de Afganist¨¢n: huye del infierno para ir a otro todav¨ªa peor. Y las pol¨ªticas p¨²blicas no nos contemplan. A los?LGTBIQ+ se nos percibe como una comunidad poderosa, pero somos muy vulnerables¡±, explica.
?Valeria Vegas, periodista trans cuya biograf¨ªa de La Veneno es la base para la serie de reciente estreno de Javier Calvo y Javier Ambrossi, ha notado algo parecido. Las personas trans han pasado los ¨²ltimos a?os en boca de todos, pero sin grandes cambios en su vida pr¨¢ctica. ¡°El foco se nota medi¨¢ticamente, pero no s¨¦ hasta qu¨¦ punto se nota a pie de calle¡ Te cruzas con alguien y te sigue mirando, analizando. Lo noto en amigas m¨ªas y, a veces, en m¨ª misma. Me he acostumbrado a decirme que no, que me miran porque mido 1,82¡±.
Y explica: ¡°La causa trans es la identidad. La condici¨®n, que es lo que ocurre con los hombres gais, va por otro lado. Cuando rompes con la identidad que te ha venido dada y reafirmas la tuya, est¨¢s rompiendo con muchas cosas. Socialmente parece que reniegas de tu familia. La persona trans tiene que estar tan bien armada psicol¨®gicamente. Hay que tener una entereza de la que a veces no soy consciente. Una persona que an¨ªmicamente est¨¦ mal en cualquier momento y sea una persona trans¡ Hay una tasa de suicidios muy alta¡±.
La desmemoria hist¨®rica no oprime, pero es m¨¢s f¨¢cil oprimir a quien no recuerda. Es la diferencia entre sentirse parte de un colectivo marginal a saberse dentro de una comunidad que ha superado adversidades hist¨®ricas inimaginables. Un n¨²mero cada d¨ªa mayor de activistas se obsesiona en reconstruir, pedazo a pedazo, la deslavazada historia LGTBIQ+, una asignatura hasta ahora olvidada. ¡°Ha habido poca literatura, y m¨¢s de ensayo que novela. Poca atenci¨®n acad¨¦mica, poco cine, poca transmisi¨®n. Un chaval de 20 a?os hoy no s¨¦ si sabe qui¨¦n es Pedro Zerolo y hablamos de algo que ha ocurrido hace 15¡±, sopesa Mart¨ªn.
Iv¨¢n Zaro, escritor y activista centrado en el estigma del VIH y en la prostituci¨®n masculina, not¨® que algo estaba cambiando. El mito del Nueva York de los ochenta y noventa, ese lugar oscuro y hostil de las muertes por sida, donde el activista Larry Kramer gritaba desesperadamente en televisi¨®n y el artista seropositivo David Wojnarowicz exhib¨ªa retratos del cad¨¢ver de su novio, empez¨® a verse en pantallas y libros. ¡°Hab¨ªamos estado 30 a?os sin poder mirar de frente a esos d¨ªas, yo creo que por verg¨¹enza¡±, celebra.
Este revival cultural ¨Cla serie Pose o la pel¨ªcula 120 pulsaciones por minuto, por ejemplo¨C es una excelente noticia para quienes ped¨ªan una historia LGTBIQ+ m¨¢s viva. Tambi¨¦n subraya lo dif¨ªcil de hablar de d¨ªas m¨¢s cercanos. ¡°Esa ¨¦poca es indeleble por el dolor que caus¨®, pero tambi¨¦n porque no tenemos otros referentes¡±, sigue Zaro. ¡°Hoy en Espa?a no hay personas seropositivas que salgan a la luz. ?A cu¨¢ntos famosos espa?oles conoces con VIH? Y los hay, claro. El VIH afecta a personas an¨®nimas y famosas. Pero no tenemos referentes que digan: mira, se puede ser una persona sana y ser seropositiva. Se puede tener hijos seronegativos, la esperanza de vida es la misma, y no son personas cadav¨¦ricas. Por eso nos vamos a los ochenta y a los noventa¡±.
Si el Nueva York de Wojnarowicz es un mito reci¨¦n descubierto, la Espa?a del siglo XX es uno por conquistar. "Todos sabemos qui¨¦nes son Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, pero la mayor¨ªa no conocemos el nombre Silvia Reyes, o las dem¨¢s transexuales que fueron a la primera manifestaci¨®n del Orgullo, en Barcelona en 1977. La influencia americana nos ha ayudado mucho, pero miremos aqu¨ª tambi¨¦n. El otro d¨ªa un chico gay, bien formado, me dijo que no sab¨ªa que Luis Cernuda era gay¡±, protesta Carlos Barea, escritor y activista cultural. Del franquismo, y los campos de concentraci¨®n para reformar homosexuales en Huelva y Badajoz, al VIH espa?ol, faltan grandes trabajos de documentaci¨®n.
Barea es conocido, adem¨¢s de por su novela Bendita t¨² eres, por rescatar en redes sociales vidas de personas LGTBIQ+ ca¨ªdas en el olvido. ¡°Pepe Espal¨ªu fue un artista que expon¨ªa por todo el mundo. El 1 de diciembre de 1992, escribi¨® en EL PA?S la primera carta en la que alguien de su ¨¦xito sal¨ªa del armario como homosexual y como persona con VIH. Muri¨® en 1993. Fue un espaldarazo enorme. ?D¨®nde est¨¢ la memoria de ese hombre? Alberto Card¨ªn: traductor, antrop¨®logo, y el responsable de crear la primera colecci¨®n de literatura?LGTBIQ+ en Espa?a, Laertes. Hoy nadie lo reivindica. La historia la escriben los vencedores. Ahora es el momento de los perdedores¡±.
Una idea cada vez m¨¢s extendida es que decir "comunidad LGTBIQ+" es un ox¨ªmoron, que con el tiempo cada sigla ha ido cobrando una identidad y unas prioridades distintas que la alejan del todo indivisible de a?os atr¨¢s. En The Pink Line, un libro reciente, Mark Gevisser usa una met¨¢fora para hablar de la enorme abstracci¨®n que es esta causa: la l¨ªnea rosa, una l¨ªnea de batalla imaginaria. Re¨²ne las microagresiones y traumas personales de cada individuo y el trasfondo pol¨ªtico de cada pa¨ªs. De la linea rosa pueden salir gais aburguesados y entrar heterosexuales con familiares LGTBIQ+. Es lo que queda del activismo pasado. Tambi¨¦n es lo que hay por delante.
A Mili Hern¨¢ndez le falta algo en su l¨ªnea rosa: ¡°La educaci¨®n. Llevan a?os discutiendo si religi¨®n s¨ª o religi¨®n no en las aulas, ?c¨®mo introducimos nosotros el debate de hablar de la transexualidad, homosexualidad, diversidad, a los ni?os desde peque?itos? No solucionamos nada hablando de sexualidad a partir de los 14. A mi librer¨ªa entran unos cuantos profesores con p¨¢nico cada a?o, a pedir libros infantiles que hablen de diversidad para explicarle a los ni?os de la clase que Fulanito tiene dos pap¨¢s. Un cr¨ªo que con ocho a?os se siente diferente y tiene miedo a serlo para que no le den de hostias en el colegio: eso es lo que hay que evitar¡±.
¡°Yo creo mucho en los espacios individuales, ¨ªntimos: alguien que en su grupo de amigos es capaz de levantar la voz cuando hay que levantarla es una idea acojonante¡±, explica Luisg¨¦ Mart¨ªn. "Esa idea de que ponerte la mascarilla y lavarte las manos es algo que tiene un efecto multiplicador social es aplicable a todo esto. Defender en tu espacio lo que hay que defender y conocer de d¨®nde venimos y tu propia historia es fundamental¡±.
Rubi?o, acostumbrado a las miradas de Vox cuando les da la r¨¦plica en los plenos del Senado, tiene su propia imagen de la linea. Ruidosa y ambiciosa, como siempre han sido triunfos hist¨®ricos LGTBI. ¡°No me gusta ese lema frente a la extrema derecha que dice: 'Ni un paso atr¨¢s'. La mejor garant¨ªa frente a los discursos de odio es coger carrerilla y ampliar todas las conquistas. Para eso, teniendo una coyuntura pol¨ªtica que lo permite, esta legislatura hay que aprovecharla. La mejor garant¨ªa ante esos discursos es que consigamos avanzar lo suficiente para que esos pasos sean irreversibles. Y que el d¨ªa de ma?ana incluso nuestros adversarios tengan que aceptar que hay cosas en este pa¨ªs que no se pueden tocar sin perder la partida¡±.
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Estilismo: Silvia Ballester Cussac. Maquillaje y peluqueri?a: Vicente Guijarro. Asistente de fotografi?a: Orlando Gutie?rrez. Agradecimiento: Florida Park.
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