Usar todas las herramientas existentes contra la malaria no basta para acabar con ella
Un estudio liderado por ISGlobal en Mozambique demuestra que el uso intensivo de los medios actualmente disponibles contra la enfermedad puede lograr una importante reducci¨®n de hasta el 85%, pero no es suficiente para interrumpir su transmisi¨®n
F¨¢rmacos, mosquiteras e insecticidas. Cantidad de fondos y un escuadr¨®n de medio millar de personas. Un equipo de investigadores se propuso en 2014 demostrar si con todos los medios existentes recomendados por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) era posible eliminar definitivamente la malaria. Para ello, probaron a suministrar medicamentos contra el paludismo masivamente a toda una poblaci¨®n, les distribuyeron redes para protegerse de las picaduras de los mosquitos, vectores de la enfermedad, y se pulveriz¨® insecticidas en todas las casas para reducir la densidad de los insectos. Lo hicieron en Magude, un distrito paup¨¦rrimo y rural a 150 kil¨®metros al norte de la capital de Mozambique, con 48.448 habitantes y 10.695 viviendas. Y ya se conoce el resultado: "El uso intensivo de las herramientas actualmente disponibles contra la malaria puede lograr una importante reducci¨®n en la carga de la enfermedad, pero no es suficiente para interrumpir su transmisi¨®n".
Concretamente, en Magude, se consigui¨® reducir los casos de malaria en un 84,7% en tres a?os?¡ªpasando de un porcentaje de personas infectadas de 9,1% a un 1,4% al final del per¨ªodo¡ª? y se estima que se evitaron m¨¢s de 38.300 casos. Esta es la conclusi¨®n a la que ha llegado la Alianza Mozambique?a para la Eliminaci¨®n de la Malaria (MALTEM), coordinada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el Centro de Investigaci¨®n en Salud de Manhi?a (CISM), con el apoyo de la Fundaci¨®n "la Caixa" y la Fundaci¨®n Bill & Melinda Gates y en colaboraci¨®n con el Ministerio de Salud de Mozambique. Unos resultados que acaba de publicar la revista PLOS Medicine.?
"En septiembre de 2015 rociamos las casas con insecticidas que duran entre seis y ocho meses y matan a los mosquitos si se posan en la pared", rememora Beatriz Galatas, en aquel momento investigadora de ISGlobal y epidemi¨®loga de MALTEM. En esa "primera fase de aceleraci¨®n", tambi¨¦n se repartieron mosquiteras impregnadas de insecticidas en cada uno de los hogares, explica la firmante del estudio y actualmente consultora en el Programa Global de Malaria de la OMS. "Despu¨¦s distribuimos antimal¨¢ricos a toda la poblaci¨®n".
Aquella era una experiencia tan ambiciosa para acabar con la malaria, enfermedad que en 2018 afect¨® a 228 millones de personas (el 4% en Mozambique) y mat¨® a 405.000, que numerosos medios volvieron su mirada hacia ?frica para contarla. Tambi¨¦n se hizo seguimiento de los positivos resultados en los siguientes meses. Eran tan buenos, que pensaron que podr¨ªan interrumpir la transmisi¨®n, reconoce Galatas. En 2016 se repiti¨® el mismo proceso y al a?o siguiente comenz¨® la fase II. Volvieron a repetir ronda de pulverizaci¨®n de insecticidas y distribuci¨®n mosquiteras. "Y empieza una intervenci¨®n focalizada a cada caso detectado en el centro sanitario: le segu¨ªamos a casa y le d¨¢bamos antimal¨¢ricos a su comunidad", especifica.
En tres a?os, como acaban de publicar los investigadores, lograron esa reducci¨®n de casi el 85% de la prevalencia de la enfermedad en Magude, donde apenas hay 27 trabajadores de salud comunitarios, nueve centros de salud rurales y otro de referencia con sala de hospitalizaci¨®n en la ciudad principal, aunque los casos m¨¢s graves a veces se derivan a los hospitales del distrito de Manhi?a. "Y al mismo tiempo no volvimos a ver muertes por malaria; salvo una en el centro de salud. Antes eran m¨¢s de cinco al a?o, que se supiera", detalla la epidemi¨®loga. "Estas reducciones no tienen precedentes. Son buenas noticias. El resultado da esperanza: con las herramientas que tenemos es posible llegar a niveles de transmisi¨®n pre-eliminaci¨®n. Aunque no hemos podido interrumpir la transmisi¨®n", reflexiona Galatas.
En Magude apenas hay 27 trabajadores de salud comunitarios, nueve centros de salud rurales y otro de referencia con una peque?a sala de hospitalizaci¨®n en la ciudad principal del distrito
Ahora toca estudiar qu¨¦ se puede perfeccionar para conseguir vencer al paludismo, tal como ha fijado la OMS como objetivo. "Sabemos que la cobertura de la intervenci¨®n no es perfecta porque hay gente que se deja de tomar las medicinas, que no duerme bajo las mosquiteras o sufren picaduras fuera de las casas", hace un primer balance. "Ese puede ser un motivo por el que no se puede eliminar la malaria con estas herramientas. Tambi¨¦n puede haber casos importados".
Otros aprendizajes tienen que ver con la log¨ªstica de la intervenci¨®n. ?C¨®mo se informa y convence a una poblaci¨®n de 50.000 personas para participar en una investigaci¨®n tan compleja? ISGlobal y el CSIM trabajan desde hace d¨¦cadas en el distrito vecino de?Manhi?a y los residentes les conocen, pero para los de Magude, eran completos desconocidos. "Empezamos hablando con las autoridades, identificamos a los l¨ªderes comunitarios. Hicimos reuniones con ellos y con grupos de poblaci¨®n", relata la experta. As¨ª, conocieron su nivel de conocimiento de la malaria, sus mitos, sus remedios... Con toda esa informaci¨®n elaboraron una estrategia de comunicaci¨®n y obtuvieron, en cada ronda del programa, el consentimiento informado de los 50.000 habitantes del lugar.
"Ese fue uno de los factores de ¨¦xito, no subestimar la comunicaci¨®n necesaria". Aun as¨ª, cuando distribuyeron los antimal¨¢ricos, comenzaron los rumores sobre muertes y efectos adversos raros que nada ten¨ªan que ver con el tratamiento. Seg¨²n los datos de los cient¨ªficos, en realidad se dieron 109 eventos adversos entre todos los habitantes tras la primera administraci¨®n de antimal¨¢ricos. Y entraban entre los normalmente asociados a la medicaci¨®n, una terapia de artemisinina recombinada: falta de apetito, v¨®mitos o dolores de cabeza que remit¨ªan tras los tres d¨ªas de tratamiento.
Son buenas noticias. El resultado da esperanza: con las herramientas que tenemos es posible llegar a niveles de transmisi¨®n pre-eliminaci¨®n Beatriz Galatas, epidemi¨®loga
?Este modelo es replicable? Lo es, seg¨²n Galatas. "Pero no significa que todos los pa¨ªses puedan hacerlo. Hay que prepararse. Y? una vez preparados, hacen falta fondos y recursos para llevarlo a cabo". Y mantenerlo. "Es muy probable que haya repuntes si se interrumpe la intervenci¨®n en Magude. Las casas son de paja, sin agua ni saneamiento y hay muchos mosquitos", apunta Galatas. Aunque los tres a?os de estudio concluyeron en 2018, el proyecto en Magude contin¨²a. "Lo fusionamos a otro", anota la especialista. Pero la ¨²ltima distribuci¨®n de mosquiteras fue en 2017 y la pr¨®xima ser¨¢ en 2023. "Habr¨¢ carencias de mosquiteras". Y la pulverizaci¨®n de insecticidas va a focalizarse en zonas de alta transmisi¨®n, as¨ª como la distribuci¨®n de antimal¨¢ricos, que se har¨¢ cuando se detecten casos en una comunidad. La intervenci¨®n "est¨¢ evolucionando hacia lo sostenible".
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